El aire de la mansión se sentía cargado, como si el peso de la tensión flotara en cada rincón del salón. Las luces doradas que colgaban del techo emitían un resplandor cálido, pero ni siquiera eso podía suavizar la frialdad en la mirada de Lisandro mientras observaba a la mujer que había irrumpido en su vida con una arrogancia disfrazada de melancolía.Iskra lo miraba con los ojos brillantes, pero no por amor o arrepentimiento genuino, sino por la terquedad de una mujer que jamás había sido rechazada. Su vestido, que parecía un desafío en sí mismo, resaltaba su piel pálida y su figura esbelta. Cualquier otro hombre podría haber caído en su juego, pero no Lisandro. No esta vez.El murmullo de los invitados comenzaba a disiparse a medida que la noticia se esparcía por la habitación como un reguero de pólvora. Algunos cuchicheaban entre sí con sonrisas maliciosas, mientras que otros observaban con un interés morboso, como si presenciaran una obra de teatro con un guion inesperado.Lisand
El sol apenas se alzaba sobre la ciudad cuando Valeska llegó al hotel, lista para iniciar su jornada. Como de costumbre, su atuendo era impecable, su porte elegante y su determinación inquebrantable. Sin embargo, antes de siquiera cruzar la entrada principal, sus pasos se detuvieron al notar una silueta demasiado llamativa justo frente a la puerta de cristal.Iskra.La mujer estaba recargada contra la baranda con una actitud despreocupada, como si estuviera esperando precisamente a Valeska. Su largo cabello rubio estaba perfectamente peinado en suaves ondas, sus gafas de sol de diseñador reflejaban la luz de la mañana y su vestido ceñido a la cintura gritaba exclusividad. En cuanto notó la presencia de Valeska, se quitó las gafas con un movimiento calculado, dejando al descubierto unos ojos azules que brillaban con determinación.—Te aconsejo que disfrutes tus últimos días con Lisandro —dijo con una voz dulce y condescendiente—. Porque pronto volverá a donde pertenece: a mi lado.Vale
El silencio que cayó en la sala de juntas después de las palabras de Iskra era tan espeso que parecía que el aire mismo se había congelado.Todos los presentes tenían expresiones que iban desde la incredulidad hasta la vergüenza ajena. Un par de asistentes de menor rango intercambiaron miradas nerviosas, preguntándose si acaso habían escuchado bien.Lisandro, por su parte, mantenía la mandíbula tensa y los ojos clavados en la mujer que acababa de hacer el ridículo más grande de su vida. Había lidiado con muchas situaciones incómodas en los negocios, pero esto… esto superaba cualquier nivel de descaro.A la distancia, Valeska sentía una mezcla de indignación, asombro y una pizca de diversión.«¿De verdad esta mujer acaba de decir que estaría dispuesta a ser la amante de mi esposo en secreto?», pensó con incredulidad.Ella había enfrentado muchas situaciones difíciles en su vida, pero jamás pensó que una ex de Lisandro llegaría a tales niveles de desesperación.El murmullo entre los pre
Valeska había supuesto que, después de la humillación que Iskra sufrió en la empresa, la mujer se tomaría un tiempo para lamerse las heridas y desaparecer de sus vidas por un tiempo. Sin embargo, estaba completamente equivocada.Porque ahí estaba de nuevo.—No puede ser… —murmuró Valeska en voz baja, entrecerrando los ojos mientras la figura de Iskra se materializaba en la entrada del restaurante.Lisandro, quien en ese momento estaba sosteniendo la carta del menú con la intención de elegir algo para cenar, dejó escapar un suspiro de pura exasperación al notar la expresión de su esposa. Siguió su mirada y, en cuanto vio a la mujer que había arruinado la reunión más temprano, su expresión se tornó sombría.—No otra vez… —gruñó, cerrando la carta con un movimiento seco y ladeando la cabeza con irritación.Valeska cruzó los brazos, observando cómo Iskra avanzaba con paso decidido entre las mesas del restaurante. A pesar de la evidente murmuración que provocaba entre los comensales, ella
