No aceptaba aquella relación, para él, aquella loba no era digna de ser la pareja de su hijo.
Y mucho menos una aventura en que su hijo se aventara de lleno, Jair al escuchar el rechazo de él hacia Carri, lo molestaba, era un fastidio para él que su padre decidiera quién debía ser su pareja. Lo cierto es, que la atracción que siente Jair era solo de querer tenerla en su cama, era una obsesión que traía por ella desde el momento en que ella lo salvo de ahogarse en las aguas del infierno.
Aún no se le había presentado aquella mujer que lo llevaría a sentir, aquella sensación que tanto su padre le habla, para él no existía aquel amor, destino que según su padre la diosa luna, madre de todos las criaturas cambiantes, era protectora.
—No, no la acepto para que la reclames... Ella no es adecuada para ti — Jair seguía escuchando la voz irritante de su padre, arruga sus enormes manos, para reprimir aquel enfado que estaba sintiendo.
Arcelia, en cambio, estaba atenta a las advertencias de su padre con respecto a la muchacha. Por otra parte, ella sentía una pena profunda por su hermano, no comprendía que ganaba él enojando a su padre de aquella manera.
— Padre, reconozco que eres mi Alpha, pero lo que yo sienta por ella o no es mi problema. ¡No renunciaré a ella! — refuta de manera seca. Los ojos de Garren, estaban puestos fijos en su hijo. Ambos en ese momento destilaban un enojo que se podría sentir en el mismo aire, Arcelia, se aclara la garganta para unirse a la conversación que tenía su padre con Jair.
— ¡Alpha!... Comprendo que solo es una omega, débil, sin actitud alguna. Pero ambos sabemos que Jair no la dejaría. ¿Te prepongo a que hables con el líder de la manada Rair y convenzas al mismo para que entregue a la chica como una esclava para usted?— destaca ella, Jair al escuchar las palabras de ella no estaba de acuerdo con sus estúpidas idea.
—Arcelia, ¿Qué m****a dices?... ¿Para qué querría nuestro padre a una esclava? No estoy de acuerdo— masculla con molestia clara. Garren y Arcelia estaban viéndolo manera expectante. Por una parte, era descabellado pensar que aquella simple omega sería una esclava de su padre. Pero, por otra parte, era la única manera que tenían ellos que Jair dejara de provocar la paciencia de aquel líder que no dudaría en acabar con ellos, declarándolos en una batalla, el cual no era beneficioso para ellos y tampoco para ningún clan vecino.
—Sí, creo que tienes razón... Lo pensaré, mientras tanto tú Jair estarás a cargo de administrar las casas de visitas de la ciudad— Era claro que Jair sería enviado en donde no podría molestar a la joven omega.
— Pero padre... — Garren alza la mano haciendo que su hijo no dijera una sola palabra más. Ellos sabían que tan riguroso era su padre en cuanto alguien se atreve a contradecirlo.
—No debo repetirlo, ¿No es así Jair? — Bufó con seriedad mientras bebía la bebida que tenía en su vaso de cristal. Jair odiaba aquella postura de parte de su padre, desde que tuvo memorias siempre lo trato de manera indiferente. ¿Por qué? Nadie lo sabía, ni el propio Jair tenía idea de aquel comportamiento extraño hacia él.
Tras haber escuchado a su padre, Jair se retira de allí para dirigirse en su habitación, toma la perilla de la puerta para abrirla y entrar por ella. Cierra la puerta con una fuerza descomunal para qué resonará en aquel pasillo. Tira sobre su cama su campera de cuero de color negro, para despojar de su cuerpo su remera e introducirse en el baño para tomar una ducha. Por un tiempo prolongado, aquella cascada de agua que caía sobre él, en cierta forma lo estaba relajando, una y otra vez pensaba en Carri. Su expresión en la taberna de enojo y rechazo le dolía mucho. Admitir aquel dolor, no era digno de un futuro Alpha.
Lo cierto es, que debía encargarse de aquellas casas de hospedaje para los turistas, pero, aun así, no renunciaría a ella. Buscaría la manera de reclamarla, tenerla a solas y marcarla. Un vínculo como esa era casi imposible que ella se resista a obedecerlo.
