Su poder le había impedido crecer como un niño lobo normal, con limitaciones extremas, entrenamientos agotadores y encierros que habían moldeado su carácter, volviéndolo incapaz de sentir afecto por nada ni nadie. Ni siquiera consideraba a sus compañeros del grupo como amigos; para él, eran simplemente lobos que le servían. Sin embargo, nadie debía pensar en arrebatarlos. Quizás por eso, a pesar de los intentos de su hermana por acercarse, Casius era incapaz de mostrar aprecio hacia ella.
Arabella medía un par de centímetros más que Casius y también era más blanca que él. Siempre vestía como un hombre, usando trajes y jeans ajustados con camisas. Si la vieran de espaldas, podrían pensar que realmente se trataba de un hombre. Incluso en lugares más informales, mantenía un aura de seriedad y formalidad.
Su cabello negro era lo único que difería de ese aspecto, llevándolo tan largo que llegaba a la mitad de su espalda, siempre recogido por un lazo más oscuro que el color de la camisa que llevaba ese día. Por otro lado, Casius llevaba un traje negro con una camisa azul. Rara vez usaba corbata, y cuando lo hacía, siempre era blanca. Le gustaba resaltar lo que no utilizaba para que los demás lo notaran.
Casius siempre reflejaba sus poderes a través de sus ojos, que eran rojos, como el fuego o la lava. Controlaba perfectamente el poder del fuego, solo necesitaba chasquear los dedos para incendiar todo a su paso. En cambio, Arabella tenía un ojo verde, tan claro como un prado verdoso en plena primavera, lo que le permitía controlar la tierra y las plantas. En el otro lado de sus ojos, predominaba el azul, otorgándole el poder de dominar el viento. A diferencia de Casius, ella era más abierta y empática con los demás. Trataba a todos por igual, ya fueran rewops, lobos ordinarios o simples humanos. Siempre buscaba asegurar la armonía y el bienestar de su pueblo, aunque en algunas ocasiones pareciera casi imposible.
— ¡Darién!... Encárgate de asegurar las vidas de la familia de nuestra manada. Solo espero que Arabella vuelva muy pronto. —bufó Casius con voz baja, mientras Darién permanecía a su lado. El joven lobo sabía que la presencia de Arabella era de suma importancia en la manada, al igual que la del Alpha.
A unos kilómetros de ellos, vivía una pequeña aldea cuyos habitantes se dedicaban al cultivo de hierbas medicinales y viñedos de uvas. Eran simples humanos, algunos de los pocos que conocían la existencia de hombres lobo en esas tierras compartidas. Mientras realizaban sus labores matutinas, fueron atacados de manera sorpresiva por seres que se movían increíblemente rápido.
Al percatarse del desastre en el viñedo, algunos intentaron huir desesperadamente. Gritos, llantos y una clara desesperación llenaban el aire mientras intentaban ocultarse, pero nada podía salvarlos de aquellos seres extraños sedientos de sangre.
La aldea quedó devastada, y una joven mujer logró sobrevivir con una herida casi mortal, debilitándola hasta el punto de acelerar su corazón. Mientras huía, cayó en un pozo lleno de agua. Con un rasguño que la hacía desangrarse lentamente, intentó ocultarse bajo el agua. A pesar del riesgo de ahogarse, prefería morir sumergida antes que convertirse en presa de aquellos monstruos.
Zuke esperó hasta donde pudo, y cuando sintió que ya no podía contenerse, nadó hasta la superficie del pozo. Respiró profundamente mientras llevaba aire a sus pulmones. Desde su posición, no podía escuchar más gritos; era evidente que todos habían muerto, incluyendo a sus hermanos y padres que trabajaban allí junto con muchos otros. Aunque no le agradaba pedir ayuda a los lobos que vivían cerca, eran los únicos que podían ayudarla en ese momento.
Nadó hacia las paredes del pozo, intentando trepar por ellas. Lentamente y con mucho esfuerzo, logró subir, agarrándose de las raíces y el lodo. Sin embargo, cuando pensó que lo lograría, volvió a caer al agua. La salida parecía sin posibilidad de éxito, lo cual perturbaba a la joven humana. Sabía que, si no lograba salir de allí, corría peligro de morir ahogada o por infección, ya que las aguas del pozo estaban contaminadas con desperdicios del viñedo.
