III

Hanz Spegel llegó al campo de concentración de Euskani, a las afueras de Moldavia. Un nuevo tren repleto de judíos y otras parias se abría paso ruidosamente dentro del lugar. El alambrado de púas resaltaba sobre las lúgubres cercas de metal y tablones viejos. Las torres de vigías mostraban centinelas armados con feroces metralletas, mientras que innumerable cantidad de soldados y oficiales se encargaban de tareas militares y burocráticas a lo largo de la locación.

 El campo era administrado por un alto jerarca de la Gestapo. Aunque oficialmente rumano, el campo había sido cedido a la administración alemana. El Volk-Wagen de Hanz pasó los retenes militares al mostrar su identificación y pronto estuvo al frente de la oficina del administrador; un tal Dr. Sürner.

 Bajó del auto y pudo observar las canteras donde una miríada de prisioneros trabajaba inces

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