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──────⊰·☆·⊱──────—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —En ese momento ella estaba de acuerdo con todo lo que Arthur le ofreciera en ese momento, aunque fuese mentira, y cuando él comenzó a moverse sin sentir vergüenza salió a su encuentro, sin vacilar un solo instante. —No puedo creerlo —Arthur dijo con los dientes apretados, y empujó dentro de ella profundamente, y volvió a repetir: —¡Eres perfecta!Morgana jadeó, y movió la cabeza de un lado a otro. Porque no quería que la alabara, no quería que la hiciera sentir perfecta. Lo único que quería era que él acabara de una vez por todas con aquel dolor de necesidad que estaba alojado en su útero, y que solo se calmaba cada vez que Arthur empujaba sus caderas. —No soy perfecta, estoy muy lejos de serlo —chilló con voz de necesidad, y clavándole las uñas en los hombros, y luego con tono demandante, agregó: —Solo soy la mujer que si no te mueves ahora mismo, morirá debajo de ti.—¡Nunca! ¡Ni se te ocurra volver a decir tal cosa! —exclamó él después de un gru
──────⊰·☆·⊱──────Arthur se encontraba en su oficina aquella mañana, un tanto complicado. Ya que había llegado a la oficina tarde, puesto que tuvo que pasar primero por su ático para cambiarse de ropa. Ese día tenía una agenda algo complicada, llena de asuntos pendientes que eran importantes. Entre ellas, una reunión con la cámara de contratistas y algunos empresarios que se encargaban de suministrarle materiales de construcción, para el último proyecto de la empresa que manejaba. Por supuesto, en sociedad con la familia Anderson.Su secretaria le había comentado que desde muy temprano, incluso antes de la hora de comenzar la hornada laboral, había recibido varias llamadas seguidas de la esposa del congresista y que solicitaba que se comunicará de inmediato con ella. Arthur frunció el ceño, ya que no esperaba tal cosa por parte de ella.Justo en el minuto en el cual iba a darle instrucciones, al mismo tiempo que sacudía un polvo inexistente en su saco, entró como un vendaval, Jennifer
──────⊰·☆·⊱──────Jennifer enderezó la espalda en ese momento, mientras que a Arthur le tembló el músculo de la mandíbula, la miró de soslayo, y enseguida se dispuso a interpretar el papel de consentida. Que hacía que su esposo, cayera de rodillas ante sus pies. —No ocurre nada, cariño. Solo tengo un poco de mal humor —le dio un beso sonoro en los labios de vuelta y guiñándole un ojo agregó: —Ya me conoces, es normal en mí cuando está a punto de explotarme la migraña. —Porque te conozco, sé que hay algo que te disgusta y me gustaría saber qué es —insistió este. —¡Vamos, Charles! Estás haciendo una tormenta de esto, simplemente creo que es un día de esos en que sabes que lloverá todo el día. Arthur no se atrevía a intervenir, pero sabía perfectamente a lo que Jennifer se refería. De pronto el traje blanco de diseñador que cargaba, junto con el maquillaje que era obvio que acaba de retocarse, la hizo parecer un fantasma. Sus ojos rojos, un poco hinchados, eran señal de que había esta
──────⊰·☆·⊱──────Había sido un fin de semana memorable, Morgana sentía que estaba flotando entre las nubes. Tenía en las manos su segunda taza de café. La cual bebía a sorbos, mientras hablaba con Arthur por teléfono, Al mismo tiempo que sonreía como una adolescente, por tener el bonito gesto de invitarla a almorzar con personas cercanas a él.«¡¿Quiénes serán?!», se tensó al cuestionarse, pero luego se le vino a la mente el hombre que había estado con Arthur la noche que se conocieron y se relajó un poco. Aunque solo había compartido con él esa noche, sabía que era buena persona, y sobre todo de trato sencillo. —Deberías ver la cara de tonta que tienes en un espejo —la voz de Joe la sacó de sus pensamientos, echando a perder el momento.—¿Qué es lo que quieres ahora? —preguntó Morgana sin mirarlo, dejando su taza de café a un lado, y girando en su silla. Dándole la espalda para retomar lo que estaba haciendo en el computador.—Estás cometiendo un error al relacionarte con Graham, es