Los días sin la presencia de Iskra deberían haber sido tranquilos para Valeska, pero en lugar de eso, una inquietud latente se instaló en su pecho. No era una mujer paranoica, pero tampoco ingenua. Iskra no era del tipo que aceptaba una derrota con dignidad, y su ausencia solo podía significar una cosa: estaba tramando algo.Sentada en su oficina, tamborileó los dedos sobre el escritorio mientras observaba los documentos que debía revisar. Su concentración estaba dispersa, y aunque intentaba mantenerse enfocada en su trabajo, no podía evitar sentir que algo se avecinaba. Tal vez era un presentimiento sin fundamento, o quizás su mente estaba demasiado condicionada por los últimos eventos, pero de una u otra manera, su intuición le decía que debía estar alerta.Cuando compartió su preocupación con Lisandro la noche anterior, él no pareció demasiado alarmado.—Si no ha aparecido, mejor para nosotros —respondió con desinterés mientras revisaba unos correos en su laptop, sin siquiera levan
A la mañana siguiente, cuando Valeska despertó, lo primero que notó fue el espacio vacío a su lado. Extendió la mano instintivamente, como si esperara encontrar el calor de Lisandro aún impregnado en las sábanas, pero todo lo que sintió fue la frialdad de la tela.Frunció el ceño y se incorporó lentamente, con la sensación de que algo no estaba bien. Miró hacia el reloj sobre la mesita de noche. Había pasado toda la noche y él no había regresado.Tomó su teléfono, revisó los mensajes y llamadas, pero no había ninguna señal de él. Su inquietud aumentó. No era la primera vez que Lisandro se ausentaba por cuestiones importantes, pero después de la llamada de Oliver la noche anterior, su instinto le decía que algo más había ocurrido.Mientras contemplaba la posibilidad de llamarlo, el dispositivo vibró en su mano con la notificación de un mensaje entrante. Al ver el remitente, sintió un nudo en el estómago: Iskra.Abrió el mensaje de inmediato.«Buenos días, Valeska. ¿Dormiste bien? Me im
El video terminó, pero el eco de las palabras de Lisandro seguía resonando en la mente de Valeska como un susurro venenoso, incrustándose en lo más profundo de su alma, envolviéndola en una maraña de pensamientos oscuros de la que no podía escapar.Su mirada permaneció fija en la pantalla del teléfono apagado, inmóvil, como si esperara que, en cualquier momento, el video volviera a reproducirse por sí solo, como si necesitara verlo una vez más para convencerse de que lo que acababa de presenciar no era producto de su imaginación, sino la dolorosa verdad que, hasta ese momento, había ignorado.Pero no lo era.Era real.Cada palabra, cada expresión en el rostro de Lisandro, cada confesión que había salido de sus labios con aquella frialdad calculada… todo era cierto.El peso de la traición cayó sobre ella con una intensidad abrumadora, como si un alud de emociones reprimidas la hubiera golpeado de frente, dejándola sin aire, sin capacidad de procesar lo que acababa de descubrir.Sintió
El reloj marcaba las seis de la mañana cuando Lisandro cruzó la puerta de la casa. El eco de sus pasos resonó en la inmensidad del lugar, pero la soledad no lo abrazó como de costumbre. Esta vez, la sombra de un presentimiento oscuro lo acompañaba, una certeza que le helaba la sangre: algo estaba por suceder. No tenía que ser un genio para darse cuenta de que el ambiente era diferente.Había algo en el aire, un peso, una carga invisible que le oprimía el pecho con cada paso que daba. La luz de la sala de estar estaba encendida, y eso solo podía significar una cosa.Se detuvo en seco, con el corazón acelerado por una mezcla de temor y expectativa. Su instinto le gritaba que no diera el siguiente paso, que se quedara justo donde estaba, sin cruzar el umbral. Pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos.Inspiró hondo, obligándose a ignorar la opresión en su pecho, y avanzó, sintiendo cómo el aire se volvía más denso con cada movimiento. Entonces la vio.Valeska estaba sentada en el