Días después.
Alice estaba sentada en el asiento trasero del auto que Dalton le asignó para llevarla a cualquier sitio que necesite de forma segura y puntual. El chofer la llevaba al hospital en el que se encuentra su madre, durante todo el camino, Alice iba mirando por la ventanilla, aunque realmente no estaba viendo nada, solo estaba sumida en sus pensamientos. A pesar de verse tranquila en su exterior, su interior estaba hecho un caos. Ella sentía que su corazón estaba en un lienzo en blanco, como si no hubiera más que eso, desde hacía un tiempo, cuando su madre enfermó, todo era igual, de pronto su futuro era incierto, ella vivía cada día sin más, ya no tenía esperanza, ni aspiraciones o sueños. Simplemente, no existía nada más para ella que el bienestar de su madre y estaba pagando el costo de mantener a su madre viva por el alto precio de abandonar todo atisbo de ilusión y fe en sí misma. Cuando recién salió de la escuela con una beca completa para la universidad ella aspiraba ser una gran profesional, tenía metas y sueños, pero al graduarse de la universidad su madre enfermó y tuvo que sacrificar todo por la salud de su madre, después de todo, su madre era madre soltera, Alice no sabía nada acerca de su padre, así que no tenía ningún tipo de apoyo, solo eran ellas dos contra el mundo. Al llegar al hospital, el chofer aparcó el auto en el estacionamiento y está bajo luego de pedirle al hombre que la esperara y este acepto porque su único trabajo era estar para ella cuando lo necesitara. La castaña bajó del auto y se dirigió hacia la recepción del hospital, se anunció en la entrada con una de las enfermeras de guardia y acto seguido fue directo a la unidad de cuidados intensivos para ver a su madre. Al llegar, está la recibió con una amplia sonrisa a pesar de estar en un estado deplorable físicamente, con una cánula de oxígeno bajo su nariz, una vía intravenosa y un medidor de pulso en su dedo índice. —Hola, mamá— Musitó la castaña con una amplia sonrisa, aunque sus ojos estaban inundados de lágrimas que amenazaban con derramarse en cualquier momento. —Cariño, me alegra mucho verte— Declaró la mujer con regocijo —Ya me parecía que habías tardado mucho en venir a verme. —Lo siento, mamá. Debí haberte llamado… Yo… encontré un empleo y apenas hoy pude pedirle permiso a mi jefe para venir a verte. Lamento no haberte avisado— Masculló Alice mientras se sentaba con cuidado en el borde de la cama de su madre. —Descuida, cariño. No te preocupes por mí, tú tienes el derecho de hacer tu vida. Me alegra mucho que hayas conseguido un empleo, cuéntame todo, quiero saber que te ha parecido. —Bueno, ahora trabajo para Dalton Monroe y con respecto a como se han dado las cosas… todo está bien, mejorando con el tiempo— Respondió la castaña sin dar demasiados detalles, puesto que no quería darle preocupaciones a su madre. Alice creía que ya tenía suficiente con trabajar de niñera a pesar de ser una diseñadora profesional, en efecto, era degradante y ya tenía suficiente con su propia decepción. Sentía que si su madre supiera la verdad también estaría decepcionada de ella y estaba segura de no soportar más puñales en su corazón. — —Suena muy bien. Estoy muy feliz por ti, cariño. Espero que todo salga increíble, yo sé que tú puedes— Declaró su madre emocionada. —Gracias mamá— Bisbiso Alice haciendo una mueca que debía ser una sonrisa, pero se sentía mal por mentirle a su madre sobre la realidad de su empleo. —Alice… Sé que últimamente hemos pasado por mucho y quizá esto sea un poco fuerte, pero lo he pensado bien y quiero que sepas la verdad… la verdad sobre tu padre y de como sucedieron las cosas— Confesó su madre en tono serio. Alice miró fijamente a su madre con los ojos tan abiertos que incluso parecía como si fueran a salírsele de sus cuencas. Su madre jamás había querido hablarle de su padre, y a pesar de no conocerlo o saber siquiera su nombre, Alice sentía un profundo odio hacia él y no quería que su madre le hablara de él, como si tuviera que confesar sus pecados para estar en paz consigo misma antes de morir. —¡No, mamá! ¡No lo hagas, por favor! ¡No quiero saber nada de él!