Capítulo 38

(La nana regresa con la cafetera y sirve más café en la taza de Leonardo. Él la observa por un momento antes de suspirar profundamente).

—¿Sabes, nana? —dice Leonardo, moviendo la taza entre sus manos—. Yo me enamoré de Valeria… Siento que aún la amo.

(La nana lo mira con atención, pero guarda silencio, dándole espacio para continuar).

—Pero, a veces, su comportamiento me saca de mi lugar. Me hace cuestionar si lo que tenemos es lo que realmente quiero. —Leonardo hace una pausa, mirando el líquido oscuro en su taza—. Y no quiero lastimar a Isabella.

—La niña Isabella no es fácil de lastimar, joven Leonardo. —Es más fuerte de lo que usted cree —responde la nana con suavidad, sirviendo café para sí misma—. Pero eso no significa que merezca menos cuidado.

(Leonardo asiente, pero su mirada se endurece).

—Lo sé, nana. Esto entre nosotros es solo un acuerdo. Pero a veces… no sé, siento que estoy cruzando límites que no debería.

—¿Y cuáles son esos límites, joven? —pregunta la nana, apoyándo
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