KAT La tormenta de nieve sacude todo el edificio, haciendo que todas las puertas o zonas de salida queden selladas. Quedamos atrapados en la oficina. Creo que ahora mismo, estar en la sexta planta es mejor que estar afuera y que mueras aplastado por la nieve. Aunque el viento azote la oficina queriéndola destrozar. Mantengo mi dedo introducido en mi oído para que pare de sangrar. El dolor ha sido tan fuerte, que aún me siento un poco adormilada. ¿En qué momento se ha formado una tempestad de nieve? Observo desde mi posición el paisaje blanco, como la brisa levanta la nieve y hace un completo caos. Tengo miedo de que el cristal se rompa y que me dañe con sus trozos rotos. El sofá me abraza cuando me echo hacia atrás temiendo. —Qué no salga nadie de aquí —ordena él desde su enorme escritorio, mantiene su teléfono cerca de la oreja —. Esperaremos. Sí. Sí. Anne, por favor deja de joderme. ¿Y a mí que más me da? Que nadie venga a mi despacho. Su despacho es la sexta y última planta, es
KAT ¡Por supuesto que la respuesta es sí! ¡Este hombre me encanta, y podría enamóralo en todo este lío del compromiso falso! Entonces no tiene ninguna novia y tengo vía libre para coquetearle. Pero entonces, ¿quién era la chica que estaba detrás de él? ¡No pensaré en eso! Seguro será su amiga o su secretaria, o alguna ayudante. Lo cierto es que esta parece una oportunidad caída del cielo. El aseo personal de Caleb es como si fuera en el paraíso de los aseos. Hay una gran regadera, espejos grandes y encimeras de mármol. Tiene jabones, un poco de ropa en un armario improvisado y toallas negras. Creo que este hombre tiene una obsesión con el negro. Admiro mi reflejo en el lavamanos de mármol. Verifico que mi rostro esté limpio, que el poco maquillaje que me he echado esta mañana esté en su sitio. Yo ya sé la respuesta. Ahora solo falta que él lo sepa. Me giro para abrir de nuevo la puerta, pero algo me detiene. Mis ojos vuelven lentamente al reflejo del espejo, en específico, a l
KAT Parpadeo, varias veces. Asimilando. Metiendo la información bien en mi mente, para que nunca más se me pueda olvidar. Me siento terriblemente idiota, débil y vulnerable. Los golpes en la puerta no cesan, atrapo el aire gélido que viene desde el exterior por la ventana rota. El puñal permanece entre mis dedos. Lo observo un par de segundos antes de guardarlo en el amplio bolsillo de mi abrigo. —¡Kat! ¿Estás bien? —pregunta él, parece desesperado —. ¿Qué demonios estás haciendo ahí dentro, joder? El baño está intacto, solo hay una pequeña ventana rota. De dónde ha salido Caín en forma de murciélago. ¿En serio puede convertirse en uno? Bueno, no había visto a ningún vampiro comvertirse en eso. En realidad, nunca vi a un vampiro. Miento. Mi madre era uno de ellos. ¿También se convertiría? Hay tantas preguntas de las que necesito respuestas. Otro golpe más. —¡Caleb! —le llamo, mi voz tiembla—. Todo está bien. La nieve rompió una ventana, y la puerta se ha trabado. Menti
KAT La oscuridad me llama. Me devora. Me tienta con sus garras filosas llenas de maldad, así que no puedo evitar caminar hasta ella. Mis brazos vibran debido a eso, porque mi visión está negra mientras atravieso lo que sea que sea esto. Mis pies descalzos queman. Intento respirar, pero el humo es lo único que obtengo a modo de oxígeno. Se entra tan profundo de mis pulmones, que casi puedo sentir como se adhieren a ellos a modo de ceniza. —Tienes que matarlo —susurran. La voz es un eco en el espacio. Abro los ojos y no veo nada, solo la oscuridad de mi alma. —Destruye el lazo, Katherine —obliga otra voz. —No dejes que ese monstruo te seduzca. No voy a caer en sus garras. No volveré a sentir nada por él. ¿Entonces porque quiero besarlo hasta el amanecer y mucho más allá de la eternidad? —Tu sitio no está en él, no está con los licántropos. —Eres un vampiro, un bello vampiro del inframundo. Un demonio que conquistará a la muerte. Más y más voces, es un caos de palabra
