Con honores

Velkan corrió todo lo que pudo hasta que llegó al comienzo de la ciudad en sí, puesto que estaba un poco retirado de la estación. Allí había una gasolinera, se dirigió rápidamente a los lavabos que se veían a un costado de la estación.

El de hombres estaba cerrado, pero no perdió mucho tiempo, sacó una navaja de su bolsillo y forzó la débil cerradura, entró con cuidado aunque hubiera podido hacer todo el ruido que quisiera, ya era pasada la medianoche y nadie andaba ni siquiera cerca de allí. Encendió la luz y se acercó al espejo, los cortes no eran profundos aunque sangraban bastante, tampoco eran tan largos.

Lavó con cuidado las heridas de la cara y luego se secó cuidadosamente con una toalla y tomó una cinta adhesiva multipropósito y la colocó sobre las heridas junto con una gasa rústica que llevaba en caso de emergencia. el sangrado se detuvo aunque se veía un poco raro y cómico con los apósitos tan ordinarios que se había puesto.

De allí partió hacia el terminal de buses que esta
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