BIANCA
Muevo mi cuerpo lentamente en suaves sábanas y mi piel se estremece al sentir el satén, que acaricia mi cuerpo. Abro los ojos, fantaseando que la noche anterior no pasó de una loca pesadilla y cuando tomo valor, me elevo en los codos, miro hacia el sofá y veo que todo lo que viví fue la más pura realidad.
Yo fui secuestrada por un rey de un país que nunca supe siquiera que existía, él es, sin sombra de dudas, el hombre más guapo que yo he visto en mi vida y todo eso ya sería bastante extraño, si no fuese porque dicho sujeto me estaba observando con la cara más tranquila del mundo, después de haberme dicho, antes de dormir, que mis días estaban contados.
Él me mira cauteloso y percibo que ya tomó un baño y se arregló.
Sus cabellos todavía están húmedos, lo que me trae deseos de averiguar si están tan suaves como imagino, y las ropas tradicionales de ayer, dieron lugar a un traje de tres piezas color plomo, de un corte perfecto.
Los zapatos de piel italiana y la corbata azul celeste le dan un aire contemporáneo, cosmopolita, de hombre de negocios, bien diferente a su figura un aire casi irreal comparado con quien fui presentada ayer.
Y yo sinceramente no sé decir si él sea más irresistible con ropas típicas o en ese traje que arranca suspiros. Creo que, sobre todo, ese amigo es intrigante hasta los huesos y punto final.
Nahan se aproxima y se sienta en el borde de mi cama, haciéndome estremecer con su súbita proximidad. Ahora que él está cerca su aroma delicioso de hombre toma completamente mi sistema, percibo que estamos solos, encerrados en un cuarto y nos miramos como si coqueteáramos uno al otro.
—Buen día, Bianca.
Yo abro la boca, pensando en cómo debo, en realidad, llamarlo, desisto y me detengo. Él percibe mi duda y casi puedo ver en su rostro una leve sonrisa. Intento ser cortés, ¿quién sabe si el desista de acabar con mi vida si es que conquisto su simpatía? Preciso jugar todas las cartas a mi favor, esa sombra de una sonrisa puede ser algo positivo para mí, al final de cuentas.
—Buen día, Rey, su Majestad.
—Él levanta la ceja, curioso, y me mira con aire divertido.
—¿Rey?, ¿su Majestad? Es mucho para un simple hombre. Llámeme Nahah, sólo Nahan, Bianca.
—Nahan, escuché decir que los nombres árabes tienen significados interesantes, ¿cuál es el significado de su nombre?
Él se aproxima más y yo me siento en la cama, tomando una sábana para cubrir la curva de los senos, que yo percibí que me miraba a escondidas. Nahan pregunta, intentando parecer serio:
—¿Promete no reírse?
Asiento y él me explica esperando mi reacción.
—Dulce como la miel.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Yo era un bebé, ¡Oiga! Mi madre no imaginaba que me volvería un hombre medio difícil, vamos a decirlo así.
Continúo mirándolo, intentando descubrir en qué sótano esconde Nahan esa dulzura, en qué esquina de su vida la crudeza, y la brutalidad se la llevaron.
—No parece tener que ver mucho con el señor.
—No me haga sentir un viejo bobo, yo solo tengo 34 años Bianca, no me trates de usted. A propósito, yo todavía no tomo café. Jafar trajo unas prendas que te doy ahora, están en el closet. Toma un baño y vístete algo ligero, estaré esperándote en la sala de estar.
¿Por qué está siendo tan educado y solícito, ya dejó claro que me usará para alguna venganza contra la familia de Hassan?, ¿cuál era su real intención en ser un hombre gentil? Mucho extraña esa actitud de Nahan. Primero viene con eso de cafecito por la mañana, a continuación ¿qué? ¿Sesión de tortura conmigo? Yo no lo creo, prefiero quedarme aquí en la habitación.
—Yo prefiero quedarme en el cuarto, si el señor, quiero decir, si no te importa, Nahan.
—Sí, me importa. Claro que me importa. Estaré esperándote, no pienses en huir, el castillo está cercado de guardias por todos lados, uno de ellos te acompañará, te aguardo en la sala de estar.
Nahan no me da tiempo de argumentar, sale dejándome con la duda, al final ¿Qué es lo que quiere este hombre detrás de mí?
Creo que la mejor actitud es mantenerlo calmado, quién sabe, tal vez me devuelve con Brenda antes de lo pensado. Aprovecho que él salió y yo voy hasta el closet, casi del tamaño de mi apartamento en Vila Isabel.
