Aquí el nuevo capítulo de hoy, espero que les guste. Recuerden dejar su me gusta, comentar, calificar y compartir la historia en sus redes sociales y con sus seres queridos.
Horas después: Observo como amanece en la desértica tierra del sur desde el avión. Un gran desierto y partes de la selva es el hogar de esta nación. Grandes culturas vivieron en este extenso terreno desértico desde hace millones de años. —Favor de abrocharse, descenderemos en unos minutos. — notifican las azafatas a cada persona que está en el avión. Me abrocho el cinturón con manos temblorosas. Odio ir en avión, siento como la turbulencia se empieza a sentir haciendo que me aguante del asiento. Puedo imaginarme sin mucho problma cayendo y muriendo como en las películas de terror. —¿Nerviosa? — cuestiona mi padre al ver cómo me aguanto del asiento. —Algo... — le contesto sin dejar que vea mi miedo de ir en avión. Escucho como mi padre ríe, creo que mi cara delata lo que de verdad siento. Cierro mis ojos cuando siento que estamos descendiendo. Canto en mi mente para alejar el hecho que estoy en un avión. —Primero iremos a la universidad, ¿no am
—Gracias. — agradezco al entrar a la oficina, la mujer sigue concenrada en la computadora. Suspiro y me concentro en la oficina a lo que ella termina. Papeles hay por doquier, específicamente de animales que no he visto en mi vida. Mas algunos cuadros que tienen dibujados las esfinges de Upuaut. Solo hay dos ventanas circulares en la oficina dejando que pase un poco de luz. —Estan fuera de las cinco naciones. — comenta la mujer que me da la espalda, viro un poco la cabeza sin entender a que se refiere. —Los animales, bestias, seres... algunas son antiguas y otras han evolucionado. —¿Y no te han descubierto el gobierno? Depues de todo es contra las leyes investigar cosas fuera de las cinco naciones, — pregunto acercándome a los papeles, escucho como ríe. —Creo que es lo bueno de no ser parte de esas idiotas manadas. — contesta sin mirarme. Olfateo y siento un olor parecido de un licántropo pero me arde olfatearla. Frunzo mi ceño ante tan raro olor, me recue
Mi madre me abraza má fuerte, asomo mi cabeza por su hombro esperando que me suelte. Los miro esperando que se vayan para hacer mi trabajo, pero ni tan siquiera me miran. Solo se observan emocionados por encontrarse, carraspeo mi garganta para que despierten de su sueño feliz. —Tengo que admitir que te ha hecho bien tener cachorros, Yolanda. — mi tía le hace un tipo de cumplido a mi madre, la cual la misma le sonríe agradecida y mi padre me guiña un ojo. Mi madre me deja libre de su abrazo asfixiante, a lo que doy unos pasos hacia atras alejandome de mis padres. La mano de mi tía se apodera de mi hombro y me hala a su lado. Mis padres la miran con celos. —Quiero que la cuides bien, Paula. — comenta mi padre con autoridad la cual esta lo mira seria y le asiente. —Así lo hare. — le contesta esta seria. —Eso te aplica también a ti, Iris. — habla mi padre caminando hacia mí y me da un abrazo cariñoso. —Oh, vamos. Sabes que soy una excelente hija, n
Me encuentro en el desierto de noche, no se ve ninguna estrella o la luna. Bajo mi mirada encontrandome con dos chacales y un gato. El gato y un chacal me dan la esplada, el otro chacal me mira atento. Lo único que se ven son sus ojos color dorado, junto a tatuajes dorados que decoran su cuerpo. Escucho como algo se acerca, me giro para encontrar como una tormente de areana se acerca. Doy unos pasos hacia atrás para luego intentar correr, pero caigo, me congelo al ver la gran tormente. El chacal emite su sonido caracteristico haciendome despertar para correr por mi vida. Mientras corro siento como mis piernas son jaladas hacia la profundida de la arena, miro hacia abao y son muertos tratando de llevarme con ellos. —¡No! — exclamo tratando de escapar, escuho como el chacal aulla. —Ayudame— pido alzando mi mano, pero el animal solo me mira sentado. —Por favor. — suplico, este sacude su cabeza para eljarse haciendo que el otro chacal y el gato lo sigan. Siento como los muert
—Espero que estés tranquila, ahora que los encontré. — susurro refiriéndome a Sahara. —Lo está, lo siento en mí ser. — comenta mi tía dándome un beso en la frente. —Gracias, por buscarnos. Tras media hora de caminata veo a lo lejos una aldea que brilla gracias a las antorchas. Esta es todo lo contrario del pueblo deshabitado, no tienen nada que atraiga la atención. Hasta siento como su intención es esconderse. —Nuestra manada no puede ser encontrada. Tenemos una cultura muy diferente a las otras naciones. Creemos en la libertad, no todo tiene que seguir las leyes de Luna. —explica Adom mientras pasamos por la entrada humilde de la aldea. —Sabemos que existieron grandes dioses antes que ella y otros seres que fueron héroes que van por encima de ella. Adom pasa su mano por una tela que decora un hogar. Puedo ver como una loba blanca aúlla a la luna, pero la rodea un aura azul. Debajo de ella hay maquinas gigantes corrompidas y detrás de ella varios seres. —Mamá.