──────⊰·☆·⊱──────Morgana respiró profundo, y caminó hasta donde se encontraba Arthur esperándola. Se notaba tenso, y por supuesto tenía el porqué estarlo. Cuando él notó su rostro pálido, y se dio cuenta de que Jennifer venía detrás de ella con la sonrisa triunfante, supo de manera inmediata que pasaba algo y masculló una maldición.—¿Te encuentras bien? —preguntó de inmediato.—Sí, está todo bien —Morgana mintió.Le dio una mueca de sonrisa, pero en ese instante se les acercó, Jennifer la vio tragar grueso, y más cuando esta le puso las manos en los hombros.—Por supuesto que todo está bien —le guiñó un ojo— ¿Por quién me tomas? —sonrió de una manera cínica—. Solo le di a entender a tu nueva chica, que si quiere permanecer a tu lado, tiene que ser capaz de manejar tu apetito sexual. También si estaba enterada de que no eres fiel, ya que no estoy dispuesta a renunciar a nuestros encuentros, ni por ella ni por nadie. Después de soltar aquello, les dio de nuevo a ambos su mejor sonri
──────⊰·☆·⊱──────Tal vez Arthur tenía razón, respiró de manera profunda. Lo miró detalladamente, cuando él se sentó a la orilla de la cama. Estrechó los ojos, una emoción más fue añadida a las miles que sentía en ese momento. Sintió posesividad, algo muy poco común en ella. —Si vamos a hacer esto, entonces tenemos que hacerlo bien —le dijo a Arthur con voz determinada. Lo miró batiendo las pestañas, una provocativa invitación silenciosa utilizada desde hacía varios siglos, cuando una mujer deseaba a un hombre.—¿Te me estás insinuando? —inquirió Arthur con tono burlón. Era mejor aquella broma, que tomarla por la cintura de golpe y ponerla de una vez debajo de él. Ante aquella idea, tuvo que apretar los dientes. Ya que sintió como virilidad, se endurecía dentro de aquellos pantalones que, aunque eran hechos a la medida, faltaban pocos segundos para que se hiciera notoria su excitación en el instante en que Morgana comenzó a desvestirse lentamente. Aquella diminuta mujer, era capaz
──────⊰·☆·⊱────── Arthur dio un grito de posesión masculina que no supo de donde había salido. Sin embargo; continuó acariciándola sin piedad, hasta notar que las piernas a su alrededor se había vuelto gelatina. Se detuvo en seco, pero sin retirar todavía las manos de su sexo. —Voltéate —le ordenó con voz ronca por el deseo.Morgana, que estaba necesitada por más de sus caricias, no dudo ni un segundo en hacer lo que le pedía. A quedar sobre sus manos y rodillas, ronroneo como una gatita al sentir los labios suaves de Arthur en la espalda. No sintió vergüenza alguna, cuando sus jugos femeninos se deslizaron por sus muslos como riachuelos. Al contrario; sintió anticipación cuando Arthur comenzó de nuevo a acariciarla. Pero esa vez fue completamente diferente. Introdujo dos dedos dentro de su sexo, y con la mano libre azotó uno de los globos de su trasero haciéndola dar un salto. Al mismo tiempo; que emitía un gritico de sorpresa. Pensaba decir algo, acerca de aquel azote. Pero cuan
──────⊰·☆·⊱──────Al día siguiente el humor de Arthur era insoportable, cada vez que miraba de reojo a Morgana recordaba las palabras que le había dicho Jennifer. Estaba dispuesta a no financiar su proyecto si no terminaba su relación con la mujer que lo había hecho sentirse vivo de nuevo. Ella no tenía derecho a tal cosa, a manipularlo de aquella forma tan ruin. Jennifer sabía que aquel proyecto, era su reivindicación en el mercado de la construcción y bienes raíces. Así como un sueño que había deseado realizar desde hacía mucho tiempo. Le dio con el puño un golpe secó, a la mesa en donde se encontraba en ese momento. Luego de decir una maldición entre dientes.—¿Te sucede algo? —quiso saber Morgana, mientras tomaba un café en un local cerca de la oficina en donde estaban desayunando. Puesto que se habían despertado muy temprano, después de una ducha en pareja, y hacer el amor de nuevo. Arthur la había acompañado hasta su apartamento para cambiarse de ropa y llevarla a trabajar. —