Hola, espero que este bien y dandolo todo en su diario vivir. Anoche me dio un dolor de piedra, mi cuerpo las pruduce solo, y mas dolor de endometriocis.... no se lo deseo a nadie. Aquí el nuevo capítulo, espero que les guste. Saben que pueden dejar su me gusta, comentar, seguirme, comentar, calificar y compartir la historia con sus seres queridos o en sus redes sociales. Los amo y nos leemos mañana.
Estos se van corriendo entre las dunas del desierto, donde la arena danza gracias a la suave brisa que hace. Doy un paso hacia la salida de la casa pero siento como me toman del hombro. Miro al hombre como también mira hacia donde se fue mi tía y primo. —Tú estás a salvo y ellos ahora tienen el poder, Iris. — me explica Adom. —Papá...— un niño se acerca alanzado sus manos para que el hombre lo tome al hombro. —¿Otra vez vienen nosotros? — su pregunta hace que mis ojos se llenen de lágrimas. —No. — le contesto yo con seguridad y le sonrió aunque estoy a punto de llorar. —No lo permitiremos. Adom me miran sorprendido. pero llega a sonreír. Su niño asiente y mira el horizonte que esta oscuro decorado por las estrellas haciendo que su luz se refleje un poco en la arena. Cierro mis ojos concentrándome, solo necesito estar en un lugar que me sienta segura y que Anastasia piense que nunca iré. Un lugar que conoce quien soy... —Iris, puedes tomar uno de nuestros
Camino hacia la casa de madera maltratada, nadie la ha mantenido. Vuelvo a mirar el mar, quien diria que ir mas allá significa salir de las cinco naciones tal vez por eso no la han mantenido. Los recuerdos tocan la puerta de mi mente, locos por entrar y volverme loca. —Ahora si llegue... Mientras me acerco, a lo que era mi hogar cuando era niña, observo como el viento hace que la choza haga sonidos como si estuviera viva. Lo que era antes una madera limpia ahora es una madera negra y algo podrida. Doy un paso hacia las escaleras de la entrada haciendo que esta cruja, quejándose de lo vieja que esta. Al subir las escaleras miro el paisaje que rodea la choza y asiento. —Sí, me acuerdo de esta vista. — me digo a mi misma. Busco las llaves debajo de una tabla de madera, estas tienen un poco de moho. Paso mi pulgar por la llave sintiendo sus dientes para luego abrir la puerta con un movimiento ligero. Mientras abro la puerta de la casa, tambien se abre la puerta en mi
Jafet mira hacia donde estoy haciendo que mi sangre se congele. Esta hace una seña de que me vaya. Asiento, tomo el libro de mis historias favoritas y salgo por la puerta trasera. Corro lo más que puedo con mis dos libros. Miro hacia atrás para ver si me siguen. Pero como todo, por mirar hacia atrás uno no mira hacia adelante, así que caigo por un lugar rocoso. —¡Ah! — grito al caer en agua. Alejo lo más que puedo los libros para que no se hagan daños. Salgo del agua agitada y caigo sobre la poca arena que hay. Miro el cielo algo naranjado para luego mirar donde me encuentro. Una hermosa posa invade mi campo de vista, el agua se mueve con tranquilidad y es totalmente transparente. Noto todas las heridas que tienen mis brazos y cara. Concentro mi energía en mis manos y empiezo a curarme. Al pensar nuevamente en el libro y lo que decía, mi pecho me empieza a apretar y mi visión se vuelve borrosa. Termino de curarme y tomo el libro. —Quiero saber más... —susurro limpian
—Si tanto quieren estar en el sur, pues gocen del desierto. Los quiero en menos de una semana en la nación central, si no mando a mis lobos por ustedes y no será para salvarlos. — comenta tomándome con fuerza para luego lanzarme contra el suelo, se convierte en loba para dar a un aullido para abandonarnos en el desierto. Max nos mira sin saber que hacer, pero un gruñido de Anastasia lo hace darnos la espalda. De por si estuvimos tres días para que el lobo gris encontrara a la manada central. Imagínate ahora que no tengo un olfato tan especializado como el de Max. Jafet trata de usar su olfato, pero creo que los vampiros son buenos en solo buscar sangre. —Nada. — responde ya algo desesperado. —No te preocupes tarde o temprano tenemos que encontrar algún animal o algo. — sobo mis muñecas que fueran atadas el día anterior. Jafet se acerca para mirar mis muñecas, no he usado mi energía por si acaso si la necesito para algo peor. Su ardor se hace
