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03 - ¿Le agregué muy poco?

Barbra.

Se llevaron a mi jefe para la clínica. Y todos comentaban que le había sucedido y porque se había intoxicado.

Él trabajo continuó. Yo prosigo con lo mío, mientras tarareo la melodía de una canción. Empiezo a picar un queso mozarela con rapidez, luego unas papas. Naomi se acercó hasta mi lugar, sosteniendo un cuchillo y me mira con atención.

—Te ves tan tranquila… —comenta —. Realmente si que lo odias.

Volteo a mirarla —No exageres, ni que se fuera a morir —comento con tranquilidad.

—¿Entonces dices que fue una reacción alérgica? —inquiriere moviendo el cuchillo hacia un lado.

Asiento con lentitud mientras miro lo que hago —Si…

—¿Pero como lo sabes? —frunce el entrecejo.

—Lo dijo Jon —la miro para luego encogerme de hombros sin tomarle importancia.

Eleva las cejas —Bueno, cuando lo vi salir se encontraba muy rojo. Creo que lo que le sucedió fue algo grave.

—Si, lo estaba —coloco las papas ahora picadas de forma redonda sobre una tasa de vidrio.

—Espero se mejore —musita ella mirándome.

—Si, también —suelto despreocupada.

—Bueno, nos vemos en el almuerzo —anuncia para después retirarse.

—Esta bien… —vuelvo a bajar la mirada para continuar.

Naomi se retiró al otro lado de la cocina y yo me dirijo en dirección la estufa para comenzar a fritar las papas que acabo de cortar. Mientras estoy al pendiente, comienzo a picar unas cebollas. En este trabajo no hay que perder tiempo todo tiene ser sumamente rápido, ya que no hay que hacer esperar a los clientes. Por los momentos con el tiempo que llevo aquí en este lugar, aún no he escuchado el reclamo de alguno.

Mi hora del descanso comenzó y junto con los chicos emprendo mi camino hasta el comedor para almorzar. Al llegar todos tomamos asientos he iniciamos nuestro almuerzo.

—En estos días salí y tuve por primera vez una cita rápida —sonríe Scarlett —. Fue algo divertido…

—¿Y te gustó el chico? —inquiere Naomi mientras moja un pesado de tomate con salsa Ketchup.

Frunzo el ceño al ver lo que hace.

Ella se percató de mi entrecejo fruncido —Es como algo fresco con algo no fresco.

Hundo mis cejas aún más, asintiendo lentamente.

—Por supuesto, me encantó —confirma Scarlett con entusiasmo.

—¿Y volvieron a salir? —cuestiono mirándola, para después meter un bocado de pollo en mi boca.

—Si, digamos que ahora estamos intentando tener “algo” —hace énfasis en algo, mientras hace comillas con sus dedos.

—Una vez conocí a un chico en Tinder —comenta Ricardo.

—¿Y entonces? —Naomi lo mira con sus ojos llenos de curiosidad.

—Nada —suelta él castaño negando con tranquilidad —. Solo tuvimos sexo y después no volvimos hablar más. Así que mayormente lo que consigues allí será sexo casual y ya —refiere él moreno.

—Me imaginé eso… —lo observo —. Creo que es por eso que aún no la descargó. Además no me hace falta.

—Barbra desde que te conozco no te he visto con algún hombre ¿Eres lesbiana? —cuestiona Scarlett con una sonrisa en sus labios.

Libero una risa fuerte al igual que Ricardo, quién también me acompañó.

—Por los momento, estoy Anti hombres —espeto aún sonriendo.

—Bueno yo no necesito nada de eso —expresa Naomi —. Yo tengo a mi chico.

—Que bueno que conseguiste a alguien que realmente te ame y que no solo salga contigo para usarte —argumenta Scarlett.

Afirmo con lentitud —Cierto, de esos no se consiguen ahora.

—Y tú Barbra, ¿tienes algún chico?, ¿ya sabes en secreto? —Scarlett desliza una sonrisa pícara.

—No, para nada. La verdad estoy enfocada en otras cosas —confieso con tranquilidad.

—¿Pero no tienes pretendientes? —interroga Ricardo.

—Sabes que si —lo observo a sus ojos miel —. Pero no lo sé digamos que estoy algo decepcionada con los hombres. Digo… siempre es lo mismo se acercan hasta mi por mi físico y al obtener lo que quieren se van…

Scarlett puso cara triste —Te entiendo…

—¿Ahora estas traumada y los odias? —cuestiona Ricardo con una suave sonrisa.

—No. Ahora hago lo mismo. Los uso y me voy —espeto con una sonrisa maliciosa.

—Buena técnica —Naomi me guiñó un ojo.

—¿Los usas y te vas? —Ricardo me mira impresionado.

