3: No será fácil

El pequeño Samuel solía ser un niño muy tranquilo y cariñoso, hasta que sus padres se divorciaron y él no volvió a ver a su madre. Desde entonces, su padre se ha encargado de buscar a alguien que cuide de él, pero el pequeño siempre busca la manera de ahuyentar a cualquiera que su padre contraté como niñera puesto que a pesar de su corta edad, el pequeño es muy inteligente y ya él había descubierto un patrón, patrón que todas sus niñeras anteriores siempre llevaban a cabo.

Al principio, se comportaban cariñosas y amables, estaban al pendiente de él e intentaban hacerse sus amigas, pero luego comenzaban a buscar a su padre, él no entendía muy bien porque, solo sabía que cuando esas mujeres le pedían que las llamara “Mamá” y se comportaban extrañas con su padre, él de inmediato sabia que algo andaba mal, el no quería tener otra mamá, en su joven conciencia de infante, era una locura y su carácter lo llevaba a hacerle travesuras a las niñeras para evitar que su padre las convirtiera en su nueva mamá.

3:30 PM.

Alice despierta de golpe y comienza a gritar, mira a su alrededor y descubre que se encuentra acostada en una habitación enorme llena de lujos a los que ella solo había tenido acceso en sus sueños más locos, en la cama junto a ella se encontraba una mujer de mediana edad que la observaba con preocupación.

—¿Qué pasó?— Indagó Alice frunciendo el ceño mientras se frotaba la nuca porque sentía un dolor punzante en esa zona.

—El pequeño Sam te hizo una pequeña broma y te desmayaste— Respondió la mujer.

—¿Y la araña? ¡¿A eso le llama usted una pequeña broma?! ¡Yo le tengo pánico a las arañas!— Farfulló Alice estupefacta por su respuesta.

—Es solo un niño, no es para tanto. Vera que cuando lo conozca lo va a querer mucho— Declaró la mujer amablemente.

—Créame, ya siento que lo quiero… ahorcar— Respondió Alice furiosa.

—No exageres, ten tomate esto, te ayudará con el dolor de cabeza— Musitó la mujer entregándole una pastilla junto a un vaso de agua.

—Gracias…

—Si le parece, puedo darle todo el recorrido ahora mismo para que conozca la casa— Sugirió la mujer.

Alice solo le limitó a asentir y luego ambas se colocaron de pie, salieron de la habitación, atravesaron el largo pasillo abarrotado de puertas y llegaron a las escaleras, las cuales bajaron de inmediato.

—Mi Nombre es Débora, soy el ama de llaves, ¿Y su nombre es?

—Soy Alice, la nueva niñera— Musitó la castaña mientras observaba cada cosa a su alrededor.

Conforme avanzaban por la casa, Alice se perdía cada vez más, habían cientos de habitaciones y espacios para el ocio, desde salas de estar, cuarto de juegos, dormitorios, bibliotecas, comedores, balcones, una terraza e incluso una piscina. Cada habitación era más hermosa que la otra, se trataba de una vieja casa que fue restaurada y remodelada por Dalton.

—La mansión le ha pertenecido a la familia Monroe desde hace diez generaciones y ahora está a cargo del Señor Dalton hasta que su primogénito tenga la edad suficiente para heredarla— Explicó la mujer.

—Ya veo… Y supongo que me tomará meses limpiarla por completo— Afirmó Alice abrumada.

—Para nada, su labor principal es cuidarse de Samuel, de la limpieza se encargan las mucamas y criadas— Respondió Débora.

—¿Y con respecto a la cocina?— Indagó Alice frunciendo el ceño confundida.

—También tenemos cocineras, no hay nada por lo que debas preocuparte a demás de cuidar a Samuel. Acá tenemos personal de seguridad, choferes, cocineras, mucamas, criadas, lavanderas, jardineros, e incluso fotógrafos que trabajan las veinticuatro horas del día para asegurarse de llevar un registro de los importantes momentos en la infancia de Sam.

