La puerta se abrió dejando pasar a un sirviente que le anunció a Velkan que el desayuno estaba listo y que los señores lo esperaban en el comedor.
Velkan bajó por las amplias escaleras hasta la parte baja de la casa donde se encontraba el comedor, ya se encontraban allí Robert y Mary con el bebé. Con entusiasmo se acercó a la silla del bebé, que ya tenía un año, y lo llenó de besos, el niño reía al reconocer al abuelo.
—Hola Mary —saludó a la muchacha dándole un beso en la mejilla y un tierno abrazo.
—Hola viejo —respondió ella muy cariñosamente, en realidad amaba a ese hombre que los había ayudado tanto mientras escapaban de la hermandad en Turquía. Era como un padre para ellos y un abuelo para el niño.
—Siéntate, Velkan —le dijo Robert— Desayunemos, que hoy tenemos bastante que hacer.
Él se sentó y de inmediato el servicio de desayuno fue puesto a la mesa por un grupo de eficientes empleados de la mansión. Degustaron el desayuno conversando cosas intrascendentes.
Cuando terminaron ambos hombres se pusieron de pie y se dirigieron a un estudio más pequeño que estaba en ese mismo nivel de la casa mientras Mary se llevaba al niño a una sala de estar muy cómoda
Entraron en la habitación, y mientras Robert se sentaba en el escritorio, donde estaba una laptop de última generación, Velkan se sentó en una de las cómodas sillas que estaban al frente del mismo.
—Veamos —Robert comenzó a teclear en la computadora portátil— No sé si me han contestado los correos que he enviado. Me preocupa que no tengamos información sobre Gasanov, nunca pude confiar en él después que supe la sucia jugada que te hizo.
Velkan sabía perfectamente a cual jugada se refería Robert. Luego de perder tan dolorosamente a Tatiana y de recuperar los papeles se trasladó a Tiflis, la capital de Georgia para reunirse con Gasanov en una reunión en las oficinas que tenía cerca del palacio de gobierno.
Mientras Robert procuraba averiguar qué estaba sucediendo Velkan se sumergió de nuevo en sus recuerdos.
………..
Recordó ése día en Tiflis… todavía andaba como medio sonámbulo, sus sentidos los tenía embotados. La muerte de Tatiana lo había destrozado, literalmente, todavía no podía creer que eso hubiese sucedido. Lo que pasó en esa montaña lo tenía grabado en su mente como una herida fresca que no dejaba de sangrar.
Sabía que tenía que reponerse, quedaban aún muchos enemigos buscándole; apenas había escapado por poco de los hombres del General Karaeva, un poderoso enemigo que se había granjeado por trabajar en bandos opuestos. Se habían enfrentado en varias ocasiones anteriores.
Velkan sabía que no era necesario odiar a sus enemigos, de hecho ésta era una actitud completamente equivocada. En este mundo de las mafias y el espionaje lo mejor era tener la cabeza fría, cualquier ofuscamiento lo podía llevar a un descontrol que podía resultar fatal. La máxima era: "Jamás involucres tus sentimientos en el trabajo"
Pero odiaba a Mikheil Karaeva, era una rabia sorda que le quemaba las entrañas y le subía por la garganta hasta quemar todo su pecho. Algún día le ajustaría cuentas, por lo pronto tenía que concentrarse lo suficiente para que no lo mataran. Y lo primordial era entregar los malditos papeles al jefe del servicio secreto, tal como había acordado con los británicos.
Éste hombre era Nikoloz Gasanov, toda una leyenda en la historia del espionaje georgiano y europeo, un hombre frío e inteligente, pero también cruel y despiadado. Velkan no tenía idea exacta de la importancia de esos documentos, les había dado una rápida ojeada, por supuesto, y leyó sobre los nombres de los involucrados en los trámites del oro que realizó el servicio de inteligencia Georgiano en esos años. El nombre de Nikoloz Gasanov estaba en ellos.
