04 - Una presentación A Oscuras.
Barbra.
Luego de terminar mi rutina de ejercicio tomo asiento sobre el mueble largo con asiento acolchado. Agarro mi botella de agua y tomó con rapidez hasta que no queda ni una gota. Suelto un suspiro y con la toalla. pequeña color rosa claro seco mi cuello y mis pechos. Debo mantenerme en forma, es la razón por la que tengo todo levantado, senos, trasero. Eso es bueno, no me quejó. Hoy aprovecharé mi domingo por la mañana libre.
—Nos vemos, Barbra —se despide Frank mi entrenador quien agita su mano hasta mi lugar.
Elevo mi mano y hago lo mismo —Nos vemos —le sonrío de vuelta.
Miro al frente y veo la ciudad por al ventana del edificio en donde estoy. Observo toda la vista y veo a las personas caminar por las aceras y los autos transitar.
Luego de un rato me voy a las duchas. Me quitó mi shorts y mi top para después adentrarme en uno de los cubículos he iniciar mi baño. Al estar lista sólo seco mi cuerpo y comienzo a vestirme, con uno de mis típicos vaquero y una blusa, sobre esta una chaqueta de jean, dejo mi cabello mojado suelto y después agarro mi pequeño bolso para salir.
Hoy habrá una presentación muy especial digamos que unos clientes importantes VIP—con tarjeta color oro—, vienen al club y quiere ver bailar las mejores bailarinas que hay. No es un concurso que hay. Simplemente un multimillonario que quiere ver nuestros traseros moverse. Yo entro allí, ya que soy una de las más vistas y seguidas del lugar. Cada hombre pidió un privado con cada una de las mejores, que en total somos cuatro. Así que el pago de hoy será uno de los mejores, más dinero para mis ahorros.
Al salir del edificio me encamino por la acera para irme en dirección a la casa de Ricardo que al igual que yo también tiene el día libre. Su apartamento está ubicado cerca del gimnasio. En cuanto llego me adentro en el lugar para después irme en dirección al ascensor y marcar el piso treinta y uno.
Cuando las puertas se abrieron me encamino por el pasillo de paredes color amarillo con puertas blancas. Al llegaron frente a la última puerta del pasillo me detengo y tocó a la puerta. Mientras marco su número en el teléfono, ya que Ricardo algunas veces se adentro en su habitación a mirar sus películas y no se entera si tocan a la puerta. Pero está vez antes de que inicie la llamada abrió.
—Entra —se hace a un lado mientras me mira.
Con pasos rápidos entró y me voy camino a su cocina. Sólo escucho sus pasos detrás de mi. Abro el refrigerador y agarró una lata de bebida energética, me giro y lo observó.
—Vengo del Gym —acerco la botella a mis labios para elevarla y tomar un trago.
—Ya veo vienes sedienta —me observa con una pequeña sonrisa.
—¿Qué hacías? —lo miro.
—Aprovechando mi día libre —suelta un suspiro —. Veía unas películas.
Examino su ropa —Si, veo que estás en pijama aún.
—Si… ah.. —rasca su cabeza con gesto nervioso —. Me levanté tarde.
Entrecierro los ojos —¿Te levantaste tarde? Que extraño, porque siempre que me pidas que venga te levantas temprano —tomo otro trago de mi bebida.
Ricardo miro a otro lado —Si… pero digamos que las cosas se complicaron un poco ayer y es por eso que me levanté tarde ¿Iremos a cine? —me observa con atención.
—No, vengo a decirte que saldré con alguien.
En ese momento veo que del pasillo que conducen a su habitación, sale un chico de cabello rubio y trae puesta una camiseta de Ricardo y su boxer. Está buenísimo. Debo admitir que los hombres o mujeres con los que Ric se lía, la mayoría están de revista. De inmediato desvío la mirada hasta mi amigo levantó las cejas.
—Buenos días —saluda el chico quien se detiene a mitad del camino y me mira con el rostro relajado.
Que buenas piernas.
—Buenos días —lo saludo desde mi lugar.
—¿Ric, puedo usar tú cuarto de baño?
Ricardo desde su lugar se gira y lo mira —Si, hazlo.
Él chico sin decir nada más se aleja del lugar devuelta por el pasillo. De inmediato miro a Ricardo quien refleja una sonrisa traviesa.
—¡Ricardo! —exclamo en voz baja —. Me fueras dicho y no vengo, que pena.
—¿Qué pena por qué?
—¿Te interrumpí el mañanero? —susurro en voz más baja con los ojos muy abiertos.
Ricardo suelta una risa echando su cabeza hacia atrás —No, por supuesto que no. Y ya que tanto, Barbra. Has venido en peores momentos.
Miro al frente —Si aún recuerdo a esa chica…
—¿Aliss?
—Si, esa. Tenía grandes senos —asiento con una sonrisa divertida.
