CALEB
—¡Me ha dado un puto rodillazo en el pene, madre! —vocifero en dirección al MacBook que está descansando sobre el escritorio de madera.
Las facciones de mi madre se fruncen, para nadie es secreto que no me cree.
—Vamos, Caleb hijo, no es para tanto. Eres un licántropo fuerte, lo vas a superar —asegura madre.
Detrás de ella puedo observar el gran ventanal que da vista a los bosques de Alaska, la nieve cae bañando los pinos y abetos de esos diminutos pocos de nieve. Por primera vez en años, añoro esa sensación. El calor de mi tierra, la naturaleza y el olor a bosque húmedo.
—¿Qué no es para tanto? Casi nos queda sin descendencia, es una bruta.
De solo recordar sus acciones me da un intenso dolor de cabeza. Por la Luna, ¿qué compañera me regaló? Yo pensaba que sería más colaborativa, más responsable...
—¡Tonterías! No seas tan dramático, ¿qué dirían los alphas de otras manadas al escucharte? Debes dejar de quejarte, hijo mío. Tuviste mucha suerte al encontrar a tu alma gemela, algunos licántropos no lo logran, o sus compañeras mueren o se escapan con otros.
Elevo una ceja molesto.
—Ella literalmente escapó de mí.
—Porque no sabes cómo seducirla, animal —contraataca.
—¡No hablare contigo de cómo seducir a mi mate! Es vergonzoso.
Grace Delacroix me mira por la pantalla del ordenador como si quisiera matarme.
No dudo en que podría hacerlo, es una de las antiguas Lunas más fuertes de mi manada, pero soy su hijo así que su conciencia no se lo permitiría. Las hembras lobas son demasiado protectoras, más que las humanas, en serio, llegan a limites extremos.
—Está bien, voy a colgar —empiezo a desplazar el cursor de la pantalla.
—¡Espera, no me has dicho como es!
—Enana, cabezota y agresiva —le describo a mi mate con una pizca de burla —. También es bonita, inteligente y orgullosa.
Una estúpida sonrisa se escapa de mis labios, rápidamente la tapo con el dorso de mi mano para que nadie se dé cuenta.
—¡Acabas de sonreír! —grita ella.
—No lo hice —bufo.
—¿Quién ha sonreído, cielo? —una voz masculina entra en escena. M****a lo que faltaba, mi padre.
Cuelgo antes de que se pongan a relatar por milésima vez como se conocieron en ese día caluroso en las maldivas. Ambos iban de vacaciones junto a sus amigos y se conocieron. ¿Pero qué cojones hago hablando de esto?
Tengo muchas cosas importantes en las que centrarte, una de ellas es esa gatita salvaje.
Katherine Lamont.
Solo tengo deseos de encerrarla en mi cama y nunca más dejarla salir. Deseo tanto hacerle travesura de las que nunca se podrá olvidar. Recuerdo su cuerpo, no estaba tan delgada, sus pechos eran perfectos y ese trasero. Oh m****a, creo que me estoy calentando como un adolescente hormonado y virginal. Pero es imposible no imaginar esas hebras negras como una noche oscura en las sabanas de mi cama.
Siendo mía, solo y exclusivamente para mí.
Pero una cosa es segura.
No suelo rendirme, así que ella tendrá que dejarse seducir por su bestia.
☾ ☾ ☾
KAT
Reviso nuevamente mi cocina antes de entrar en el salón. No hay nada de ella. La cocina esta como la dejé ayer antes de irme con Daniel, limpia y sin ningún cacharro en la encimera. En el salón tampoco hay rastro de ella, es como si se hubiera ido.
Mamá no puede hacer eso.
Tampoco tengo llamadas suyas, por lo que no se ha preocupado en llamarme. Tan solo no está.
Me tome el tiempo de llamar en su trabajo, en el hospital dicen lo mismo, ella debería haber entrado en la madrugada, su turno era de doce a nueve de la mañana. ¿Como es posible que no esté aquí? Estoy preocupada, últimamente este lugar no es seguro. Hay muchos robos y asesinatos.
El sonido del timbre resuena en las paredes de mi casa, me espanto y doy un paso hacia atrás. Tragando saliva retomo el camino hacia la salida respirando con dificultad.
Siento como mi cuerpo tira hacia la puerta, no puedo hacer mucho por controlarlo.
—¿Sí....? —digo con un hilo de voz a descubrir de quien se trata.
Cuando abro la puerta me encuentro con ese ser, vestido con una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta los codos y un par de botones desabrochados dejando que su firme pecho luzca como un paisaje delicioso. No puedo negarlo, se ve sexy.
