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Capítulo 3 “Peculiar”

NARRA ADELE

¿Por qué? ¿Por qué?

Tengo años tratando de ser invisible en este instituto y no quiero llamar la atención justo en el último año.

Y para ayudarme a no llamar la atención me pusieron a Adam Martínez, uno de los chicos más populares como compañero.

Prefiero a mi antiguo compañero Lucas que casi ni hablaba y parecía que odiara a todo el resto del universo.

Y justo por Chloe, esa rubia hueca no me caía nada bien.

Recuerdo la única vez que habíamos cruzado palabras.

Estaba de camino a mi clase apresurada ya que iba tarde y accidentalmente tropecé con ella.

— ¡Oye, fíjate por dónde caminas, inútil! — me había dicho ella.

— Y-yo lo-lo siento — dije arrepentida.

Ella me observó de arriba abajo y dio una sonrisa burlona.

— Tú aspecto es lamentable.

— ¡Chloe! — la llamó Nathan, el capitán del equipo de fútbol.

— ¡Ya voy! — respondió ella — Me voy, sería una vergüenza que me vieran contigo.

Desde pequeña había sido una chica muy tímida, pero desde ese día me daba miedo llamar la atención.

Siempre los que llaman la atención son los más propensos en ser humillados.

Y yo no quería eso, no de nuevo.

Y justo ahora volvía a ser humillada y por culpa de ese chico que no dejaba de insistir para que yo hablase.

Adam Martínez no me caía bien. Ninguno de los populares lo hacía. Lo único que les importa son ellos y nadie más.

Amélie es superficial.

Nathan un arrogante.

Chloe trata mal a todo el mundo.

Y Adam es un mujeriego.

Todo lo que he querido lejos de mi vida desde que nací. Y ahora, en el último año tenía que sentarme junto a Adam. El chico que se había acostado con todas las chicas del instituto (excluyéndome) e incluso con algunas profesoras.

No entendía cual era su insistencia en que yo hablara y mostrara mi rostro o hasta en hacerme reír, pero era sospechoso y simplemente no quiero ser una más en su lista o peor, una apuesta u otra de esas cosas terribles que les pasa a las chicas de las historias que leo en internet.

En el único momento dónde no me pareció tan terrible fue cuando dijo lo de la noche. Me imaginé que pensaba diferente.

Caminé hacia cualquier otro sitio sin rumbo y lo vi pasar en el pasillo frente a éste. Tenía un balón de fútbol en su mano y en la otra su teléfono celular por el cual estaba hablando.

Tenía que hacer un trabajo con él y Adam ni siquiera lo sabía.

Tal vez lo hiciera todo yo sola y lo metiera como siempre hacía con todos los trabajos en pareja, pero ya estaba cansada de hacerlo todo yo.

Caminé hacia él y toqué su hombro. Él giró, me vio, sonrió y moduló que esperara.

Estaba hablando en español a la otra persona en la línea.

Entendí casi todo lo que decía ya que iba muy bien en esa clase.

— No, abuela, tienes que escribir tu nombre y apellido. No, no te van a secuestrar. No tienes que poner uno falso. Abuela, ¿Josefina? Está bien, pon el nombre que quieras. Después hablamos. — dijo a través del celular, antes de colgar — Disculpa, mi abuela está tratando de abrir un F******k para ella y mis queridísimos primos le dijeron que yo le explicaría cómo hacerlo. Los odio.

Reí.

— M-mi abuela es-s famosa en I*******m — dije tratando de hablar normal, pero aunque lo intentara mi tartamudeo siempre ganaba — Te-tenemos que hacer un ensayo.

— ¿Ensayo? ¿Tarea? — preguntó — Agh, odio estudiar — habló revolviéndose el cabello. Odiaba que los populares siempre se vieran perfectos y sexys — Creo que hoy puedo después de clase. Te confirmo en un rato.

Asentí y me alejé.

No lo veía muy interesado. Seguro al final terminaré haciendo todo yo sola.

***

NARRA ADAM 

  — Supéralo   — dijo Chloe rodando los ojos.

  — Es que no puedo creerlo  — dije frustrado — ¿Cómo no te gustan mis chistes? Todo el mundo los ama.

Estábamos en la cafetería en la mesa del centro, nuestra mesa. Comiendo y charlando.

  — Es cierto  — dijo Amélie, mi mejor amiga — Los chistes de Adam son buenísimos.

— Los mejores que he escuchado — dijo Nathan, mi mejor amigo.

— Pero a mí no me gustan — dijo Chloe encogiéndose de hombros — No me dan risa.

— Estoy indignado y dolido — hablé — Lo lamento, pero me retiro. Hasta rima me salió — reí — Traficando rimas.

Me levanté de mi asiento y caminé hacia la chica morena con la que había hablado ayer por la mañana. Creo que se llamaba Lily o Lizzie.

— Hola, preciosa — me senté junto a ella.

— Hola, cariño. Anoche fue increíble— ella me dio un largo beso en los labios que me tomó desprevenido y luego rió con sus amigas — ¿Qué haremos hoy?

— Justo de eso te quería hablar — le di mi sonrisa matadora (como yo la llamaba), con esa sonrisa conquistaba a cualquier chica — No puedo hoy. Tengo que hacer un trabajo con... alguien.

No era que no quería decirle con quien. Sino que no sabía el nombre de la chica tímida.

— ¿Hoy? Pensé que iríamos a mi casa — hizo un puchero.

— Hoy no. Pero, yo te llamo.

Le di una sonrisa y me levanté.

Aquí acababa todo. No la volvería a llamar.

Caminé hacia la mesa de la chica tímida. Estaba sentada sola al rincón, cubriéndose con un libro enorme de medicina.

Me senté junto a ella y sentí como todos en el comedor se me quedaban viendo.

— Hola — le sonreí.

Ella me miró y sonrió levemente.

— Hola.

Giró a ver a su alrededor y al notar que todos nos veían se escondió más en el libro.

— No temas. No te van a comer.

Ella rodó los ojos.

— Todos dicen eso — dijo con un tono de voz tan bajo que tuve que acercarme para escucharla — No comen, pero si que juzgan.

— Entonces, no me temas a mí. Yo no te voy a juzgar, aunque no prometo no comerte.

Ella abrió mucho los ojos sorprendida.

Reí.

— Es broma — dije — ¿Estás libre hoy? Podemos ir a mi casa a hacer el trabajo.

— ¿A tu casa? Lo podemos hacer en la biblioteca.

Negué con la cabeza.

— No puedo ir a la biblioteca en dos semanas — me miró confundida — Estoy suspendido. Subí a una mesa y me puse a bailar, un reto de Chloe.

Su sonrisa se borró al instante.

— Entiendo que le temas a Chloe, pero en el fondo es una gran chica.

— No le tengo miedo. — dijo seria — Está bien, en tu casa.

Le sonreí.

— Entonces, te llevo cuando se acabe la última clase.

Ella asintió.

Y siguió leyendo su libro de medicina.

Una chica peculiar.

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