—Cuidado —sentencio, dejando que mi voz se vuelva helada—. No juegues con fuego, Aisling. Estoy llegando a mi límite, y créeme, no quieres ver las consecuencias desastrosas. —No me amenaces —me responde con furia—. No tienes derechos sobre mí; los perdiste desde que trajiste a esa mujer aquí. Soy l
—Cállate —masculla, con furia en sus ojos. —¿Por qué? Sabes que te gusta esto —susurro contra sus labios—. Aunque tu boca me odie, tu cuerpo sigue siendo mío y lo desea como siempre. Ella me mira con odio, pero en sus ojos veo algo más, una chispa que delata su cuerpo. Aisling sigue empujándome co
|Aisling Renn| Salgo disparada como alma en pena, y lo primero que agarro del suelo antes de huir es mi teléfono roto. Corro por el pasillo a toda velocidad y, sin detenerme, bajo las escaleras que llevan al jardín trasero. Ya sin aliento, me dejo caer en la banca de afuera, donde el viento helad
—Sí… es demasiado bueno. —Vamos, Lin, anímate. No dejes que el imbécil de Alaric te afecte por lo que pasó en la mesa. Al fin y al cabo, siempre acaba detrás de ti, olvidando que tiene una prometida —me dice, intentando levantarme el ánimo mientras ambas nos ponemos de pie—. Durmamos un poco, que m
Con una mirada mordaz, Margaret lanza un vistazo a Aisling antes de esbozar una sonrisa forzada, fingiendo que nada ha pasado. Esa suavidad insoportable en su rostro vuelve, y todos empiezan a comer como si no acabáramos de presenciar una escena incómoda. Pero momentos después, sucede lo peor. No p
Ambas bajamos del auto, y tocamos el timbre de la casa. Thea sigue absorta en su teléfono, intentando sin éxito que su novio le responda. Una mujer adulta, de ojos curiosos y una calidez que tranquiliza, nos abre la puerta con una leve sonrisa. Nos observa de arriba a abajo, como tratando de adivin
—No quiero que me pidas disculpas, no has hecho nada malo —lo interrumpo rápidamente—. ¿Sabes? Pienso que, en parte, me merezco que haya jugado así conmigo, porque yo, sin querer, también te estaba haciendo daño a ti, aunque nunca fue intencional… solo que no dije las cosas a tiempo. —No digas eso
|Dorothea Weber| ¿Por qué no responde? Me cansé de hacerle llamadas, de enviarle mensajes, de buscarlo en cada rincón de mi celular, como si con cada intento fallido mi frustración creciera. No sirve de nada cuando él, por alguna razón, simplemente decide ignorarme. Me preocupo, una sensación de a