—Entonces vine al sur para encontrar la familia de Sahara e informarles de su muerte. — termino de explicarle Jafet porque decidí ir al sur, suspiro tocando mis rodillas por los nervios de estar volando. —¿Por qué no me dijiste todo? — pregunta algo enojado, toma mis manos nerviosas y las envuelve con las suyas, me encojo de hombros. —Es mi problema… — me interrumpe. —Somos un equipo, aliados. — responde cortante, suspira pensando en algo. —No podemos confiar tanto en Max o tu familia. La lealtad de ellos va directa a Luna o a su manada y no es su culpa solo son así. — informa a lo que concuerdo con él. El ardor se hace un poco insoportable, pero el apoyo de Jafet me hace sentir segura. Puedo bajar un poco mi guardia con él. Sigo filtrando todo lo que pasé en el sur con el mitad vampiro. —Nunca he escuchado esa historia del lobo salvaje y su otra mitad. — comenta refiriéndose a lo que escuché decir a Adom, niega varias veces. —No le haría caso a eso, ahora
Toco mi corazón, nunca había escuchado ese término de corazón roto. ¿De verdad tengo otra mitad? Niego y me giro para enfrentarme a mi hogar. Ya puede esperar que lloren por mi para entregarme a Anastasia para un castigo. Suspiro y doy el primer paso, la puerta se abre para encontrar a mi padre con cara aliviada para echarse sobre mi y llorar. —¡Lo lograste! — exclama Peter emocionado para también acercarse a abrazarme, les correspondo el abrazo a ambos. —Claro que lo logró, estaba acompañada con el príncipe vampiro. — contesta Zack, el cual no respondo no tengo ánimos para ellos. —Eres tan valiente. — describe mi madre tomándome del rostro para mirarme con cariño. —Gracias. — agradezco. —Apestas a vampiro. — arruga su nariz la mujer a lo que suspiro mordiendo mi lengua para no alentarla a que vaya donde Anastasia para informar mi llegada. Alejo sus manos de mi rostro y paso por sus lados sin decir na
Es un sábado en la mañana, un día libre de clases y misiones. Un excelente día para dormir y no hacer nada. Pero todo se daña cuando escucho como tocan la puerta con fuerza y llena de emoción. Llevo tres meses sin hacer misiones peligrosas, gracia a Dios. Pero al escuchar las llamadas en la puerta me da indicio de que puede llar una misión que no deseo realizar en mi día libre. Dejo que pasen unos minutos para que mis padres o hermanos atiendan a la persona que está dañando mí mañana, pero nadie lo atiende. Parece que estoy sola en mi hogar. Me levanto con mi santa calma para bajar las escaleras. Abro la puerta y me encuentro con un Max sin camisa, lo miro seria y le cierro la puerta en la cara. —Oh vamos Iris, abre la puerta. — manda el próximo alfa del norte, le contesto con solo un bostezo. —Tengo algo que decirte, es muy interesante. —Primero que nada, son las 7 de la mañana de un sábado, segundo me levantas, tercero vienes medio des
Mi audición y mi olfato se concentran olores que no son de nuestra manada. La mano de Jafet unida a la mía demuestra que no me estoy equivocando que estamos en territorio de alguien más. Los ojos del mitad vampiro analizan el lugar donde nos encontramos y me hace una seña de que me ocupe de Max. Asiento, hago que salga una raíz entre el suelo rocoso para que tome el pie de Max para detener sus pasos. —Pero que... — Max empieza a quejarse, pero al mirarnos se calla. —Híbridos. — notifica Jafet frunciendo su ceño. —Tontos. — comenta el chico de ojos azules relajándose. —No son peligrosos a esta hora. —¿Te refieres a que no nos podamos convertir hasta la tarde, hijo del norte? — escucho como cuestiona una voz gruesa detrás de nosotros. Siento como se me pone la piel de gallina al sentir la presencia del hombre detrás de nosotros. Escucho como las rocas explotan tras el mandato de mi energía para que ataque al hí