IV

 Hanz llamó de inmediato a Sürner en el Campo de Concentración. Le dijo que buscaran entre la población de presos a una mujer gitana llamada Magdalena Vilani, que la arrestaran y la mantuvieran viva hasta que él se entrevistara con ella.

Pero antes de pasar al campo de Sürner, Hanz visitó el Castillo Robinsky.

El tétrico lugar mostraba horribles dimensiones. Una erosión implacable había reducido la estructura a una lastimera situación. Los adoquines estaban enmohecidos, los jardines plenamente abandonados a su suerte, y todo el lúgubre edificio exhalaba un claustrofóbico ambiente de aprehensión y horror.

 Alumbrado con una antorcha (el castillo no tenía instalada la electricidad), Hanz recorrió las pestilentes habitaciones y pasillos empolvados del lugar. En la habitación que debía servir a Malsano de aposento, Hanz encontró

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