Sofia se quedó pasmada. ¿Ir acaso a su casa?—¡Vic! —Vanessa regresó y se acurrucó mimosa en los brazos de Víctor, riendo con coquetería. —No puedo encontrar mi foto de graduación de la secundaria. Se la pedí a todos y nadie me la da. ¿Puedes ayudarme por favor a conseguirla?Dicho esto, lo arrastró apresurado hacia el grupo de hombres que seguían bromeando.Sofia se enderezó de nuevo, reflexionando sobre las palabras de Víctor. Los periodistas que los rodeaban no solo querían fotos, sino que, además aprovecharían cualquier oportunidad para entrevistarlos.Si Víctor se emborrachaba, llevarlo sola de regreso podría ser algo complicado, ya que los periodistas estarían al acecho tanto en Villa Encanto como en la casa de los Lainz. Su casa parecía una opción más segura, pero esa no era la única.Mientras Sofia seguía debatiendo internamente, el grupo comenzó poco a poco a dispersarse. Carlos López se acercó a ella y dijo:—Víctor ha bebido mucho. Anda, ve a buscar el coche, yo lo llevaré h
Sofía le quitó el celular a Víctor y borró la tecla que él ya había pulsado.Jorge finalmente se recuperó del shock de ver que había un hombre en la casa de Sofía, pero pronto cayó en el asombro de que ese hombre fuera nada más y nada menos que Víctor.Valeria había dicho que el amor de la vida de Víctor había vuelto y que la posición de Sofía estaba en peligro. Pero ahora parecía que esa posición era tan firme como el acero.Jorge rápidamente se puso de pie, con una sonrisa zalamera y extendió con agrado la mano hacia Víctor.—El señor Víctor, ¿verdad? Soy Jorge, el hermano de Sofía. Mucho gusto. Víctor lanzó una mirada dubitativa hacia la mano extendida de Jorge, sin intención alguna de estrecharla.Sofía se sintió avergonzada por Jorge y bajó la cabeza sin saber qué decir. Jorge, sin embargo, no parecía darse cuenta.Después de retirar su mano, agregó:—Mi hermana ha contado con el cuidado del señor Víctor en la empresa. Como su hermano, estoy muy agradecido, yo…—No digas más. Vam
Sofía se quedó en la puerta de la habitación del hospital, mirando asombrada a toda la gente alrededor de la cama de Vanessa del Prado. A través de los allí presentes, pudo ver cómo Vanessa se aferraba con fuerza a la mano de Víctor, sin intención alguna de soltarla.Aunque los Prado le daban la espalda, Sofía podía percibir su desagrado. La atmósfera en la habitación era tensa.Francisco del Prado, el padre de Vanessa, habló en tono grave:—Nuestra familia, los Prado, siempre ha mantenido su reputación. Vanessa ha sido nuestra niña consentida desde pequeña, y ahora los medios la han vituperado con semejantes calamidades. Eso es inaceptable, Víctor, debe darnos una buena explicación.El rostro aguileño de Víctor, mostraba una expresión distante. Su mirada vagaba, perdida, sin que nadie pudiera adivinar en ese instante en qué pensaba.La madre de Vanessa, visiblemente molesta al ver la frialdad de Víctor, avanzó un par de pasos y le apartó furiosa la mano de su hija.—Resuelve primero l
Valeria fingió no haber escuchado, y respondió con evasivas mientras abrazaba ansiosa el paquete y se dirigía al ascensor.—Ay, ya dejen de ser tan chismosos. Yo tampoco lo sé todo de ella, no vivimos juntas. Después de todo, su madrastra se entrometió en la relación de los padres de mi esposo, y tanto él como mi suegra están en muy malos términos con la madrastra. Sofía creció con esa mujer, así que no nos involucramos mucho en ese tipo de asuntos —dijo Valeria.Con esas pocas palabras, dejó caer que Amalia, la madrastra de Sofía, había sido la otra, y que Sofía había sido criada por una mujer así. El dicho "de tal madre, tal hija" resonaba con fuerza en la mente de todos. ¿Qué tan buena podía pues ser Sofía, si fue criada por alguien como Amalia?El ascensor quedó en silencio, mientras los demás andaban ensimismados reflexionando sobre las palabras de Valeria. En tan solo una tarde, el rumor se esparció como pólvora, pero de manera discreta por toda la oficina.Sofía volvió a su escr
