[...] |Artem Zaisetv| —Esto es una m****a —escupo, mirando con desgano el desastre que he creado. No he avanzado ni un milímetro. Sigo siendo un desastre ambulante. Roco suspira a mi lado, y puedo sentir cómo pasa una mano por su cara, como si estuviera a punto de hacer una declaración solemne
Tengo que evitar ese revoltijo de tripas que me da cada vez que va a los chequeos, y lo peor, todos quieren tocarla. Ni hombres ni mujeres desconocidas pueden hacerlo. Uno nunca sabe, las lesbianas están de moda, y no voy a dejar que nadie ponga las manos en lo que es mío. Reviso la sala con meticu
Porque, seamos honestos, no importa lo que diga. Ella quiere pelear. Quiere llorar. Y yo soy el villano perfecto para ambos. —¿Quieres follar? —pregunto, como un idiota. Es oficial, soy un genio del desastre. Pero no se me ocurre otra cosa. Ella ama el sexo, y durante estos meses me ha usado como
Arranco el motor y me incorporo a la carretera. Las luces de la ciudad brillan a lo lejos, y el cielo está cubierto de nubes oscuras que prometen tormenta. Perfecto. Como si la situación no fuera lo suficientemente incómoda, ahora tendré que lidiar con el mal tiempo. El único lugar abierto a esta h
Mi pecho se infla de algo que espero sea emoción y no un ataque de pánico. Es una niña. Una hermosa niña que ahora llora con toda la fuerza de alguien que ya sospecha que su padre no tiene idea de lo que hace. Durante el embarazo, Kukla insistió en no saber el sexo del bebé. “Quiero que sea sorpresa
|Aisling Renn| Tengo una amiga con un sentido del humor demasiado retorcido. Lleva una semana contándome lo doloroso que fue su parto, solo para asustarme. Sabe perfectamente que estoy esperando gemelos, mi primera vez enfrentando la maternidad, y la vida no me lo pone fácil. Alaric no pudo haber
—Lo tienes, Liebling. Todo estará bien. Estoy aquí contigo —me asegura, aunque su propia voz tiembla. En cuestión de minutos, estoy rodeada por manos que me ayudan a salir de la casa. Las contracciones no dan tregua, cada una más fuerte que la anterior. Mi mente está nublada por el dolor, pero me a
Alaric Kaiser bajó del avión con la elegancia de un hombre que estaba acostumbrado a dominar el mundo. Sus zapatos de cuero negro brillaban bajo la luz artificial de la pista mientras avanzaba hacia las dos hileras de hombres trajeados que lo esperaban con deferencia. Su cabello azabache, tan oscur