El ambiente de la fiesta se tensó de inmediato, como si un frío gélido hubiera recorrido la sala, deteniendo cada conversación y silenciando cualquier rastro de celebración.Los familiares de Valeska intercambiaron miradas incómodas, evaluando la situación con expresiones que iban desde la sorpresa hasta la desaprobación. Por otro lado, Mikhail no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona, disfrutando del espectáculo que se desarrollaba frente a sus ojos, como si aquella escena fuera un teatro montado especialmente para su entretenimiento.Valeska, con la mirada afilada y la espalda erguida, reprimió la incomodidad que se arrastraba por su pecho como una sombra pegajosa. Respiró hondo y, sin dejarse llevar por la conmoción del momento, decidió tomar el control de la situación.Con voz firme, preguntó quién era aquella mujer que había irrumpido en su celebración con tanta familiaridad y descaro. Fue entonces cuando Lisandro pareció despertar del trance en el que había caído.Sus ojos, qu
El aire de la mansión se sentía cargado, como si el peso de la tensión flotara en cada rincón del salón. Las luces doradas que colgaban del techo emitían un resplandor cálido, pero ni siquiera eso podía suavizar la frialdad en la mirada de Lisandro mientras observaba a la mujer que había irrumpido en su vida con una arrogancia disfrazada de melancolía.Iskra lo miraba con los ojos brillantes, pero no por amor o arrepentimiento genuino, sino por la terquedad de una mujer que jamás había sido rechazada. Su vestido, que parecía un desafío en sí mismo, resaltaba su piel pálida y su figura esbelta. Cualquier otro hombre podría haber caído en su juego, pero no Lisandro. No esta vez.El murmullo de los invitados comenzaba a disiparse a medida que la noticia se esparcía por la habitación como un reguero de pólvora. Algunos cuchicheaban entre sí con sonrisas maliciosas, mientras que otros observaban con un interés morboso, como si presenciaran una obra de teatro con un guion inesperado.Lisand
El sol apenas se alzaba sobre la ciudad cuando Valeska llegó al hotel, lista para iniciar su jornada. Como de costumbre, su atuendo era impecable, su porte elegante y su determinación inquebrantable. Sin embargo, antes de siquiera cruzar la entrada principal, sus pasos se detuvieron al notar una silueta demasiado llamativa justo frente a la puerta de cristal.Iskra.La mujer estaba recargada contra la baranda con una actitud despreocupada, como si estuviera esperando precisamente a Valeska. Su largo cabello rubio estaba perfectamente peinado en suaves ondas, sus gafas de sol de diseñador reflejaban la luz de la mañana y su vestido ceñido a la cintura gritaba exclusividad. En cuanto notó la presencia de Valeska, se quitó las gafas con un movimiento calculado, dejando al descubierto unos ojos azules que brillaban con determinación.—Te aconsejo que disfrutes tus últimos días con Lisandro —dijo con una voz dulce y condescendiente—. Porque pronto volverá a donde pertenece: a mi lado.Vale
El silencio que cayó en la sala de juntas después de las palabras de Iskra era tan espeso que parecía que el aire mismo se había congelado.Todos los presentes tenían expresiones que iban desde la incredulidad hasta la vergüenza ajena. Un par de asistentes de menor rango intercambiaron miradas nerviosas, preguntándose si acaso habían escuchado bien.Lisandro, por su parte, mantenía la mandíbula tensa y los ojos clavados en la mujer que acababa de hacer el ridículo más grande de su vida. Había lidiado con muchas situaciones incómodas en los negocios, pero esto… esto superaba cualquier nivel de descaro.A la distancia, Valeska sentía una mezcla de indignación, asombro y una pizca de diversión.«¿De verdad esta mujer acaba de decir que estaría dispuesta a ser la amante de mi esposo en secreto?», pensó con incredulidad.Ella había enfrentado muchas situaciones difíciles en su vida, pero jamás pensó que una ex de Lisandro llegaría a tales niveles de desesperación.El murmullo entre los pre