Alice no sabía que decir, no se lo esperaba… Desde el principio ella imaginó que tendría que barrer, trapear, cocinar, lavar, planchar y cuidar del niño al mismo tiempo, pero ahora se daba cuenta que no era así, quizá su trabajo era mas sencillo, ¿Pero a qué costo? Quizá convertirse en Cenicienta sería mucho más fácil que cuidar de ese pequeño diablillo. Después de todo, solo necesitaban que fuera su niñera a tiempo completo, porque el niño era demasiado travieso.

—¿Y sabe porque el niño es tan travieso?— Preguntó Alice ansiosa por descubrir la razón de su mal comportamiento.

—Samuel, naturalmente es un niño muy cariñoso e inteligente, más independiente que cualquiera de su edad, ama mucho los deportes y las comidas deliciosas luego de sus prácticas pero, el divorcio de sus padres lo afectó muchísimo y las niñeras que han pasado por esta casa desde entonces siempre tienen intenciones equivocadas y Samuel es especialista en ahuyentarlas, quizá no entienda muy bien el porqué esas mujeres intentan estar muy cerca de su padre, si sabe a lo que me refiero… —Hizo una pausa para dedicarle una mirada a la castaña que le dio a entender lo que decía— El niño es extremadamente celoso con su padre y las actitudes de sus antiguas niñeras solo lo han llevado a ser mucho más rebelde y a odiar ciertas cosas de adultos, ahora ni siquiera soporta estar en las fiestas que organiza su padre con muchos invitados adultos…

—¿Y porque me lo dice si yo también soy su niñera?— Preguntó Alice encogiéndose de hombros.

—Porque veo algo especial en ti, siento que tú eres diferente y tengo un buen presentimiento contigo, así que espero que no me decepciones— Respondió Débora en tono de reprimenda.

—Aprecio que tenga fe en mi, pero yo solo estoy aquí porque necesito el empleo y soy una chica normal, como cualquier otra— Aclaró Alice con un ligero desgano.

—Como quieras, yo te sugiero que busques la manera de ganarte el cariño de Samuel si quieres conservar tu empleo— Musitó Débora para luego irse a continuar con su trabajo.

El consejo de la mujer dejó pensativa a Alice, si bien el niño era insoportable, ella quería mantener su empleo, lo necesitaba para poder seguir costeando los tratamientos de su madre, por suerte su nuevo jefe accedió a darle su sueldo del mes adelantado y pudo costear las facturas del hospital y de su departamento. Entonces tuvo una idea, ya que Samuel estaba en su práctica de natación, ella le prepararía una rica cena para sorprenderlo.

(***

Luego de suplicarle por un buen rato a la cocinera, esta accedió a que está vez fuera Alice quien preparara la cena, así que se puso manos a la obra e hizo su especialidad, su receta de pasta con albóndigas de res y tocino.

Cuando Samuel terminó su práctica de natación, Débora le dio un baño y finalmente lo llevó al comedor para que cenara junto a Alice quien lo esperaba con ansias, el pequeño se sorprendió al ver la comida puesto que jamás había probado algo así.

—¿Qué son estas pelotas de carne?— Preguntó el niño con inocencia.

—Se llaman albóndigas, pruébalas, se que te gustarán— Dijo Alice mientras comenzaba a comer.

El pequeño tomó su tenedor y pinchó una de las albóndigas, la levanto y la observó con cierto recelo para luego llevársela a la boca y darle un pequeño mordisco, mientras masticaba con desconfianza comenzó a sentir el delicioso sabor de la carne con especias y el tocino en su interior lo que le generó una gran primera impresión.

—Esto está delicioso, ¡Seguro a mi mamá le gustaría mucho esta comida!— Farfulló el pequeño para luego comenzara a devorar todo lo que habia en su plato.

Alice sonrió satisfecho mientras seguía comiendo, a pesar de estar calmada en su exterior, dentro de su cabeza daba saltos de emoción por haber cumplido su cometido.

Luego de cenar, Alice llevó a Samuel a su habitación y lo acostó, este le dio las gracias por la cena y luego se quedó profundamente dormido, la práctica lo habia dejado exhausto. Al salir de la habitación, Alice fue a la cocina y comenzó a limpiar todo para dejar el área pulcra como la cocinera le había dicho.