Zuke era persistente y siempre se esforzaba por lograr sus objetivos. No quería morir en un pozo lleno de desperdicios, así que intentó trepar por las paredes nuevamente. Después de haber resistido todo lo que pudo, finalmente salió de aquel lugar horrendo.
Pero lo que vio la dejó aún más perpleja. Ver a todos sus amigos tendidos en el suelo, masacrados, dolía más que su propia herida. En ese momento, recordó a sus padres y hermanos. Avanzó con dificultad, buscándolos entre el desastre. Niños y mujeres sin vida yacían delante de ella, dando una idea de lo que tuvieron que enfrentar. Era casi imposible encontrar a su familia con vida, pero aun así, la buscaba. La mínima esperanza de encontrarlos se resistía a desaparecer, y Zuke no quería aceptar que podía haber perdido a toda su familia.
Mientras caminaba entre aquellos cuerpos, un dolor la atravesaba lentamente, como un hierro caliente. Ver a cada uno de sus amigos sin vida le provocaba lágrimas que recorrían su rostro lastimado, lleno de rasguños.
Un ruido la alertó, y rápidamente se escondió. Afortunadamente, encontró un buen escondite desde el cual pudo observar a uno de esos monstruos. Cuanto más se asomaba por la rendija de los matorrales, más perpleja quedaba. Lo que presenciaba era desagradable: el monstruo desmembraba un cadáver, revolviéndole el estómago. Cerró los ojos para tratar de reprimir sus emociones, sintiendo que le faltaba el aire y con la respiración acelerada.
El monstruo se detuvo, desvió su rostro y miró hacia el lugar donde se encontraba Zuke. Ella llevó sus manos a la boca para evitar ser escuchada. Al observar con detenimiento, se dio cuenta de que el cuerpo pertenecía a su hermano. La desesperación y la impotencia la acechaban, al igual que aquellos seres que los atacaron sin contemplaciones. Un gruñido agudo resonó, y los monstruos corrieron hacia aquel sonido aterrador.
Después de esperar el tiempo suficiente en su escondite, Zuke salió y se acercó al cuerpo de su hermano. Las lágrimas eran visibles en sus ojos mientras tomaba las manos de quien fue su hermano, desahogándose como cualquier humano lo haría. El dolor la abrumaba, parecía que era el fin para ella, aunque aún estaba viva. El dolor no le permitía tener pensamientos claros. ¿Qué debía hacer ahora? Una pregunta que una humana como ella debería formular, pero en el estado en que se encontraba, nada de eso importaba.
Zuke se secó las lágrimas para levantar la vista y observar a su alrededor. Era una verdadera catástrofe. No era seguro quedarse allí, ya que pronto oscurecería y no sabía si aquellos seres regresarían. La única opción era dirigirse a la aldea más cercana para buscar refugio y alertar a sus habitantes. Con suerte, la recibirían y podría asegurar su vida.
En medio de la nada, esa humana que por una especie de suerte divina logró sobrevivir a los ataques de aquellos seres despiadados. La herida que le hicieron estaba avanzando, y el dolor era tan intenso que, de vez en cuando, se veía obligada a detener su caminar para descansar. Aun así, persistía en su camino, sin saber por cuánto tiempo había estado errando por esos bosques. Lentamente, la oscuridad de la noche se posaba sobre las tierras.
Un aullido captó su atención, y ella se quedó parada para dirigir su rostro en esa dirección. Estaba segura de que era allí donde debía ir. Caminó en esa dirección sin dudarlo, pero una rama la golpeó en la mejilla, dejándole un rasguño más. A medida que avanzaba, su visión se volvía borrosa, evidencia de la fiebre que la estaba afectando. Parecía que no podría llegar a la aldea, o eso pensaba ella.
Cuando estaba dando un paso más adelante, no pudo dominar su cuerpo y finalmente cayó inconsciente en medio del bosque. Había dado todo lo que podía para buscar ayuda, pero su estado no la había ayudado en nada. Totalmente agotada, Zuke se desvaneció en medio del bosque, y el olor a sangre humana llegó al olfato de un lobo que merodeaba el lugar.
« ¿Qué es este olor tan particular? ¡Sangre!... Es la de una humana», se decía a sí mismo Darién. Pronto, no solo él se percataría de ese distintivo aroma. Con el rumor que rondaba sobre los monstruos, aquel lobo no dudó en ir a verificar la fuente de ese olor. Mientras se acercaba al lugar, un rugido aterrador captó la atención de ese joven lobo.
