En algún lugar tenebroso. Caín deja de besar a la mujer que tiene entre sus brazos y se incorpora para mirar al sirviente que se adentra en sus fríos aposentos. El harem de mujeres a su alrededor emitió un murmullo de protesta, se lo estaban pasando en grande con ese robusto y sensual hombre. —¿Qué pasa, Ebrain, quieres unirte a la fiesta? —se burla él dirigiéndose desnudo hacia el sirviente. Baja la cabeza en señal de respeto. —Señor, encontró a su compañera —informó Ebrain con la voz entrecortada. Caín no supo cómo tomarse eso, la verdad es que la noticia tarde o temprano iba a pasar, Caleb no tardaría en contrar a su compañera de vida. El joven sonríe pícaramente, lame la sangre reseca de sus dedos y se vuelve hacia sus bellas mujeres. Tiene un estupendo harem de vampiresas ardientes y promiscuas. —¿Oyeron? —vocifera él. Las chicas se emocionan, empiezan a aplaudir y alegrarse por tal acontecimiento. Él aprieta el hombro de Ebrain que está totalmente tenso, las lámparas de v
KAT Observo mi reflejo detenidamente. Mis facciones. Mi color de cabello. Todas las imperfecciones de mi rostro. Prácticamente todo, no me quedo nada por analizar. Y aún así, siento que no me reconozco. Como si hubiera un velo delante de mis ojos. Han pasado un par de semanas desde que la anciana Morgan me alojó en su cabaña, lejos del hospital. Un día desperté allí, sin recuerdos, sin pasado. No hay nada en mi mente. Tan solo oscuridad y vacío. No puedo evitar pensar si mi olvido fue mi culpa. Tal vez estaba en el bosque, resbalé con la hierba y me di fuerte en la cabeza con una piedra. Sea como sea, es algo que me carcome por dentro. Mi interior me dice que podré conseguir esos recuerdos, pero rápido esa oscuridad vuelve a mí. Para torturarme. Nada. Absolutamente nada. No sé de dónde soy, ni de dónde vengo, tampoco si tengo familia o amigos. Tan solo estoy en la casa de una anciana, lejos del pueblo más cercano y que le ayudo a hacer sus oficios. No hay más de mí. A veces cr
KAT —Mi nombre es Caín. ¿Cómo te llamas? Auch. No recordé mi nombre. Le observo extraño mientras doy pasos hacia atrás. Dirigiéndome de nuevo al pueblo, este ser me da mala espina. No sé. Se ve peligroso, aparenta ser un chico guapo, pero estoy segura de que es un depredador en potencia. Pero hay algo de él que te atrapa, que te hace querer quedarte a descubrirlo. Y siento que esta sensación es conocida para mí. Pero no pienso hacer caso a esos pensamientos. —¡Lo siento, Caín! En otro momento, tengo prisa —le grito. Le doy la espalda para comenzar a andar más rápido, Black está detrás de mí, creo que se asegura de que ese tipo no nos siga. Por eso lo amo tanto, él también me protege mucho en el poco tiempo que nos conocemos. Sé que nunca se atrevería a hacerme daño, puedo sentirlo en mi corazón. Tengo un extraño vínculo con este lobito que me hace amarlo. Me da igual que cace o todos piensen que me comerá en cuanto me descuide. Black es mi amigo. Jamás me haría daño. Pronto e
KAT No sé por qué ese nombre ha salido de mis labios tan rápido que no he podido controlar lo que digo. Las bolsas de la compra se caen, todo su contenido se vacía en la hierba llena de nieve. Maldigo varias veces, arrodillándome para recogerlas. Agradezco que haya pasado, porque no estoy segura de que pueda sujetarle más la mirada a ese hombre atractivo y rico. —¿Qué haces en mis terrenos? —pregunta brusco. Meto los guisantes en la bolsa, no puedo mirarlo. Mi piel vibra al escuchar su voz. Tan varonil, sexy y malditamente adictiva. ¡Espera! ¿Él es el alcalde? Pero si es demasiado joven y atractivo. Eso no puede ser posible. Yo pensaba que sería un viejo cara verde. ¡Ah, por qué soy tan idiota! ¡Encima le tiré tomates y uno de ellos le dio en la frente! ¡Por supuesto es el alcalde! —Lo siento, una conocida me dijo que podría venir a pedir trabajo —musito —. Ya veo que es un error, perdón Alpha. Él se arrodilla conmigo, me ayuda a guardar las cosas y sus grandes manos lo hacen más
