Fray Abraham tomó el micrófono sobre el podio, que se ubicaba al frente del altar. El podio mostraba un gravado con una cara de demonio sobre dos alas de murciélago. Atrás de Fray Abraham se levantaba un altar vampirezco, conformado por una piscina de 10 X 12 con algo de sangre sobre la cual, una plataforma cuadrada de 5 X 5 metros cuadrados sobresalía. Colgaba del techo frente a las cortinas negras del fondo, una enorme cruz Ankh, el símbolo egipcio de la vida eterna y símbolo universal del vampirismo. Diversidad de candelas negras se desplegaban a lo largo del suelo y formaban círculos y semicírculos. Libros de negras cubiertas se asentaban en una mesa al costado derecho del altar, junto con una calavera, una vasija con sangre fresca, un cuchillo de mango en forma de Ankh y un cáliz.
—Queridos hermanos y hermanas –dijo Fray Abraham por el micrófono— nos encontramos hoy
Los vampiros comenzaron el rito de invocación para traer a Agdammón al plano físico. Haciendo letanías en lenguajes antiguos como el asirio y el enochiano, y usando la sangre fresca de diversas víctimas inmoladas para tal efecto, pronto comenzó a manifestarse la imagen de Agdammón saliendo de entre unas penumbras malignas y pestilentes dentro de un círculo de candelas negras.Agdammón era un demonio cuya cabeza mostraba tres cuernos retorcidos, con ojos, colmillos y orejas demoniacos. Vestido con una armadura roja y una larga capa escarlata, y con garras en vez de manos sobre un caballo negro que expulsaba fuego por el hocico. La imagen del demonio que movía su caballo hacia atrás y dispersaba cavernosas carcajadas, incitaron a los vampiros a continuar el ritual.Todos los vampiros y el Padre, situados de frente al altar donde se manifestaba el demonio comenzaron a postrarse
Quienes reprimen el deseo, lo hacen porque el suyo es lo bastante débil como para ser reprimido; hasta que el gobernador, o razón, le usurpa su lugar y gobierna a los tibios.Y al ser reprimido, tórnase el deseo cada vez más pasivo, hasta quedar en tan sólo una sombra de sí mismo.William BlakeIEl grupo musical Hammer se había convertido en un gran fenómeno musical. De origen británico, la agrupación no tenía un género bien definido pero se mantenía entre el rock gótico, el metal, el glam y el industrial. Después de famosas agrupaciones con intérpretes disfrazados como Marilyn Manson y Slipknot, no era extraño observar un grupo como Hammer cuyos miembros se disfrazaban como famosos monstruos clásicos del cine.La v
Tuve uno de mis acostumbrados viajes oníricos, por el cual fui capaz de percatarme de sucesos acontecidos en otras latitudes y tiempos. Mi mente viajó hasta contemplar tras bastidores, después de terminar un concierto del grupo Hammer, dentro de los camerinos que los afamados músicos utilizaban. Una hermosa y entusiasmada joven, fan del grupo y presidenta del Club de Fans de Hammer en la localidad, se encontraba dentro del aposento. Era una muchacha de unos 20 años, latina (mexicana por el acento), de piel clara, largos cabellos negros rizados, que vestía ropa gótica atractiva. Se entrevistaba con el lobuno bajista.—¿Quieres? –le preguntó el músico ofreciéndole una raya de cocaína.—¡Sí, por favor! –respondió ésta e inhaló la droga con avidez.—¿Qué te interesa?&md
IVSemanas después...Acompañé a mi prima Karina al concierto de Hammer cuando llegaron a Costa Rica como parte de su gira por América Latina una semana después de mis visiones. El gimnasio donde se realizó el evento era enorme y estaba repleto. Bajo una tenue lluvia escuchamos las hermosas líricas de la agrupación:Te regalo las lágrimas que derramé,amargas como ajenjo.Te regalo las horas que pasé,sumido en depresión.Te regalo la melancolía,del recuerdo de mi amor por ti.Porque nunca merecisteque las entregara por tú persona.Y es que hoy me doy cuenta,del error que cometí,tu amor era una farsa,en la que incauto caí.Tus mentiras
Hotel Universal, habitación número 13.Toqué la puerta. Me encontraba empapada de pies a cabeza, producto de las intermitentes lluvias que no cesaban, a pesar de la protección de mi gabardina larga y negra. Tenía mi castaño cabello goteando copiosamente.Toqué de nuevo.La puerta se abrió ruidosamente, y sin intervención alguna aparente. Un aromático incienso llenaba la habitación. Me adentré a ella. La habitación estaba mal iluminada por unas candelas rojas, y en un extremo de la misma se sentaba Draken sobre un sillón bastante espacioso. A su diestra estaba Jezabel, ataviada con un provocativo traje de lencería roja.—Pasa, mi amada inmortal, pasa por favor.En cuanto penetré a la habitación, la puerta se cerró de golpe, y al hacerlo, noté la presencia de otra vampira, Mary Li, la
El Castillo de Drácula, Guanacaste,Un día después.Gómez languidecía en el calabozo acondicionado en las entrañas de la funesta mansión transformada en castillo. Había sido torturada largas horas, al igual que sus infortunados compañeros subalternos. Sólo habían sobrevivido al ataque inicial ella y dos agentes más. Uno murió a causa de las torturas infringidas esa mañana. Ahora sólo quedaban vivos ella y el experto técnico que sollozaba por el dolor en un cepo en la esquina.Gómez se encontraba encadenada al techo con severos hematomas en el rostro y las marcas del látigo en su espalda. Además tenía terribles quemaduras en su cuerpo producto de tizones ardientes y diversos golpes contundentes en las extremidades.Al lugar se adentró Wolf el bajista lobo y el grotesco gul jorobado que ejerc&ia
Ankh-Afna-Khonsu comenzó a realizar un macabro ritual de innovación, sobre un pentagrama pintado con sangre humana en el suelo. En la punta inferior se paraba Lord Drácula, y en las demás estaban Frankenstein, Anastacia, Ankh-Afna-Khonsu y el Profundo. En medio del funesto ritualismo, el cuelo se nubló, sonoros relámpagos comenzaron a surgir de entre los nubarrones, y las aguas del mar se volvieron tormentosas.Mientras, Samael y un grupo de unos 50 agentes especiales esperaban ansiosos y fuertemente armados, bajo la recién comenzada lluvia. Se les aproximaba un ejército de zombis caníbales hambrientos, una horda de vampiros sedientos de sangre y una legión de zooántropos furibundos; hombres lobo, wendigos, gente gato, etc. Los valientes agentes esperaban el comienzo de la contienda mortal.Gigantescos wendigos todos peludos y con filosos colmillos, cadáveres putrefact
PRÓLOGOLa primera vez que vi a Helen Orleans estaba en sus tardíos veinte. Es difícil de describirla realmente; heredó de su sangre europea una piel de una blancura casi translúcida, que con poca iluminación le proporcionaba un aura fantasmagórica, y contrastaba con un lacio cabello de color negro brillante, principal característica de su sangre latina, que resplandecía con la luz directa, aunque tras cierta experiencia preternatural se encaneciera completamente volviéndose blanco como la nieve. Pero ella lo tiñó para que su aspecto fuera más normal. Sus ojos verdes parecían dos esmeraldas brillantes y refulgentes, cuya mirada era imposible de soportar, y exudaba una melancolía marcada y profunda, casi deprimente. Sus rasgos tersos y suaves heredaron de su padre un aspecto lobuno y luciferino, pero con los pómulos indígenas maternos que resalta