La casa de los Lainz estaba situada en una colina, ocupando más de cinco mil metros cuadrados. Frente al portón de hierro de color bronce oscuro, el auto de los Prado estaba también estacionado allí.—Para. —dijo Víctor con suavidad y Sofia detuvo el auto.Víctor abrió la puerta de un tirón y salió. Vanessa también bajó rápidamente del vehículo de adelante, con una energía juvenil, corriendo hacia Víctor.—Vic, no me atrevo a entrar sola, por eso te estaba esperando.Sofia, por primera vez, no salió del auto. A través de la ventana, observó el atractivo perfil del hombre, que mostraba suavidad y cariño. Suspiró profundamente, pensando que esa expresión en su rostro pronto se deformaría cuando se revelara su identidad.De repente, el portón se abrió con lentitud y el mayordomo salió desde el interior.—Señorita Prado, ha regresado. ¡Cuánto tiempo sin verla!Vanessa giró la cabeza y sonrió dulcemente.—¡Mayordomo, cuánto tiempo! Pero... ahora nos veremos más seguido.El mayordomo le devo
Valeria Flor era la única persona presente en la sala de descanso que conocía de los amoríos entre Sofia y Víctor.—¿Cómo no voy a preocuparme? La última vez le dije a Jorge Bueno que deberíamos comprar una casa cerca del colegio en el centro. ¿Ya te olvidaste de eso? —dijo Valeria con cierta malicia, mostrando su actitud aprovechada.Jorge Bueno era ene efecto el hermano de Sofia. Valeria, la mujer frente a ella, era la novia de su hermano, graduada de una universidad de garaje. Logró entrar a trabajar en la empresa como empleada gracias a los contactos de Sofia.Ahora, hasta para comprar coche y casa, querían depender para todo de ella, como si fueran unos vampiros.—Comprar una casa es asunto de solo ustedes dos, resuélvanlo ustedes mismos —respondió Sofia, con frialdad.Valeria se disgustó en ese momento y, al ver que Sofia se iba, la agarró del brazo.—¿Cómo es que ayudas a los demás y no a tu propia familia? Puedes gastar una millonada en la enfermedad de tu madrastra, pero no er
—De nuevo entonces...—Mamá, en serio no te metas en los asuntos de mi hermana. —interrumpió Luna Lorenzo tan pronto entró a la habitación, al escuchar a Amalia hablando de esos temas, y se acercó para aliviar la situación de Sofia.Luna le lanzó una tierna mirada a Sofia, quien sonrió, se levantó y se fue a un rincón a sentarse y desayunar con su café y pan.Amalia le echó una mirada de desaprobación a Luna.—Otra vez vienes tú con tus interrupciones.Luna, siempre alegre y extrovertida, se sentó a platicar con Amalia, y en cuestión de minutos consiguió que su madre se olvidara del tema de buscarle novio a Sofia, haciéndola reír.Sofia terminó de desayunar y se preparaba para irse a la oficina. Luna entusiasta la acompañó hasta el ascensor, aprovechando para decirle algunas cosas en privado.—Hermanita, pronto voy a empezar mis prácticas —dijo Luna.—¿Quieres que te ayude a conseguir algo? —le preguntó Sofia.—No, no hace falta —rechazó Luna—. No quiero darte más problemas. Además, cr
Sofia parpadeó intentando con sus largas y densas pestañas cubrir sus emociones.—Señorita Prado, esa pregunta debería hacérsela al señor Lainz.—Ya se la hice, pero me dijo que no lo sabe. Sospecho que me está mintiendo, pero no tengo pruebas al respecto. Aunque esa mujer fue una elección de doña Emilia, ¿cómo es posible que él no sepa quién es? ¿No investigó?—No investigó —respondió Sofia con un pequeño movimiento de cabeza. —Desde que llegué a la empresa, el señor Lainz no ha indagado sobre la identidad de su esposa. Claro, no sé si ha pedido a alguien más que lo haga.Vanessa se quedó perpleja, sorprendida de que Víctor nunca hubiera investigado esto.—Quizás es porque el señor Lainz sabe que no puede divorciarse sin el consentimiento previo de doña Emilia, por lo que no pierde el tiempo en algo que no puede cambiar —añadió en ese momento Sofia, —sugiriendo sutilmente que Vanessa no debería concentrarse en la esposa de Víctor.Pero Vanessa no se dio por vencida.—Puede que tengas
