126. Antojos

|Dorothea Weber|

Volver a casa con el secreto del embarazo de Aisling atorado en mi garganta es lo peor del mundo, pero encontrar a mi tío Tito en la sala de estar, justo donde solía esperar antes, lo mejora todo.

Está sentado junto a mi padre, conversando sobre algo que no alcanzo a escuchar. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, y sin pensarlo dos veces, dejo caer el bolso que traía en la mano. Artem se queda atrás mientras yo corro hacia ellos.

—¡Tito! —exclamo con alegría. Ambos se giran al escucharme—. ¡Estás aquí!.

Me lanzo sobre él, abrazándolo con fuerza. La emoción de verlo nuevamente después de tanto tiempo me inunda. Desde el rescate no había sabido nada de él, y ahora, de repente, está aquí.

—¿Dónde has estado? —pregunto, separándome apenas para mirarlo a los ojos, lo único visible bajo la capucha y la mascarilla que lleva puesta—. ¿Por qué no habías venido a verme?.

—Hija, cariño —interviene mi padre desde detrás de nosotros—. Acabas de llegar. ¿No vas a saludarme? Dale un
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