Su cabello está echado para atrás con gomina, brilla gracias a los rayos del sol que se detienen en su cuerpo.
Me observa desde arriba con una sonrisa ladeada, sus labios carnosos me tientan a besarlos. No lo hago. No puedo hacerlo, es un desconocido. Uno que es un psicópata que viene a cobrarse la patada que le metí ayer.
Pero no puedo evitar sentir este magnetismo hacía él.
—¿Tú que mierdas haces aquí? —le espeto.
Su sonrisa se ensancha.
—Vengo a comerte. ¿Vas a dejarme, bonita? —se inclina susurrando ronco.
Yo frunzo mi ceño y hago fuerza para cerrar la puerta, es demasiado tarde, su pie se cuela en mi casa deteniendo mi acto.
—Muy mal eso de cerrarme la puerta en la cara, Katherine. Trataba de seducirte —confiesa burlón.
Se me escapa una carcajada.
—Seduce a la vecina pues, quiero verte hacer el ridículo. Será divertido —musité, intentando patear su pierna, pero era imposible hacerlo sin que abriera más la puerta y eso no iba a pasar.
—¿Quieres que seduzca a la vieja de al lado? —cuestiona divertido.
—Ajá.
—Pero yo vine a follar contigo.
Le doy un pisotón a su pie.
—Maldito pervertido, ¡llamaré a la policía! Lárgate inmediatamente.
Él se ríe de mí. Intenta entrar más a mi casa, pero se lo niego, echo la cadena para que no pueda pasar.
—No le tengo miedo a la policía —dice sonando relajado —Déjame entrar, necesito aclarar las cosas contigo. Prometo no ser pervertido.
—Deberías estar muy cagado ahora mismo, estás acosando a una menor —intento hacer que se vaya.
—No mientas, gatita. Ambos sabemos que tienes la edad legal para que seas mía —puedo sentir como sonríe —. Leí tu tarjeta de identificación.
—¡Primero! No te atrevas a decirme de nuevo gatita, y ¡Segundo! Lárgate de aquí o te pego.
—Tal vez podamos solucionar esa agresividad en la cama. O yo puedo mostrarte la mía mientras te enseño a gemir.
Entalló su mano en el hueco de la puerta, su chillido rápido ingresa en mis oídos, obtengo satisfacción y lástima al mismo tiempo.
—¡Pero que salvaje eres! —me regaña adolorido.
—Suelo serlo cuando me acosan.
Se mantiene en silencio un momento, yo pego la oreja en la puerta para ver qué está tramando. Su pie sigue atrapado entre el hueco, y puedo escuchar su respiración agitada. Un mal presentimiento me cruza por el pecho, respiro hondo sacudiendo la cabeza. Oigo varios pasos que se dirigen a mi casa, serpenteando las hojas caídas.
—Katherine, cierra la puerta y escóndete —ordena duro.
Retira el pie rápidamente y cierro la puerta de un portazo. Por alguna razón no puedo moverme, pero tampoco escuchar. Mi cabeza está pegada en la puerta, solo puedo oír unos susurros. ¿Y si es mamá? ¿Y si él le quiere hacer daño?
Un gruñido feroz atraviesa el aire, cierro las palmas de mis manos asustada. Tengo que controlar mi respiración, así que empiezo a sacar y entrar aire de mis pulmones sin alterarme.
Tengo a un psicópata fuera de mi casa.
Y seguramente a alguien allí afuera.
La puerta retumba cuando un cuerpo choca contra ella. Suelto un grito y me aparto asustada, respiro entrecortadamente asimilando todo. No puedo creer que esto esté pasando. Bien, debo tranquilizarme.
Es real, tengo que actuar.
Gemidos de dolor llegan a mis oídos, descubrí que proviene de Caleb. Mi pecho se encoge del dolor por oír eso, no lo entiendo, debería alegrarme de que esté dañado y me deje en paz.
Lo último que percibo antes de abrir la puerta es el charco de sangre que se desplaza por debajo de la entrada. Abro la puerta y mi corazón se detiene.
—¡Caleb! —chillo arrodillándome —. ¿Qué ha pasado?
Su camiseta blanca está ensangrentada con tres rasguños enormes en su pecho, la sangre no para de salir de su cuerpo y estoy a punto de tener un ataque de ansiedad. Intento incorporarlo, ya es tarde, sus párpados se han cerrado.
—Ey... —tocó su mejilla, un relámpago de electricidad me atraviesa.
Una pena terrible inunda mis sentidos.
No puedo dejarlo aquí, no puedo dejar que muera.