Sofia se quedó pasmada. ¿Ir acaso a su casa?—¡Vic! —Vanessa regresó y se acurrucó mimosa en los brazos de Víctor, riendo con coquetería. —No puedo encontrar mi foto de graduación de la secundaria. Se la pedí a todos y nadie me la da. ¿Puedes ayudarme por favor a conseguirla?Dicho esto, lo arrastró apresurado hacia el grupo de hombres que seguían bromeando.Sofia se enderezó de nuevo, reflexionando sobre las palabras de Víctor. Los periodistas que los rodeaban no solo querían fotos, sino que, además aprovecharían cualquier oportunidad para entrevistarlos.Si Víctor se emborrachaba, llevarlo sola de regreso podría ser algo complicado, ya que los periodistas estarían al acecho tanto en Villa Encanto como en la casa de los Lainz. Su casa parecía una opción más segura, pero esa no era la única.Mientras Sofia seguía debatiendo internamente, el grupo comenzó poco a poco a dispersarse. Carlos López se acercó a ella y dijo:—Víctor ha bebido mucho. Anda, ve a buscar el coche, yo lo llevaré h
Sofía le quitó el celular a Víctor y borró la tecla que él ya había pulsado.Jorge finalmente se recuperó del shock de ver que había un hombre en la casa de Sofía, pero pronto cayó en el asombro de que ese hombre fuera nada más y nada menos que Víctor.Valeria había dicho que el amor de la vida de Víctor había vuelto y que la posición de Sofía estaba en peligro. Pero ahora parecía que esa posición era tan firme como el acero.Jorge rápidamente se puso de pie, con una sonrisa zalamera y extendió con agrado la mano hacia Víctor.—El señor Víctor, ¿verdad? Soy Jorge, el hermano de Sofía. Mucho gusto. Víctor lanzó una mirada dubitativa hacia la mano extendida de Jorge, sin intención alguna de estrecharla.Sofía se sintió avergonzada por Jorge y bajó la cabeza sin saber qué decir. Jorge, sin embargo, no parecía darse cuenta.Después de retirar su mano, agregó:—Mi hermana ha contado con el cuidado del señor Víctor en la empresa. Como su hermano, estoy muy agradecido, yo…—No digas más. Vam
Sofía se quedó en la puerta de la habitación del hospital, mirando asombrada a toda la gente alrededor de la cama de Vanessa del Prado. A través de los allí presentes, pudo ver cómo Vanessa se aferraba con fuerza a la mano de Víctor, sin intención alguna de soltarla.Aunque los Prado le daban la espalda, Sofía podía percibir su desagrado. La atmósfera en la habitación era tensa.Francisco del Prado, el padre de Vanessa, habló en tono grave:—Nuestra familia, los Prado, siempre ha mantenido su reputación. Vanessa ha sido nuestra niña consentida desde pequeña, y ahora los medios la han vituperado con semejantes calamidades. Eso es inaceptable, Víctor, debe darnos una buena explicación.El rostro aguileño de Víctor, mostraba una expresión distante. Su mirada vagaba, perdida, sin que nadie pudiera adivinar en ese instante en qué pensaba.La madre de Vanessa, visiblemente molesta al ver la frialdad de Víctor, avanzó un par de pasos y le apartó furiosa la mano de su hija.—Resuelve primero l
Valeria fingió no haber escuchado, y respondió con evasivas mientras abrazaba ansiosa el paquete y se dirigía al ascensor.—Ay, ya dejen de ser tan chismosos. Yo tampoco lo sé todo de ella, no vivimos juntas. Después de todo, su madrastra se entrometió en la relación de los padres de mi esposo, y tanto él como mi suegra están en muy malos términos con la madrastra. Sofía creció con esa mujer, así que no nos involucramos mucho en ese tipo de asuntos —dijo Valeria.Con esas pocas palabras, dejó caer que Amalia, la madrastra de Sofía, había sido la otra, y que Sofía había sido criada por una mujer así. El dicho "de tal madre, tal hija" resonaba con fuerza en la mente de todos. ¿Qué tan buena podía pues ser Sofía, si fue criada por alguien como Amalia?El ascensor quedó en silencio, mientras los demás andaban ensimismados reflexionando sobre las palabras de Valeria. En tan solo una tarde, el rumor se esparció como pólvora, pero de manera discreta por toda la oficina.Sofía volvió a su escr