Veo cuál bendita ropa voy a usar y cuando abro las puertas corredizas, encuentro un monte de ropas femeninas en tubos bien acomodadas, mira la ropa y toda tiene etiqueta, todo tan ostentoso, tan caro que me pregunto. ¿Por qué dar ropa a una mujer si pretendes matarla? Eso, es tan absurdo, prefiero olvidarme y pensar que todo es solo un mal entendido.
Tomo un vestido verde de tirantes, hasta la altura de las rodillas, vaporoso, con un escote sensual, aunque discreto. Voy hasta el baño y miro una tina de baño inmensa, con grifos dorados en forma de pez, cada espuma de baño es más fragante que la anterior.
Pero, como Nahan me está esperando para el café, decido tomar una ducha rápida y guardar el baño en tina para después. Mis cabellos están todavía húmedos y yo los mantengo sueltos. Por fin, calzo unas sandalias delicadas.
Estoy lista para encarar lo que venga. No sé para qué me miento de esa manera, ¡descaradamente!
miento de esa manera, ¡descaradamente!
Casi me olvido del miedo por venir, pero preciso mantener el control, luchar con las mejores armas que tenga con el factor de la suerte. Así que salgo de la habitación, soy conducida por un guardia silencioso y con ceño fruncido.
Por más que tema a Nahan, al observarlo en cuanto entro en la sala de estar, no consigo ver crueldad en su mirar.
Un dolor palpable, mucha ira, indignación, deseo de venganza, pero maldad desnuda y cruda, no veo eso en sus ojos. Él se levanta y me cede un asiento, yo lo ocupo, los hombros medio escondidos, en espera de lo peor, los nervios tensos como las cuerdas de un violín, un silencio aterrador entre nosotros. Una mesa fue puesta con todos los tipos de golosinas, flores ornamentan el mantel delicado de lino. Nahan me observa y me sirve una taza de café, que llena bien a cierta distancia, y yo observo la taza como si en ese líquido caliente y oscuro yo pudiese vislumbrar mi futuro, pidiendo respuestas en silencio a Nahan.—Bianca, toma tu café, no te voy a hacer ningún daño, por favor come.Consigo, con voz trémula, preguntarle lo que quiero saber. —¿Me vas a liberar o decidiste…?No puedo completar la frase, ¿será que mi corazón es tan idiota? ¿Por qué continúa creyendo que todo va a terminar bien? ¿Será la esperanza, la muleta de los locos? Prefiero creer en el ser humano. —No puedo liber
NAHANVoy caminando solo, camino medio perdido dentro de mi propio palacio sin saber con certeza qué hacer ni cómo actuar. Al final, ¿qué diablos me está pasando?Vagando por la casa, sin que me dé cuenta, ya estoy en la cocina, como un niño, procurando el apoyo de Thurayya.Thura es mi tía, fue mi niñera y nana, además de ser mi cocinera, ama de llaves y oreja ambulante en las horas que preciso y también cuando no quiero. Entro en la cocina y las tres cocineras se mueven despavoridas, así que cruzo la puerta. A veces esos protocolos me hinchan las pelotas. Ergo, lo acepto, intentando demostrarme alguna autoridad, aunque esté tan perdido, cruzo las manos en el pecho y les agradezco moviendo la cabeza.Jasmine se anticipa y devuelve el gesto, curvándose innecesariamente.—Buen día, majestad.—Buen día, Jasmine, Fatimah, Nair, ¿Dónde está Thurayya? Fátima da un paso al frente y balbucea intentando explicar, ¿por qué s
NAHANLlego hasta el inicio de la escalera y una fuerza intensa me impele a subir y hablar con Bianca. Yo todavía siento su calor embriagando mi lucidez, ¿Cómo es que pude besarla de aquella forma, casi tomándola en la mesa de café en la mañana? Y ella correspondió a mis besos, con el mismo furor.El mismo fuego, consumiéndonos a nosotros dos. Dos años solo… dos largos años de insomnio, de agitación, de miseria. Sin nunca más ser tocado por una mujer, viviendo día tras día en un amargo deseo de venganza, teniendo que convivir con mi cobardía, yo debería haber tenido valor y unirme a mi Amira, con sus cabellitos rizados como de un ángel. Pero yo fui débil, decidí sobrevivir para mi pueblo, para conducirlos, no fui lo suficientemente fuerte para acabar con todo.Voy al escritorio y tomo el juego de ajedrez, dirigiéndome al sótano. Salim y Armed están en la puerta, vigilando a Jafar, y yo pregunto indignado:—¿Pueden