Valeska había supuesto que, después de la humillación que Iskra sufrió en la empresa, la mujer se tomaría un tiempo para lamerse las heridas y desaparecer de sus vidas por un tiempo. Sin embargo, estaba completamente equivocada.Porque ahí estaba de nuevo.—No puede ser… —murmuró Valeska en voz baja, entrecerrando los ojos mientras la figura de Iskra se materializaba en la entrada del restaurante.Lisandro, quien en ese momento estaba sosteniendo la carta del menú con la intención de elegir algo para cenar, dejó escapar un suspiro de pura exasperación al notar la expresión de su esposa. Siguió su mirada y, en cuanto vio a la mujer que había arruinado la reunión más temprano, su expresión se tornó sombría.—No otra vez… —gruñó, cerrando la carta con un movimiento seco y ladeando la cabeza con irritación.Valeska cruzó los brazos, observando cómo Iskra avanzaba con paso decidido entre las mesas del restaurante. A pesar de la evidente murmuración que provocaba entre los comensales, ella
Los días sin la presencia de Iskra deberían haber sido tranquilos para Valeska, pero en lugar de eso, una inquietud latente se instaló en su pecho. No era una mujer paranoica, pero tampoco ingenua. Iskra no era del tipo que aceptaba una derrota con dignidad, y su ausencia solo podía significar una cosa: estaba tramando algo.Sentada en su oficina, tamborileó los dedos sobre el escritorio mientras observaba los documentos que debía revisar. Su concentración estaba dispersa, y aunque intentaba mantenerse enfocada en su trabajo, no podía evitar sentir que algo se avecinaba. Tal vez era un presentimiento sin fundamento, o quizás su mente estaba demasiado condicionada por los últimos eventos, pero de una u otra manera, su intuición le decía que debía estar alerta.Cuando compartió su preocupación con Lisandro la noche anterior, él no pareció demasiado alarmado.—Si no ha aparecido, mejor para nosotros —respondió con desinterés mientras revisaba unos correos en su laptop, sin siquiera levan
El celular de Valeska sonó en medio de la noche, cuando finalmente estaba logrando descansar. Era Theo, para ser exactos, era el hombre con el que firmó un contrato que declaraba su estado civil de casados, pero que, de ninguna manera, llegó a ser un hombre amoroso, no más que el primer año de matrimonio.Deseaba seguir descansando, pues todo el día había estado en el hospital cuidando de su madre, quien estaba terminando su recuperación y, de paso, terminaba de hacerse unos chequeos prenatales. Hace tres meses, un impulso de Theo bajo los efectos del alcohol la dejó embarazada, pero aún no decidía si decírselo o no. El médico le había aconsejado que, desde el aborto espontáneo anterior, quedar embarazada de nuevo ya era un milagro, por lo que debía prestar aún más atención al descanso.Con un poco de lentitud y aturdimiento contestó, su voz apenas podía distinguirse en medio del ruido y música que se escuchaban de fondo. El ajetreo de la gente en el fondo de la llamada, era testigo d
Mientras Valeska repetía sus mantras para mantener la calma y resistir un poco más, sentía las miradas de todos alrededor. Algunos la observaban con lástima y otros, con desprecio.¿Quién esperaría que le aplaudieran por ser una mujer que se dejaba pisotear por la amante de su marido en público? Solo ella conocía la razón detrás de su tolerancia, de su resiliencia: su madre era lo más importante en ese momento. Y siempre.—Gracias por la ropa. Estaba bebiendo y, sin querer, derramé algo en la mía. Te prometo que la lavaré y te la devolveré —dijo la mujer con una voz tan dulce y falsa que le daba náuseas.En ese momento, Valeska estaba mordiendo la parte interior de sus mejillas, intentando refrenar las palabras que luchaban por salir finalmente. Pero, ¿valdría realmente la pena? Tomó aire y decidió hacerle caso a sus impulsos.—No hace falta, quédate con ella. Al fin y al cabo, siempre se te ha dado bien apropiarte de cosas que no te pertenecen, ¿no? —replicó con frialdad, disfrutando