Aún recuerdo como salió de su habitación sin una prenda de ropa en su cuerpo y con un vibrador en la mano. Que vergüenza, yo en algunos momentos, por venir, me encuentro con tales cosas.
—Yo me iré —inclino la bebida para tomarme toda de una vez.
—Espera, me dijiste que no estabas saliendo con nadie —arruga sus cejas.
Me acerco al cubo de basura y dejó caer la lata allí, para después volver a mirar a Ric.
—En mi diccionario existen un términos sobre esa especia de tema —le explico mientras lo observo.
—¿En serio? —levanta las cejas y se cruza de brazos —. ¿Cuál es?
—Bueno, solo digo eso a realmente salir con alguien. Que yo diga con seguridad que tenemos algo más allá de un juego o solo sexo. Pero como este no es el caso.
—Ay, Barbra no me digas, ¿estás volviendo a salir con el mentiroso y presumido de Cedric? —se queja él entornando sus ojos.
—No. Por supuesto que no. Sólo vamos hablar…. En un hotel de la ciudad —muerdo mi labio inferior.
—¿Hablar? —sonríe con amargura —. Ándale a otro con ese cuento, amiga.
—Bueno, sabes que. Si, me lo voy a follar —comento con una sonrisa pícara en los labios —. Dentro de… —miro la hora en mi reloj —. Una hora posiblemente estaré gimiendo mientras brinco sobre él y…—Ric me interrumpe.
—¡Cállate Barbra!
Abro mi boca y dejó salir gemidos mientras cierro los ojos —¡Ah! ¡Uh! ¡Si! —comienzo dar nalgadas en mi trasero —. ¡Poséeme, Cedric!
—Ya me voy a ir, Ric —escucho que habla el chico rubio.
¿Cuándo fue que apareció?
Abro mi ojos y cierro mis labios mientras lo miro. Ricardo me mira y sonríe divertido reprimiendo la risa. Para después girarse sobre su asiento y mirar al chico.
—Que tengas un buen día.
—Nos vemos —él chico se gira y se va en esa dirección para después salir por esta.
Ric y yo nos miramos para después soltar una carcajada.
—¡¿Por los cielos me escucho haciendo eso?! —espeto entre risas y cubro mi rostro.
—No, pero, ¿en serio vas a verlo? —habla con voz seria.
—Si. Estoy hablando enserio —acomodo mi cabello hacia atrás —. Me invitó almorzar y como no tengo nada que hacer a esa hora voy a ir. Cedric me lleva a buenos restaurantes —le guiñó un ojo.
—Si, es rico. Por supuesto que lo va hacer, amiga —tuerce si ojos.
Si, a él no le cae nada bien.
—Pero nada más. Hoy tengo una presentación y quiero entrenar un poco —pude ver que mi teléfono suena en ese momento y en la pantalla se encuentra reflejado el nombre de Cedric.
—Ya llegaron por ti —habla él también mirándolo.
Agarro mi teléfono y luego mi bolso —Si, nos vemos —me comienzo alejar de él y al estar cerca de la puerta me doy la vuelta —. ¿Tienes condones? —digo bromeando.
—¡Por los cielos! —se gira y me mira —. Solo vete mujer.
—¡Te quiero! —exclamo abriendo la puerta.
Al salir del edificio puedo ver el Mercedes Benz de color negro y detrás de él una camioneta negra. Esos son los escoltas. La puerta del auto fue abierta por un hombre que bajo del asiento del copiloto. Puedo ver al castaño mirándome desde adentro. Con pasos tranquilos me acerco y subo. Usa una camisa azul marino y un pantalón negro. Su cabello está peinado hacia atrás y sus ojos miel me miran con mucha atención, mientras en sus labios mantiene una sonrisa pícara.
—Mi hermoso Angel —habla él quién estira su mano hasta mi lugar.
—Hola, Cedric —lo miro y sujeto su mano para estrecharla.
—Ha pasado un mes y es como si fuera sido un año para mí. Como te extrañé —con su mirada analiza mi cuerpo —. Cada vez estás más hermosa.
Estiro mis labios y miro al frente —Gracias.
—¿Qué quieres comer? —habla él con suavidad.
—La verdad lasaña, no quiero nada de otro mundo —volteo a mirarlo.
—Esta bien.
Nos fuimos en dirección a un restaurante donde venden una de las mejores comidas de Boston. El lugar está lleno de personas disfrutando de sus almuerzos. Cedric y yo tomamos asiento y el camarero de inmediato se acerca para entregar el menú.
—Vamos a querer lasaña. Por favor una botella de vino —pide Cedric mirándolo.
—Por supuesto, señor.
—¿Cómo te ha ido? —me mira detenidamente —. Algunas veces voy a ver tú show, Barbra.
