PRÓLOGO
Por Bianca Mattos
Finalmente, después de un viaje masacrante, en el que intenté disfrazar mi claustrofobia, el avión ha aterrizado en Qatar a las dos de la tarde.
Desciendo en las escaleras mecánicas, todavía un poco vacilante, observando con cuidado si mi velo está en su lugar o si estoy vestida de manera discreta.
Es la primera vez que salgo de Brasil. Infortunadamente, no conseguí permiso en el trabajo para asistir al casamiento de Brenda, pero después de mucho implorar a mi jefe en el Museo Nacional de UFRJ conseguí salir y no podía creer cuando Brenda dijo que mi cuñado pagaría los costos de mi viaje a Qatar.
Todavía no lo conozco, pero creo que debe ser un tipo con una paciencia de Job para poder aguantar las travesuras de mi hermana, estoy segura que es un hombre con una calma tibetana.
Pero ellos merecen esa felicidad. Solo sé lo mucho que mis oídos escucharon los lamentos de Brenda por el difícil carácter de Youssef.
Nosotras siempre fuimos muy diferentes. Mi hermana mayor es un ejemplo de mujer resuelta, desapegada y vibrante.
¡Yo deseaba tanto ser así!
Me avergüenzo de hablar incluso delante del espejo. Una arqueóloga graduada con honores, la mejor de mi clase, veintitrés años de edad, bonita y ¿¡todavía virgen!? Dentro de poco me convertiré en una aberración, un objeto de estudio científico.
La verdad es que siento pavor cuando estoy delante de los hombres, simplemente no sé cómo actuar o qué decir. Ese juego de seducción tan excitante fue hecho para las tigresas, yo soy más parecida a una liebre trémula y asustada.
Las puertas de la salida del aeropuerto se abren y recibo una bocanada de aire caliente de esta tierra cálida. Veo a unos diez metros, a un hombre alto con un traje gris, muy agradable y sonriente.
Él sostiene un letrero con mi nombre escrito. Me presento agradeciendo con la cabeza, estudié las costumbres locales y sé que las demostraciones públicas de afecto no son muy bien venidas en el Oriente Medio.
—Marhaban, ¿La señorita es Bianca Mattos?
—Sí, yo misma.
—Un placer en conocerla, yo soy Youssef, esposo de su hermana Brenda.
Yo le ofrezco una sonrisa a medias y soy conducida hasta un Jeep Cherokee, yendo al encuentro de Brenda, que me espera en la casa de Antonia.
Antonia, Brenda y yo siempre fuimos amigas inseparables. Tonia siempre tuvo más afinidad con mi hermana, pero cuando necesitaba de un consejo sensato, era a mí a quien ella recurría, los numeritos y arrebatos los dejo para Brenda, a mí me gusta tener los pies bien colocados en el suelo.
Soy recibida por Antonia y por su marido, el Sheikh Hafiq.
Ella está todavía más bonita y ahora busco a Brenda, saltando como una loca cuando me ve, imagino que deben tener algún elemento químico en el agua de esta tierra que hace a las mujeres verse más bonitas y felices.
Las dos parecen estar bien, lindas y delgadas, sin esa arruga de expresión en la frente que yo siempre tengo. Quién sabe si un día yo también aprenderé a relajarme un poco y dejar que la vida me lleve, sin debatirme como un animal arrinconado.
Estoy hospedada en la casa de los Hassan, ya que la casa de Brenda está en construcción, están reformando un cuarto para la madre de Youssef y otro para el hijo que aún no llega. O quién sabe si ya está en camino y Brenda todavía no tiene el valor para contarme.
Antonia y Sheikh Hafiq están preparando una comida para celebrar mi llegada.
Hace mucho que no me sentía tan relajada en un lugar.
Después de romper el compromiso con Miguel, creo que es la primera vez que tengo una buena noche de sueño.
El Sheikh Hafiq dispuso de dos de sus guardias para acompañarme en un paseo y, en este preciso momento, circulo por la ciudad en carro oficial del Gobierno de Qatar.
Él fue extremadamente gentil, pero ir escoltada es completamente innecesario, sin embargo, para no verme grosera, decido aceptar su hospitalidad.
Aprovecho el día libre para la compra de antigüedades en el centro de Doha.
Doha es una ciudad muy interesante, repleta de monumentos milenarios, para una arqueóloga este lugar es un parque de diversiones, lamentablemente, creo que no tendré tiempo para profundizar mi visita a ciertas tiendas, quería tomar fotos, ir a más museos y bibliotecas para revisar algunos documentos antiguos.
Me detengo en una casa de té y dos hombres mal encarados susurran y me miran, deben haberme confundido con alguien, pienso que es mejor que me vaya.
