Barbra. Agarro mi teléfono y de inmediato marco al número de Ricardo, pero no atiende. Así que simplemente me voy a cambiar de atuendo para no perder más tiempo. Me quito todo el atuendo anterior y después me coloco un body negro de látex. Sin tiros y totalmente recto en el área de mis pechos, por detrás es tipo bikini. Lo acompaño con unas botas largas que dan a mis muslos y también del mismo material del body. Mi cabello lo dejo suelto y por último unos lindos guantes largos que terminan antes de llegar a mis codos. Ya lista me observo al espejo para rectificar y al ver que todo está bien y en su lugar, vuelvo a tomar asiento sobre la silla y retoco mis labios rojos. Él maquillaje sigue igual así que ya estoy lista para irme en dirección a ese sitio oscuro donde bailaré nuevamente. Así que a las 23h00 me voy en esa dirección. Al entrar al lugar entre oscuro y claro, sólo se puede ver una luz blanca que alumbra desde arriba el tubo metálico que usaré para bailar. Con pasos lento
Barbra. En cuánto salgo de la oficina de mi jefe miro nuevamente la tarjetica y después vuelvo a guardarla en el bolsillo de mi camisa. Para después salir del pequeño pasillo he ir a la cocina. Puedo ver que ya todos están en sus lugares. —Barbra, te toca acariciar los platos —dice Rupert quien pasa rápidamente por mi lado, cargando una bandeja en el cual lleva un pavo. No respondo y sólo miro en esa dirección. Suelto un suspiro cansado al ver la montaña de platos sucios. Saldré de esto, saldré de esto. Me digo en mis adentros para después perezosamente acercarme al lava bajillas y comenzar a lavar cada uno como me lo indica mi jefe. Cuando salimos del trabajo Ricardo fue quien me llevó a casa y por el camino solo nos preguntamos eso que me propondrá el jefe. —Quizás te va enviar a uno de los restaurantes. —Si… podría ser… —digo mirando al frente. —Bueno, veremos —Ricardo se estaciona frente al edificio —. Me llamas en cuando regreses del lugar. Afirmo —Si, está bien. Adiós.
Barbra. Habían pasado algunos días desde aquel encuentro con Travis Masson en el restaurante. No le dije nada a Ricardo. Digamos que aún lo estoy procesando. Mi jefe me descubrió. Fue quien me folló mientras yo tenía la vista vendada, y ahora para pagar lo que hice con su carro, quiere que sea su bailarina exclusiva. Así es la cosa. Travis me dijo que nos veríamos en el lugar donde iré a “mover mi sexy trasero” para él. ¿A caso siempre es así de directo para decir las cosas? Yo no me lo creo aún. Pero si eso haré. Yo le pondré algunas reglas. —El domingo haré una cena en mi casa —dijo Naomi —. Quiero que asistan. Será por el ascenso de mi esposo. Nos encontramos disfrutando de nuestros almuerzo, antes de que la hora de irnos a trabajar nuevamente acabe. —Claro, allí estaremos —dijo Scarlett. —Yo… quizás no pueda —refiero mirando mi plato vacío. Los tres me observaron de inmediato. —Estaré algo ocupada. —¿Trabajarás de noche? —inquiere Scarlett quien sorbe otra vez de su piti
Barbra.Minutos después…. Edward llegó a la casa de Vivian en su lujosa limosina blanca. —Vivian, Vivian. Salid princesa, Vivian —dijo él a todo pulmón. Vivian de inmediato salió y se asomó por la ventana con una inmensa sonrisa. —¡¿Tenía que ser el último piso?! —¡Es el mejor! —exclamó Vivian. Con el ramo de rosas rojas. Edward subió y Vivian soltó su cabello meneándolo de un lado a otro con delicadeza y elegancia. Esperando que Edward llegara hasta ella. —¿Y dime que ocurrió, cuándo el subió a la torre y la rescató? —preguntó Edward. —Que ella le rescató a él —dijo Vivian. Y acercando sus rostros, se dieron un intenso beso apasionado. The end. —Me encanta esa pareja —digo para mí misma y vuelvo a meter un poco de helado. A las 20h termina la película y con pesadez después de comerme toda una parte de chocolate, me levanto del sofá para dejarla nuevamente en el refrigerador. He irme a mi habitación para iniciar mi ducha. Tengo una hora para estar lista así que comienzo a