—Me esta yendo muy bien —le dedico una sonrisa amable —. ¿Entonces me vas ver?
—Eres mi favorita, Barbra —desliza una sonrisa.
—No te he visto.
—Porque luego de bailar nunca sales, Cariño.
Sonrío divertida —Lo lamento soy muy importante —hablo con aires de superioridad.
Él sonríe con suavidad aún sin dejar de mirarme —Sabes muy bien que para mi lo eres.
Miro a otro lado —¡Ja! ¿Así como todas con las que sales? —enarca una ceja.
Sonríe y desabrocha su saco mirando a otro lado —Aún no lo superas —me vuelve a mirar.
—Por supuesto que lo superé, Cedric. Pero siempre te voy a restregar en la cara como a la mismas vez que estabas conmigo también lo hacías con otras —hablo en un tono serio.
—Ya no lo hago. Es por eso que te pedí venir. Para hablar sobre nosotros.
—Nunca tuvimos nada —me encojo de hombros —, sólo sexo y aunque yo quería que la cosa pasará a otro nivel, yo veía que tú no le ponías empeño. Así que entonces vete al diablo —sonrío sin ganas.
Me mira por unos segundos con los ojos entrecerrados —Vas volver conmigo. Ya lo verás.
Estiró la comisura de mis labios —Eso lo veremos.
La comida llegó y comenzamos a comer mientras conversamos.
Cedric y yo nos conocimos en una reunión y desde ese día debo decir que me gustó. A la mañana siguiente logro encontrar mi dirección y me llamo. Allí comenzó eso que teníamos. Nos volvimos una especie de amigos con beneficio. Lo de nosotros era solo eso, viajar, me llevaba a restaurantes caros, me daba obsequios y teníamos sexo. Todo eso porque me gustaba. Le llegue hablar sobre estar en algo serio, pero me ignoro. Lo primero que le dije fue que solo estuviera conmigo, pero a él le valió y también comenzó a tener intimidad con otras mujeres. No me gusta eso y entonces decidí acabar con todo. Hasta el día de hoy que volvemos a vernos.
—Debo irme —le aviso mientras sujeto mi cabello —. Tengo que entrenar.
—¿Puedo verte mientras lo haces? —inquiere él con una sonrisa llena de picardía.
—No, si quieres eso debes pagar. No me importa si eres Cedric —le comunico.
Asiente —Bien. Está noche iré a verte, cariño.
—Esta noche no bailaré para el público —me levanto de la silla.
Cedric hace lo mismo y saca un billete para dejarlo sobre la mesa y ambos nos encaminamos para salir por la puerta. Al ver el auto esperando, subimos y él chófer aceleró en dirección a mi edificio.
—Nos vemos —lo miro.
Con suavidad acaricia mi mejilla mientras me mira —Espero que sea pronto.
Bajo del auto y me adentro en el edificio para después subir he irme en dirección al piso en donde vive. En cuanto llego solo me comienzo a preparar con ropa deportiva y me voy a una habitación especial que es mi espacio para entrenar. Allí solo tengo el tubo metálico.
Dejo mi teléfono sobre una mesita y doy play para iniciar mi rutina. Tengo alrededor de cuatro días que no entreno. Así que con la música que acabo de poner inicio mi entrenamiento.
Después de sudar y entrenar el tiempo necesario, me voy a la cocina y agarró una bolsa de frituras para después lanzarme al sofá y encender la tv, mientras mastico, piso el botón del control remoto cambiando canal por canal y no veo nada nuevo. Así que abro N*****x y sintonizo el episodio en el que me quedé de la casa de papel. Necesito ver a Berlín. Ese hombre es de algún modo sexy y malo. ¿Por qué siempre me gustan los chicos malos? Hasta en los libros que he leído me gustan los villanos tóxicos y posesivos. Debes cambiar eso, Barbra.
Pego casi un grito al ver a mi personaje favorito fornicando con una de las rehén. Comienzo a masticar con más ánimo. Dios santo. Está series es espectacular. Sin comentar el cerebro del profesor. Que hombre tan listo.
Cuando me doy cuenta ya la noche había caído en ese momento puedo escuchar la alarma de mi teléfono. La canción de Sweater Weather -The Neighbourdood empieza a sonar. Así que rápidamente me levanto. Me quedé embobada mirando la serie y se me olvidó que tengo trabajo. Y lo peor es que el robo aún no termina.
Como si fuera una flecha de esas que lanzan en las guerras. Me voy al cuarto de baño y me doy una corta ducha, me colocó un vestido sin una prenda abajo y empacó en mi pequeño bolso la ropa que voy a usar para el trabajo, los tacones y listo. Apago las luces agarró las llaves del apartamento para bajar.
Al llegar al estacionamiento subo a mi chiquilla y me coloco el casco para después encenderla he irme en dirección al club. Por el camino conduzco con cuidado, sintiendo como el viento mueve mi vestido floreado algo holgado y mi cabello.
