Me envía otra foto. Dios, me quedo muda, la respiración agitada. En la imagen puedo ver mi foto en papel en su mano, cerca de su pene erecto, como si estuviera restregando mi propia cara contra él. Ahora me manda un video corto donde se masturba. Me levanto de golpe y voy al baño, asegurándome de q
Ambos nos esperan en el comedor. Mi rostro es una hoja en blanco, no dejo que nadie vea lo que siento. Me ubico junto a Thea, que empieza a comer sin inhibiciones. Margaret me observa con extrañeza, probablemente por mi ropa, mientras que Alaric no solo me mira, sino que parece devorarme con los oj
|Alaric Kaiser| —¿Dónde carajos está? —exigí, sin paciencia alguna—. ¡Habla de una vez, no tengo todo el día!. —En una cafetería, señor —contestó Tom, nervioso, con la voz temblorosa—. Está con su amiga. —¿Solas?. —No... señor. Sentí cómo la rabia me hervía por dentro, como un veneno. —¿Con q
—Señor —Gerd, por fin, tuvo la decencia de abrir la boca—. ¿Cree que la señorita está con alguien más? ¿Por eso está tan... molesto?. —Ella misma me lo confirmó —gruñí—. Esto ya se está pasando de la raya, Gerd. No solo me está metiendo ideas en la cabeza, puede que sea verdad. Ahora mismo está en
—No se atrevan a seguirme —les advertí, con voz dura—. Necesito hablar con ella, a solas. Dejé la amenaza en el aire y subí rápido detrás de ella. Llegué a su habitación lo más rápido que pude, y allí la encontré, entretenida con su teléfono. No me importaba una m****a lo que estuviera haciendo. Pe
—Cuidado —sentencio, dejando que mi voz se vuelva helada—. No juegues con fuego, Aisling. Estoy llegando a mi límite, y créeme, no quieres ver las consecuencias desastrosas. —No me amenaces —me responde con furia—. No tienes derechos sobre mí; los perdiste desde que trajiste a esa mujer aquí. Soy l
—Cállate —masculla, con furia en sus ojos. —¿Por qué? Sabes que te gusta esto —susurro contra sus labios—. Aunque tu boca me odie, tu cuerpo sigue siendo mío y lo desea como siempre. Ella me mira con odio, pero en sus ojos veo algo más, una chispa que delata su cuerpo. Aisling sigue empujándome co
|Aisling Renn| Salgo disparada como alma en pena, y lo primero que agarro del suelo antes de huir es mi teléfono roto. Corro por el pasillo a toda velocidad y, sin detenerme, bajo las escaleras que llevan al jardín trasero. Ya sin aliento, me dejo caer en la banca de afuera, donde el viento helad