Capítulo 2.

Alexandre

El trabajo de oficina consumía mi vida entera, y al mismo tiempo me ayudaba a escapar de la cruda realidad de mi familia.

Fruncí el ceño cuando vi que las ganancias del hotel habían bajado un poco, y aunque pareciera insignificante, es una total desgracia para un hotel de renombre como lo es el nuestro. De repente mi madre apareció con una sonrisa cálida, algo tan típico de ella.

— ¿Qué pasa Alexandre? ¿Por qué esa cara tan molesta? —Rió sentándose frente a mí.

—Veo que las ganancias del hotel han disminuido un poco este último mes. No me gusta que sucedan estas cosas —murmuré a regañadientes.

—Bueno, no hay de qué preocuparse —hizo un ademán con las manos—Es una temporada baja, pero seguramente vamos a ganar mucho en febrero porque se acerca San Valentín y a todos les encanta pasar la noche en un lugar tan elegante. Recuperaremos todo lo que no hemos ganado este mes, sabes bastante bien cómo funciona este negocio.

Sé a la perfección cómo funciona este negocio, sin embargo, detesto cometer errores.

—Si tú lo dices...Nada más quiero estar seguro de que el negocio sigue yendo a flote, porque estoy seguro que si llego a distraerme, podré cometer un gran error.

—Como cada uno de nosotros —respondió de inmediato— Me pregunto si alguien importante vendrá a hospedarse en el hotel en los próximos días...Nos ayudaría debido a que la gente privilegiada acostumbra a hospedarse en las mejores habitaciones, sobre todo en las suites.

— ¿Y cómo me preguntas a mí? La que está a cargo de eso es Kathleen, la recepcionista. Mi responsabilidad es revisar que todo el mundo cumpla con su trabajo de la manera correcta y que las ganancias vayan bien —me molesté, claro que eso no era parte de mi trabajo.

Rodó los ojos al escucharme y dijo:

— ¿Bajas a cenar? El trabajo ya debe ser un poco más ligero a esta hora del día...

—Tienes razón, he terminado todo lo que tenía pendiente por lo que creo no poder negarme a bajar a cenar con ustedes.

—En realidad, tu padre y hermano no están porque han decidido irse a casa temprano. Así que apresúrate para que podamos irnos pronto también —suspiró antes de continuar— Por cierto, no olvides que mañana tienes que almorzar con Daphne.

Solo pensar en esa mujer hace que me dé migraña.

— ¿Realmente tengo que ir a fastidiarme el almuerzo con esa mujer? —Arrugué la nariz.

— ¡No digas tonterías! Daphne es tu prometida, la mujer con la que vas a casarte muy pronto —rodé los ojos, evidentemente molesto. Si bien es cierto Daphne Thompson es mi prometida desde los quince años debido a que nuestras familias se llevaban muy bien y además sus padres eran dueños de toda una cadena de restaurantes así que también eran millonarios. La mujer no me agrada en lo absoluto, es tan falsa y patética, que ni siquiera aguanto compartir una hora con ella. Por lástima, nuestros padres habían hecho una especie de trato hace varios años para que nos casáramos. Para evitar la llegada del matrimonio ya he puesto muchas excusas, por ejemplo, Timotheé me llevó con él a Francia por seis meses, Paige estaba mal de salud y necesitaba estar a su lado y que yo estaba demasiado cansado para pensar en una estúpida boda. Para mi mala suerte esta vez ya no aceptaron mis trabas y nos casaríamos dentro de un año. Intentaré que el matrimonio no se lleve a cabo porque si de algo estoy seguro es que no voy a casarme con una mujer que no amo en lo absoluto. Si llego a casarme será con alguien que se robe mis pensamientos y una parte de mi vida.

—La mujer es insoportable, no miento cuando lo digo —me puse de pie, siguiendo los pasos de mi madre— ¿En verdad quieres qué me case con ella?

—Es un trato de muchos años ya, así que por supuesto que quiero que te cases con ella. Daphne Thompson es la mujer perfecta para ti, no hay otra mujer tan hermosa y capaz como ella.

Daphne Thompson es la peor mujer que he podido conocer en mi corta vida.

—Mamá, solo contéstame algo —traté de no molestarme.

—Dime, hijo mío.

— ¿Daphne es de tu total grado? —enarqué una ceja, noté que ella tragó saliva.

—Bueno...Sinceramente, no del todo —confesó, al menos ya lo admitió— Es un poco patética y le interesa solo el dinero, cualquiera se daría cuenta al instante. No tengo mucho tema de conversación con ella.

— ¿Y así quieres que me case con ella? —Me burlé. Qué contrariedad.

—No hay nada que pueda hacer para que la boda no se lleve a cabo. Daphne es una muchachita que proviene de una muy buena familia y eso debe importarte. Es un buen partido y será una buena esposa.

