Capítulo 40
Lucía terminó su carrera matutina y, al salir de la ducha, notó un nuevo cactus rosa entre la variedad de cactus verdes en su balcón.

Lo tocó suavemente con el dedo índice, sintiendo su textura suave y tierna. Su humor mejoró notablemente.

Su teléfono vibró sobre la mesa. Al ver el nombre de "Diego" en la pantalla, contestó con curiosidad:

—¿Diego? ¿Por qué me llamas a esta hora? ¿Pasa algo?

—Lucía, ¿cómo has estado?

—Bien, ¿y tú?

¡Era su oportunidad! Diego se enderezó:

—Yo... no muy bien.

Lucía frunció el ceño:

—¿Qué ocurre?

—Creo que por trasnochar y beber, mi estómago está mal. Lucía, no sé por qué, pero no me apetece comer nada. Solo pienso en tu caldo para el estómago, lo anhelo muchísimo... ¿Crees que podrías...?

No se atrevió a mencionar que era Mateo quien quería el caldo, así que optó por una estrategia indirecta.

Aunque conoció a Diego a través de Mateo, habían desarrollado una buena amistad independiente. Ya que lo pedía y realmente tenía malestar estomacal...

Lucía miró su
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo