capítulo 35

Al día siguiente, el doctor revisó los últimos exámenes de Doña Victoria y finalmente le dio el alta. Leonardo y Don Mario la ayudaron a salir del hospital y la acompañaron hasta la mansión Montiel. Después de asegurarse de que su madre estuviera cómoda en casa, Leonardo se despidió.

—Mamá, me voy a la oficina un rato. Cualquier cosa, llámame de inmediato.

—No te preocupes, hijo. Aquí estaré descansando —respondió Doña Victoria con una sonrisa—. Y, por favor, llama a Isabella cuando tengas tiempo. Me gustaría verla pronto.

—Lo haré, mamá. Prometido.

Leonardo asintió, le dio un beso en la frente y salió hacia la empresa. Una vez en su oficina, se acomodó en su silla, tratando de concentrarse, aunque la preocupación seguía presente.

Isabella llegó al apartamento después de su viaje y encontró a su nana esperándola con una sonrisa cariñosa.

—¡Mi niña! ¿Cómo te fue en el viaje? —preguntó la Nana mientras la abrazaba.

—Muy bien, Nana. La reunión con los socios fue un éxito. Creo que hemos
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