Pasada la conmoción, Magdalena ayudó a su abuela a acostarse, asistiéndola en colocarse la ropa de dormir y en acomodarse en la cama.
—Zondar ha estado bajo mucha presión últimamente —decía la anciana— dejó embarazada a otra mujer recientemente, ya tiene cinco hijos con cuatro mujeres distintas. La policía de una localidad cercana lo anda buscando, y no ha conseguido dinero suficiente para mantener a su familia en semanas. Y sin embargo, siempre comparte la comida contigo.
—No me importa, lo hace por la lascivia que tiene hacia mí desde niño. Y no necesito su dinero, danzaré y tocaré la pandereta ante los blancos del pueblo y así tendré dinero. No será tanto, pero me las arreglaré.
—Te comprendo, querida. Eres mi nieta favorita. Querida niña mía, hace ya diez años que tu padre y el pa
La víspera del día en que Spegel debía partir a tierras lejanas, amaneció desnudo al lado de Marie, como lo había hecho muchas veces antes.Marie se levantó y su esbelto cuerpo desnudo fue bañado por la suave luz azulada de la luna. Abrió la ventana y respiró profundamente el aire fresco que entraba junto al rocío nocturno y que le movía los rizos.—Nuestro amorío fue genial, querida Marie —dijo Spegel aún entre las cobijas— lamento que termine debido a mi viaje.—Quizás es mejor así —dijo en alemán pero con fuerte acento francés— si Brumenstein descubre que yo, su amante, le soy infiel con un subalterno, nos mataría a ambos.—Para disfrutar la vida se deben correr riesgos, querida...—¡La vida! —suspiró Marie melancólicam
Hanz Spegel llegó al campo de concentración de Euskani, a las afueras de Moldavia. Un nuevo tren repleto de judíos y otras parias se abría paso ruidosamente dentro del lugar. El alambrado de púas resaltaba sobre las lúgubres cercas de metal y tablones viejos. Las torres de vigías mostraban centinelas armados con feroces metralletas, mientras que innumerable cantidad de soldados y oficiales se encargaban de tareas militares y burocráticas a lo largo de la locación.El campo era administrado por un alto jerarca de la Gestapo. Aunque oficialmente rumano, el campo había sido cedido a la administración alemana. El Volk-Wagen de Hanz pasó los retenes militares al mostrar su identificación y pronto estuvo al frente de la oficina del administrador; un tal Dr. Sürner.Bajó del auto y pudo observar las canteras donde una miríada de prisioneros trabajaba inces
Hanz llamó de inmediato a Sürner en el Campo de Concentración. Le dijo que buscaran entre la población de presos a una mujer gitana llamada Magdalena Vilani, que la arrestaran y la mantuvieran viva hasta que él se entrevistara con ella.Pero antes de pasar al campo de Sürner, Hanz visitó el Castillo Robinsky.El tétrico lugar mostraba horribles dimensiones. Una erosión implacable había reducido la estructura a una lastimera situación. Los adoquines estaban enmohecidos, los jardines plenamente abandonados a su suerte, y todo el lúgubre edificio exhalaba un claustrofóbico ambiente de aprehensión y horror.Alumbrado con una antorcha (el castillo no tenía instalada la electricidad), Hanz recorrió las pestilentes habitaciones y pasillos empolvados del lugar. En la habitación que debía servir a Malsano de aposento, Hanz encontró
No hay mucha información de lo acontecido esa noche porque los únicos testigos no tienen una mente clara que reconstruya los sucesos. Se sabe, sin embargo, que Hanz (o el ser que resultó de la impregnación del suero) se enloqueció, y viéndose poseído por una fuerza sobrehumana, se liberó de sus ataduras. Las balas de los nazis fueron totalmente inútiles, y traspasaron el cuerpo sin causarle más daño que los agujeros de entrada y salida.El monstruo que resultó del experimento mató a Sürner con sus propias manos, ante la aterrada mirada de los demás. Luego liberó a los muertos reanimados de sus celdas, y estos caminaron inexorablemente hasta Malsano, matándolo de forma dantesca.La conmoción causó un incendio, que pronto se propagó por todo el laboratorio. Magdalena huyó velozmente por el pasadizo que la conectaba c
La propuesta de Samael Valenzuela era bastante extraña. Normalmente no me topaba con ese tipo de propuestas. Más extraño aún era que supiera como contactarme. Debí suponer que era una trampa desde el principio. He vivido tanto tiempo y todavía me engaña un tipo de estos.En aquel bar de San José, recuerdo cuando me senté en la mesa que habíamos designado vía teléfono. Y también recuerdo cuando él se me acercó. Un tipo tosco, de unos 50 años, con pequeñas canas grises en las patillas. Vestía una chaqueta larga de cuero, y no estaba nada gordo, aunque era bastante fornido, y eso le daba imagen de peso. Vestía una camisa, un pantalón y unos zapatos tan estándar que parecería cualquier simple y común padre de familia. Me recordó a mi propio padre.—Buenas noches... Señorita Jez
Convencida de que tenía a mi lado a un ocultista con complejo de mártir, subo al automóvil de Samael para llevarlo al Templo de los Vampiros, la guarida principal de la Cofradía. El Templo de los Vampiros de Costa Rica es una mansión eminentemente lujosa, totalmente alambrada y amurallada, que se situaba en lo alto de una colina de un cantón rural de San José. Esto hace imposible llegar allí fácilmente de no ser por un automóvil de calidad.—Usted no parece el típico estereotipo de vampiro que vemos en las películas. –Dijo Samael como tratando de hacer conversación.—¿Qué esperaba? ¿Qué luciera como Morticia Addams?—Bueno, no, pero si algo más... místico. Usted es una mujer sencilla, cabello rizado, viste jeans negros y una chaqueta de cuero muy común. No aparente más d
Penetramos en el Templo de los Vampiros al abrirse el gigantesco portón de metal negro que lo separa de la carretera rural al borde de la montaña, nos bajamos del carro y entramos al edificio.El que nos abrió fue un sujeto escabroso, que vestía traje y corbata de color negro, con una piel pálida enfermiza, marcadas ojeras y totalmente calvo.—Buenas noches, Iván.Iván observó con repulsión desconfiada a mi acompañante.—¿Es Iván un vampiro? –me preguntó Samael mientras subíamos las escaleras.—No, es un esbirro. Los esbirros son humanos que sirven a los vampiros como esclavos, especialmente en las horas de día. Les dan de beber sangre de vampiro pero no son vampiros, ni inmortales. Son simples humanos.—¿Qué ganan con ser esbirros?—L
Fray Abraham tomó el micrófono sobre el podio, que se ubicaba al frente del altar. El podio mostraba un gravado con una cara de demonio sobre dos alas de murciélago. Atrás de Fray Abraham se levantaba un altar vampirezco, conformado por una piscina de 10 X 12 con algo de sangre sobre la cual, una plataforma cuadrada de 5 X 5 metros cuadrados sobresalía. Colgaba del techo frente a las cortinas negras del fondo, una enorme cruz Ankh, el símbolo egipcio de la vida eterna y símbolo universal del vampirismo. Diversidad de candelas negras se desplegaban a lo largo del suelo y formaban círculos y semicírculos. Libros de negras cubiertas se asentaban en una mesa al costado derecho del altar, junto con una calavera, una vasija con sangre fresca, un cuchillo de mango en forma de Ankh y un cáliz.—Queridos hermanos y hermanas –dijo Fray Abraham por el micrófono— nos encontramos hoy