(Leonardo y Valeria salen del club. La noche está fresca, pero el aire parece cargado de tensión. Valeria toma la iniciativa, sosteniendo a Leonardo por el brazo mientras se dirigen hacia un taxi).—Vamos, Leo. No puedes irte solo en este estado. Te llevaré a un lugar donde puedas descansar. —Valeria sonríe con un aire de triunfo mientras lo guía hacia el vehículo.(Leonardo no dice nada, su mente está nublada por el alcohol. Al llegar al hotel, Valeria se encarga de todo: paga, recibe la llave y lo lleva hasta la habitación).(Una vez dentro, Valeria cierra la puerta y lo observa mientras se sienta en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos).—Leo, mírame. —Valeria se acerca lentamente, colocando sus manos en sus hombros.—Valeria... no sé si esto está bien... —Balbucea Leonardo, intentando levantarse, pero sus piernas no le responden.(Valeria lo detiene, arrodillándose frente a él).—Shhh, no digas nada. No pienses. Solo déjate llevar. —Sus manos acarician el rostro de L
(Isabella se levanta temprano y sale de su cuarto con paso tranquilo, aunque su rostro refleja el cansancio de una noche intranquila. La nana está en la cocina, terminando de servir el desayuno en la mesa).—Buenos días, niña Isabella. ¿Cómo amaneció?—Buenos días, nana. —Isabella suspira, acomodándose en la silla—. Dormí poco, pero aquí estoy.(La nana le sirve una taza de té y coloca un plato con tostadas y frutas frente a ella).—Se le nota en los ojos, niña. ¿Estuvo trabajando hasta tarde?(Isabella niega suavemente con la cabeza mientras toma la taza entre sus manos).—No, solo... me quedé pensando.(La nana se sienta a su lado, observándola con atención).—¿Pensando en el joven Leonardo, tal vez?(Isabella se sorprende por la pregunta directa y desvía la mirada).—Nana, no quiero hablar de eso ahora.—No es por meterme, pero lo noto en usted, niña. Se preocupa por él más de lo que admite.(Isabella deja la taza sobre la mesa y cruza los brazos).—Es difícil, nana. Este matrimon
(Isabella entra a su oficina, dejando su bolso sobre el escritorio. Su secretaria la sigue con una carpeta en la mano).—Buenos días, señorita Isabella. Aquí tiene el informe del día. También quería informarle que el señor Esteban llamó esta mañana.(Isabella levanta la mirada de los documentos que comenzaba a revisar, con una ligera expresión de curiosidad).—¿Esteban? ¿Qué quería?—Dijo que había perdido su número telefónico y pidió que se lo proporcionara.(Isabella asiente mientras toma la carpeta que su secretaria le entrega).—Gracias, Patricias. Yo lo llamaré directamente más tarde.(Su secretaria sonríe y se dispone a salir de la oficina, pero se detiene por un instante).—Por cierto, señorita, el señor Montiel aún no ha llegado a la oficina y tiene una reunión hoy con los socios y piden que usted esté presente.(Isabella frunce el ceño levemente, pero disimula su preocupación).—Lo sé. Gracias por informarme. Puedes continuar con tus labores.(Patricia sale, cerrando la puert
Leonardo, decidido, sale de su oficina y se dirige hacia Isabella. Al llegar a la puerta, se acomoda, toca la puerta y la abre con cuidado.—¿Puedo pasar?—Sí, claro, pasa, Leo. ¿Qué pasa?—Solo quería hablar un momento contigo. Pensé que sería mejor hacerlo ahora antes de la reunión.—Ah, entiendo. ¿De qué se trata?—Bueno, como sabes, la reunión con los socios es esta noche a las siete. Necesito que tú también vayas. Ellos insisten en que tu presencia es crucial, especialmente porque hemos estado trabajando juntos en la parte más importante de la negociación.—Sí, ya lo sabía. De hecho, ya estaba preparando todo para la reunión. No me gusta quedarme atrás en estas cosas.—Eso me tranquiliza. Sabes, los socios están realmente entusiasmados con todo lo que hemos logrado hasta ahora, y mi objetivo es seguir fortaleciendo esta relación. Pero, como te dije, también esperan verte allí.—Lo entiendo, Leo. He estado pensando mucho en eso. A veces siento que todo esto avanza tan rápido que m