Eso complicaba la situación, Velkan se sentía muy mal y sus emociones estaban rotas, también se sentía embotados, confundido. Sin embargo no estaba muerto, sus instintos estaban al máximo. Por ello se acercó a las oficinas auxiliares cerca del gobierno, con extremas precauciones. Estaba preparado para cualquier cosa.
Antes de seguir entrar dejó un pequeño paquete de explosivos en unas plantas, más allá dejó otro paquete en una estatua alegórica a la guerra. Entró al edificio y se detuvo a mostrar una credencial especial que le hacía tener acceso preferencial de manera que no lo revisaban como a la mayoría de los que entraban.
Siguió caminando por un pasillo hasta el fondo, dónde se podían ver unas escaleras, por allí subió no sin antes dejar uno de sus "paquetes" en la base de la misma. Al llegar arriba dejó otra en una maceta que tenía una extraña planta. Satisfecho, palpó el pequeño pero potente transmisor que estaba en el forro de su abrigo.
Se dirigió a una oficina a mitad de pasillo, iba a entrar cuando un par de hombres uniformados salieron de ella, había un escritorio afuera, dónde usualmente estaba un guardia, los dos hombres que salieron se ubicaron en él, lo que significaba que habían aumentado la seguridad. Ésta fue la primera indicación que le hizo saber a Velkan que las medidas que había adoptado habían sido correctas.
Normalmente después de la guardia normal que había en la entrada del edificio ya no revisaban a nadie y menos a él que tenía un pase de máxima seguridad, él entraba en las oficinas sin requisito alguno, sin embargo, ésta vez uno de los hombres lo detuvo, estirando su brazo para que el no pasara.
—¿Armas? —le preguntó mientras le dirigía una mirada cargada de desconfianza.
—La de siempre —contestó sin mayor explicación— Siempre entró allí con ella.
—Ahora no puede, nuevas órdenes —dijo el guardia— Y necesitamos registrarle.
Velkan no se opuso, sabía que eso no era normal, pero ya sabía que algo extraño estaba sucediendo allí. Una vez que lo revisaron, a él y al maletín que llevaba, le quitaron su pistola. Luego de esto entró a la oficina. Allí había una pequeña antesala con una puerta de comunicación con la oficina en sí, en ella estaban otro par de hombres, les dirigió una evaluativa mirada y siguió a la oficina.
Cuando pasó a la oficina vio a Gasanov sentado en el escritorio, todo parecía normal excepto la 9mm sobre el escritorio, muy cerca de su mano. Había también otro guardia cerca de la esquina de la habitación. Nikoloz le hizo una seña para que se acercara.
—Adelante, querido amigo —le dijo con una sonrisa en su rostro, pero la sonrisa no le llegó a los ojos— ¿Cómo te fue?
—¡Psche! —La expresión le salió natural al encogerse de hombros— Como siempre, solo quieren matarte.
Nikoloz Gasanov soltó una risa baja mientras le señalaba una silla delante del escritorio que ocupaba.
Velkan casi nunca se sentaba en esas ocasiones, pero ésta vez aceptó sin problemas.
—Traes los documentos contigo, ¿Cierto? —la pregunta era innecesaria, otra rareza.
—Por supuesto —contestó— Sabes que no te visito a menos que sea necesario —esto último lo acompañó con una amplia sonrisa.
Sus sentidos estaban al máximo, el embotamiento había cedido a la tensión que sentía en ese momento. Tan alerta estaba que sintió a los sujetos que en ese momento entraban antes que tocaran la puerta, sus músculos se tensaron.
