Sofía notó en ese momento cómo el cuerpo de Víctor se tensó al escuchar las palabras de Carlos. La mano que tenía en el bolsillo salió de inmediato para tomar la tarjeta de la habitación que Carlos le entregaba.—Llegamos bastante temprano, así que pensamos en recoger las tarjetas de la habitación para ti y para Vane —bromeó un poco Carlos. —Pero sorpresa, solo nos dieron una tarjeta. Al parecer, ustedes solo reservaron una habitación. ¡Vaya, vaya, picarones! Dime, ¿por qué nos trajeron a mí y a Felipe si lo que querían era solo presumir su amor?La broma de Carlos no logró relajar para nada a Sofía, quien permanecía tensa. Había olvidado por completo ese detalle. Teóricamente, no había nada de malo en que Víctor y Vanessa compartieran habitación, ya que de manera oficial estaban juntos. Sin embargo, había algo que la incomodaba, algo que le hacía pensar que Víctor estaba molesto. Solo con ver su espalda se podía percibir ese leve indicio de enojo.Pero ¿por qué estaría enojado? No se
Víctor levantó su brazo, y lo apoyo con delicadeza sobre el hombro de Sofía. Su mirada ardiente, aunque aparentemente calmada, estaba fija en ella.—Sofía, parece que eres bastante buena en esto de sacar provecho por ambos lados. ¿Verdad?Sofía, con firmeza apoyó sus manos en la pared, manteniendo su mirada serena.—Señor Bueno, usted sí que sabe hacer bromas. Si yo hago esto es porque no tengo otra opción. Usted juega así porque tiene el poder en sus manos, pero yo estoy atrapada. No puedo permitirme enemistarme con nadie. Si está tan molesto, le agradecería que la próxima vez le diga claramente a la señorita Vane que deje de usarme a su antojo y acercarse a mí con intenciones ocultas.Víctor alzó una ceja, su expresión tornándose aún más sarcástica mientras le apretaba con fuerza la barbilla.—¿Y ahora te sientes víctima? A ver, cuéntame, ¿cuánto valen estos tontos cosméticos?—Al menos 1,500 dólares—respondió Sofía con total sinceridad.Víctor soltó una risa burlona. Esa cantidad er
En Maltesa Global.Sofia Blanco se bajó de la cama, recogió la blusa y la minifalda del suelo, y se las arregló para acomodárselas lo mejor que pudo. Luego, se giró y colocó la mejor sonrisa que pudo.—Señor Lainz, me voy a ocupar de unos asuntos que tengo desde hace rato pendiente.Víctor Lainz entrecerró un poco sus ojos, su mirada se posó en su cara de facciones pequeñas y delicadas.Mientras hablaba, sus manos blancas y hábiles recogieron su largo y alborotado cabello negro, en un peinado recogido y más profesional. Sin embargo, sus ojos aún no perdían del todo la pasión desbordante de tan solo hace un momento, y sus orejas seguían algo enrojecidas.En ese preciso momento, su distancia y cortesía hacían parecer como si no hubiera sido ella quien, hace poco, había estado revolcándose jadeantes de placer en esa misma cama.Pero claro, su relación solo existía dentro de esa sala de descanso. Fuera de esa simple puerta, ella era solo su asistente personal. Fue precisamente por su discr
Vanessa sonrió con ternura, con esos bonitos hoyuelos en sus delicadas mejillas. Sofia la miró con sorpresa, pues no creía que Vanessa quisiera ser su amiga solo por su buen desempeño en el trabajo. Sin embargo, tampoco podía adivinar por qué Vanessa quería con ansias agregarla al WhatsApp.—¿No quieres entonces? —preguntó de nuevo Vanessa al ver que Sofia no respondía.—Claro que no es eso. —respondió Sofia con una sonrisa educada, sacando apresurada su celular del bolsillo—. Mejor te agrego yo.No tenía razones para no agregarla. Vanessa con entusiasmo la agregó. Vanessa quería decir algo más, pero Sofia se dio cuenta de que Víctor ya no estaba, así que le recordó:—Vanessa, no hagas esperar mucho al señor Lainz, será mejor que salgamos ya.—De acuerdo pues. —contestó Vanessa, empezando a correr.La carretera estaba casi vacía a esas horas de la noche, y el Mercedes negro avanzaba como un veloz relámpago. Sofia conducía mientras Víctor y Vanessa iban sentados atrás. Aunque Sofia mira
