Un dolor palpable, mucha ira, indignación, deseo de venganza, pero maldad desnuda y cruda, no veo eso en sus ojos.
Él se levanta y me cede un asiento, yo lo ocupo, los hombros medio escondidos, en espera de lo peor, los nervios tensos como las cuerdas de un violín, un silencio aterrador entre nosotros. Una mesa fue puesta con todos los tipos de golosinas, flores ornamentan el mantel delicado de lino. Nahan me observa y me sirve una taza de café, que llena bien a cierta distancia, y yo observo la taza como si en ese líquido caliente y oscuro yo pudiese vislumbrar mi futuro, pidiendo respuestas en silencio a Nahan.
—Bianca, toma tu café, no te voy a hacer ningún daño, por favor come.
Consigo, con voz trémula, preguntarle lo que quiero saber.
—¿Me vas a liberar o decidiste…?
No puedo completar la frase, ¿será que mi corazón es tan idiota? ¿Por qué continúa creyendo que todo va a terminar bien? ¿Será la esperanza, la muleta de los locos? Prefiero creer en el ser humano.
—No puedo liberarte, tú no vas volver para Qatar
Me levanto conmocionada y lo enfrento tratando de contener las lágrimas, comienzo a liberar el miedo, el grito que en años de pasividad insisto en contener. El rey Nahan no espere de mí la subordinación de un lindo corderito para el matadero. Yo voy a luchar, voy a gritar, él tiene que escucharme.
—Me tienes que escuchar, Nahan, ¿dónde está tu humanidad? ¿Tu alma? ¿Cómo puedes hacer esto conmigo? yo no tengo nada que ver con tus problemas, yo… yo… Déjame ir… déjame ir.
Nahan se levanta y me toma de los brazos en un sobresalto, él me sienta sobre la mesa de café y me rodea la cintura, yo me debato, golpeando sus hombros, inútilmente intentando mover esa pared de hombre, pero continúo con mi revuelta.
—Bianca, ¡detente ahora! Para, escúchame, escúchame. —Lo que iba a ser una discusión, un combate, toma otro rumbo… mis pechos oprimidos al pecho de Nahan, mis senos enrojeciéndose, sensibles al rozar su cuerpo, ¡Dios mío! ¿Qué es eso? Él hace mis cabellos hacia atrás, y nos miramos por varios minutos, su rostro está a centímetros del mío, los ojos castaños estrechándose en un gesto predatorio, como si quisiese devorarme entera. No sé decir lo que me movió primero, pero a nuestro alrededor hay tanta espera, un aura de sensualidad cruda y pungente se yergue envolviéndonos, avasalladora e irresistible. Yo cierro los ojos y él ordena con voz ronca—. Abre los ojos y escúchame—. Y así sus labios se posan en los míos como una brisa de primavera dulce y suave. Tan suave y tan perfecta es la boca de Nahan en la mía. Entreabro los labios, sorprendida, y él desliza la lengua dentro de mi boca, probándome en movimientos lánguidos, siento el calor de su lengua y jadeamos juntos, nuestros labios unidos en sincronía. Nunca fue tan perfecto, nadie nunca me besó así, con una entrega, un gusto y vicio mezclado con tesón, deseo y delicadeza. Como si mi boca fuese algo raro, precioso. Yo mordisqueo sus labios y él libera un gemido ronco, las manos descienden de mi nuca y recorren mi costado, dejándome destemplada. Después nos besamos más, un poco y todavía queremos más, Nahan mordisquea mis labios, entre gemidos y susurros contenidos. Sus ojos derramándose de calor, abrasando mi cuerpo entero. Mi sexo se hincha, implorando algo que no puedo tener, pero que aun así quiero más que nada, pruebo un poco más de esas sensaciones, sin pensar en el mañana—. No puedes irte, no puedo dejarte ir, no me odies, no te voy a hacer ningún daño, pero quiero que entiendas que tu lugar ahora es aquí, en Manama.
—Pero mi hermana, mi familia, yo habito en Brasil, mi lugar no es aquí Nahan.
—¡Shhh, no! No me puedo liberarte, eso no va a ser posible.
—¿Por qué no?
Porque preciso sentir nuevamente, preciso volver a ser persona, a ser un hombre, no esa cáscara llena de huesos y carne vacía. Porque tú me haces un ser menos miserable y soy un egoísta maldito que, después de perder a todos los que amaba, no desistí de vivir, seguí así, sabiendo que lo mejor era haber muerto con ellas. Yo quería tanto poder explicarle que el error de Jafar al secuestrarla trajo la alegría del destino para mis días. Yo no puedo dejarla ir porque ahora que probé su boca, percibí su olor, me volví cautivo, prisionero, sin voluntad alguna de liberarme. No puedo matarla, no quiero dejarla y no pretendo perderla.
ndo perderla.
—Porque no puedo. Eres mi invitada involuntaria, y así va a continuar siendo, acepta eso.
Me desvanezco en sus brazos y huyo, corro como si escapase del diablo, ¿por qué tuvo que besarme así?
Y lo peor de todo, ¿por qué yo todavía quiero más y también me asusta?
No sé qué pensar o decir, voy para mi cuarto y me tiro en la cama, perdida y asustada con todo el vaivén de mi vida.
¿Y si no me deja ir jamás? ¿Qué voy a hacer con mi vida? Busco las respuestas y no las encuentro.
Pasada casi media hora, la puerta de mi cuarto se abre y Nahan entra, equilibrando una bandeja de café con ambas manos. La coloca en la mesita de noche, me mira con las manos dentro de los bolsillos del pantalón y antes de dejarme sonríe nuevamente, completa:
—Come todo, más tarde hablaremos y no cierres la puerta.
—Sí, señor.
¡Dios! Yo no merezco este tormento, ella llamándome señor con la boca, haciendo un mohín de enojo me vuelve loco, preciso salir de aquí antes de que la asuste más de lo que ya he hecho.
Qué boca deliciosa, quiero besarla de nuevo, pero no puedo, no podemos y todavía así, quiero sentir el gusto de sus labios nuevamente,
Solo una vez más.
NAHANVoy caminando solo, camino medio perdido dentro de mi propio palacio sin saber con certeza qué hacer ni cómo actuar. Al final, ¿qué diablos me está pasando?Vagando por la casa, sin que me dé cuenta, ya estoy en la cocina, como un niño, procurando el apoyo de Thurayya.Thura es mi tía, fue mi niñera y nana, además de ser mi cocinera, ama de llaves y oreja ambulante en las horas que preciso y también cuando no quiero. Entro en la cocina y las tres cocineras se mueven despavoridas, así que cruzo la puerta. A veces esos protocolos me hinchan las pelotas. Ergo, lo acepto, intentando demostrarme alguna autoridad, aunque esté tan perdido, cruzo las manos en el pecho y les agradezco moviendo la cabeza.Jasmine se anticipa y devuelve el gesto, curvándose innecesariamente.—Buen día, majestad.—Buen día, Jasmine, Fatimah, Nair, ¿Dónde está Thurayya? Fátima da un paso al frente y balbucea intentando explicar, ¿por qué s
NAHANLlego hasta el inicio de la escalera y una fuerza intensa me impele a subir y hablar con Bianca. Yo todavía siento su calor embriagando mi lucidez, ¿Cómo es que pude besarla de aquella forma, casi tomándola en la mesa de café en la mañana? Y ella correspondió a mis besos, con el mismo furor.El mismo fuego, consumiéndonos a nosotros dos. Dos años solo… dos largos años de insomnio, de agitación, de miseria. Sin nunca más ser tocado por una mujer, viviendo día tras día en un amargo deseo de venganza, teniendo que convivir con mi cobardía, yo debería haber tenido valor y unirme a mi Amira, con sus cabellitos rizados como de un ángel. Pero yo fui débil, decidí sobrevivir para mi pueblo, para conducirlos, no fui lo suficientemente fuerte para acabar con todo.Voy al escritorio y tomo el juego de ajedrez, dirigiéndome al sótano. Salim y Armed están en la puerta, vigilando a Jafar, y yo pregunto indignado:—¿Pueden
NAHANElla huele a fresas y vainilla, percibo el suave aroma que se desprende de sus cabellos, de su piel y los hago a un lado para tener un mejor acceso a su cuello. Arrastro lentamente la lengua en la curva de su cuello, mordisqueando el lóbulo de su oreja, suave, la nuca fragante, ella huele tan bien, yo estoy perdido…Ella gime y jadea, yo también, los senos apretados contra mi pecho, los pezones enrojecidos me atormentan a través de la toalla.Busco con mis manos entre sus muslos, la piel tan suave, yo subo y bajo y llego hasta sus caderas, tan femeninas. Necesito estar dentro de su cuerpo, caliente, suave, tocarle me parece tan certero, tan perfecto, mi corazón descompasado, derramado en deseo y en algo más que no consigo nombrar… pero que me invade, me consume, es algo que me regocija, haciéndome sentir nuevamente vivo, de nuevo una persona, no esa cáscara de hombre, de macho, que todas las noches vaga po
