Leonardo terminó el beso con cuidado, sus labios aún rozando los de Isabella, como si no quisiera separarse del todo. Cerró los ojos por un momento y apoyó su frente contra la de ella, respirando hondo.Su corazón latía con fuerza. Sabía que tenía que hablar, aunque temía lo que vendría después.—Tengo que decirte algo muy importante… —murmuró con voz entrecortada— y no sé cómo lo tomes…Isabella no dijo nada. Simplemente lo miró, esperando.Leonardo apartó su rostro y desvió la mirada. Su garganta se cerró por la culpa.—Te fui infiel con Valeria…El silencio cayó como un golpe en la habitación.Isabella parpadeó un par de veces, sintiendo un leve nudo en el estómago. No bajó la mirada, sino que lo sostuvo con firmeza.Suspiró antes de hablar.—Leonardo… tú y yo hicimos una alianza, ¿recuerdas? Desde el principio fuiste sincero conmigo. Me dijiste que Valeria era el amor de tu vida… que esta unión solo era para salvar nuestras familias.Se levantó lentamente del sofá, sin dejar de mi
Leonardo suspir profundamente antes de apartarse de Isabella. Había confesado lo que sentía, había expuesto su corazón, pero aún quedaba una verdad difícil de enfrentar.Se dejó caer sobre una silla en el balcón, apoyando los codos en sus rodillas, con la mirada perdida en el horizonte. El peso de la noche y del alcohol seguían sobre sus hombros.Levantó la vista hacia Isabella, quien aún estaba de pie, inmóvil, procesando cada palabra. Sin pensarlo mucho, tomó su mano con suavidad y la atrajo hacia él.—Siéntete conmigo… —murmuró.Isabella se dejó guiar y, antes de darse cuenta, estaba sobre sus piernas. Leonardo la rodeó con sus brazos en un abrazo cálido, necesitado, como si al tenerla cerca pudiera encontrar algo de paz.Ella apoyó sus manos en su pecho, sintiendo su respiración agitada.—Sabes por qué tomé tanto esta noche? —¿Por qué quería perderme en el alcohol? —susurró contra su cabello.Isabella cerró los ojos por un segundo. Ya lo presentía, pero necesitaba escucharlo de él
La noche envolvía el apartamento con una calma casi mágica. Las luces tenues reflejaban sombras suaves sobre las paredes, y un ligero aroma a jazmín flotaba en el aire. Isabella y Leonardo estaban en el balcón, donde todo había sido dicho, donde el amor finalmente se había declarado sin miedos ni barreras.Leonardo la miró con adoración. Se inclinó lentamente y depositó un beso suave sobre el cuello de Isabella, apenas un roce, pero lo suficientemente profundo como para hacerla estremecer. Su piel se erizó y una pequeña sonrisa tembló en sus labios.—Te amo, Isabella —susurró él contra su piel—. Y no quiero perderte nunca.Ella cerró los ojos un instante, sintiendo cada palabra vibrar en su cuerpo. Luego lo miró, con dulzura, acariciando su rostro con ambas manos.—Te amo, Leonardo… —dijo con voz suave pero firme—. Estoy dispuesta a todo por ti.Ambos se miraron, sin necesidad de decir nada más. La verdad estaba en sus ojos, en la forma en que sus cuerpos se acercaban, en cómo sus alm
"Alianza Prohibida" Leonardo MontielTrabaja en la empresa familiar Montiel Corporation, una de las más influyentes en el sector de la construcción y bienes raíces.Es inteligente, reservado y analítico. Siempre busca soluciones prácticas, aunque su carácter puede ser frío y distante debido a la presión que ha cargado desde joven para ser el heredero de la empresa. Él está acostumbrado a la competencia feroz y tiene un sentido del deber muy marcado hacia su familia.Aunque respeta profundamente a Don Mario, la relación con él es tensa. Su padre ha sido duro y exigente, y Leonardo siempre ha sentido que tiene que demostrarle su valía.La oficina está silenciosa, solo se escucha el ligero zumbido de la computadora de Leonardo, quien revisa con detenimiento algunos documentos financieros. La puerta se abre con firmeza, y Don Mario entra con paso decidido.----Leonardo, ¿has revisado los informes de la reunión con los inversores?----Sí, los revisé esta mañana. Estamos en una posición