Tengo la necesidad de sanarlo y hacer que se sienta mejor. Así que como puedo, lo arrastro poco a poco hacia mi casa. Lo tiendo en el pasillo de la entrada y me giro para cerrar la puerta con los tres candados que tiene.
¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué siento una conexión que no existe? ¿Por qué me importa que mi acosador pueda morir?
Oh, cielos.
CALEBMantengo mi semblante serio mientras por dentro muero de risa. La gatita ha caído en mi trampa. Lentamente me ayuda a sentarme en uno de los sillones de la sala de estar, que se encuentra a unos pocos pasos de la entrada principal.Se ve tan tierna preocupada por mí.Y yo me veo tan psicópata por hacer esto.—¿Qué ha pasado? ¿Quién te ha atacado? —pregunta resbalándose con las palabras —. Llamaré a una ambulancia.Aprovecho para deslizar mi mano por su muslo y atraerla hacia mí. Pongo cara de dolor mientras me dobló en dos.—No, no lo hagas estará bien —intento que no me joda el plan, pero es demasiado lista.Sus cejas se arquean, se inclina para mirarme desde arriba. Sin quererlo me da una vista bastante agradable de sus pechos, m****a, ese pijama le queda pequeño.Tengo que respirar. No puedo excitarme ahora, no cuando he trazado todo esto para seducirla. Le pague a un licántropo para que me hiciera está herida en la puerta de su casa. Sabía que no podría resistirse a ayudarme.
KAT La ambulancia llega rápidamente a por mamá, está en una especie de shock raro que no le permite decir o hacer nada, sus ojos se han tornado de un color blanco con ojeras adornando debajo. Tiene el rostro más pálido de lo habitual. Es como si le pasara algo. Algo muy malo. Algo que se lo que es. Entonces recuerdo las palabras de Caleb. Él dijo que ella era algo. ¿Pero él qué? ¿Qué le pasa a mi madre? Estoy muy asustada en este momento. ¿Y si todo sale mal? Solo quiero volver a casa y olvidar todo lo que ha sucedido hoy. Ladeo mi cabeza mirando a Caleb, él se encuentra en este momento haciéndome compañía en la sala de espera del hospital. Su vista está fija en la pantalla de su teléfono móvil, varios mechones de su pelo negro caen a su frente debido a que está inclinado con los codos apoyado en sus piernas. No puedo aguantarlo más, los nervios me comen la consciencia. —¿Qué es mi madre? —pregunto débil —. Antes dijiste que era algo. La gente no me importa, no hay nadie aquí.
KATEl bosque se encuentra más silencioso de lo normal. Usualmente hay animalitos correteando por aquí y allá, pero ahora nada de nada. Solo silencio. Puedo llegar a escuchar los latidos de mi corazón, que me martillean en el pecho mientras avanzo.Mamá y yo hace más de dos semanas que nos mudamos a Alaska. Yo no estaba muy de acuerdo con eso, pero cuando me di cuenta, ya estaba subida a un avión con destino a este pueblito.Es curioso porque se llama VampyrVille y el de al lado WoolfVille. Ambos pueblos se encuentran enfrentados y con una barrera física que los separa. Para ingresar en el otro pueblo tienes que rellenar un formulario con tus datos y un expediente médico reciente.Aquí los locos abundan.Pero por lo menos no soy la única loca.A veces creo que mamá es vampira. Es gracioso, ¿verdad? Los vampiros no existen. Solo es ella, que tiene una especie de adicción a la sangre. Mis pensamientos no pueden mantenerse cuerdos cuando todo mi alrededor me demuestra que el mundo puede s
KATBueno pues creo que estoy muerta.No recuerdo mucho sobre este chico, solo que nos conocimos después de que me cayera en el bosque y se obsesionara conmigo. Hay algo raro en él, ni siquiera es sus ojos brillantes, ni su cuerpo musculoso, sino algo más que corre entre mis venas.Y ese algo me hace recordarlo.—¿Qué m****a haces aquí, Katherine? —interroga con la voz tomada por la rabia.El oficial se ha quedado callado y algunos hombres que veían con Caleb también. Están expectantes a la escena tan extraña que se acaba de formar, la verdad yo también estoy esperando a despertarme en mi nueva cama.No quiero que se enoje y termine aplastándome junto con las rejas. Entonces me quedo muda, eso no parece agradarle. ¡Maldición!—Habla, Katherine. Habla porque voy a...Me trago un gemido de angustia.—Vaya, Caleb. Así que tú por aquí —intento sonreírle.Creo que las sonrisas no servirán hoy con él. Las venas de su cuello sobresalen palpitando, oh, se ven jugosas supongo.—¿Dónde m****a es