Ambos eran fuertes. Zuke intentaba levantarse cuando se percató de que el monstruo se dirigía hacia ella. Aterrada, intentaba huir en busca de refugio, pero su cuerpo no respondía como ella pensaba. Al ver el temor en los ojos de Zuke, Darién se incorporó rápidamente y corrió hacia ella. Antes de que el monstruo pudiera tomarla con sus garras, Darién tomó la mano de Zuke para atraerla hacia él. Zuke sintió como unos brazos gigantes la estiraban de un lado a otro, mareándola aún más. La fiebre que ella tenía le hacía pensar que tal vez todo era producto de su imaginación, pero no era así. Estaba siendo rescatada y protegida por un lobo, uno al cual odiaba tener algo que ver. Darién se preparó para abalanzarse sobre el monstruo y lo empujó con una patada certera. El monstruo salió expulsado hacia atrás y quedó estampado contra un árbol que atravesó su cuerpo. Aunque el impacto fue contundente, el monstruo aún seguía con vida. Darién tomó un tronco lo suficientemente grande para golpea
—¡Alan, cúbreme! — gritó Damon, y el joven guerrero cumplió con la orden. Mientras avanzaba hacia la mujer, Casius también se encargaba de eliminar a los monstruos que se cruzaban en su camino. Darién se levantó después de recibir el golpe de Zuke, decidido a detenerla a toda costa. Al salir de la habitación, vio que ella se dirigía hacia la puerta principal y que su líder corría hacia ella. La preocupación de Darién creció aún más al ver que su Alpha no era consciente del peligro que corría al intentar detener a la mujer.Darién percibió ráfagas de luces rojas dirigidas hacia su líder y corrió en su dirección para evitar que fueran heridos. Zuke estaba frente a la enorme puerta, extendiendo las manos con la intención de abrirla, pero Darién y Casius llegaron justo a tiempo.Cuando el líder de la manada, Damon, giró a Zuke para mirarla, vio sus ojos rojos. Su lobo interior se retorció, tratando de salir. Los ojos de Casius brillaban de ira al verla. Por alguna razón, el lobo de Casius
Su plan era reemplazar la luz con oscuridad, la vida con muerte y la paz con sufrimiento en cada rincón de la tierra. Un lobo viejo, leal a su líder, se encargaba de llevar el mensaje al lugar indicado por el prisionero, escalando la montaña rocosa cubierta de escarcha por el crudo invierno. Con firmeza, sostenía un bolso que contenía la cabeza del demonio, un mensaje apropiado para un Alpha como Casius.Después de un tiempo prolongado, el lobo gris se acercaba a la cueva. Dejó caer la bolsa cerca de la entrada y aulló con fuerza, anunciando su presencia a la Carpa Roja. Luego, recogió el bolso y avanzó audazmente, cumpliendo la exigencia de su líder.—Vaya... ¿qué tenemos aquí? ¿Eres valiente o simplemente lo suficientemente estúpido para venir solo ante el rey de las carpas rojas? —preguntó en voz alta Karios, sentado en su trono de roca adornado con detalles de gemas preciosas, dando la bienvenida al lobo. El lobo gris lanzó el bolso que sostenía en su hocico, haciendo que rodara h
Zuke ya se encontraba en medio del bosque mientras corría, intentando abandonar los territorios de la manada Damon. Sentía cómo su corazón latía rápidamente, la falta de aliento y el cansancio la estaban afectando. Apoyó las manos contra un árbol que estaba a su costado para sostenerse. La herida que tenía le advertía que ya no podría seguir adelante. La pequeña sutura que Carlee le había hecho se había abierto por el esfuerzo de escaparse.“¡Oh, diablos! Creo que me he abierto nuevamente la herida," pensaba Zuke al verificar su lesión.La pequeña Zuke estaba decidida a seguir adelante, aunque el intento le hiciera caer inconsciente. No sabía si se había alejado lo suficiente de aquella manada, pero ya no escuchaba el sonar de las campanas. Sin embargo, lo que ella ignoraba era que estaba siendo rastreada por unos lobos. A medida que avanzaba, podía visualizar miles de cadáveres tendidos en el bosque. Aunque el olor era nauseabundo, Zuke seguía avanzando con determinación.Llegó a un