No lo creo.

—Mamá, por favor tienes que ayudarme a detener la boda. No imaginas lo herido que voy a sentirme si dejas que me case con esa mujer —bien, lo que acabo de decir no es correcto, no obstante, es mi última esperanza.

—Tendría que hablarlo con tu padre varias veces —salimos de mi oficina dirigiéndonos hacia el ascensor— Es un matrimonio que está arreglado desde que ustedes tenían quince años y por la misma razón, es complicado romperlo.

—Sé que es complicado romperlo...Pero, no quiero compartir el resto de mi vida con una mujer que no amo ni me agrada del todo.

—Hijo mío, ya eres todo un adulto y no has tenido una novia formal a la que presentarnos...No lo digo por molestar, sin embargo, tu padre va a decirme eso seguramente. Queremos que nos des nietos muy pronto.

No me niego a tener hijos, pero, no los voy a tener con Daphne.

— ¿Cómo podría tener una relación seria si la mayoría de las mujeres se acercan a mí por ser el jefe del Hotel Clarck? —Le recordé—Tan solo si encontrara a alguien perfecta para mí...

—Ya sé que es difícil, demasiado en ocasiones, no obstante, ya verás que en cualquier momento vas a conocer a una mujer que te quite el sueño. Y espero que al final no tengas que casarte con la señorita Thompson.

—Tendrá que ser alguien que no se interese en mi fortuna, entonces.

—Vas a encontrar a la persona indicada, ni siquiera le prestes mucha atención ahora. Llegará cuando menos te lo esperes.

Sonreí, me aliviaba que mi madre haya aceptado ayudarme a impedir mi matrimonio. Llegamos al restaurante de hotel, a la mesa que habían preparado para nosotros y visualice a mi hermana revisando su teléfono celular con una sonrisa. Nos acercamos a ella y tomamos asiento de inmediato, ella nos saludó:

—Buenas noches, querida familia —Rió, sonreí al verla tan bonita. Lucía un precioso vestido negro corto junto a una pequeña chaqueta del mismo color, tacones dorados y una colita alta. Paige y yo teníamos los ojos azules y el cabello castaño oscuro.

— ¿Hace mucho qué nos estás esperando? —mamá le dio un beso en la frente.

—Apenas llegué hace unos cinco minutos así que no se preocupen.

Esperamos demasiado poco, un beneficio de ser los dueños del hotel, para que nos trajeran nuestra cena que consistía en langostinos a la plancha con salsa de limón.

—Esto es una verdadera delicia —mi hermana exclamó al probar el plato.

—Tienes razón, está muy rico.

Me fijé en que la atención de mi madre estaba sobre Tessa, quién era la gobernanta de piso y cargaba un par de velas.

— ¡Tessa, ven un momento por favor! —mamá la llamó y la mujer se acercó aun con las velas. De verdad que mi madre es una mujer bastante curiosa para mi gusto.

—Buenas noches señora.

—Buenas noches, Tessa —saludamos al unísono.

— ¿Puedo preguntar para qué estás cargando tantas velas aromáticas? ¿Acaso viene alguna persona importante al hotel?

—Sí, señora —respondió.

— ¿De quién se trata esta vez?

—Heaven Duch —cuando lo dijo, mi madre y hermana abrieron los ojos sorprendidos.

— ¿Lo dices en serio? No lo puedo creer...

—Sí, señora. Ella llegará el lunes al hotel, pero ha pedido ciertas velas que son un poco difíciles de conseguir. Supongo que la señorita tiene gustos algo particulares.

— ¿En qué habitación va a hospedarse?

—En las doscientos ocho.

— ¿En la doscientos ocho? ¿No va a quedarse en una de las suites?

—No, la señorita ha pedido una habitación simple. A pesar de sus gustos extravagantes, parece que se conforma con algo sencillo en ocasiones.

—Qué extraño, pensé que alguien como ella se quedaría en una mejor habitación. Tessa, cariño, hazme un favor.

—Claro señora, dígame.

—Dile a Kathleen que cuando llegue la señorita Duch, le de la habitación de la suite más grande y que me avise por favor. Necesito conocer a esa mujer —apuntó, generando algo de curiosidad en mí.

—Está bien señora, yo le aviso. Buen provecho, debo retirarme.

Cuando Tessa se retiró, me atreví a preguntar:

— ¿Quién es esa mujer? —En serio deseaba saber de quién se trataba y la razón por la que a mi madre le interesaba tanto darle una buena atención.

—Ay, corazón, Heaven Duch es una de las mejores Técnicas Superiores en Asesoría de imagen personal y corporativa a nivel mundial. Ella es inglesa y ha organizado las bodas más lujosas, ha trabajado de asistente de grandes marcas y demás.