— Farfulló, Alice alterada. —Alice, tengo que hacerlo… No quisiera morir sin que tú sepas la verdad, por favor… escucha lo que tengo que decirte— Insistió su madre en tono severo. —¡Ni hablar, Madre! ¡Se supone que vine a visitarte para pasar tiempo contigo, no quiero que me hables de ese hijo de perra!— Espetó Alice soltando finalmente todas las lágrimas que había intentado contener, en las cuales se destilaba poco a poco el dolor, la ansiedad y la bruma que la estaban carcomiendo en su interior. Luego de esa pequeña discusión, su madre optó por no decirle nada más al respecto, por más que quería sacarse esa espina del corazón, decidió respetar la decisión de su hija. Por otro lado, sin importar el curso del resto de la visita, Alice no paró de llorar hasta secarse. Luego de que terminaran las horas de visita, Alice volvió a la Mansión Monroe. Por todo el camino, Alice iba exactamente igual de perdida en sus emociones, hasta que entraron al jardín de la mansión y Alice vio a una mujer alta, rubia y muy elegante que estaba en el jardín con Samuel. Alice bajó del auto y se adentró en la mansión rápidamente, atravesó el recibidor y fue directo a la sala de estar que tenía ventanales, los cuales le proporcionaban una vista panorámica del gran jardín en el que se encontraba Samuel en compañía de esa mujer. A simple vista se notaba la alegría de ambos mientras charlaban y caminaban entre los arbustos. La castaña se sorprende e incluso se le hiela la piel, algo le decía que si la madre del niño estaba en la casa, de seguro Dalton estaría más hostil de lo habitual. —¿Esa será su madre?— Se preguntó a sí misma a media voz. De repente, pasó lo que menos esperaba, Dalton apareció detrás de ella justo a tiempo para escuchar su comentario apenas audible, generándole un respingo con su repentina aparición. —Sabes… no deberías especular sobre cosas que no te conciernen, señorita Davis— Comentó Dalton en tono de reprimenda, aunque se lo veía bastante tranquilo —¿Cómo se encuentra su madre?— Indaga mientras se sienta en uno de los sofás de la habitación con placidez. —No se encuentra nada bien, aunque intenté ser fuerte, su aspecto la delata cruelmente— Responde la castaña encogiéndose de hombros —Comprendo…— Afirma el ojiverde —¿Así que vas a pedirme un adelanto de tu salario del siguiente mes?— Pregunta con simpleza. Alice de inmediato se sintió ofendida por su pregunta, a pesar de que lo dijo sin ningún tipo de doble intención, la castaña sentía que de cierto modo se estaba burlando de ella. Abrió su boca para responderle agresivamente, pero se contuvo al ver que Samuel entró a la habitación tomado de la mano por la mujer que lo acompañaba en el jardín, esa que se vestía como si fuera a un desfile de moda en París. Al verla, el pequeño le sonrió y corrió hacia ella para terminar abrazándose a sus piernas. —¡Alice, volviste!— Exclamó el pequeño emocionado. —Hola, Sami. Yo también estoy muy feliz de verte— Dijo la castaña, inclinándose para abrazarlo sin apartar su vista de aquella mujer. —¡Alice, te presento a mi tía Mía, ella es mi tía favorita!— Declaró alegremente el pequeño luego de deshacer su abrazo y llevar a Alice de la mano para que conociera a la mujer. —Es un placer conocerla, señorita Mía. Mi nombre es Alice Davis, soy la nueva niñera de Samuel— Saludo la castaña tendiéndole la mano cortésmente. Alice quería ser tan agradable como podía, pero en respuesta solo recibió una mirada despectiva de la hermana de Dalton, quien ignoró rotundamente que esta le tendió la mano. Al parecer, Samuel no era el único que detestaba a sus niñeras. Mía era la hermana menor de Dalton quien amaba a Samuel como si fuera su hijo y siempre había tenido una muy buena relación con el pequeño, así que estaba al tanto de lo que Sam sentía con respecto a las niñeras que habían pasado por esa casa y le era imposible no odiar a todas y cada una de ellas sin conocerlas.Al caer la noche se encontraba la familia reunida en el comedor mientras esperaban que les sirvieran la cena.
—Dalton…— Musitó Mia al notar que en la mesa habia un plato de mas.
Dalton aparto la vista de su teléfono y miró a su hermana para hacerle entender que la estaba escuchando.
—¿Por qué hay cuatro platos si solo somos tres? ¿Acaso esperamos a alguien?— Indagó confundida.