Cuando llego al club dejo la motocicleta donde siempre junto con los demás vehículos y me dirijo al interior por la puerta trasera. Tomo el pasillo que me conduce al camerino. Al llegar puedo ver a las chicas que están ya con sus trajes y maquillándose mientras conversan.
—¿Qué tal chicas? —saludo tomando asiento sobre la silla.
—Muy bien.
—Llegas algo tarde.
Si les digo que me retarde por quedarme viendo La casa de papel, posiblemente se echarán a reír.
—¿Ya las otras tres chicas están listas? —inquiero mientras inicio mi maquillaje dark como le corresponde a mi personaje.
—Si, Barbra son las 21h —comenta Lola —. Llegas muy, pero muy tarde.
—Además. Hoy también vino la jefa —suelta otra de las chicas en un susurro.
—¡¿En serio?! —volteo a mirarla —. ¿Y ya se acerco hasta acá? —vuelvo a mirarme en el espejo y continuo con mi delineado grueso.
—No. Está afuera con unos clientes. Así que no te preocupes.
Asiento y me levanto de la silla para irme en dirección a la habitación y colocarme la ropa que voy a usar. Me coloco un body de color negro que queda ajustado y por detrás es tipo hilo, con un descote tipo V que inicia un poco más arriba de mi ombligo, mis senos quedan levantados y estrechos. Se ven voluminosos. Por último unas media a mitad de mi muslo también negras y mis tacones de plataforma. En mi cabello hago una coleta alta y me coloque unas extensiones que llega hasta mi cintura. Perfume y listo, salgo del lugar. Ya las chicas no se encuentran solo queda Lola quien está usando su teléfono. Me acerco al espejo y examino mi maquillaje.
Miro la hora 22h30. A esa hora es la presentación. Al salir veo que la encargada se llega y me mira.
—Perfecto. Vamos, tú cliente espera por ti, cariño.
Asiento y me voy en esa dirección. Es un una habitación en donde solo estaremos él cliente y yo. Al ingresar puedo ver la luz blanca que solo alumbra el tubo y tarima en donde voy a bailar. Pero lo demás está completamente oscuro. La persona que está sentada no se distingue muy bien. Solo puedo divisar un vaso de Whisky y sus piernas se encuentran abiertas. Usa un pantalón negro. Su rostro no se puede ver. Pero como eso no me interesa. Al escuchar Montero (Call Me By Your Name) – Lil Nas X comenzó a retumbar en el fondo me acerco a la pista caminando calmadamente con elegancia.
Así que comienzo a bailar mientras sujeto el tubo. Meneo mi caderas con sensualidad y suavidad al ritmo de la canción que se está reproduciendo. Con agilidad subo sobre el tubo y enredo mis piernas mientras me muevo. Doy un giro y me ahora me encuentro apuntado el piso con mi cabeza, mi coleta alta cuelga y mis piernas las abro completamente frente aquel extraño para quien bailo. Al dar la vuelta sobre el tubo con suavidad caigo abriéndome de piernas nuevamente pero sobre el piso. Aún sujetando el tubo vuelvo a levantarme y está vez quedó de espaldas y muevo mi trasero con sutileza al mismos tiempo que mi coleta.
Después de 02:18 minutos moviendo cada extremidad de mi cuerpo, para mí cliente, termino mi baile. Y me giro para irme.
—Espera —escucho su voz gruesa detrás de mi.
Me giro para mirar. Puedo ver que él hombre se incorpora sobre su asiento, pero aún así no puedo verlo.
—Quiero una noche contigo —pide con claridad. Pero por alguna extraña razón su voz me parece tan familiar y hasta su perfume lo es.
Realmente siento que lo conozco.
—No me acuesto con mis clientes —aviso.
—¿Aceptarías Cien mil dólares? Angelito —su voz sale con un tono lleno de diversión —. Solo porque está noche me des el permiso de ser completamente dueño de tú cuerpo.
Vaya. Es una buena suma de dinero. Me quedo en silencio, pensándolo. Solo será una noche Barbra. No hago estas cosas pero son cien mil dólares.
—El dinero lo tendrás en efectivo, por supuesto —agrega y se vuelve a incorporar sobre su asiento.
—Quizás… Pero ya sabes las reglas —advierto.
—Tendré acceso a tú cuerpo, pero no debes verme, usarás una venda. Puedes tocarme pero no mirarme —anuncia.
—¿Por qué no puedo mirarte? —cuestiono.
—Porque nadie en este lugar debe saber quién soy. Y me acabo de dar cuenta que tú mucho menos —hace una pausa —. ¿Aceptas?
Desde mi lugar trato de mirar a ese hombre extraño frente a mi. Nada más pensando su propuesta.