KATMamá aparca en una gasolinera cercana, aprovecha para llenar el tanque de la furgoneta y me compra algunas golosinas para que me quedé tranquila. Pero eso es algo imposible. No puedo respirar con normalidad sabiendo que soy la compañera de ese licántropo.¿Que hay de malo en mí? No soy malvada.Pero el universo se empeña en ponerme trabas de las que no podré salir.—Todo estará bien —intenta tranquilizarme.Parpadeo, pero en ningún momento giro para mirarla.—No, mamá. Todo está mal. Me tienes que contar muchas cosas.—No es el momento, cariño —asegura, sus dedos se vuelven blancos mientras conduce, puedo percibir su rabia.Fijo mi vista en la inmensidad de árboles blancos que tiene Alaska. La carretera está un poco hecha m****a, pero eso a mamá no le importa. Sortea los baches y sigue conduciendo hasta casa. Ojalá las cosas no se pongan peor.Ojalá nadie salga herido.Ojalá esos lobos nos dejen en paz.Yo no quiero ser la compañera de nadie. Quiero estar con mamá, conocer a chicos
KATSiento un dolor agonizante en mi pecho. Me asfixia el alma ver como todo sigue en su mismo lugar, cómo a pesar de cerrar los ojos, mi madre esta degollada. Muerta. Sin vida. Y toda la culpa la tiene Caleb Delacroix.Me las va a pagar.Observo como él se aleja del vehículo, ni siquiera mira atrás cuando camina hacia sus amigos lobos. Se detiene cerca del cuerpo de mi madre y habla sobre algo, pero no logro escuchar. No me hace falta. Porque veo lo que está a punto de pasar.Uno de esos lobos convertidos clavan una estaca en el corazón de mi madre.Mi respiración se detiene.Mi mano temblorosa se desplazada lentamente por la manilla de la puerta, quito el seguro sin hacer mucho ruido. Alzo mis ojos una vez más hacia arriba, esos hombreslobos están ocupados descuartizando a mi madre. ¿Cómo ha podido hacerme esto Caleb? Yo pensé que él sentía algo por mí. Que sentía lo mismo que yo.Pero no es así. Nunca será así, porque ni en otra vida podré perdonarlo.Yo no puedo enamorarme de un se
CALEBAhora si que la he jodido. Yo solo pretendía protegerla de el monstruo de madre que tenía, y hubiera hecho cualquier cosa por sacarla del mismísimo infierno. Pero no, mis garras eran incontrolables y la ira escaló alto en mi consciencia. Ahora Kat me odia, y tiene razones para hacerlo. Siento como mi corazón se estruja de dolor, advirtiendo un mal presagio. Ella es mi compañera, no puede odiarme. No podría vivir el resto de mi vida con este dolor insufrible. No la conozco demasiado, pero si lo suficiente para que todo de ella me obsesione y me enloquezca. La deseo. La deseo para mí. Ella es mía. Es mi mujer, la Luna de mi manada. La madre de mis futuros cachorros, claro, si ella quiere en el futuro tenerlos. Me comunico con mi segundo al mando a través de conexión mental lobuna, al ser el Alfa, puedo comunicarme con ellos sin necesidad de hablar. Le mando que la rodeen y no le hayan ningún daño, tan solo bastará con asustarla un poquito. Después activaré mi plan, porque
En algún lugar tenebroso. Caín deja de besar a la mujer que tiene entre sus brazos y se incorpora para mirar al sirviente que se adentra en sus fríos aposentos. El harem de mujeres a su alrededor emitió un murmullo de protesta, se lo estaban pasando en grande con ese robusto y sensual hombre. —¿Qué pasa, Ebrain, quieres unirte a la fiesta? —se burla él dirigiéndose desnudo hacia el sirviente. Baja la cabeza en señal de respeto. —Señor, encontró a su compañera —informó Ebrain con la voz entrecortada. Caín no supo cómo tomarse eso, la verdad es que la noticia tarde o temprano iba a pasar, Caleb no tardaría en contrar a su compañera de vida. El joven sonríe pícaramente, lame la sangre reseca de sus dedos y se vuelve hacia sus bellas mujeres. Tiene un estupendo harem de vampiresas ardientes y promiscuas. —¿Oyeron? —vocifera él. Las chicas se emocionan, empiezan a aplaudir y alegrarse por tal acontecimiento. Él aprieta el hombro de Ebrain que está totalmente tenso, las lámparas de v