Soltó el maletín que traía sujeto con una cadena y lo empujó sobre el escritorio hacia Gasanov. Acto seguido volvió a sentarse pero sin relajar sus músculos.Nikoloz revisó los papeles con atención por unos momentos, luego suspiró, al parecer satisfecho. Los sujetos que entraron se acercaron al escritorio y uno de ellos le dijo algo al oído. Éste asintió y le hizo una seña para que se alejara, se alejaron un poco pero no salieron de la oficina.—Supongo que les diste una ojeada —no era una pregunta sino una aseveración.—Sip, para revisar los sellos y la autenticidad, tú sabes cómo es eso.—Lo sé —dijo lacónico— Solo que está vez no era muy buena idea.Al decir esto los tres guardias que estaban en el salón se acercaron a Velkan. Lo rodearon poco a poco con toda la intención de capturarlo, pero él no se inmutó, al menos por fuera. Por dentro su cerebro había hecho los cálculos de lucha que tendría que hacer y sus músculos estaban tensos y preparados.Su reacción primaria fue mirar a G
Velkan se acercó a la pantalla para leer mejor, ya que su vista no era tan buena, los años y el desgaste habían tomado algo de terreno y le costaba un poco leer la letra pequeña.En la pantalla la noticia se destacaba y no por los colores sino por el nombre que aparecía en ella, al igual que las circunstancias. La noticia, en turco y georgiano decía:"Muere el director adjunto de la hidroeléctrica en Turquía, Baric Valiev al caer accidentalmente en la Estación Hidroeléctrica de Ilisu, la más grande de Turquía y una de las más grandes de Europa, las circunstancias no son muy claras pero la policía investiga…" La noticia seguía, pero para Velkan era suficiente, era quizás un indicio, pero para él era suficiente para saber que la muerte de Baric no había sido natural para comenzar a sospechar que una extraña "limpieza" había comenzado. Y si era de mano de Gasanov no dudaba que ésta fuera dura, cruel y despiadada.Tenía que recordar cuántos sabían de los fulanos papeles, pues todos estab
Velkan Rottemberg, ese nombre de origen rumano y el apellido de origen europeo confundía a la mayoría de conocidos y enemigos, especialmente a éstos últimos que siempre habían querido averiguar de dónde había salido ese fulano tan letal, con las armas y sin ellas.Algunos lo conocían como “la sombra” otros le decían “el espectro” y alquinos más lo llamaban “el implacable” Después de liquidar a Boga desapareció tan rápido que cuando llegaron algunos carabineros y encontraron el cuerpo, aún tibio de Boga, se desplegaron por todos los alrededores y no pudieron encontrar a nadie, a pesar de las huellas que partían de allá la avenida principal,. pero cuando llegaron allí las huellas simplemente desaparecieron… por eso a Velkan lo llamaban la sombra.No tardó en llegar la noticia a Kadir Yildirim, el jefe de la mafia turca, de que su mejor hombre había sido liquidado por el fulano a quien quería desaparecer de la tierra de los vivientes. No escatimaría ningún esfuerzo para hacer pagar car
Velkan suspiró mientras regresaba al tiempo presente, se dió cuenta que Robert había salido, quizás hacía bastante rato. Arriba del escritorio cerca de él habían puesto una bandeja con unas galletas y unas bebidas. Sonrió, ni siquiera se dio cuenta, algo muy peligroso para él en las actuales circunstancias, sin embargo él sabía que después de hacer catarsis con los recuerdos todo volvería a la normalidad.Mientras no sacara todos esos sentimientos que venían atados a sus recuerdos no podría vivir tranquilo. Todo este asunto de Gasanov había removido viejos recuerdos, viejas heridas, algunas de las cuales no estaban completamente curadas.Decidió seguir recordando, era tan especial recordarla viva, llena de esa energía maravillosa que llenaba todo lo que hacía. Además, tenía una intuición única, era capaz de percibir cosas que nadie más notaría. Eso, al final, sería lo que le salvaría la vida a él esa vez. Lo recordaba como si hubiera sido hace poco tiempo.*******Después de salir de