Travis. Días antes. Veo como se acerca Mary mi secretaria. Sólo se escucha el sonar de sus tacones y el bamboleo de su ancha cintura al caminar y acercarse a mi escritorio. —Señor Masson. Aquí tiene los documentos sobre la asociación con el señor Cox —Mary extiende la carpeta hasta mi lugar. La tomo y la miro a sus ojos cafés. —Gracias, Mary. Mary con un asentimiento sonríe —De nada, señor. La sujeto y ella se va. Lo único que hago es abrir la carpeta del demonio esta, y leo los documentos con calma. Al terminar la cierro y ya entiendo todo el interés de Pamela en ir al restaurante con Cedric. Es que maldito sea el día en el que mi padre se la cogió. Es una desgraciada. Me levanto de mi cómodo sillón y me giro para mirar por la gigante pared de vidrio. Observo toda la pequeña ciudad frente a mi. La luna brilla más que nunca y mi padre aún no llega ya es lago tarde. Ahora Cedric va meter sus narices en todo lo que tenga que ver con la línea de restaurantes de Boston. Pero me
Barbra. Me tengo que incorporar nuevamente en el restaurante ya que falté un día. Ya quiero escuchar que estarán comentando y cuchicheando sobre el nuevo jefe. Estaciono a Miss pink, me quito el casco y después de guardarlo, agarro mi bolsito y me voy a mi lugar de trabajo. Al entrar me dirijo en dirección al la habitación donde están los lokers. Es imposible no ver a mis compañeros. Cómo de costumbre, parecen una granja de pollos. Todas las mañanas es así. Un alboroto antes de iniciar nuestra labor. Comienzan hablar sobre los chismes que ya comentaron por los grupos de WhatsApp o Messenger. Bueno, los comprendo, el chisme se siente mejor cuando lo hablas en persona. No los saludo, porque al parecer la ayudante nueva lava platos, que Rupert escoge para probar sus recetas secretas, no les agrada mucho. Y bueno tampoco es que ellos me interesen. Sólo vengo a trabajar no hacer amistad con gente equis. Me encamino justo al fondo en donde se encuentran Ricardo, Naomi y Scarlett. Está
Barbra. Muerdo mi labio mientras en silencio miro los pasteles de piña a través de la vitrina. Hay de diferentes tamaños y con diferentes decoraciones. Pero todos se ven tan apetecibles que se me hace agua la boca. Amo todas las frutas pero mi debilidad es la piña. Me encanta. —Quiero ese pequeño, el que tiene crema batida y la cereza encima —indico a Kaly la chica de cabello rojo que siempre me atiende. Kaly de inmediato se aproxima a mi lugar. —¿Este? —pregunta y desliza el vidrio de la vitrina desde su lugar, para después señalar con su dedo índice. Afirmo —Si. Kaly lo saca con sumo cuidado y yo lo miro ya deseosa por devorarlo. —¿Para llevar o comer aquí mismo? —pregunta observándome con sus chispeantes ojos verdes. —Para comer de inmediato —comento con una sonrisa dulce mientras sostengo mi casco. Kaly se gira y se va al otro lado del lugar. Así que espero unos minutos y después observo como se acerca con un pequeño plato blanco y sobre este mi rico pastel de piña. —Po
Nora. Una semana antes. Él hombre con anteojos, de traje oscuro y corbata azul marino se encuentra de pie terminando de explicar sobre el nuevo proyecto de la corporación M&H. Inc. Es el único diferente en la sala. Sus rasgos asiáticos se conocen desde lejos. —De esa forma la venta de los productos será más eficaz. Mejor que de costumbre diría yo —explica Kim, quien de pie desde su lugar nos mira con atención. Hay varios sentados en la larga mesa de vidrio, en dónde reposan las carpetas y las botellas de agua. Nada más que escuchando en silencio lo que está explicando Kim. —La verdad me parece bien —refiere Travis a mi lado, quien observa a Kim —. Creo que es uno de los mejores proyectos que has traído desde Corea —anuncia tranquilamente. —Digo lo mismo —me acomodo sobre la sillas cruzando mis piernas y dejo caer las palmas de mis manos sobre las carpetas en donde está plasmado el proyecto con lujos y detalles —. Te felicito —hago una afirmación con la cabeza y le regalo una so