—Es para Alice, ella comerá con nosotros— Respondió el pequeño Samuel alegremente.
—¿Y desde cuándo los empleados cenan en la misma mesa que nosotros?— Preguntó en tono hostil —Sami, se que te agrada mucho tu nueva niñera, pero que coma con nosotros va contra las reglas— Añadió en tono de reprimenda.
Samuel resopló y negó con la cabeza mientras que Dalton solo escuchaba sin decir nada al respecto. —Pero tía… ¿A dónde más podría cenar si no es aquí con nosotros?— Farfulló el pequeño desconcertado. En ese momento, Alice llegó hasta la puerta y se detuvo a escuchar lo que decían puesto que oyó que mencionaban su nombre. —Sami, ella debe esperar hasta que terminemos de cenar y luego podrá comer. Todos los empleados de la casa hacen lo mismo ¿No…? —Pero si es así, la tía Alice tendrá mucha hambre si espera hasta que terminemos. No quiero verla con hambre. Además, se supone que después de cenar, ella y yo tenemos planes. Debemos jugar con bloques de lego, dibujar y también armar rompecabezas, hay mucho por hacer ¿Papa, sabías que es muy buena dibujando edificios altos como tú?, incluso me prometió que usaría una impresora 3D para imprimir el edificio que dibujó para mí y así lo pondríamos en la maqueta de mi habitación, queremos hacer una ciudad para jugar a los monstruos gigan
Luego de que Samuel se fuera a la cama, Alice intentó irse a dormir, pero al acostarse no pudo lograr conciliar el sueño, no dejaba de pensar en la propuesta que Dalton le hizo y que sin dudar había rechazado sin importar cuanto dinero le había ofrecido.Cuando llegó la media noche, Alice ya no pudo más con sus pensamientos acompañados del hambre que sentía por no haber cenado, así que decidió bajar a la cocina para calentar un poco de leche con canela a ver si así lograba llamar al sueño.Determinada, se levantó de la cama y fue directo al armario para cambiarse, pero luego pensó “Todos están dormidos, quizá no importe si bajo a la cocina en shorts y camiseta”. Así que, sin tantos rodeos, salió de la habitación y fue directo a la cocina. Pasó frente a la oficina de Dalton sin percatarse de que esta tenía la puerta abierta y su jefe estaba dentro, bajó las escaleras y se enfiló con dirección a la cocina. Al llegar, fue directo al refrigerador y saco una botella de leche, luego tomo un
Alice se encontraba con Dalton en su estudio, esta yacía sentada en una de las sillas para invitados, mientras que su jefe estaba sentado en su enorme silla de piel, observándola con superioridad. Al principio ninguno se decía nada, solo miraban hacia cualquier punto opuesto de la habitación y cada tanto sus miradas se cruzaban, pero, aun así, ninguno tomaba la iniciativa de romper el silencio.—¿Entonces…? ¿Estaremos así todo el día? —Inquirió Dalton hablando finalmente.—No lo sé, si le soy honesta… estoy intentando formular mis palabras en mi cabeza para no ser grosera con usted— Musitó la castaña malhumorada.—Señorita Davis, no tiene de que preocuparse, ya me ha quedado claro que usted tiene una personalidad bastante marcada y elocuente— Respondió Dalton en tono burlón a pesar de mantener su semblante inexpresivo.El sarcasmo del hombre generó en Alice un avivamiento de su ira… ¿Cómo podía ser tan sínico? Había violado su privacidad al indagar la condición de su madre y el hospit
—¿Cómo puedes ser tan presumida, clasista y grosera a la vez? — Indaga Alice, harta de Mía — Literalmente desde que te conocí has sido presuntuosa, egocéntrica e insoportable, pavoneándote con tus atuendos costosos y bolsos de diseñador. Pero, solo bastó que estuvieras en desacuerdo con mi relación profesional con tu hermano para que te metas toda esa clase por el trasero. Alice ya no toleraba ni una discriminación más por parte de Mía, sin importar que fuera hermana de su jefe y si tenía que decirle la verdad a la cara se la diría sin temor alguno.—¿Cómo te atreves a faltarme al respeto de esta forma? ¡Tú no eres más que una niñera mediocre y muerta de hambre que busca enrollarse en la cama con mi hermano! — Declaró a los cuatro vientos con la intención de avergonzarla en frente de los otros compradores de la tienda.—Escúcheme bien señorita Monroe…—No pierdas tu tiempo diciéndome nada, para mí tu palabra son como el polvo… se las lleva el viento y a nadie le importa. Aún no entie
