Finalmente recibe esa llamada tan esperada, Robert enciende el altavoz y todos lo escuchan claramente:
—Tienes una hora para dejar el dinero en una de las papeleras que hay enfrente de la editorial de Lesley, y no quiero policías ni nada por el estilo.
—De acuerdo, pero... ¿Cómo sab
La vida de Lesley no ha mejorado mucho, desde la muerte de su pobre padre. Hace un año exacto de su fallecimiento, para ella no ha sido nada fácil haber heredado la gran editorial. Pero poco a poco, y con el tiempo ha conseguido hacerse con el manejo de la empresa, y por el momento ha logrado llevar al primer lugar la editorial, y a día de hoy es la mejor que hay. Hace poco más de un mes tenía una relación amorosa con Bryan, (su novio). Ellos dos llevaban juntos desde que tenían quince años, se conocieron en clase y, desde entonces habían sido inseparables el uno del otro. Hasta que, por cuestiones de trabajo, la cosa empezó a empeorar entre ellos y a Bryan se lo ocurrió la genial idea de terminar su relación con Lesley. Y así está esta chica ahora, llorando por los rincones. Aunque, Bryan no hacía mucho por Lesley, para ella era un apoyo; con el que poder soportar todo lo que estaba viviendo. Desde que la dejó, su vida se ha vuelto realmente complicada, llevar una empresa de tan
Al día siguiente la vida aburrida de Lesley continúa, es la misma rutina para ella todos los días; realizar reuniones, firmar contratos, revisar libros de nuevos autores, y lo más difícil conseguir ser la primera en el rankin editorial. Sé que suena exagerado, pero ya no lo soporto más, tengo que encontrar una solución para ayudar a esta mujer, se me parte el alma de verla así de mal. Me destroza el corazón verla entrar con esa cara todas las mañanas, y lo que más me fastidia es que ella no consiga olvidarse de Bryan. Ese hombre ha sido un cretino todos estos años, estoy desesperado por solucionar sus problemas, aunque..., se me está ocurriendo una genial idea. ¡Ya lo tengo! Lo será ir a casa de Aurora tengo que hablar con ella. Aurora es la madre de Lesley, y creo que ella me puede llegar ayudar bastante en mi argucia. Tengo la esperanza de que entre los dos llegaremos a una conclusión, y podremos preparar algo a lo grande sin que Lesley se entere, así se llevará una gran sorpr
Lesley le ve marchar, se ha dado cuenta de que su amigo no tiene remedio, y está vez se ha salvado por la campana como se suele decir. —Está claro que hoy no es mi mejor día —comenta decepcionada al no haber obtenido ningún tipo de información—. Editorial bella letra. Dígame que desea —responde viendo a su amigo marchar de la oficina. —Hola, pocholita mía. —Mamááá. Haz el favor de no llamarme así, estoy en la oficina —responde avergonzada, mirando hacia los lados por si a alguien le da por entrar. —De acuerdo Lesley. Perdóname hija, solo quería saber cómo te encuentras —explica su madre, siguiéndola la corriente para que se la pase el cabreo. —Pues no muy bien, ya sabes… —responde pensativa—. No puedo dejar de pensar en Bryan mamá —termina por reconocer. —Hija tienes que pasar página, no puedes hundirte en tus recuerdos. Mientras Lesley y su madre continúan hablando sin cesar, Abraham adelanta su trabajo y confirma que ha anulado todas las citas de los siguientes días de
Que felicidad siento, cuando veo que ya estamos subidos al avión con destino a Hawái. Sentados cada uno en su asiento, presiento que Lesley está un poco más relajada, ella mira por la pequeña ventanilla tratando de entretenerse un rato. La conozco muy bien y sé que piensa que esto no será una buena idea, pero como cuento con el apoyo de su madre no hay vuelta atrás, y se va a tener que aguantar. Llevamos tres largas horas de viaje, y no hemos cruzado ni una sola palabra, supongo que está muy enfadada conmigo por que no ha dejado de mirar su móvil en todo el trayecto que llevamos menos mal que ya llevamos la mitad del viaje. Lo sé porque hay dos señoritas repartiendo bebida y comida con unos carritos por mitad del avión, cuando una de ellas llega a nuestra altura, nos pregunta si deseamos tomar algo, aunque sea un aperitivo. —No, muchas gracias —responde Lesley, devolviendo la mirada a su teléfono. —Dos sándwiches mixtos, y dos botellitas de agua; una normal y la otra con gas, p