Cuando estamos en el camino de vuelta, Thomas, el guardia de seguridad, saca mi alma de mi cuerpo cuando me dice:
—Señorita, no quiere que entre en pánico, pero tendré que tomar un atajo, creo que estamos siendo seguidos.
Veo hacia atrás y hay dos carros negros siguiéndonos.
Comienzo a sudar frío, pero logro controlarme, si no, será peor, puede ser impresión de Thomas.
Los últimos minutos se desarrollan como un filme de acción, lo más terrible es que yo soy el personaje principal.
Uno de los automóviles rebasó aquel en el que estamos y cierra el camino en la calle.
Thomas tiene que frenar, haciendo que el automóvil en el que estamos derrape en medio del camino.
Tres hombres encapuchados salen del auto y apuntan armas hacia nosotros.
Dios mío, no es impresión de Thomas, estamos atrapados.
Ellos sacan a Thomas del automóvil, golpeándolo con la culata en su nuca.
Él cae desmayado.
Yo comienzo a gritar por socorro, grito y corro sin conseguir calmar mis labios, los dientes baten entre sí sin parar.
Mi mente gira en torno a tres palabras que martillan mi pensamiento como un mantra diabólico.
VOY A MORIR, VOY A MORIR…
Marhaban – Hola (saludo coloquial árabe)
Ellos me arrancan del automóvil, colocándome una capucha negra en la cabeza y me arrastran para adentro de su automóvil. Siento que alguien aprieta mi brazo, un pinchazo incómodo como el de una inyección y después, estoy vencida.El sueño profundo y la nada.Recibo ahora un mensaje en el celular, está bien que fueran puntuales, detesto esperar. Todos los pasos están transcurriendo de acuerdo a lo que planeé. El avión dentro de poco aterrizará en Manama y estoy listo para llevar a cabo mi venganza con esa familia de asesinos. Karim Omar, antiguo rey de Qatar, ese gusano infeliz va a pagar por todas las atrocidades que él hace. Nuestros países antes eran aliados, teníamos intereses en común, el petróleo nos unió para reunir fuerzas. Pero todo se transformó en una sucesión de desgracias desde que el Sheikh Karim negó el atentado con bomba que mató a mi familia. Después de muchas investigaciones, está claro que él fue el que ordenó ese crimen. Entonces, yo actúo como se espera de un c
Espera, el sujeto acaba de llamarlo Majestad, ¿Qué está sucediendo aquí? —¿Por qué él te llamó majestad?Él me mira con sarcasmo irritante y casi sonríe.—Pensé que ustedes los occidentales eran más inteligentes. Es obvio, ¿por qué alguien sería llamado majestad? Hoy estoy generoso, te voy a dar tres opciones. Opción uno: Porque soy un conserje de la Mezquita. Opción dos: Un mercader de tapetes voladores. Ah, tal vez sea el propio Aladino. Soy el rey de este país, Nahan Zayn Asi Tarif. Y llevarla a su casa en Qatar no va a ser posible, usted está en Manama, no en Bahréin. ¡Cielos! Él es el rey de este país, yo nunca escuché hablar de ese lugar, ¿dónde está? ¿Está cerca de Qatar? Estoy presa aquí con este sujeto psicótico, amenaza con matarme y yo no sé por qué voy a morir. Cómo es la vida irónica. Yo nazco y soy criada en Río de Janeiro, donde está las favelas más peligrosas del país y la primera vez que dejo Brasil, moriré en este lugar completamente desconocido, y mi querida her
NAHAN— Jafar, prosigue! Sin palabras dulces, tengo una venganza qué planear y una noche insomne por delante. —Esa joven estaba en un vehículo oficial del Gobierno de Qatar, acompañada de un agente de seguridad, todo eso los llevó a creer que se trataba de un miembro de la familia real, hizo pensar a mis hombres que ella era la reina. Ellos la siguieron y la trajeron, pero es una amiga de la reina Antonia.—¿Qué dices, Jafar? ¿El resumen de esa operación es que secuestraron a la mujer equivocada, es eso lo que me quieres decir?—Sí, mi rey, yo lo supe hace poco, ellos la confundieron con la reina Antonia y ahora no sé qué hacer. —Luego te digo lo que se debe hacer, de preferencia, tome una cuerda bien gruesa.Jafar abre los ojos hacia donde estoy, veo sus manos temblar, si él no fuese mi primo, seguro que yo mismo lo hago colgar de las bolas en medio del salón de baile.— Mi rey. — Nada más, si yo fuese su rey,