KAT Ha pasado unas horas desde que Caleb me trajo el mismo desde su oficina, ha sido muy considerado ya que las carreteras están cubiertas de nieve. Algunas farolas descansan destrozadas en el suelo, también los árboles más débiles que no aguantaron en la tempestad. Hay varias familias que se han quedado sin hogar, él les pagó un alojamiento en un hotel cercano. Por suerte, la cabaña de Morgana está intacta. A veces pienso que hay un hechizo protegiéndola, aunque, pensándolo, es obvio que este lugar tiene un gran hechizo que los protege. Como si fuera una cúpula, nadie puede entrar ni salir. Pero Caín ha entrado. —Sales en el periódico del pueblo, Kat —se burla Alma. Dejo de mirar las manos de Morgana, que está tejiendo un gorro de color para mí. La anciana está sentada en su sillón junto al fuego, tiene la radio encendida y escucha una canción de su época. —¿Qué? ¿Cómo que salgo en el periódico? —cuestiono. Alma sale de la cocina, camina hasta mi lugar en el sillón y se acomoda
KAT El edredón calienta mi cuerpo cuando me meto a la cama. Intento memorizar todo lo que me ha pasado durante estos meses. Por mucho que me duela, tengo que recordar todos los detalles. Conocí a Caleb en el bosque, en forma de lobo cuando me encontró en la noche de luna roja. Se metió a mi casa porque intentaba ayudarlo cuando lo atacaron. Me acompañó cuando mamá fue al hospital. Hui de él con ella, y nos mudamos a Alaska, al pueblo de los vampiros. Entonces mi cordura cayó en picado. Ahora mi madre está muerta. Porque ese ser licántropo la mató. Un vampiro me acecha y me pide que asesine al que es mi compañero. No sé nada de hombres lobos, de vampiros o algún ser sobrenatural. Pero lo que sí sé, es que ninguno de ellos volverá a hacerme daño. Ni licántropos. Ni vampiros. Hay una guerra entre ellos y por desgracia yo estoy metida en medio. Miro por la ventana, las ramas de un árbol cercano chica contra el cristal y hace un ruido que no me deja dormir. Deben ser las diez de la m
KAT ¡Pero qué descarado es! Me subo a la moto de nieve pasando una pierna por el asiento, cuando estoy sentada el oxígeno se detiene. Todo es culpa suya, de su cercanía. Estoy harta de que me pase esto. Enciende el motor que ruge, ladea un poco la cabeza para mirarme y sonríe. —Agárrate, la nieve aún está un poco compacta y puedes salir volando —me informa. Gruño. No quiero tocarle ahora. Pero es cierto lo que dice, sino me agarro iré a comerme en tronco de los árboles. —Eres tan considerado —digo con sarcasmo. Me ignora, mete el acelerador y la moto de repente se mueve. Abro los ojos por la impresión, no tardo demasiado en desplazar mis manos por su abdomen duro. Las puntas de mis dedos tiemblan por introducirlos debajo de su camisa y descubrir si su piel es suave. —Que rico tu contacto, bonita. Le pellizco la panza. —Auch, ¡pero qué salvaje! —se queja malhumorado. Le saco la lengua, no me ve así que no tengo pena por ser tan infantil en estos momentos. —Me caes mal. —Y t
KAT Mi trasero empieza a arder del dolor debido a la caída en el hielo. Pero no dejo que Caín me intimide, como puedo me incorporo, aunque me cueste bastante mantener el equilibrio con patines. Vuelvo a levantar la mirada y lo examino detenidamente, no entiendo cómo esto es posible. —¿Qué quieres decir con que está muerto? —cuestiono temerosa. No me responde. En cambio, desplaza hasta mi con un movimiento rápido para agarrarme de los codos y zafarme hacia su pecho. Sus ojos malvados no dejan de matarme, tienen un brillo tan terrorífico que me cuesta respirar. —Eres la única salvación, Katherine —musita muy seguro —. No seas el héroe que salva al mundo. Sé la reina villana que todos temen, no te dejes apresar en un cuento de amor y rosas. —¡No soy malvada! —le chillo histérica. —Deseas matar a tu compañero y eso te convierte en un ser malvado. Tus instintos son mezquinos, terroríficos y avariciosos. Por eso te eligieron a ti. —¡Basta, Caín! —le suplico —. No sé de qué hablas. Yo