En ese momento, Dalton llegó a la cocina, al verla allí limpiando frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—¿Se puede saber que haces aquí?— Preguntó en tono severo.

—Hola, señor Monroe. Solo estoy limpiando todo el desorden que hice mientras cocinaba—

—¿Tu hiciste la cena para mí hijo?— Preguntó ignorando rotundamente su saludo.

—Si señor, le preparé mi receta especial de pasta con albóndigas— Respondió Alice cabizbajo. Ella no entendía su mala actitud, no sabía que había hecho mal y sentía miedo de haber metido la pata.

—Mire, señorita Davis, asumo que mi asistente no se lo informó pero mi hijo tiene una dieta estricta y por esa razón un nutricionista y yo le preparamos distintos menús deliciosos y nutritivos. Usted no puede simplemente llegar y hacer lo que le venga en gana con la alimentación de mi hijo, eso no se lo permitiré— Espetó Dalton furioso con un tono de voz elevado.

—Lo siento mucho señor, de verdad no tenía idea. Por favor no me despida—

—Tienes totalmente prohibido cocinar en esta casa, por favor vete a tu habitación… Esto lo resolveremos en la mañana—

(***)

A la mañana siguiente, Alice se despertó con pesadez, no había podido dormir en toda la noche a causa de la discusión con su jefe la noche anterior, bajó al comedor para desayunar y allí se encontraban Dalton y Samuel desayunando plácidamente.

—Buenos dias— Saludó la castaña pero ninguno de los dos le respondió.

Al parecer, Dalton seguía enojado con ella mientras que él pequeño Samuel actuaba como si su buen gesto al prepararle la cena el día anterior fuera una tontería. La castaña pasó a la cocina para pedirle a alguna de las criadas que le llevarán algo para desayunar y al entrar se sorprendió de que la cocinera no estaba allí.

—¿Dónde está la señora Mónica?— Preguntó la castaña extrañada.

—No lo sé, al parecer se fue anoche, creo que el señor Dalton la despidió por haberte dejado cocinar para Samuel— Respondió Débora mientras se servía una taza de café.

—¿La echaron por mi culpa?— Preguntó sorprendida.

—Eso creo— Afirmó Débora encogiéndome de hombros apenada.

—Eso no está bien, no lo puedo permitir. Es mi culpa, si alguien debe ser despedido, debo ser yo— Farfulló la castaña alterada.

En ese momento Alice no pudo controlar sus impulsos, no podía permitir que alguien más saliera afectado por sus errores y a pesar de necesitar el empleo, ella estaba dispuesta a decirle sus verdades a la cara a Dalton sin importar las consecuencias.

—¿Por qué despidió a señora Mónica si lo de anoche fue mi culpa?— Preguntó a gritos dirigiéndose a su jefe.

—Eso no es tu asunto— Musitó el castaña sin apartar la vista de su plato.

—¡Si debe despedir a alguien es a mi porque fue mi equivocación. No lo puedo permitir!— Bramó Alice furiosa.

—¿Y que vas a hacer al respecto?— Preguntó Dalton levantándose y encarándola —¿Crees que puedes venir a gritarme y amenazarme delante de mi hijo y bajo mi techo?

Alice respiró ahogada al tener su rostro a escasos centímetros de los de Dalton, una vez más sin importar lo guerra que ella tenia el carácter, Dalton habia logrado amedrentarla.

—Esto es demasiado… renuncio— Musitó la castaña con un nudo en su garganta.

Se dio la vuelta dispuesta a irse pero rápidamente, Dalton la tomó por su brazo y tiró de ella haciendola volver y pegándose a su cuerpo mientras se miraban fijamente a los ojos.

—No puedes irte, firmaste un contrato de prueba por treinta días y ya te pagué tu salario por adelantado, deberás trabajar hasta que el plazo del contrato se venza, así que hasta entonces debes respetarme y hacer lo que yo te diga.

Alice abrió sus ojos sorprendido mientras inhalaba profundamente con miedo de lo que pudiera llegar a pasar.

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