Capítulo 37
A pesar de la exquisita comida, Alberto se sintió incómodo durante toda la cena. Apenas terminó, se apresuró a despedirse y marcharse.

De repente, el apartamento quedó en silencio. Mientras Lucía recogía los platos, las palabras de Carmen resonaban en su mente. Perforación de estómago...

Distraída, se le resbaló un plato que se hizo añicos. Instintivamente, intentó recoger los pedazos y se cortó. Soltó un quejido y, sin poder controlarlo, las lágrimas cayeron sobre su mano.

Seis años, no seis días ni seis meses. Ciertas costumbres estaban arraigadas en su ser. Al oír que Mateo estaba hospitalizado, su instinto fue preocuparse y querer ir a verlo. Por suerte, la razón frenó ese impulso.

Lucía pensó que poco a poco se acostumbraría a no preocuparse, a no llorar por él.

Su relación con Mateo había pasado del amor radiante a la rutina tediosa, hasta la separación final. No sabía exactamente cuándo aparecieron las primeras grietas.

Quizás fue la primera promesa incumplida, o la primera ment
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