BIANCAMuevo mi cuerpo lentamente en suaves sábanas y mi piel se estremece al sentir el satén, que acaricia mi cuerpo. Abro los ojos, fantaseando que la noche anterior no pasó de una loca pesadilla y cuando tomo valor, me elevo en los codos, miro hacia el sofá y veo que todo lo que viví fue la más pura realidad. Yo fui secuestrada por un rey de un país que nunca supe siquiera que existía, él es, sin sombra de dudas, el hombre más guapo que yo he visto en mi vida y todo eso ya sería bastante extraño, si no fuese porque dicho sujeto me estaba observando con la cara más tranquila del mundo, después de haberme dicho, antes de dormir, que mis días estaban contados.Él me mira cauteloso y percibo que ya tomó un baño y se arregló. Sus cabellos todavía están húmedos, lo que me trae deseos de averiguar si están tan suaves como imagino, y las ropas tradicionales de ayer, dieron lugar a un traje de tres piezas color plomo, de un corte perfecto.Los zapatos de piel italiana y la corbata azul ce
Un dolor palpable, mucha ira, indignación, deseo de venganza, pero maldad desnuda y cruda, no veo eso en sus ojos. Él se levanta y me cede un asiento, yo lo ocupo, los hombros medio escondidos, en espera de lo peor, los nervios tensos como las cuerdas de un violín, un silencio aterrador entre nosotros. Una mesa fue puesta con todos los tipos de golosinas, flores ornamentan el mantel delicado de lino. Nahan me observa y me sirve una taza de café, que llena bien a cierta distancia, y yo observo la taza como si en ese líquido caliente y oscuro yo pudiese vislumbrar mi futuro, pidiendo respuestas en silencio a Nahan.—Bianca, toma tu café, no te voy a hacer ningún daño, por favor come.Consigo, con voz trémula, preguntarle lo que quiero saber. —¿Me vas a liberar o decidiste…?No puedo completar la frase, ¿será que mi corazón es tan idiota? ¿Por qué continúa creyendo que todo va a terminar bien? ¿Será la esperanza, la muleta de los locos? Prefiero creer en el ser humano. —No puedo liber
NAHANVoy caminando solo, camino medio perdido dentro de mi propio palacio sin saber con certeza qué hacer ni cómo actuar. Al final, ¿qué diablos me está pasando?Vagando por la casa, sin que me dé cuenta, ya estoy en la cocina, como un niño, procurando el apoyo de Thurayya.Thura es mi tía, fue mi niñera y nana, además de ser mi cocinera, ama de llaves y oreja ambulante en las horas que preciso y también cuando no quiero. Entro en la cocina y las tres cocineras se mueven despavoridas, así que cruzo la puerta. A veces esos protocolos me hinchan las pelotas. Ergo, lo acepto, intentando demostrarme alguna autoridad, aunque esté tan perdido, cruzo las manos en el pecho y les agradezco moviendo la cabeza.Jasmine se anticipa y devuelve el gesto, curvándose innecesariamente.—Buen día, majestad.—Buen día, Jasmine, Fatimah, Nair, ¿Dónde está Thurayya? Fátima da un paso al frente y balbucea intentando explicar, ¿por qué s
NAHANLlego hasta el inicio de la escalera y una fuerza intensa me impele a subir y hablar con Bianca. Yo todavía siento su calor embriagando mi lucidez, ¿Cómo es que pude besarla de aquella forma, casi tomándola en la mesa de café en la mañana? Y ella correspondió a mis besos, con el mismo furor.El mismo fuego, consumiéndonos a nosotros dos. Dos años solo… dos largos años de insomnio, de agitación, de miseria. Sin nunca más ser tocado por una mujer, viviendo día tras día en un amargo deseo de venganza, teniendo que convivir con mi cobardía, yo debería haber tenido valor y unirme a mi Amira, con sus cabellitos rizados como de un ángel. Pero yo fui débil, decidí sobrevivir para mi pueblo, para conducirlos, no fui lo suficientemente fuerte para acabar con todo.Voy al escritorio y tomo el juego de ajedrez, dirigiéndome al sótano. Salim y Armed están en la puerta, vigilando a Jafar, y yo pregunto indignado:—¿Pueden
NAHANElla huele a fresas y vainilla, percibo el suave aroma que se desprende de sus cabellos, de su piel y los hago a un lado para tener un mejor acceso a su cuello. Arrastro lentamente la lengua en la curva de su cuello, mordisqueando el lóbulo de su oreja, suave, la nuca fragante, ella huele tan bien, yo estoy perdido…Ella gime y jadea, yo también, los senos apretados contra mi pecho, los pezones enrojecidos me atormentan a través de la toalla.Busco con mis manos entre sus muslos, la piel tan suave, yo subo y bajo y llego hasta sus caderas, tan femeninas. Necesito estar dentro de su cuerpo, caliente, suave, tocarle me parece tan certero, tan perfecto, mi corazón descompasado, derramado en deseo y en algo más que no consigo nombrar… pero que me invade, me consume, es algo que me regocija, haciéndome sentir nuevamente vivo, de nuevo una persona, no esa cáscara de hombre, de macho, que todas las noches vaga po