—Si —lo observo —. Es como por ejemplo: conozco a un chico en un club me gustó, luego terminamos teniendo sexo y después solo me voy y ya —me encojo de hombros mirando mi plato vacío —. Algunos después me buscan y yo solo les digo que fue solo sexo y listo —miro a Ricardo —: Los uso y me voy —añado de nuevo.

—Chica mala… —Scarlett me mira con una sonrisa torcida.

—¿Lo haces siempre? —cuestiona Ricardo interesado.

Sonrío —Acá entré nosotros, debo confesar que tengo mucho tiempo si saber lo que es sexo, por los momentos solo sé de eso al escuchar la palabra —dejo salir una risita.

Ellos rieron de inmediato.

—Tú me preguntas y yo te respondo —expreso con seriedad —. Estoy enfocada en otras cosas, nada de hombres por los momentos…

Y es la pura verdad. Estoy en un punto de mi vida en la que si tengo a un hombre a mi lado o no, me importa una papa. Deseo tanto lograr lo que quiero que esas cosas me parecen de alguna forma nada importantes. Si mi madre me escuchará me diría algo como: debes casarte para que tengas hijos y no te quedes sola. Tengas con quién contar en la vida. Ese sería su sermón.

Quizás más adelante, ahorita no.

—Mayormente las mujeres romantizamos las cosas y es por eso que vienen esos seres y nos lastiman —musita Naomi —. Ellos solo las sexualizan.

—Ese es el problema con nosotras —hago un gesto triste —. Tendemos a enamorarnos muy rápido. Yo me he enamorado y así mismo también me han roto el corazón. Después de muchas veces que lo hicieron decidí solo no volver hacerlo. No volver a enamorarme, hasta que crea que es la persona adecuada para abrirme y hacerlo de nuevo.

—¿Y sabes que es lo peor? —agrega Scarlett mirándonos a todos.

—¿Que es difícil? —pronuncio mirándola.

—Muy difícil —confirma ella.

—Tengo ganas de ir comprando unos gatos —bromo con una amplia sonrisa en mis labios.

Los cuatro soltamos unas risita.

—Bueno y cambiando de tema. La próxima de nuestro grupo en cumplir años será Scarlett.

En ese momento ella carraspeo —Quiero un pastel con fresas y nada más, también perfumes…, ropa…

—Bueno iré haciendo mis anotaciones—sonrío mirándola.

—Ya creo cuál será.. —Naomi detiene sus palabras y mira al frente.

Todos nos quedamos en silencio al ver que al lugar ingresa Jon. Viene justamente en dirección a nuestra mesa y se detiene frente mío.

—Señorita Evans, ¿Puede venir conmigo? —pide Jon detrás de mi.

Desde mi lugar lo observo —Ah… si por supuesto —me levanto con suavidad.

¿Será por lo que le sucedió al idiota de mi jefe?

Él comenzó a caminar y yo lo sigo. Después de un rato, llegamos a la oficina y se adentra en esta al igual que yo. Pude ver qué toma asiento en el sillón del escritorio y me observa.

—En la clínica dijeron que él señor Masson tuvo una reacción alérgica a causa de la canela que le agregaron en su Cappuccino, señorita Evans. Y usted fue quien lo preparó. —me mira con atención.

De inmediato llevo mis dedos a mi boca fingiendo sorpresa mientras abro mucho mis ojos.

—¡No lo puedo creer! —bajo mi mano hasta mi pecho —. Yo... le agregué un poco, pero no creí que le caería mal —continuo con mi actuación.

—Travis es alérgico a la canela, señorita Evans —informa Jon en un tono preocupado.

—De verdad lo siento, yo no sabía nada… —me lamento juntando mis cejas con aire preocupado y niego lentamente.

—Bueno fue un error, así que es entendible.

—De verdad que lo lamento tanto, pobre señor Masson… —hago una breve pausa —. Pero, ¿está bien ese pobre hombre? Ay, que pena.

Jon se recostó del respaldo del sillón y entrelazo sus dedos —Por suerte si, ya está estable. No llegó a mayores ya que solo fue una porción mínima.

Asiento con lentitud —Ya entiendo. Espero que se mejore, por favor le envía mis saludos y disculpas.

Jon asiente con suavidad —Por supuesto.

—Bueno, debo ir a trabajar, no vemos luego.

—Entiendo, adelante.

Dándome la vuelta salgo del lugar cerrando la puerta detrás de mi. Para después hacer una pequeño baile festejando que probablemente no lo veré más por acá. Eso espero. Aún no hay nadie en la cocina así que mientras doy pasos lentos, me voy camino a comedor aún haciendo un movimiento suave con mis caderas mientras festejo.

—Vaya, al parecer está algo feliz el día de hoy —escucho una gruesa voz masculina detrás de mi.

¡Carajos!