Absolutamente nadie esperaba las palabras de Sorien. Claris levantó la vista para mirarlo directamente a la cara, negándose a aceptar la decisión de Sorien. Acto seguido, salió prácticamente huyendo de allí, incapaz de soportar un segundo más en ese lugar. Parada en el patio trasero de la residencia de los Rime, intentaba reprimir un escalofrío. Aunque respetaba y apreciaba mucho a Sorien como a un tío, no podía aceptar tal proposición. No era por miedo, sino simplemente porque veía a Jair y su familia como la familia que había perdido muchos años atrás.— ¿Estás bien? — Antón ya estaba a su lado, ofreciéndole un pañuelo para secar sus lágrimas.— ¡Gracias! No deberías preocuparte tanto — dijo ella mientras secaba sus mejillas. Verla en ese estado angustiado entristecía a Antón.— ¿Aceptarás ser su compañera? — soltó Antón, tomando por sorpresa a Claris.—No, no lo haré. Lo veo como a un hermano. No podría estar con él, aunque quisiera. Supongo que ustedes, los lobos, sienten lo mismo
—Oh, vaya… Ruego que la disculpes, pero ella es un poco obstinada cuando se trata del mar — Dijo Sai mientras alejaba a Sereia del joven.—Oh, vamos. Solo una vuelta, no nos tardaremos, y te pagaré el doble del precio actual. — Daniel giró hacia el mar para observar con atención. Las olas golpeaban con fuerza las rocas en las costas de Sheridan. Era evidente que no era apropiado ni seguro navegar en esas condiciones.—Disculpen señoritas, pero no es recomendable navegar en este momento — dijo señalando la furia del mar en ese momento.—Me habría gustado pasear por el mar… — Sereia se acercó más a la orilla del puerto para admirar la belleza que les regalaba el creador. Daniel sintió en su voz una tristeza, para aliviar el sentimiento de la joven, accedió a darle un paseo, pero por tierra.—Si desean un paseo, puedo cumplir con ello. Conozco un lugar en las afueras de la ciudad. ¿Les puedo guiar si quieren? — Las tres jóvenes humanas intercambiaron miradas antes de asentir.—Bien, ahor
Daniel avanzaba en el bosque, dispuesto a transformarse en lobo. Como todo lobuno, confiaba en sus instintos, y algo le advertía que algo ocurría en la dirección hacia la que se dirigía. Los lobos de la manada Rair también percibieron el peligro y se detuvieron en sus pasos, cuerpos tensos y alerta.Sus orejas se mantenían erguidas, captando cada sonido mientras intentaban discernir la fuente de los gritos y el aroma metálico en el viento. El lobo marrón, cuyo pelaje resplandecía con una mezcla de matices, habló nuevamente a través del enlace mental que compartían.—Algo no está bien. Estamos cerca, pero este olor... no es solo sangre. Hay algo más en juego aquí. — dijo Daniel con determinación.Daniel, confiando en la intuición de sus compañeros lobos, asintió en acuerdo. La rivalidad entre las manadas quedaba en segundo plano frente a la amenaza que enfrentaban.El líder de la manada Rair, un lobo de pelaje oscuro y mirada fiera, emitió un gruñido bajo en señal de entendimiento.Los
En medio de la tensión y el caos, el destino de Daniel y Alannis pendía en un delicado equilibrio. La supervivencia parecía un objetivo lejano e incierto mientras luchaban contra enemigos implacables.—Jarik, Ve ayuda a Daniel— Dijo Zander con voz firme. El joven Jarik corre hasta Daniel para romper la formación de los demonios que estaban a punto de acabar con el joven lobo. Estando ambos de espalada estaban listos para luchar las criaturas siniestras.—¡Oye, la humana está bien! Recuerda que dependerá de nosotros para salir de esto— Soltó Jarik poniéndose en guardia para defenderse de algún ataque sorpresa de los enemigos.Daniel sin decir nada tenía fijos los ojos en cada una de esas criaturas que los estaban mirando. Mientras que sentía un líquido, recorrer su piel debajo de los pantalones. Sabía que estaba malherido, aun así, estaba dispuesto enfrentar a los demonios para salvar las vidas de las mujeres humanas y la de sus compañeros de batalla.La llegada oportuna de Jarik, inst