—Oh, ahora que lo dices me parece haber escuchado su nombre en algún lugar —murmuré.

—Sería maravilloso entablar una conversación con ella y darle una oferta de trabajo como Asesora de imagen corporativa o Asistente personal. Creo que le ayudaría a la empresa a mejorar en cuanto a la calidad de los uniformes del personal y demás.

— ¿Realmente es una de las mejores?

—Por supuesto que lo es ya que ha trabajado con personas excelentes y de mucho poder, y es muy cotizada. No es relativamente fácil obtener una cita para hablar con ella, y sus precios también son elevados.

—Supongo que es una mujer adulta. Hablas como si tuviese una gran trayectoria.

—Qué va, si ella apenas tiene veintinueve años. Lo que pasa es que ha sido muy buena en su trabajo y todo el mundo la reconoce por ello.

—Es maravillosa, si yo llego a casarme necesito que ella lo organice —mi hermana se ilusionó.

—Honestamente, no pienso perderme la oportunidad de ofrecerte un puesto de trabajo en nuestro hotel. Sería un sueño que ella trabaje a nuestro lado.

—Además, la mujer es preciosa.

—Debe ser egocéntrica, como la mayor parte de las personas que llegan a tener algo de poder en esta vida —supuse, todo el mundo aquí actúa de mala manera.

—Para nada, todos sus clientes han dicho que es muy amable y que, a pesar de ser millonaria, no le gusta gastar el dinero por qué sí. Eso es maravilloso, es una mujer simple y seguramente no es ambiciosa.

—Lo es, no conozco a muchas mujeres así de su edad.

—Tal vez debas conocerla en persona y hablar con ella, aunque sea por un rato, no pierdas la oportunidad.

—La verdad no creo que me anime, pero gracias por el consejo Paige.

¿Acerca de qué podría hablar con una mujer como ella? Somos polos opuestos.

—Bueno, es mejor que cenemos y nos vayamos a casa a descansar.

—Sí, más si tengo que encontrarme con esa insoportable —la sangre me hervía de solo pensar en ello.

— ¿Hablas de Daphne?

—Obviamente estoy hablando de ella, es la única que me genera tanta incomodidad.

—Te deseo suerte hermanito, no me gustaría almorzar con esa mujer en ningún tipo de circunstancia. Digamos que no lo haría ni siquiera si me ofrecen casarme con un príncipe a cambio.

Ninguna de ellas aprueba a esa mujer.

—Ya veo que ambos odian a Daphne, por la forma en la que se expresan de ella...—arrastré las palabras.

—No pensarás decirme qué tú no lo haces.

—Lo admito, sí...Es bastante insoportable y odiosa, siempre busca conseguir lo que le gusta y es culpa de sus padres por cumplir todos sus caprichos.

—Y mi última palabra es que no voy a casarme con ella por más que esperen que lo haga, creo que lo más importante es mi opinión porque al fin y al cabo yo soy quien se casará con ella.

—Como ya te dije antes, trataré de ayudarte a que el matrimonio no suceda al final...Nada más necesito hablarlo con tu padre y luego con sus padres y pedirles perdón...No va a ser nada fácil.

—De una u otra forma, eso es mil veces mejor que aguantar por el resto de tu vida a alguien que solo le gusta derrochar dinero y verse perfecta, aunque sea una cabeza hueca.

—Paige, no hables así de ella.

— ¿Qué? ¡Es simplemente la verdad! Nosotros también hemos crecido siendo millonarios, pero yo nunca he sido una niña de papi a la que le encante pasarse el día en el spa o de compras. E incluso dejando eso de lado, lo que no me agrada de ella es como cree que es alguien superior a los demás y no es amable.

—Es cierto, no puedo negarlo.

—Así que las amaré a las dos por todo lo que me queda de vida si me ayudan a cancelar el compromiso. Dios, no me imagino estando casado con esa mujer.

—Alexandre... ¿Puedo preguntar algo respecto a Daphne?

—Claro que puedes, hermanita.

— ¿Has besado en alguna ocasión a Daphne o han tenido intimidad? —Esa es una buena pregunta, tomando en cuenta que nuestros padres nos obligan a pasar mucho tiempo juntos.

—Aunque suene gracioso, no la he besado mucho menos tener intimidad con ella...Es que me cae tan mal que apenas y la soporto un ratito.

—Te comprendo, la vez que nosotras salimos de compras solo agarraba cientos de zapatos sin importarle que todos eran carísimos. Y gastó por lo menos mil dólares en maquillaje, lo juro.

—De nada sirve tener una cara bonita si cuando abres la boca eres un completo imbécil.

—Sí, es así.