Estos se van corriendo entre las dunas del desierto, donde la arena danza gracias a la suave brisa que hace. Doy un paso hacia la salida de la casa pero siento como me toman del hombro. Miro al hombre como también mira hacia donde se fue mi tía y primo. —Tú estás a salvo y ellos ahora tienen el poder, Iris. — me explica Adom. —Papá...— un niño se acerca alanzado sus manos para que el hombre lo tome al hombro. —¿Otra vez vienen nosotros? — su pregunta hace que mis ojos se llenen de lágrimas. —No. — le contesto yo con seguridad y le sonrió aunque estoy a punto de llorar. —No lo permitiremos. Adom me miran sorprendido. pero llega a sonreír. Su niño asiente y mira el horizonte que esta oscuro decorado por las estrellas haciendo que su luz se refleje un poco en la arena. Cierro mis ojos concentrándome, solo necesito estar en un lugar que me sienta segura y que Anastasia piense que nunca iré. Un lugar que conoce quien soy... —Iris, puedes tomar uno de nuestros
Camino hacia la casa de madera maltratada, nadie la ha mantenido. Vuelvo a mirar el mar, quien diria que ir mas allá significa salir de las cinco naciones tal vez por eso no la han mantenido. Los recuerdos tocan la puerta de mi mente, locos por entrar y volverme loca. —Ahora si llegue... Mientras me acerco, a lo que era mi hogar cuando era niña, observo como el viento hace que la choza haga sonidos como si estuviera viva. Lo que era antes una madera limpia ahora es una madera negra y algo podrida. Doy un paso hacia las escaleras de la entrada haciendo que esta cruja, quejándose de lo vieja que esta. Al subir las escaleras miro el paisaje que rodea la choza y asiento. —Sí, me acuerdo de esta vista. — me digo a mi misma. Busco las llaves debajo de una tabla de madera, estas tienen un poco de moho. Paso mi pulgar por la llave sintiendo sus dientes para luego abrir la puerta con un movimiento ligero. Mientras abro la puerta de la casa, tambien se abre la puerta en mi
Jafet mira hacia donde estoy haciendo que mi sangre se congele. Esta hace una seña de que me vaya. Asiento, tomo el libro de mis historias favoritas y salgo por la puerta trasera. Corro lo más que puedo con mis dos libros. Miro hacia atrás para ver si me siguen. Pero como todo, por mirar hacia atrás uno no mira hacia adelante, así que caigo por un lugar rocoso. —¡Ah! — grito al caer en agua. Alejo lo más que puedo los libros para que no se hagan daños. Salgo del agua agitada y caigo sobre la poca arena que hay. Miro el cielo algo naranjado para luego mirar donde me encuentro. Una hermosa posa invade mi campo de vista, el agua se mueve con tranquilidad y es totalmente transparente. Noto todas las heridas que tienen mis brazos y cara. Concentro mi energía en mis manos y empiezo a curarme. Al pensar nuevamente en el libro y lo que decía, mi pecho me empieza a apretar y mi visión se vuelve borrosa. Termino de curarme y tomo el libro. —Quiero saber más... —susurro limpian