Me detengo de inmediato quedándome algo parecido a una estatua ¿Pero que? Giro sobre mi eje para mirar a mi jefe. Se encuentra con el rostro contraído y sus ojos azules están algo oscuros. Está como si no le hubiera pasado nada ¿Será que le coloqué muy poca canela?

—Bueno… he….cuando una se gana la lotería debe alegrase ¿No cree? —lo observo ahora con el rostro serio —. Juego la lotería.

Sonríe con amargura —Quisiste matarme. Y que bueno que me encontré contigo, porque justamente iba a buscarte, así que me ahorraste el viaje —con pasos rápidos se acerca y me sujeta del brazo —. Ven acá, vamos a la oficina, señorita Evans —me halo de la muñeca sin mucha gentileza.

Con mis fuerzas trate de soltarme de su agarré, pero tiene más fuerza que yo.

—¡No! ¡Suélteme! ¡Que falta de respeto! —me quejo mientras aún sigo siendo arrastrada por él.

No me hizo caso. Eso sí que me hizo enojar ¿Pero qué le pasa a esta asquerosa cucaracha?

—¡Suélteme! —pido nuevamente.

Él se detuvo frente a la puerta y me miró —No, usted y yo debemos hablar —suelta con enojo.

—Yo no hice nada—me defiendo.

—Fuiste la única que preparó mi Cappuccino, Barbra —me observa detenidamente con el entrecejo fruncido y volviendo halarme del brazo.

Sin pensarlo dos veces lo único que hice fue meterle una patada con todas mis fuerzas en su parte baja. De inmediato junto sus cejas expresando dolor y soltó mi mano para agarrar su paquete al mismo tiempo que cae de rodilla y suelta un gemido de dolor.

La puerta se abrió de inmediato y mi jefe cayó hacia atrás. Jon miró abajo y después me miró a mi con un rostro aterrado.

—¡Barbra! ¿Qué hiciste? —inquiere abriendo mucho sus ojos.

—Esta loca… —escucho que musita el señor Masson aún agarrando sus dos pelotas y se retuerce en el suelo.

¡Dios míos! ¿Pero que acabo de hacer? Barbra es tú jefe, ¿Cómo vas llegar a esos extremos? Te pasas de malvada.

Rápidamente me doy la vuelta corro la hielera para traer una pequeña bolsa de hielo. Al llegar y ver que aún está con los ojos cerrados y una expresión llena de puro y completo dolor. Me pongo en cuclillas y me arrodillo. Dejo la bolsa sobre su amigo y me inclino hacia delante quedando muy cerca de su rostro. Veo que que al sentir como acomodó la bolsa sobre sus pelotas, sus ojos azules se abrieron y me observaron ahora muy abiertos

—Para la hinchazón —hablo con voz calmada y arrugando mis cejas.

Echo su cabeza hacia atrás —Ay, por los cielos… ¿en serio estás tocando mis bolas? —pude ver el rostro rojo de Travis.

Con cara de vergüenza aún lo observó y pestañeo —Fue sin querer —elevo la mirada hasta Jon quien al parecer le divierte lo que ve.

—¿Un golpe en las pelotas? no creo que sea sin querer, Barbra —expresa Jon con una diminuta sonrisa.

Me levanté y lo miró desde abajo, Jon lo ayudo a levantar y solo pude ver como acomodó su cabello y me miro frunciendo sus labios —Entra —exige.

No digo nada y solo me adentro en el lugar. Él señor Masson siguió detrás de mi aún sosteniendo la bolsa de hielo que traje y toma asiento sobre su sillón.

—¿Por qué le colocaste canela?

—Travis, ella no sabía nada.

—¡¿No sabía nada!? —lanza una risa sarcástica —. Todos en este restaurante saben que soy alérgico a la canela, hasta Milo, el vigilante lo sabe y me vas a decir que ella, ¿no sabía? —frunce el ceño.

—No lo sabía —me defiendo.

Me mira fijamente —No te creo, Evans. Se muy bien que no te agrado y no mentiré eres mi empleada pero tampoco le tengo alta estima y no la voy a despedir porque la verdad no tengo pruebas —se levanta aún mirándome —. Así que será la última vez que usted me prepara alguna comida.

¡Si! ¡Toma tu tomate, Masson!

Quiero reír, pero me contengo.

—Que mal —lo observo —. Pero somos adultos y acepto que me diga la verdad, señor. Pero quiero que sepa que usted es el mejor jefe que he tenido en la vida.

Traga y me mira fijamente —No te creo, deja tú discurso. Ahora solo ve a tú trabajo.

Elevo mi barbilla —Si señor —asiento una vez.

Con paso lentos me voy en dirección a la puerta para después salir de su oficina. Ahora sí Travis Masson ya no me vas a fastidiar más la vida.

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