—Me encanto verte —dice Antonietta mientras besa mis dos mejillas.
—Gracias por recibirme en casa, de verdad. La comida ha sido deliciosa —ella hace un ademán con la mano.
—Puedes venir cuando quieras y espero poderte ver más seguido ¿escuchaste eso Massi? —la elegante mujer besa las dos mejillas de su hijo.
—Sí, madre pero tenemos trabajo.
—Non discutere con tua madre, Massimiliano —dice golpeando su pecho.
—Trataré de venir en un par de días.
—Adiós abuela —dice Michael
—Figlia mia, ti amo. Non bisogna mai salire su quel moto —besa sus mejillas.
Massimiliano vuelve después de casi media hora. Se pasea de un lado a otro luego nos mira y vuelve a caminar. —Lo haré… lo haré por ti, ¿entiendes? —le dice a Michael y él asiente—. Tenemos que ir a la oficina, Jenna, tengo que saber qué es lo que sucederá con la inauguración. Asiento y Michael se endereza en el sillón. —Tú tienes que descansar, Michael —el chico asiente y sube las escaleras. Me pongo de pie y camino hacia la habitación con la mirada de Massimiliano siguiéndome. —Tendré que usar la misma ropa de anoche para ir a casa y cambiarme —él asiente sin decir nada, está sumamente serio—. ¿Estás bien? —Si… solo que esto me ha impactado —me acerco a él. Beso sus labios y le abrazo fuerte —Pero yo
Él. Golpeo la pared más cercana que encuentro. Me giro para encontrarme a Paulino con los ojos bien abiertos. —¿Qué? —digo de mala gana —Te has pasado, y has dado un espectáculo a todos aquí —frunzo el ceño y doy un golpe a la silla que está tirada en el suelo. Andrea ha dejado un desastre. —Massi, tienes que andar con cuidado —bufo —¿Por Andrea?, es una loca no hará más. —Sabes que no hablo de ella, he tenido que contratar seguridad para Raquel, esos ladrones de casinos me tienen con los pelos de punta —Enciendo con cuidado mi puro y aspiro. —Tú debes de cuidarte, eras la
Él. Ha pasado lo que a mí me parece una eternidad. Sigo sin saber nada de Jenna y cada vez me encuentro peor. —Papá —siento la mano de Michael en mi espalda —Michael —y lo abrazo fuerte, se queja un poco y es cuando lo libero. —Todo estará bien, ella es muy fuerte y… me dijo que no nos dejaría, ella lo prometió —asiento secándome las lágrimas de forma torpe. —No me han dicho nada, no me han dicho ni una sola palabra, estoy desesperado —mi hijo me invita a sentarme. —Me cuesta creer que mamá haya llegado a este punto… de locura —mi mandíbula se tensa al recordar a Andrea. —
El. Llevamos aquí un día. No he tenido el valor de llamar a su abuela y notificarle lo que ha pasado. No quisiera alarmarla y menos poner peor la situación con su padre. Hoy ha dicho el doctor que van a quitar el sedante para ver cómo es que reacciona. Las cosas con Andrea y el tribunal van muy rápido y hoy se tomará la decisión sobre la custodia de Michael y tengo que estar presente pero no quiero dejarla sola, ni un momento. Mi madre se ha ofrecido a cuidarla mientras estamos fuera Michael y yo. Desde que mis padres se han enterado lo que ha pasado han hablado cada hora para saber si hay avance. El veredicto sobre el ataque será dictado en una semana. Espero que Jenna esté b
Siento un extraño dolor en mi barriga. Tengo problemas para respirar y siento como si hubiera sido hace unos minutos cuando la ex esposa de Massimiliano se abalanzó hacia mí con un cuchillo en las manos. ¿Me hirió?, claro que lo hizo, recuerdo ver la sangre correr por mi falda y blusa. Siento una manos acariciándome y también como cantan. Es una mujer. ¿Puede ser mi abuela? Sigo escuchando ese canto que me relaja tanto, pero mis problemas para respirar siguen igual. Trato de quitar eso que aprisiona mi rostro, ¿una máscara?, ¿y Massimiliano?, ¿sabrá lo que paso? —La mia bambina —es… italiano, trato de moverme pero me siento sumamente adormilada. —Ho… —alcanzo a decir y poco a poco abro mis ojos. Mi mirada es muy borrosa—. Ho… Siento su mano cubriendo la mía. La besa una y otra vez. Le escucho sollozar. Y abro los ojos. Lo veo recostado con la frente pegada en la cama de hospital. A mi alrededor todo es penumbra. —No —su rostro se alza de inmediato—. No llores. —Jenna —besa mi mano y luego mis labios varias veces, alzo las manos hasta su rostro para sostenerlo y limpiar sus lágrimas. —No llores, estoy aquí —niega despechado. —Ni siquiera sabía que eras alérgica a la penicilina, pude haber evitado esto, pude haber ido a buscarte y esa mujer nunca te hubiera atacado. Pude evitar esto…—niego acercándolo a mí. —No es tu culpa, ¿sigues molesto por Imanol? —Que va —besa mi frente—. No te quiCapítulo 39
Ha pasado una semana desde el ataque de Andrea. Estiro mi cuello con cuidado y de a poco me siento en la orilla del colchón. Me giro un poco y veo a Massimiliano descansar. Su cuerpo está volteado hacia mí. Tiene el ceño fruncido y la boca ligeramente abierta. Me pongo de pie con cuidado, aún siento molestias pero ya puedo moverme. Camino hacia el cuarto de baño y me lavo el rostro y dientes. Camino hacia la cocina y me encuentro con la mucama, Gina. —Buenos días señora —sonrío —Buenos días Gina, ¿cómo estás? —Bien gracias, ¿quiere que le preparé algo?, ¿café?, ¿jugo de naranja? —Un jugo de naranja por favor —la mujer asiente y voy a sentarme en la barra. E
He decidido no ir al juicio de Andrea. No quiero volver a toparme con esa mujer. Me recuesto en la cama mientras cambio los canales del televisor. Por la noche es la inauguración del nuevo casino de Massimiliano. Estoy casi segura de lo que usaré. Paulino quiere aprovechar la reunión para anunciar de manera formal el compromiso de Massimiliano y yo. Aún me siento extraña al pronunciarlo y no paro de verme el anillo. Ayer he telefoneado a la abuela. No se ha enterado de nada de lo que tenga que ver con Andrea, pero si le he dicho lo del compromiso. Se mostró bastante feliz y gritó en sus posibilidades, dijo que se lo haría saber a papá… no quiero ni imaginar lo que pensará de mí. Le extraño. Doy media vuelta en el colchón y dejo caer mi cuerpo. Tomo aire varias veces casi sin sentir dolor. La recuperac