Ya eran casi media noche, cuando Jair Rime se encuentra observando entrar a mucha gente que venían llegando en el último crucero que zarpaba aquella ciudad.
Antón junto a Jerry estaba parado a una distancia de su líder, debían comportarse de manera discreta, estaba ingresando muchos humanos en estos últimos días. Eso no era algo agradable para Jair.
Detrás de aquella recepción, Jair estaba controlando la cantidad de huéspedes que se encontraba en aquella casa de hospedaje. Cómo era de costumbre, Jair no tenía el interés de ser amable y conversador con los huéspedes.
Por aquella puerta iban entrando una vieja amiga, una el cual no ha visto durante muchos años.
— ¿Jair, eres tú?— Indaga, una mujer joven, Antón como Jerry, estaban atentos a la bella mujer que estaba parada a una distancia de su líder. Un cuerpo atleta, con una suave piel, parecida la de una seda, con su cabello lacio hasta las caderas, estaba en los ojos de aquel joven que es leal a su líder.
El aroma que él estaba aspirando lo estaba llamando poderosamente, Jerry, en cuanto se percata de ellos, detiene los pasos de Antón.
— No puedes hacerlo, no en medio de tanta gente... Controla tu impulso lobuno amigo mío —Los ojos de Antón poco a poco se tornaban de otro color, esto solo hace que él se alejara de donde se encontraba. Jair quien estaba mirando fijamente a la mujer que tenía en frente, parecía que no recordaba a la bella y exuberante mujer que tenía en frente.
— ¿Qué pasa? ¿No me recuerdas?... Las colinas... Los árboles y las aguas del diablo— Exponía mientras seguía observando a Jair, él, en cambio, tenía el semblante serio y con los ojos distanciados por unos momentos.
— ¡Claris Winter!... ¿Eres tú?—Claris al ver que parecía recordarla por unos instantes, sonríe abiertamente
— ¿No que los hombres lobos tenían una buena memoria?... Óyeme, eres un asco con respecto a los recuerdos que teníamos junto— Reprochaba ella, Jair estaba un poco apenado de no haberse recordado de ella, Lo cierto es, que había pasado tantos años que ella no ha vuelto en la manada. A pesar de ser una simple humana, entendía perfectamente las reglas, las tradiciones, y que la amistad era lo más importante, como lo es una traición.
—Ven, déjame abrazarte, vaya, estás completamente hermosa... Has cambiado, ya no eres aquella chiquilla delgada, mal llevada, que paseaba por los bosques conmigo y Arcelia— Lejos estaba de la mente de Jair que aquella mujer, había despertado el repentino interés de Antón.
La reunión seguía su curso, sin importar que o de quién se presentase en aquel hospedaje, ambos amigos volvieron a reencontrarse después de tantos años. Era claro, que la visita de aquella mujer cambiaría el destino de uno de la manada, un joven corpulento, con el pelo lacio repletos de tatuajes y piercings, estaba conociendo a su pareja destinada él, después de que pensara que jamás llegaría aquel momento, tras haber esperado tantos años, no tuvo suerte en encontrarla.
Hoy, sin esperárselo, un calor estaba atravesando cada centímetro de su cuerpo, aquel corazón que parecía que jamás iba a contemplar el amor por alguien, se estaba derritiendo una barrera de hielo que por años se había encargado de depreciar a los demás.
— ¿Qué demonios me paso?... ¿Quién?... ¿Quién es ella? — preguntaba Antón, mientras que extendía su mano por aquellas paredes del hospedaje, sentir como su respiración estaba completamente agitada. Como si corriera cientos y cientos de kilómetros.
— ¡Bueno, a eso se lo llama Amor!... Al parecer el temible y despreciable Antón ha encontrado su talón de Aquiles—El joven lobo no podía seguir escuchando aquellas palabras, sujeta a Jerry para estamparlo contra las frías paredes — ¡Eso es imposible!... ¿Cómo crees?... Como crees que una humana será mi pareja, eso no lo permitiré, la rechazaré, ya lo verás — bufo agresivamente Antón. Jerry, quien veía sus ojos muy de cerca, estaba seguro de lo que acaba de decir, eran ciertas, una leve sonrisa aparece en su rostro, esto solo perturba aún más a Antón, para verlo de manera seria.
