—No quiero que me pidas disculpas, no has hecho nada malo —lo interrumpo rápidamente—. ¿Sabes? Pienso que, en parte, me merezco que haya jugado así conmigo, porque yo, sin querer, también te estaba haciendo daño a ti, aunque nunca fue intencional… solo que no dije las cosas a tiempo. —No digas eso
|Dorothea Weber| ¿Por qué no responde? Me cansé de hacerle llamadas, de enviarle mensajes, de buscarlo en cada rincón de mi celular, como si con cada intento fallido mi frustración creciera. No sirve de nada cuando él, por alguna razón, simplemente decide ignorarme. Me preocupo, una sensación de a
Un escalofrío helado me recorre, golpeándome como un puño en el estómago. ¿Lo mató? ¿Se atrevió a ponerle un dedo encima? Mis manos empiezan a temblar con solo imaginarlo, el miedo clavándose en mí como un veneno que no me deja pensar con claridad. Respiro hondo, obligándome a calmarme. No puedo en
—¿Crees que voy a dejarte ir tan fácil? —gruñe en mi oreja, venenoso—. No te puse esta trampa solo para verte salir así como así, Kukla. Antes de que te vayas, permíteme meter mi necesitada polla en tu pequeño coño, ¿qué dices?. Su pecho sigue apretándose contra mi espalda, y aunque intento moverm
—Besas muy bien, Artem —le suelto con una sonrisa sarcástica—, pero sigues siendo un casado empedernido. Además, eres un atrevido de primera. No respetas ni los límites más básicos. Cuando intenta enderezarse, probablemente para matarme aquí mismo con sus propias manos, se detiene en seco, los ojos
Pero no me voy a rendir tan fácilmente. Miro a Artem, que parece disfrutar de cada segundo de este juego de poder, y aprieto los dientes. —Lo que no entiendes, Artem —digo con calma, aunque el nerviosismo me recorre por dentro—, es que aunque tengas a todos tus perros armados, tú no controlas nada
|Aisling Renn| Regresamos a la mansión. Desde que Thea fue a buscarme a casa de Marcus, ha estado extrañamente callada. Durante el trayecto, apenas cruzamos palabra, y cada vez que le pregunto si algo anda mal, me asegura que todo está bien. La dejo tranquila, porque nunca me ha gustado presionar
*** Despierto después de quedarme dormida junto a Thea, repasando los planes para los próximos días. Al levantarme, miro por la ventana; la noche ha cubierto el cielo con su manto oscuro. Bostezo, perezosa, y salgo de la habitación. Con la garganta seca, bajo a la cocina en busca de un vaso de agu