Velkan se despertó con las primeras luces del alba, el frío era fuerte así que después de su respectivo aseo puso a calentar café que llevaba preparado en un termo, de esta manera no tenía que prepararlo en condiciones tan poco cómodas.Luego de desayunar recogió todas sus cosas y desarmó la tienda de campaña para seguir su camino. Todavía le quedaba un trecho bastante largo de camino y éste no era precisamente uno fácil. En esa zona era bastante inclinado y escarpado.Tardó varias horas en la primera etapa de su viaje, Se sentía cansado cuando se detuvo a acampar, lo que era necesario porque ya comenzaba a ser el sol, mañana a primera hora llegaría a la cabaña.Esa noche pasó sin ningún problema, arregló su refugio con cuidado y luego preparaba café, comía algo y se acostaba. Pasaba casi todo el tiempo pensando en Tatianana hasta que se dormía, no podía dejar de pensar en sus últimas palabras antes de que él saliera de viaje en esta misión. "Eres muy importante para mí" tendría que
Zurab se quedó mirando a su prima como si ella se estuviera volviendo loca.—¿Pero qué estás diciendo? —en verdad parecía que estaba desvariando.—Te estoy hablando de Velkan, no me siento tranquila —tenía una cara de preocupación y angustia que hizo que Zurab se contagiara— Creo que ésta corriendo grave peligro —terminó—Pero, ¿Cómo demonios sabes eso? —No lo sé. Pero es real, ¡Lo puedo sentir! —y lo dijo con una angustia tan auténtica que convenció a Zurab para salir de inmediato a buscarlo.—Está bien, saldremos apenas preparemos lo necesario —Se levantó y comenzó a buscar cosas en la tienda para prepararse y salir— Igual yo tampoco estoy tranquilo —dijo al comenzar a guardar las cosas en una mochila.Tatianana también se levantó y buscó su mochila en la casa, se juntó con Zurab buscando las cosas necesarias para emprender el viaje. Él al verla se extrañó.—¿Qué haces? —le dijo.—Preparándome —contestó— Yo iré contigo, ni creas que me vas a dejar aquí muerta de la angustia.Él no
Mientras Tatiana arrastraba a Zurab cuesta arriba de la montaña, un solitario y adolorido Velkan estaba tendido en el suelo de una sucia cabaña, y como si fuera poco, ya casi no tenía agua, desde hacía bastante tiempo solo tomaba un sorbo cada hora para mantenerse hidratado.La comida ya se le había terminado, solo le quedaban unas pocas galletas las cuales ya no quería comer porque incrementaban la terrible sed que estaba comenzando a sentir.Se sentía débil y muy cansado. Decidió cortar la bota antes de perder el sentido. Aunque no tenía muchas esperanzas de vivir no estaba dispuesto a renunciar a luchar, de renunciar a la esperanza. Cortó la bota con todo cuidado para no cortar su piel, sin embargo el dolor fue lacerante cuando la sangre retomó la circulación por donde había estado retenida. El pie estaba completamente deformado por la inflamación y el tobillo estaba amoratado, pero sin embargo se veía que los tejidos no habían estado por completo sin irrigación sanguínea.Después
Abrió la puerta con cuidado, no se veía a los lobos por los alrededores, pero sabía que no andaban lejos, ellos no iban a renunciar a su presa tan fácilmente, en especial cuando intuían u olían que la presa estaba débil.Con gran esfuerzo caminó los primeros quinientos metros, el sudor le corría por la cara y la espalda. Cuando llegó al promontorio desde donde se veía la cabaña escuchó los gruñidos que lo rodeaban.Siete lobos adultos y hambrientos lo rodeaban mostrándole sus filosos y largos colmillos. Velkan desenfundó rápidamente su pistola y se aprestó a defenderse, se volvió con rapidez y disparó abatiendo el lobo que estaba a sus espaldas, retrocedió como pudo, trastabillando sobre su pierna herida. A sus espaldas estaba una pared rocosa, como de dos metros de altura, allí podría protegerse de los ataques por la retaguardia. Velkan esperaba que con el disparo los lobos salieran huyendo, pero al parecer ésta manada estaba acostumbrada a enfrentarse a cazadores que pasaban por la