Sofia intentó resistirse, pero pronto Víctor capturó sus labios. En ese preciso instante, sintió que el espacio del ascensor se volvía claustrofóbico, y cualquier mínimo sonido podía escucharse con total claridad. Quizás, su agitada respiración, o el latir rápido de su corazón.—Ding—La puerta del ascensor de repente se abrió. Víctor la miró con su habitual profunda mirada, observando la suave expresión en su cara y sus labios rojos, mientras sus mejillas se sonrojaban. Sonrió, muy consciente del cuerpo de Sofia, sabiendo que ella no podía resistirse a ninguno de sus movimientos.Fuera del ascensor, se oían pasos y voces desordenadas. Era evidente que alguien se acercaba, y Víctor, con rapidez, le colocó su chaqueta sobre los hombros y la abrazo para salir apresurado del ascensor. Sofia no luchó, sabiendo que, si salía sola en ese estado, las miradas y las suposiciones no se harían esperar.Varias personas estaban paradas fuera, observando cómo Víctor se la llevaba en brazos. Antes de
—¿Te gustan entonces los trabalenguas? No importa, no voy a discutir contigo —dijo con firmeza Víctor.Para él, las acciones hablaban más fuerte que las palabras. Quizás lo hizo a propósito, causando que ella sintiera dolor. Se aseguró también de dejar alguno chuponcitos del amor en su cuerpo, lo que tal vez haría imposible que saliera a la vista de los demás al día siguiente.Sofia intentó resistirse, pero todo fue en vano. No tenía suficiente fuerza, y sus amenazas cayeron en oídos sordos. Al fin, decidió contraatacar, usando sus propias manos para devolver los chupones y el placer con marca. Pero aquello no era simplemente estar juntos, parecía más bien una pelea de gallos. Aunque él claramente tenía la ventaja, nunca llegó a lastimarla en verdad. Aparte de los besos y chupones, no pasaba de eso.Víctor por su parte terminó con una hilera de chupones en el hombro y varias líneas arañadas en la espalda. Pero, al final, ella fue quien perdió la batalla, agotada hasta el punto de queda
Justo cuando Sofia estaba a punto de responder, el doctor Antonio le entregó las facturas, por lo que tuvo que dejar el teléfono a un lado y dirigirse de inmediato a la fila para pagar. Tan ocupada estaba con los trámites que se le olvidó contestar el mensaje de Vanessa hasta que, impaciente, ésta le llamó por voz.—Sofi, ¿dónde estás? —preguntó Vanessa con un tono algo ansioso.Antes de que Sofia pudiera decir algo, el sistema de anuncios del hospital sonó, lo que delató en ese momento su ubicación.—¿En qué hospital estás? Iré a buscarte —añadió apresurada Vanessa.—Señorita Vanessa, ¿qué necesita de mí? —Sofia no entendía por qué Vanessa quería verla en persona.Al otro lado de la línea, se escuchó el sonido de una puerta de coche al abrirse y cerrarse.—Te lo diré en persona, dime en qué hospital estás.Sofia le dio la dirección del hospital y, tras colgar, entregó los correspondientes recibos de pago al doctor Antonio. Sin pasar por la habitación de Amalia, se dirigió a la sección
Sofia quiso advertirle a Vanessa, con un toque de empatía, que aquello que Víctor hacía era, efectivamente, una traición. Pero, claro, solo sería así si la mujer con la que él se había besado en el ascensor no fuera ella misma.—Deberías confiar en Víctor, y si tienes preguntas al respecto, lo mejor sería que le preguntes directamente a él, no a mí —dijo Sofia, incapaz de mentirle a Vanessa, pero también evitando así confesar toda la verdad.Vanessa con su rostro lleno de tristeza, suspiró profundamente—Me ha mentido, lo sé. Aunque la persona del ascensor no haya sido él, estoy segura de que me está ocultando algo. Esta mañana, a las cinco, cuando me desperté y vi el mensaje de mi amiga, y salí corriendo del hospital y me fui directo a Villa Encanto para buscarlo, pero no estaba. Su auto tampoco estaba allí. Fui desesperada a la oficina, esperando encontrarlo allí, pero tampoco estaba en la empresa. Cuando lo llamé, su voz sonaba completamente adormilada. Dime, si no estaba ni en casa