—Dalton, me alegra tanto verte, y vienes acompañado por esta preciosa chica— Dijo la futura socia de Dalton acercándoseles.—Señora Colman, a mí también me alegra verla. Gracias por invitarnos. Le presento a mi novia, Alice Davis— Saluda el castaño con cortesía.Alice quedó pasmada al ver a la mujer, se trataba de Catherine, su ex profesora de la universidad y asesora de tesis. Alice jamás pensó que ella seria quien había invitado a Dalton a esta cena de negocias, hasta donde Alice sabia, Catherine era soltera y su apellido era Parker; pero claro… ahora estaba casada y llevaba el apellido de su marido.—No sabes lo feliz que me hace verte después de tanto tiempo, querida Alice— Declara Catherine esbozando una amplia sonrisa y luego la abraza efusivamente.Alice Observa el rostro de Dalton por encima del hombro de Catherine y este la mira con los ojos muy abiertos y desorbitados, mientras articula con sus labios —¿Cómo demonios la conoces?—Lamento mucho lo de tus zapatos querida, pero
—No, no creo que sea necesario. Sé que Alice tuvo un día bastante ajetreado y está aprovechando el tiempo para descansar— Dalton le mintió directo a la cara, pero Edward ni se inmutó.Por un breve momento los tres permanecieron en silencio. Dalton totalmente ensimismado, Edward lo observaba pensativo y Alice, ella era la única que de pronto se sentía mal, aunque su relación con Dalton era únicamente laboral, ella de igual forma se sintió rechazada por el, como si le diera vergüenza.Edward ladeó la cabeza entrecerrando los ojos y clavo su mirada en la castaña, notando como esta se había apagado un poco lego de que Dalton se negara a bailar con ella y fue entonces que confirmó sus sospechas… Dalton le estaba mintiendo.—Bueno, ya que Alice está demasiado cansada como para bailar contigo quizá debas llevarla a casa. No veo porque tenerla aquí si no puede disfrutar de la velada contigo siendo pareja. Después de todo, su descanso es más importante que nuestra reunión de negocios— Sugirió
Todo quedó en absoluto silencio, un silencio seco y sepulcral, tanto que Alice casi pudo escuchar el golpe de la mandíbula de Dalton, él estaba pasmado por el anuncio de Catherine, había esperado tanto esta sociedad que ya dudaba de conseguirla y ahora que lo había logrado, no podía creerlo.Poco después, Edward totalmente estupefacto por la acción de su esposa sin su consentimiento, reaccionó y les ordenó a los músicos de la banda que volvieran a tocar para cortar la tensión. En ese momento, Alice corrió emocionada hacia Dalton y lo abrazó con fuerza y este de inmediato le respondió con la misma emoción.—Te lo agradezco mucho, prometo recompensártelo. Te daré el dinero que necesites para continuar con el tratamiento de tu madre— Susurró el ojiverde al oído de Alice.—¡Ni hablar, no lo puedo aceptar! —Farfulló ella de inmediato, mientras negaba con la cabeza.—Pero…—No señor, no puedo aceptarlo. Lo único que le pido es que hable con su hermana. Antes de venir aquí ella fue la única
—No. No lo estoy— Respondió ella con nerviosismo.—Claro… y ahora dirás que eres sonámbula— Farfulló él con sorna mientras tomaba la colcha y la lanzaba al suelo de un tirón.¨ M****a pensó la castaña mientras apretaba los ojos con fuerza suplicándole al planeta que se la tragase. Dalton rodeó la cama y se puso de cuclillas frente a la joven y luego le toco un par de veces la frente con su dedo índice para que esta lo mirara.—¿Qué demonios haces?—¡Lo juro, fue un accidente! ¡Yo solo quería un pañuelo y tropecé el control remoto! — Farfulló Alice levantándose rápidamente para luego caminar hacia el balcón en un intento de escapar de su jefe.Dalton soltó un bufido con fastidio a la par de sus ojos que puso en blanco mientras iba tras la chica. Salió al balcón y vio que esta se encontraba en una esquina, de espaldas a él, con la mirada fija en la distancia.—Señorita Davis…Dalton quiso llamar su atención, pero esta solo bajó la cara y soltó un ligero sollozo, estaba llorando desconso