El sábado, alrededor de la una de la tarde, salí de casa hacia un buen restaurante de la ciudad a encontrarme con Daphne. Fruncí el ceño al verla usando un vestido largo violeta, tacones que seguramente estaban haciéndole mucho daño y una enorme joya en su pecho. Vaya ridícula.

—Hola Daphne.

— ¡Alexandre, mi amor! ¡Qué bueno es verte de nuevo! —se puso de pie con el objetivo de darme un beso en la mejilla— ¡Qué lindo es tenerte aquí conmigo!

—Sí, sí, cómo digas —me senté de inmediato, nadie sabía el enorme fastidio que me causaba verla. Jamás me agradó, ni siquiera cuando éramos adolescentes— Daphne, me pregunto para qué querías verme hoy.

— ¿Acaso no puedo encontrarme con mi prometido? Vaya, qué grosero —al mirar hacia otro lado, me di cuenta que ya había comprado otro bolso Chanel. Una muchacha centró su vista en nosotros, y Daphne solo le mostró el dedo del medio en respuesta,

—Daphne, sabes muy bien que estoy contigo por qué no tengo otra opción...Jamás he sentido algún tipo de sentimiento por ti y no voy a aparentar lo contrario.

—Ya sé, nuestros padres arreglaron nuestro matrimonio hace muchísimo tiempo y ni siquiera nos consultaron antes de hacerlo... Pero ¿qué más nos queda? Supongo que solo intentar acercarnos y amarnos para no pasarla tan mal. Si quisiéramos, no la pasaríamos mal después de todo.

—No quiero casarme, ya eso lo sabes a la perfección.

—Ninguno de los dos quiere casarse, pero no hay nada que podamos hacer para evitarlo. Esto es lo que nos tocó vivir, no tenemos nada más.

—Bueno...En realidad no creo que me hayas invitado a almorzar sin ninguna razón.

—A pesar que no me quieras, ya has llegado a conocerme muy bien —me apuntó con el dedo— Y esta vez tampoco te equivocas ya que te he llamado para contarte algo en especial.

—Dime entonces, así cada quién se va por su lado lo más rápido posible.

—Alexandre ¿Podrías ser un poco caballeroso una vez en tu vida? —Espetó con furia.

—Soy caballeroso, sin embargo, no me causa ninguna gracia que me obliguen a casarme con alguien que no es de mi total agrado.

—Qué directo, siempre lo has sido —esbozó una mueca— En fin, ya que vamos a casarnos dentro de un año exacto y que la organización de una boda toma alrededor de cinco meses con ayuda de un buen profesional...He decidido irme de viaje a Europa por cuatro meses, necesito despejar mi mente.

— ¿Vas a irte a Europa cuatro meses cuándo ya has ido miles de veces a lo largo de tu vida?

—Cariño, nunca te cansas de Europa y de todo lo que tiene para ofrecerte.

—O de los hombres a los que frecuentas en dichosos viajes —susurré lo suficiente alto para que me escuchara y aunque lo hizo, no dijo nada al respecto.

Conocemos los secretos del otro a la perfección y no los revelamos frente a los otros.

—Me voy cuatro meses desde mañana así que nada más iba a avisarte —rió— Puedes hacer lo que quieras antes del matrimonio, pero cuando nos casemos deberás cuidar muy bien de tus acciones.

— ¿Algo más que acotar, señorita perfecta? —murmuré.

—Nada más, imbécil —soltó también con dureza. Como se han dado cuenta, tenemos una pésima relación y no nos tratamos de la mejor manera. Pero cuando nuestros padres estén presentes, nos obligamos a ser personas supuestamente civilizadas— Como ahora ya lo sabes, no veo por qué seguir aquí.

—Hubiese preferido que me enviaras algún mensaje y listo, no tendrías que haberme invitado a perder el tiempo y arruinar mi buen humor.

—Qué bendición es no verte la cara en cuatro meses. Hasta entonces, estúpido —se puso de pie y salió del restaurante.

Sonreí enormemente al darme cuenta que no tendría que verle la cara, cenar con ella, llevarle presentes, acompañarla al spa, verla pintarse las uñas, comprar ropa con ella, cenar los lunes en el hotel a su lado o tenerla en mi casa los domingos por cuatro meses. Ya necesitaba no verla por un largo tiempo y respirar de las estupideces que salían de su boca cada vez.

Juro que no voy a casarme con ella ni estando loco. Y siendo totalmente honesto conmigo mismo, creo que lo único que necesito en este instante de mi aburrida vida es un aliento de amor que me haga sentir vivo una vez más.

Eso sucederá cuando encuentre a una buena mujer que alborote todos mis sentidos y que haga que quiera hacerle el amor cada vez que la vea caminar. Parece imposible conocer a alguien maravilloso en un mundo lleno de gente interesada e idiota.

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