BIANCANahan acaba de dejar mi cuarto, yo me miro en el espejo, todavía perdida por las sensaciones que experimenté por primera vez. Yo ya toqué mi cuerpo algunas veces, muy pocas, para ser realmente sincera, pero nunca fue así, tan intenso como ahora. Busco respuestas y no me consigo entender. Nahan me secuestró, me arrancó del seno de mi familia, por causa de su venganza personal, los sentimientos que debería sentir por él serían odio, ira, repulsión, no este deseo, esta necesidad visceral de tenerlo, de que él me haga suya. Siempre fui una chica pudorosa sexual y emocionalmente, las convicciones religiosas, rígidas de mi familia siempre me hicieron creer que la búsqueda del placer era algo feo, vulgar, sucio.Pero cuando estoy en los brazos de Nahan me siento tan bonita, deseada, completa. Me culpo y me avergüenzo, lo que siento por él, está mal, solo puede estar mal. Termino de vestirme y cuando estoy lista para s
BIANCATres días pasan como el viento y desde la mañana en que nos besamos, él evita encontrarme, solo llega tarde a casa tras los compromisos sin fin que parecen drenar todavía más sus fuerzas. Uno de esos días, lo encontré saliendo de una habitación, que después Thura me contó que es la oficina, con una almohada debajo del brazo y un aire de derrota desolador, él no está nada bien.Hoy es sábado y él me invita a hacerle compañía en el café de la mañana, la barba por hacer está cada vez más larga y las ojeras profundas denuncian que él no duerme hace días. Arrugas de expresión circundan sus ojos y labios, él rasga un pedazo de pan sirio, en silencio, toma una taza de café y luego otra, creo que es para mantenerse cuerdo, yo desisto de fingir que no estoy viendo su estado deplorable e indago:—¿Has dormido, Nahan? —Él niega sin mirarme y continúa bebiendo el café, el plato tiembla levemente en la palma de su mano.
PRÓLOGO Por Bianca MattosFinalmente, después de un viaje masacrante, en el que intenté disfrazar mi claustrofobia, el avión ha aterrizado en Qatar a las dos de la tarde. Desciendo en las escaleras mecánicas, todavía un poco vacilante, observando con cuidado si mi velo está en su lugar o si estoy vestida de manera discreta. Es la primera vez que salgo de Brasil. Infortunadamente, no conseguí permiso en el trabajo para asistir al casamiento de Brenda, pero después de mucho implorar a mi jefe en el Museo Nacional de UFRJ conseguí salir y no podía creer cuando Brenda dijo que mi cuñado pagaría los costos de mi viaje a Qatar. Todavía no lo conozco, pero creo que debe ser un tipo con una paciencia de Job para poder aguantar las travesuras de mi hermana, estoy segura que es un hombre con una calma tibetana. Pero ellos merecen esa felicidad. Solo sé lo mucho que mis oídos escucharon los lamentos de Brenda por el difícil carác
Ellos me arrancan del automóvil, colocándome una capucha negra en la cabeza y me arrastran para adentro de su automóvil. Siento que alguien aprieta mi brazo, un pinchazo incómodo como el de una inyección y después, estoy vencida.El sueño profundo y la nada.Recibo ahora un mensaje en el celular, está bien que fueran puntuales, detesto esperar. Todos los pasos están transcurriendo de acuerdo a lo que planeé. El avión dentro de poco aterrizará en Manama y estoy listo para llevar a cabo mi venganza con esa familia de asesinos. Karim Omar, antiguo rey de Qatar, ese gusano infeliz va a pagar por todas las atrocidades que él hace. Nuestros países antes eran aliados, teníamos intereses en común, el petróleo nos unió para reunir fuerzas. Pero todo se transformó en una sucesión de desgracias desde que el Sheikh Karim negó el atentado con bomba que mató a mi familia. Después de muchas investigaciones, está claro que él fue el que ordenó ese crimen. Entonces, yo actúo como se espera de un c
Espera, el sujeto acaba de llamarlo Majestad, ¿Qué está sucediendo aquí? —¿Por qué él te llamó majestad?Él me mira con sarcasmo irritante y casi sonríe.—Pensé que ustedes los occidentales eran más inteligentes. Es obvio, ¿por qué alguien sería llamado majestad? Hoy estoy generoso, te voy a dar tres opciones. Opción uno: Porque soy un conserje de la Mezquita. Opción dos: Un mercader de tapetes voladores. Ah, tal vez sea el propio Aladino. Soy el rey de este país, Nahan Zayn Asi Tarif. Y llevarla a su casa en Qatar no va a ser posible, usted está en Manama, no en Bahréin. ¡Cielos! Él es el rey de este país, yo nunca escuché hablar de ese lugar, ¿dónde está? ¿Está cerca de Qatar? Estoy presa aquí con este sujeto psicótico, amenaza con matarme y yo no sé por qué voy a morir. Cómo es la vida irónica. Yo nazco y soy criada en Río de Janeiro, donde está las favelas más peligrosas del país y la primera vez que dejo Brasil, moriré en este lugar completamente desconocido, y mi querida her