La casa de los Lainz estaba situada en una colina, ocupando más de cinco mil metros cuadrados. Frente al portón de hierro de color bronce oscuro, el auto de los Prado estaba también estacionado allí.—Para. —dijo Víctor con suavidad y Sofia detuvo el auto.Víctor abrió la puerta de un tirón y salió. Vanessa también bajó rápidamente del vehículo de adelante, con una energía juvenil, corriendo hacia Víctor.—Vic, no me atrevo a entrar sola, por eso te estaba esperando.Sofia, por primera vez, no salió del auto. A través de la ventana, observó el atractivo perfil del hombre, que mostraba suavidad y cariño. Suspiró profundamente, pensando que esa expresión en su rostro pronto se deformaría cuando se revelara su identidad.De repente, el portón se abrió con lentitud y el mayordomo salió desde el interior.—Señorita Prado, ha regresado. ¡Cuánto tiempo sin verla!Vanessa giró la cabeza y sonrió dulcemente.—¡Mayordomo, cuánto tiempo! Pero... ahora nos veremos más seguido.El mayordomo le devo
Valeria Flor era la única persona presente en la sala de descanso que conocía de los amoríos entre Sofia y Víctor.—¿Cómo no voy a preocuparme? La última vez le dije a Jorge Bueno que deberíamos comprar una casa cerca del colegio en el centro. ¿Ya te olvidaste de eso? —dijo Valeria con cierta malicia, mostrando su actitud aprovechada.Jorge Bueno era ene efecto el hermano de Sofia. Valeria, la mujer frente a ella, era la novia de su hermano, graduada de una universidad de garaje. Logró entrar a trabajar en la empresa como empleada gracias a los contactos de Sofia.Ahora, hasta para comprar coche y casa, querían depender para todo de ella, como si fueran unos vampiros.—Comprar una casa es asunto de solo ustedes dos, resuélvanlo ustedes mismos —respondió Sofia, con frialdad.Valeria se disgustó en ese momento y, al ver que Sofia se iba, la agarró del brazo.—¿Cómo es que ayudas a los demás y no a tu propia familia? Puedes gastar una millonada en la enfermedad de tu madrastra, pero no er
—De nuevo entonces...—Mamá, en serio no te metas en los asuntos de mi hermana. —interrumpió Luna Lorenzo tan pronto entró a la habitación, al escuchar a Amalia hablando de esos temas, y se acercó para aliviar la situación de Sofia.Luna le lanzó una tierna mirada a Sofia, quien sonrió, se levantó y se fue a un rincón a sentarse y desayunar con su café y pan.Amalia le echó una mirada de desaprobación a Luna.—Otra vez vienes tú con tus interrupciones.Luna, siempre alegre y extrovertida, se sentó a platicar con Amalia, y en cuestión de minutos consiguió que su madre se olvidara del tema de buscarle novio a Sofia, haciéndola reír.Sofia terminó de desayunar y se preparaba para irse a la oficina. Luna entusiasta la acompañó hasta el ascensor, aprovechando para decirle algunas cosas en privado.—Hermanita, pronto voy a empezar mis prácticas —dijo Luna.—¿Quieres que te ayude a conseguir algo? —le preguntó Sofia.—No, no hace falta —rechazó Luna—. No quiero darte más problemas. Además, cr
Sofia parpadeó intentando con sus largas y densas pestañas cubrir sus emociones.—Señorita Prado, esa pregunta debería hacérsela al señor Lainz.—Ya se la hice, pero me dijo que no lo sabe. Sospecho que me está mintiendo, pero no tengo pruebas al respecto. Aunque esa mujer fue una elección de doña Emilia, ¿cómo es posible que él no sepa quién es? ¿No investigó?—No investigó —respondió Sofia con un pequeño movimiento de cabeza. —Desde que llegué a la empresa, el señor Lainz no ha indagado sobre la identidad de su esposa. Claro, no sé si ha pedido a alguien más que lo haga.Vanessa se quedó perpleja, sorprendida de que Víctor nunca hubiera investigado esto.—Quizás es porque el señor Lainz sabe que no puede divorciarse sin el consentimiento previo de doña Emilia, por lo que no pierde el tiempo en algo que no puede cambiar —añadió en ese momento Sofia, —sugiriendo sutilmente que Vanessa no debería concentrarse en la esposa de Víctor.Pero Vanessa no se dio por vencida.—Puede que tengas