CAPÍTULO 4

BIANCA

Muevo mi cuerpo lentamente en suaves sábanas y mi piel se estremece al sentir el satén, que acaricia mi cuerpo. Abro los ojos, fantaseando que la noche anterior no pasó de una loca pesadilla y cuando tomo valor, me elevo en los codos, miro hacia el sofá y veo que todo lo que viví fue la más pura realidad. 

Yo fui secuestrada por un rey de un país que nunca supe siquiera que existía, él es, sin sombra de dudas, el hombre más guapo que yo he visto en mi vida y todo eso ya sería bastante extraño, si no fuese porque dicho sujeto me estaba observando con la cara más tranquila del mundo, después de haberme dicho, antes de dormir, que mis días estaban contados.

Él me mira cauteloso y percibo que ya tomó un baño y se arregló. 

Sus cabellos todavía están húmedos, lo que me trae deseos de averiguar si están tan suaves como imagino, y las ropas tradicionales de ayer, dieron lugar a un traje de tres piezas color plomo, de un corte perfecto.

Los zapatos de piel italiana y la corbata azul celeste le dan un aire contemporáneo, cosmopolita, de hombre de negocios, bien diferente a su figura un aire casi irreal comparado con quien fui presentada ayer.

Y yo sinceramente no sé decir si él sea más irresistible con ropas típicas o en ese traje que arranca suspiros. Creo que, sobre todo, ese amigo es intrigante hasta los huesos y punto final.

Nahan se aproxima y se sienta en el borde de mi cama, haciéndome estremecer con su súbita proximidad. Ahora que él está cerca su aroma delicioso de hombre toma completamente mi sistema, percibo que estamos solos, encerrados en un cuarto y nos miramos como si coqueteáramos uno al otro.

—Buen día, Bianca.

Yo abro la boca, pensando en cómo debo, en realidad, llamarlo, desisto y me detengo. Él percibe mi duda y casi puedo ver en su rostro una leve sonrisa. Intento ser cortés, ¿quién sabe si el desista de acabar con mi vida si es que conquisto su simpatía? Preciso jugar todas las cartas a mi favor, esa sombra de una sonrisa puede ser algo positivo para mí, al final de cuentas.

—Buen día, Rey, su Majestad. 

—Él levanta la ceja, curioso, y me mira con aire divertido.

—¿Rey?, ¿su Majestad? Es mucho para un simple hombre. Llámeme Nahah, sólo Nahan, Bianca. 

—Nahan, escuché decir que los nombres árabes tienen significados interesantes, ¿cuál es el significado de su nombre?

Él se aproxima más y yo me siento en la cama, tomando una sábana para cubrir la curva de los senos, que yo percibí que me miraba a escondidas. Nahan pregunta, intentando parecer serio:

—¿Promete no reírse?

Asiento y él me explica esperando mi reacción.

—Dulce como la miel.

—¿Qué? ¿Cómo?

—Yo era un bebé, ¡Oiga! Mi madre no imaginaba que me volvería un hombre medio difícil, vamos a decirlo así. 

Continúo mirándolo, intentando descubrir en qué sótano esconde Nahan esa dulzura, en qué esquina de su vida la crudeza, y la brutalidad se la llevaron.

—No parece tener que ver mucho con el señor.

—No me haga sentir un viejo bobo, yo solo tengo 34 años Bianca, no me trates de usted. A propósito, yo todavía no tomo café. Jafar trajo unas prendas que te doy ahora, están en el closet. Toma un baño y vístete algo ligero, estaré esperándote en la sala de estar.

¿Por qué está siendo tan educado y solícito, ya dejó claro que me usará para alguna venganza contra la familia de Hassan?, ¿cuál era su real intención en ser un hombre gentil? Mucho extraña esa actitud de Nahan. Primero viene con eso de cafecito por la mañana, a continuación ¿qué? ¿Sesión de tortura conmigo? Yo no lo creo, prefiero quedarme aquí en la habitación. 

—Yo prefiero quedarme en el cuarto, si el señor, quiero decir, si no te importa, Nahan.

—Sí, me importa. Claro que me importa. Estaré esperándote, no pienses en huir, el castillo está cercado de guardias por todos lados, uno de ellos te acompañará, te aguardo en la sala de estar. 

Nahan no me da tiempo de argumentar, sale dejándome con la duda, al final ¿Qué es lo que quiere este hombre detrás de mí? 

Creo que la mejor actitud es mantenerlo calmado, quién sabe, tal vez me devuelve con Brenda antes de lo pensado. Aprovecho que él salió y yo voy hasta el closet, casi del tamaño de mi apartamento en Vila Isabel. 

Veo cuál bendita ropa voy a usar y cuando abro las puertas corredizas, encuentro un monte de ropas femeninas en tubos bien acomodadas, mira la ropa y toda tiene etiqueta, todo tan ostentoso, tan caro que me pregunto. ¿Por qué dar ropa a una mujer si pretendes matarla? Eso, es tan absurdo, prefiero olvidarme y pensar que todo es solo un mal entendido. 

Tomo un vestido verde de tirantes, hasta la altura de las rodillas, vaporoso, con un escote sensual, aunque discreto. Voy hasta el baño y miro una tina de baño inmensa, con grifos dorados en forma de pez, cada espuma de baño es más fragante que la anterior. 

Pero, como Nahan me está esperando para el café, decido tomar una ducha rápida y guardar el baño en tina para después. Mis cabellos están todavía húmedos y yo los mantengo sueltos. Por fin, calzo unas sandalias delicadas. 

Estoy lista para encarar lo que venga. No sé para qué me miento de esa manera, ¡descaradamente!

miento de esa manera, ¡descaradamente! 

Casi me olvido del miedo por venir, pero preciso mantener el control, luchar con las mejores armas que tenga con el factor de la suerte. Así que salgo de la habitación, soy conducida por un guardia silencioso y con ceño fruncido.

Por más que tema a Nahan, al observarlo en cuanto entro en la sala de estar, no consigo ver crueldad en su mirar. 

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