Capítulo 228
Era evidente que Lucía acababa de despertar, vestida con un pijama de ositos y con los ojos aún algo enrojecidos.

Bostezó, moviéndose lentamente, con reflejos más lentos que de costumbre.

—¿Te desperté? —preguntó Daniel, sabiendo que el viejo edificio tenía mala insonorización y que a menudo se podían oír los pasos en el pasillo incluso con las puertas cerradas.

Lucía se frotó los ojos y negó con la cabeza: —Ya me iba a levantar de todos modos, son las seis y media.

Tenía que acompañar a Victoria de compras por la tarde, así que necesitaba levantarse temprano para leer artículos y buscar bibliografía.

Daniel, viéndola todavía adormilada, suavizó su voz: —Aún es temprano, podrías dormir un poco más.

Apenas terminó de hablar, notó la mirada escrutadora de Lucía y se quedó perplejo: —¿Por qué me miras así?

—¿Estás resfriado?

¡Eh!

Daniel sonrió con resignación: —¿Hasta eso notaste?

—Tu voz suena algo ronca. ¿Tienes fiebre?

Daniel se tocó la frente: —No sé... No lo noto, probablemente no.

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