KATCreo que coquetear a este tipo para que me consiga un trabajo, no servirá de mucho. La verdad es que la mansión de Caleb me tiene fascinada, es una bella estructura hecha de un material que reluce bajo la nieve. Creo es mi imaginación, porque incluso la veo brillar en algunos lugares por los laterales. Los ventanales son amplios, pero privados, no llegas a ver lo que sucede en el interior. Existe un gran jardín nevado que rodea la mansión, algunos árboles están desnudos. También observo cómo hay pequeñas calzadas que das a otras viviendas más sencillas. Pero no se compara con la mansión que hay en mis narices. Ojalá pudiera vivir aquí. Sería mágico. En silencio sigo a Caleb, dentro de la mansión todo es mucho más hermoso que fuera. Es una decoración sencilla, pero a la vez única. Muevo mis pies detrás de él, tener la vista de sus anchos hombros no me está haciendo bien. Pero intento respirar. Solo es un chico guapo que va a conseguirme un trabajo. Si, es eso. No puede ser na
KAT —¿De verdad le dijiste eso? —pregunta Alma riendo —. No te puedo creer. ¡Qué cruel eres! Me encojo de hombros. —Me estaba coqueteando, es un adulador. No sé con cuáles intenciones lo hacía, pero se merecía que le dijera eso de su nariz —murmuro alzando la cabeza para mirarla —. Aunque tenga la nariz más perfecta que pueda existir. La luz de la luna nos alumbras mientras recogemos corteza de los árboles. Bueno, yo observo mientras Alma corta la parte exterior de los troncos, lo hace con bastante agilidad y rapidez. Si yo tuviera que hacerlo, estoy segura de que solo la atrasaría. Solo le doy las gracias por no haberme pedido en que la ayudara con eso. No sirvo para muchas cosas. Ella se gira un poco, esta vez su trabajo está siendo un poco más rudo. Sigo iluminándole con la linterna, la noche hace unas cuantas horas que ha caído y ahora la gran luna resplandeciente lo opaca todo. Su brillo me parece hermoso, atrayente, misterioso. —¿Te parece atractivo? —pregunta ella,
KAT El imponente edificio se alza hacia los nubarrones grises que surca por el cielo, se ve tan majestuoso desde aquí abajo. El chofer cierra la puerta del auto detrás de mí y arranca para después irse a otro lugar. Me quedo en mi lugar, al frente de la edificación pensando en sí esto es buena idea. Al final, abandono el miedo. Me introduzco en el sitio lentamente, las puertas amplias de cristal reforzado se abren mientas ingreso. La calidez rápido me llega para tranquilizar mis músculos helados. Hay una recepción con una mujer detrás del escritorio, también sillas, mesas bajas, cuadros para decorar y plantas reales, más atrás se encuentra par de ascensores. Aprieto mi bolso contra mis manos cuando me dirijo hasta ella. En cuanto sus oídos oyen los pasos de mis botas, levanta sus ojos y me analiza. —Tú debes ser la señorita Lamont —sonríe llena de felicidad. Se levanta de su silla y me hace una especie de reverencia rara. Yo se la devuelvo, no sé mucho sobre elegancia. La verdad
KAT La tormenta de nieve sacude todo el edificio, haciendo que todas las puertas o zonas de salida queden selladas. Quedamos atrapados en la oficina. Creo que ahora mismo, estar en la sexta planta es mejor que estar afuera y que mueras aplastado por la nieve. Aunque el viento azote la oficina queriéndola destrozar. Mantengo mi dedo introducido en mi oído para que pare de sangrar. El dolor ha sido tan fuerte, que aún me siento un poco adormilada. ¿En qué momento se ha formado una tempestad de nieve? Observo desde mi posición el paisaje blanco, como la brisa levanta la nieve y hace un completo caos. Tengo miedo de que el cristal se rompa y que me dañe con sus trozos rotos. El sofá me abraza cuando me echo hacia atrás temiendo. —Qué no salga nadie de aquí —ordena él desde su enorme escritorio, mantiene su teléfono cerca de la oreja —. Esperaremos. Sí. Sí. Anne, por favor deja de joderme. ¿Y a mí que más me da? Que nadie venga a mi despacho. Su despacho es la sexta y última planta, es