Capítulo 226
Mateo la examinó de arriba abajo y soltó una risa despectiva: —¿No te dolía el estómago? Te veo bastante bien.

Bajo su mirada penetrante, Sofía sintió como si hubiera visto a través de su pobre actuación.

—Sin ti en casa, no tengo con quién hablar, me siento tan sola...

Mateo la interrumpió bruscamente: —Si estás aburrida, lee o estudia, haz lo que sea. ¿No eres estudiante? ¿No tienes clases? ¿No ibas a hacer un posgrado?

—Si tienes tanto tiempo libre, veo que María está ocupada, ¿por qué no la ayudas?

Sofía balbuceó sin poder responder.

Mateo la miró con ojos fríos como el hielo; había visto sus trucos tantas veces, ¡eran tan básicos y torpes!

Cuando se dio la vuelta para irse, un cuerpo suave se le pegó por detrás, con brazos que le rodearon firmemente la cintura.

Mateo podía sentir la suavidad rozando su espalda: —Mateo, no te vayas, hace mucho que no te veo, te extraño tanto. Quédate conmigo, ¿sí? Aunque me detestes, por favor, hazlo por el bebé...

La mandíbula de Mateo se tensó y
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