— ¿Pero de qué carajos te ríes?... Jerry, te...— Antón no termina de hablar al momento de escuchar las palabras de su líder.
—Oigan ustedes... ¿Qué creen que están haciendo? Antón... Jerry...— Antón afloja su brazo para dejar a Jerry se ponga más cómodo
—No es nada jefe... Aquí solo estábamos conversando de algo... bueno, algo sin importancia— Menciona Jerry, llevando sus brazos alrededor de la nunca de Antón.
—Como sea... Jerry, tú llevarás a mi invitada a la residencia, en cuanto a ti Antón, ven debemos seguir verificando la zona— termina diciendo Jair para que Jerry solo obedezca las órdenes de su líder.
Antón camina hacia la mujer para seguir a su jefe, en ese momento, una vez más él estaba aspirando la aroma de aquella mujer, mientras que lo hacía cierra los ojos, pues debía reprimir aquella necesidad de reclamarla como suya.
Claris, estaba lejos de pensar que el joven que estaba pasando a su costado era nada más que el hombre que la diosa luna había predestinado para que ella tenga por compañero.
Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía. Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes. —Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar. Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte. — ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria. —Sabes qué rechazarla será un martirio para ella c
Los demás, que eran sus amigos, también la observaban detenidamente. Era como si la estuvieran marcando para luego acecharla y acabar con ella en manada.Esto no le sorprendía, ya que ellos también lo hacían con frecuencia. Cuando sentían que eran agraviados, Zander dirigía a sus hombres para atacar. En una ocasión, Zander empujó al lobo intruso que acababa de llegar a la manada, provocando un alboroto. Lo curioso era que ella, la única ajena a la realidad, no sabía que aquel lobo no era un vecino común; nunca se había preguntado quiénes eran o de dónde venían. Desconocía por completo la vida y el círculo íntimo de Zander.Para ella, su familia era su manada, y su lealtad estaba con ellos, así como la lealtad de Carri estaba con la manada Rair. Cualquier amenaza contra esa manada era considerada un ataque a ella misma y a su familia.Lo más crucial para aquella loba, sin familia ni manada, era la lealtad. Había desarrollado esta mentalidad desde la trágica muerte de toda su familia; d
Su poder le había impedido crecer como un niño lobo normal, con limitaciones extremas, entrenamientos agotadores y encierros que habían moldeado su carácter, volviéndolo incapaz de sentir afecto por nada ni nadie. Ni siquiera consideraba a sus compañeros del grupo como amigos; para él, eran simplemente lobos que le servían. Sin embargo, nadie debía pensar en arrebatarlos. Quizás por eso, a pesar de los intentos de su hermana por acercarse, Casius era incapaz de mostrar aprecio hacia ella.Arabella medía un par de centímetros más que Casius y también era más blanca que él. Siempre vestía como un hombre, usando trajes y jeans ajustados con camisas. Si la vieran de espaldas, podrían pensar que realmente se trataba de un hombre. Incluso en lugares más informales, mantenía un aura de seriedad y formalidad.Su cabello negro era lo único que difería de ese aspecto, llevándolo tan largo que llegaba a la mitad de su espalda, siempre recogido por un lazo más oscuro que el color de la camisa que
Ambos eran fuertes. Zuke intentaba levantarse cuando se percató de que el monstruo se dirigía hacia ella. Aterrada, intentaba huir en busca de refugio, pero su cuerpo no respondía como ella pensaba. Al ver el temor en los ojos de Zuke, Darién se incorporó rápidamente y corrió hacia ella. Antes de que el monstruo pudiera tomarla con sus garras, Darién tomó la mano de Zuke para atraerla hacia él. Zuke sintió como unos brazos gigantes la estiraban de un lado a otro, mareándola aún más. La fiebre que ella tenía le hacía pensar que tal vez todo era producto de su imaginación, pero no era así. Estaba siendo rescatada y protegida por un lobo, uno al cual odiaba tener algo que ver. Darién se preparó para abalanzarse sobre el monstruo y lo empujó con una patada certera. El monstruo salió expulsado hacia atrás y quedó estampado contra un árbol que atravesó su cuerpo. Aunque el impacto fue contundente, el monstruo aún seguía con vida. Darién tomó un tronco lo suficientemente grande para golpea
—¡Alan, cúbreme! — gritó Damon, y el joven guerrero cumplió con la orden. Mientras avanzaba hacia la mujer, Casius también se encargaba de eliminar a los monstruos que se cruzaban en su camino. Darién se levantó después de recibir el golpe de Zuke, decidido a detenerla a toda costa. Al salir de la habitación, vio que ella se dirigía hacia la puerta principal y que su líder corría hacia ella. La preocupación de Darién creció aún más al ver que su Alpha no era consciente del peligro que corría al intentar detener a la mujer.Darién percibió ráfagas de luces rojas dirigidas hacia su líder y corrió en su dirección para evitar que fueran heridos. Zuke estaba frente a la enorme puerta, extendiendo las manos con la intención de abrirla, pero Darién y Casius llegaron justo a tiempo.Cuando el líder de la manada, Damon, giró a Zuke para mirarla, vio sus ojos rojos. Su lobo interior se retorció, tratando de salir. Los ojos de Casius brillaban de ira al verla. Por alguna razón, el lobo de Casius
Su plan era reemplazar la luz con oscuridad, la vida con muerte y la paz con sufrimiento en cada rincón de la tierra. Un lobo viejo, leal a su líder, se encargaba de llevar el mensaje al lugar indicado por el prisionero, escalando la montaña rocosa cubierta de escarcha por el crudo invierno. Con firmeza, sostenía un bolso que contenía la cabeza del demonio, un mensaje apropiado para un Alpha como Casius.Después de un tiempo prolongado, el lobo gris se acercaba a la cueva. Dejó caer la bolsa cerca de la entrada y aulló con fuerza, anunciando su presencia a la Carpa Roja. Luego, recogió el bolso y avanzó audazmente, cumpliendo la exigencia de su líder.—Vaya... ¿qué tenemos aquí? ¿Eres valiente o simplemente lo suficientemente estúpido para venir solo ante el rey de las carpas rojas? —preguntó en voz alta Karios, sentado en su trono de roca adornado con detalles de gemas preciosas, dando la bienvenida al lobo. El lobo gris lanzó el bolso que sostenía en su hocico, haciendo que rodara h
Zuke ya se encontraba en medio del bosque mientras corría, intentando abandonar los territorios de la manada Damon. Sentía cómo su corazón latía rápidamente, la falta de aliento y el cansancio la estaban afectando. Apoyó las manos contra un árbol que estaba a su costado para sostenerse. La herida que tenía le advertía que ya no podría seguir adelante. La pequeña sutura que Carlee le había hecho se había abierto por el esfuerzo de escaparse.“¡Oh, diablos! Creo que me he abierto nuevamente la herida," pensaba Zuke al verificar su lesión.La pequeña Zuke estaba decidida a seguir adelante, aunque el intento le hiciera caer inconsciente. No sabía si se había alejado lo suficiente de aquella manada, pero ya no escuchaba el sonar de las campanas. Sin embargo, lo que ella ignoraba era que estaba siendo rastreada por unos lobos. A medida que avanzaba, podía visualizar miles de cadáveres tendidos en el bosque. Aunque el olor era nauseabundo, Zuke seguía avanzando con determinación.Llegó a un
Absolutamente nadie esperaba las palabras de Sorien. Claris levantó la vista para mirarlo directamente a la cara, negándose a aceptar la decisión de Sorien. Acto seguido, salió prácticamente huyendo de allí, incapaz de soportar un segundo más en ese lugar. Parada en el patio trasero de la residencia de los Rime, intentaba reprimir un escalofrío. Aunque respetaba y apreciaba mucho a Sorien como a un tío, no podía aceptar tal proposición. No era por miedo, sino simplemente porque veía a Jair y su familia como la familia que había perdido muchos años atrás.— ¿Estás bien? — Antón ya estaba a su lado, ofreciéndole un pañuelo para secar sus lágrimas.— ¡Gracias! No deberías preocuparte tanto — dijo ella mientras secaba sus mejillas. Verla en ese estado angustiado entristecía a Antón.— ¿Aceptarás ser su compañera? — soltó Antón, tomando por sorpresa a Claris.—No, no lo haré. Lo veo como a un hermano. No podría estar con él, aunque quisiera. Supongo que ustedes, los lobos, sienten lo mismo