Al entrar en el salón, se encuentra con un montón de personas que seguramente ellos también estén hospedados, en el hotel. Sin dejar de mirar el salón de fiestas, camina despacio observando la decoración navideña que para ella es maravillosa. Salta a la vista que los decoradores han tenido un gusto exquisito y muy elegante. Ahí adentro hay millones de luces de colores que no dejan de parpadear, parecen luciérnagas iluminando la sala por todos los rincones. A su derecha hay un pino de navidad que es enorme, mide casi los dos metros de altura. Es tan grande que lleva muchos metros de lazo rojo y verde enrollados en él con delicadeza, para decorarle, aparte de pequeñas bolas de cristal, y otra clase de adornos pequeñitos que cuelgan de sus ramas. Lesley comprende que es indiferente en esa sala, nadie la reconoce y por una vez en su vida, siente que se ha desprendido de su trabajo. A pesar del alcohol que la acompaña corriendo por sus venas, se siente libre. Desde un pequeño escena
Robert la mira sorprendido por su descuido, ni siquiera sabe cómo han llegado hasta el séptimo piso. Pero de lo que sí se ha dado cuenta, es de que Lesley se está partiendo de la risa. —¡Hay mi madre!, esto es de locos —comenta Robert, pulsando el botón número cinco, para bajar las dos plantas. La puerta vuelve a abrirse, y Robert vuelve a tirar de la cintura de Lesley para que camine. Cuando la puerta se cierra, ella intenta caminar en línea recta, pero no lo consigue; le pesa tanto su propio cuerpo que comienza a dar traspiés, hasta que se para en seco sujetándose contra la pared. Unos segundos después, intenta caminar y consigue dar unos cuantos pasitos, hasta que sus ojos se llenan de lágrimas, y los recuerdos con Bryan la hacen desplomarse de nuevo al suelo. «¡Ay mi Dios! Esto ya no es normal» piensa Robert, mientras se sienta a su lado en el suelo. —Venga no se ponga así. Señorita deje de llorar, solo necesita descansar. Lesley se limpia la cara, y acomoda su cabeza
La puerta suena, Lesley va y la abre enseguida, pensando que se puede tratar de Abraham. —Buenos días, aquí tiene su desayuno —dice el camarero, entrando con el carrito sin dejar de mirar al suelo, para no parecer indiscreto. Lesley se queda petrificada, al ver quién es el camarero. Al pronto no sabe de quien se trata, pero en solo unos segundos ya sabe quién es. No puede creerlo que sea él, y que lo esté recibiendo con tan solo una toalla enrollada en su cuerpo. —Muchas gracias… —responde avergonzada, apretando sus manos a ella para que no se le caiga al suelo. —Se lo dejo aquí. Será mejor que me vaya —contesta el chico, al recordarla en el escenario, en el ascensor, en el pasillo. Robert lo está pasando fatal, verla anoche tan indefensa, frágil y perdida consigo misma, no fue un plato de buen gusto, pero lo de hoy supera su fuerza de voluntad. Está increíblemente sexy con el cabello mojado, y esas pequeñas gotas de agua que adornan sus hombros y su escote. —Buenos días caball
Veo como Lesley regresa a la mesa, mi curiosidad se hace muy extrema, al ver que se ha dado la vuelta dos veces para mirar a Robert. Y no me extraña que le guste ese hombre, aparte de ser muy guapo, está tremendamente muy bueno, se ve que se machaca cada día en el gimnasio. Y para el colmo de todos los males, la rescató de su soledad anoche mismito. Si no hubiese sido por él, mi amiga no hubiese llegado a la habitación. Ya no puedo más con está intriga estoy deseando enterarme de todo, pero prefiero no hacer muchas preguntas, ya bastante tuve anoche con tener que abrirla la puerta. Lesley se confundió de número de habitación, y no me quedó otra que tener que despertarme, puesto que no la iba a dejar tirada en ese pasillo. Pedimos algo de cena, y no sé qué más maravillas tenga este hotel, pero os juro que todos los camareros son guapísimos, quizás sea que los morenos me ponen, pero jobar es que están... “De toma pan y moja”. Después de haber cenado casi en silencio, cuando ya estamo