En la oficina de don Mario Montiel, los asesores financieros están terminando de exponer los graves problemas que enfrenta su empresa. Don Mario escucha en silencio, su mirada fija en los papeles que muestran la inminente quiebra. Sabe que tiene pocas opciones, y aunque detesta la idea, decide llamar a su rival, don Samuel Colmenares, para una reunión.Don Mario (marcando el número en su teléfono):—Colmenares... necesito hablar contigo. Es urgente, sobre nuestras empresas. Nos vemos en mi oficina mañana.En la oficina de Don Mario, al día siguienteDon Samuel entra en la sala de juntas, con una mirada de desconfianza. Ambos hombres tienen años de rivalidad, y cada uno ha luchado por dominar el mercado. Pero esta vez, Don Mario sabe que deben poner sus diferencias a un lado.Don Samuel (mientras toma asiento):—Nunca pensé que vería el día en que me llamaras para hablar de negocios. ¿Qué tan grave es la situación, Montiel?Don Mario (serio):—Grave. Ambas empresas están al borde de la
Don Samuel llega a su casa después de la tensa reunión con Don Mario. Su mente está llena de pensamientos, sabiendo que la conversación con su esposa y su hija será difícil. Aunque Isabella aún no conoce a Leonardo, el matrimonio arreglado parece ser la única solución para salvar la empresa. Don Samuel entra al salón y encuentra a su esposa, Doña Rosa, y a su hija, Isabella, sentadas en el sofá. Ambas levantan la vista cuando lo ven entrar con una expresión preocupada. Doña Rosa(preocupada): —Samuel, ¿qué sucede? Te ves alterado. Don Samuel (tomando asiento, suspirando): —La situación es más grave de lo que pensábamos, Carmen. Si no hacemos algo pronto, perderemos todo lo que hemos construido. La empresa está al borde de la quiebra. Isabella (frunciendo el ceño): —¿Qué quieres decir, papá? ¿Qué está pasando con la empresa? Don Samuel (mirando a su hija con gravedad): —Hoy me reuní con Don Mario Montiel... nuestro principal rival. La situación de su empresa es igual de mala.
Don Mario, tras la tensa conversación con Don Samuel Colmenares, vuelve a su hogar con una preocupación evidente. Tiene que hablar con su familia sobre lo que acaba de acordar con su rival. Al entrar a la sala de su casa, ve a su esposa, Doña Victoria, y a su hijo Leonardo, que lo esperan para cenar. El ambiente familiar está cargado, aunque aún nadie sabe lo que Mario está por decirles.Doña Victoria (notando la preocupación en su esposo):—Mario, ¿qué ocurre? Te veo más preocupado de lo normal.Don Mario (con un suspiro profundo, mientras toma asiento en la cabecera de la mesa):—Hoy tuve una reunión con Don Samuel Colmenares.Leonardo (sorprendido, frunciendo el ceño):—¿Con Samuel? Creí que no querías volver a hablar con él... ¿De qué hablaron?Don Mario (mirando a su hijo con seriedad):—De nuestras empresas. Estamos al borde de la quiebra, Leo. Tanto la nuestra como la de Samuel. Si no actuamos rápido, lo perderemos todo.Doña Victoria (sorprendida):—¿Qué dices, Mario? ¿Cómo es
Leonardo (en la puerta de la casa de Valeria, respirando hondo antes de tocar el timbre):—Valeria… esto va a ser más difícil de lo que imaginé.Valeria (abriendo la puerta, sonriendo al verlo):—¡Leonardo! Qué sorpresa, no esperaba verte hoy. Pasa, ¿todo bien?Leonardo (entrando, intentando ocultar su incomodidad):—Sí, todo bien… bueno, en realidad, hay algo que tenemos que hablar. Algo importante.Valeria (con preocupación en el rostro):—¿Qué pasa, Leo? Pareces nervioso. ¿Ha sucedido algo en la empresa? ¿Con tu familia?Leonardo (mirando al suelo, buscando las palabras):—Es... es complicado. No sé cómo empezar esto. No quiero herirte, Valeria, pero tengo que ser sincero contigo.Valeria (poniéndose seria, sentándose en el sofá):—Me estás asustando, Leonardo. ¿Qué es tan grave que no puedas decirlo?Leonardo (con voz baja, evitando su mirada):—Mi familia... hemos estado pasando por muchas dificultades en la empresa. Y para resolverlas, han tomado una decisión que afecta a los do