NAHANElla huele a fresas y vainilla, percibo el suave aroma que se desprende de sus cabellos, de su piel y los hago a un lado para tener un mejor acceso a su cuello. Arrastro lentamente la lengua en la curva de su cuello, mordisqueando el lóbulo de su oreja, suave, la nuca fragante, ella huele tan bien, yo estoy perdido…Ella gime y jadea, yo también, los senos apretados contra mi pecho, los pezones enrojecidos me atormentan a través de la toalla.Busco con mis manos entre sus muslos, la piel tan suave, yo subo y bajo y llego hasta sus caderas, tan femeninas. Necesito estar dentro de su cuerpo, caliente, suave, tocarle me parece tan certero, tan perfecto, mi corazón descompasado, derramado en deseo y en algo más que no consigo nombrar… pero que me invade, me consume, es algo que me regocija, haciéndome sentir nuevamente vivo, de nuevo una persona, no esa cáscara de hombre, de macho, que todas las noches vaga po
BIANCANahan acaba de dejar mi cuarto, yo me miro en el espejo, todavía perdida por las sensaciones que experimenté por primera vez. Yo ya toqué mi cuerpo algunas veces, muy pocas, para ser realmente sincera, pero nunca fue así, tan intenso como ahora. Busco respuestas y no me consigo entender. Nahan me secuestró, me arrancó del seno de mi familia, por causa de su venganza personal, los sentimientos que debería sentir por él serían odio, ira, repulsión, no este deseo, esta necesidad visceral de tenerlo, de que él me haga suya. Siempre fui una chica pudorosa sexual y emocionalmente, las convicciones religiosas, rígidas de mi familia siempre me hicieron creer que la búsqueda del placer era algo feo, vulgar, sucio.Pero cuando estoy en los brazos de Nahan me siento tan bonita, deseada, completa. Me culpo y me avergüenzo, lo que siento por él, está mal, solo puede estar mal. Termino de vestirme y cuando estoy lista para s
BIANCATres días pasan como el viento y desde la mañana en que nos besamos, él evita encontrarme, solo llega tarde a casa tras los compromisos sin fin que parecen drenar todavía más sus fuerzas. Uno de esos días, lo encontré saliendo de una habitación, que después Thura me contó que es la oficina, con una almohada debajo del brazo y un aire de derrota desolador, él no está nada bien.Hoy es sábado y él me invita a hacerle compañía en el café de la mañana, la barba por hacer está cada vez más larga y las ojeras profundas denuncian que él no duerme hace días. Arrugas de expresión circundan sus ojos y labios, él rasga un pedazo de pan sirio, en silencio, toma una taza de café y luego otra, creo que es para mantenerse cuerdo, yo desisto de fingir que no estoy viendo su estado deplorable e indago:—¿Has dormido, Nahan? —Él niega sin mirarme y continúa bebiendo el café, el plato tiembla levemente en la palma de su mano.
PRÓLOGO Por Bianca MattosFinalmente, después de un viaje masacrante, en el que intenté disfrazar mi claustrofobia, el avión ha aterrizado en Qatar a las dos de la tarde. Desciendo en las escaleras mecánicas, todavía un poco vacilante, observando con cuidado si mi velo está en su lugar o si estoy vestida de manera discreta. Es la primera vez que salgo de Brasil. Infortunadamente, no conseguí permiso en el trabajo para asistir al casamiento de Brenda, pero después de mucho implorar a mi jefe en el Museo Nacional de UFRJ conseguí salir y no podía creer cuando Brenda dijo que mi cuñado pagaría los costos de mi viaje a Qatar. Todavía no lo conozco, pero creo que debe ser un tipo con una paciencia de Job para poder aguantar las travesuras de mi hermana, estoy segura que es un hombre con una calma tibetana. Pero ellos merecen esa felicidad. Solo sé lo mucho que mis oídos escucharon los lamentos de Brenda por el difícil carác
Ellos me arrancan del automóvil, colocándome una capucha negra en la cabeza y me arrastran para adentro de su automóvil. Siento que alguien aprieta mi brazo, un pinchazo incómodo como el de una inyección y después, estoy vencida.El sueño profundo y la nada.Recibo ahora un mensaje en el celular, está bien que fueran puntuales, detesto esperar. Todos los pasos están transcurriendo de acuerdo a lo que planeé. El avión dentro de poco aterrizará en Manama y estoy listo para llevar a cabo mi venganza con esa familia de asesinos. Karim Omar, antiguo rey de Qatar, ese gusano infeliz va a pagar por todas las atrocidades que él hace. Nuestros países antes eran aliados, teníamos intereses en común, el petróleo nos unió para reunir fuerzas. Pero todo se transformó en una sucesión de desgracias desde que el Sheikh Karim negó el atentado con bomba que mató a mi familia. Después de muchas investigaciones, está claro que él fue el que ordenó ese crimen. Entonces, yo actúo como se espera de un c