.Al llegar al salón donde se llevaba a cabo la reunión, todo parecía un despliegue de lujo y elegancia. Las luces brillaban con calidez sobre los detalles dorados de la decoración, y el murmullo de los asistentes se mezclaba con la música suave de fondo. Todos estaban impecablemente vestidos, en trajes elegantes y vestidos deslumbrantes.Cuando Leonardo e Isabella hicieron su entrada, todas las miradas se dirigieron hacia ellos. Él la tenía tomada de la cintura, mostrando seguridad y, al mismo tiempo, marcando el territorio de su relación frente a todos los presentes. Isabella, a su lado, mantenía una sonrisa tranquila, aunque sabía que estaba a punto de enfrentarse a una noche de falsedades cuidadosamente elaboradas.—Leonardo, Isabella, ¡qué gusto verlos! —dijo uno de los socios mientras se acercaba a saludarlos. Su mirada se detuvo en Isabella, y una sonrisa amplia apareció en su rostro—. Señora Montiel, se ve espectacular esta noche. Leonardo, debo felicitarte, tu esposa siempre t
La música cambió a un ritmo más clásico, invitando a las parejas a la pista de baile. La mayoría de los invitados comenzaron a bailar con elegancia, sumando al ambiente un aire aún más sofisticado. Isabella observaba cómo Leonardo mantenía una conversación animada con Santamaría, mientras Valeria se encontraba cerca, aparentemente al margen, pero con sus ojos puestos únicamente en Leonardo.De repente, Valeria se inclinó hacia Leonardo con una sonrisa cargada de intención.—Leonardo, ¿te gustaría bailar? Hace mucho que no lo hacemos —dijo, con un tono que combinaba coquetería y nostalgia.Leonardo la miró por un momento, consciente de que Isabella estaba a pocos pasos de distancia. Tras un segundo de vacilación, asintió.—Claro, ¿por qué no?Isabella, quien hasta ese momento estaba concentrada en mantener su postura impecable, no pudo ocultar la sorpresa en su rostro. Su mirada se dirigió a Leonardo mientras él tomaba la mano de Valeria y la guiaba hacia la pista de baile. Aunque no d
Leonardo, visiblemente molesto, toma Valeria de manera abrupta en medio de la pista de baile. Su rostro estaba tenso, reflejando una mezcla de incomodidad y enojo.—¿Qué estás haciendo aquí, Valeria? —preguntó en un tono bajo pero cargado de reproche—. Sabías que este evento era importante para Isabella y para mí.Valeria, con una sonrisa aparentemente inocente, inclinó ligeramente la cabeza.—Bueno, Leo, Santamaría es un amigo cercano de mi padre, y me invitó. Además —añadió, acercándose un poco—, sabía que tú estarías aquí. No podía resistirme a verte, aunque sea de lejos.Leonardo suspiró profundamente, intentando mantener la calma. Miró a su alrededor, tratando de no llamar la atención de los presentes.—Esto no está bien, Valeria —dijo con firmeza—. Lo sabes. No puedes aparecer así y comportarte como si nada. Es inapropiado, y más aún con él. ¿Qué pretendes?—¿Inapropiado? —replicó Valeria con un deje de indignación—. No estoy haciendo nada malo, Leonardo. Solo vine a acompañarlo
.Leonardo, atrapado en una mezcla de emociones que ni él mismo lograba comprender, miró a Isabella fijamente mientras seguían moviéndose al ritmo de la música. Sus ojos buscaban respuestas en los de ella, pero lo único que encontró fue una mezcla de sorpresa y desconcierto. Fue entonces cuando, sin pensarlo, se inclinó hacia ella y la besó.El salón entero pareció detenerse. Isabella abrió los ojos, sorprendida, y por un instante pensó en apartarse, pero el gesto fue tan inesperado y lleno de intensidad que no pudo hacerlo. En lugar de rechazarlo, se dejó llevar, cerrando los ojos y entregándose a ese momento que jamás imaginó vivir con él.Esteban, quien observaba desde la distancia, apretó los puños al ver la escena. Su mandíbula se tensó y su mirada se oscureció mientras luchaba por mantener la compostura.—No puede ser... —murmuró entre dientes, desviando la mirada, incapaz de seguir viendo cómo Leonardo e Isabella se besaban frente a todos.A unos metros, Valeria también presenci