|Alaric Kaiser| —¿Dónde carajos está? —exigí, sin paciencia alguna—. ¡Habla de una vez, no tengo todo el día!. —En una cafetería, señor —contestó Tom, nervioso, con la voz temblorosa—. Está con su amiga. —¿Solas?. —No... señor. Sentí cómo la rabia me hervía por dentro, como un veneno. —¿Con q
—Señor —Gerd, por fin, tuvo la decencia de abrir la boca—. ¿Cree que la señorita está con alguien más? ¿Por eso está tan... molesto?. —Ella misma me lo confirmó —gruñí—. Esto ya se está pasando de la raya, Gerd. No solo me está metiendo ideas en la cabeza, puede que sea verdad. Ahora mismo está en
—No se atrevan a seguirme —les advertí, con voz dura—. Necesito hablar con ella, a solas. Dejé la amenaza en el aire y subí rápido detrás de ella. Llegué a su habitación lo más rápido que pude, y allí la encontré, entretenida con su teléfono. No me importaba una m****a lo que estuviera haciendo. Pe
—Cuidado —sentencio, dejando que mi voz se vuelva helada—. No juegues con fuego, Aisling. Estoy llegando a mi límite, y créeme, no quieres ver las consecuencias desastrosas. —No me amenaces —me responde con furia—. No tienes derechos sobre mí; los perdiste desde que trajiste a esa mujer aquí. Soy l
—Cállate —masculla, con furia en sus ojos. —¿Por qué? Sabes que te gusta esto —susurro contra sus labios—. Aunque tu boca me odie, tu cuerpo sigue siendo mío y lo desea como siempre. Ella me mira con odio, pero en sus ojos veo algo más, una chispa que delata su cuerpo. Aisling sigue empujándome co
|Aisling Renn| Salgo disparada como alma en pena, y lo primero que agarro del suelo antes de huir es mi teléfono roto. Corro por el pasillo a toda velocidad y, sin detenerme, bajo las escaleras que llevan al jardín trasero. Ya sin aliento, me dejo caer en la banca de afuera, donde el viento helad
—Sí… es demasiado bueno. —Vamos, Lin, anímate. No dejes que el imbécil de Alaric te afecte por lo que pasó en la mesa. Al fin y al cabo, siempre acaba detrás de ti, olvidando que tiene una prometida —me dice, intentando levantarme el ánimo mientras ambas nos ponemos de pie—. Durmamos un poco, que m
Con una mirada mordaz, Margaret lanza un vistazo a Aisling antes de esbozar una sonrisa forzada, fingiendo que nada ha pasado. Esa suavidad insoportable en su rostro vuelve, y todos empiezan a comer como si no acabáramos de presenciar una escena incómoda. Pero momentos después, sucede lo peor. No p