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02 - Una pizca de canela con venganza.

Barbra

Al salir del restaurante me voy en dirección al edificio. Dejo mi Scooter en el estacionamiento y subo al piso donde vivo. Saco la tarjeta para después entrar en mi dulce hogar.

Vivo sola desde que me vine a la universidad, ya que mis padres están en Alaska. Solo me comunico con ellos cuando tengo tiempo libre. Así que es muy raro cuando los llamo. Es la razón de extrañarlos algunas veces.

Me dirijo a la cocina y agarro un pedazo de pan, abro uno de los cajones y saco el envase de mantequilla de maní, para luego con una cuchara esparcir un poco sobre el pan. Después sin perder tiempo solo comienzo a comer.

Luego de comer me voy a la habitación y voy a mi armario en busca de un traje para hoy. Busco y busco y encuentro el que está bien para usar. Al elegirlo lo guardo dentro de mi bolsito, luego los tacones, dejo el bolso en la cama y comienzo desvestirme para irme a la ducha y lavar mi cuerpo.

Después de minutos solo me coloco un vestido holgado de color rosa y una zapatillas, agarro mi bolso y salgo del edificio en dirección al estacionamiento, subo a mi Scooter y luego solo acelero en dirección al Club.

Al llegar estaciono mi moto y después sólo entre por la parte trasera del lugar. Se pude escuchar la música alta. A esta hora apenas empiezan a llegar los clientes, ya algunas chicas se encuentran bailando. Entro al camerino y tomo asiento en el mío. En el sitio se encuentran Pilar, Axia, Britney, Lola y otras más que no recuerdo su nombre son muchas.

—Hola, Ax —dejo mi bolso sobre mis piernas y la miro. Ella sostiene un labial de color rosa —. ¿Cómo te encuentras?

—Súper —termina de pintura sus labios para después hacer presión y abrirlos lentamente casi que soltando un beso —. ¿Cómo estás tú? —me dedica una mirada.

Miro mi reflejo en el espejo —Muy bien, gracias por preguntar.

Axia usa un traje de dos piezas. Sujetador con tiros y un bikini, ambos son de color fucsia y de lentejuelas. En su cabello rubio usa unas trenzas dobles que con ayuda de las extensiones llegan hasta su trasero algo grande.

La veo levantarse y mirarme —Nos vemos —se despide ella retirándose.

—Adiós —mascullo mientras inicio mi maquillaje.

Aproximadamente haces tres meses atrás inicié este trabajo como bailarina exótica. Se me hizo fácil entrar, ya que a la jefa le gustó mi perfil y la forma en la que bailó. Por supuesto que antes hice una audición, al igual que Britney y Lola, quedé seleccionaba para trabajar. Lo del baile se me hace fácil ya que desde pequeña estuve en una academia de danza árabe es una ventaja en este trabajo. Una de las cosas importantes de este empleo es el cuerpo, debo estar en forma.

Yo sólo me encargo únicamente de bailar en la pista, con la ayuda de un tuvo metálico o como otras lo llaman: pole dance. Hay que bailar con sensualidad y también usando ropa muy reveladora. Aquí el objetivo es destilar originalidad y ser extremadamente sexy.

Todas acá somos digamos otras personas, tenemos nombres artísticos. Sólo con esos nombres nos conocen los clientes del club. Está terminantemente prohibido que los clientes quieran información personal de las bailarinas, ya que ellos solo vinieron a pagar por vernos y nosotros solo estamos aquí para bailar, es todo. Otra cosa que está prohibida es salir del club con algún cliente y prostituirse. Ya que es sólo un club donde bailamos, más no para prestan servicios sexuales.

Hay unos donde si lo hacen, pero bajo perfil.

Los clientes no deben tocar a ninguna chica que este bailando, la única forma de que lo haga es en algún privado y estos mayormente son los bailes de regazo que consiste en bailar sobre el cliente y aún así es solo si la bailarina lo quiere, si incluye tocar debes pagar aparte. Hay otras más, como el de mesa, las que quitan la ropa hasta quedar desnudas, etc. Yo simplemente me encargo de bailar y nada más. He hecho varios privados con pole dance ¿Lo bueno? Pagan muy bien y si es privado mucho más. Aún así tengo muchas solicitudes pero no las acepto. Mayormente quieren toquetear y sexo.

Mi nombre artístico es Black Ángel —Angel negro—así que en la noche o mientras esté trabajando solo soy conocida por ese nombre. La única persona que sabes sobre esto es Ricardo, nadie más. Es un secreto que guardo. Muchas personas ven este trabajo como algo indecente, pero lo que no saben es que es igual que cualquier otro oficio, como el de una enfermera o como el de una camarera. La diferencia es que bailamos, somos animadoras.

Él significado de mi nombre es porque siempre visto prendas de color negro, es mi papel, Algunas veces uso antifaz, otros solo maquillaje depende del atuendo. Hay que ser creativas.

Me coloco un brasear modelo strapless que hacen ver mis senos en su lugar. Es de tela metalizada y me queda muy ajustado. Un bikini, una falda plisada muy corta, todos del mismo material y del mismo color. Por último unos tacones de aguja con plataforma de 10cm, negros, igual que la ropa que uso.

Una cosa importante es que tú ropa debe ser de buena calidad, que te quede cómoda ya que al bailar puedo ocurrir un accidente, como que se rompa alguna prenda, entre otras cosas. Mi cabello castaño oscuro lo deje suelto con rizos suaves. De maquillaje está vez solo ojos ahumados y labios de color rojo cereza, luego lo que no puede faltar un perfume que sea muy llamativo en esta ocasión Good Girl de Carolina Herrera.

—Es tu turno —escucho que anuncia Katy la encargada.

La miro de inmediato y asiento —Voy en camino.

Sin perder tiempo me voy camino a la pista y al salir solo pude ver a los espectadores frente a mi y bullicio. Hay mujeres pero mayormente son hombres los que asisten. De diferentes edades, tamaños, razas y colores. Solteros, casados, con hijos, sin hijos. De todo tipo.

El club está entre claro y oscuro, lo típico de este tipo de sitios. Así que al comenzar la canción solo inicio mi baile. Al final el piso estaba ya lleno de billetes de dólares. No es permitido que los clientes se acerquen a darme dinero y si lo hacen lo dejan en el piso. Así que el chico que los recoge de inmediato paso por mi lado para hacerlo.

Después de trabajar, me quito todo lo que cargo puesto, me vuelvo a colocar la ropa que traje cuando viene. Tuve que pedir permiso por lo que debo hacer hoy, así que hoy digamos que no hubo mucho dinero. Mañana será mejor.

Salgo del lugar despidiéndome de las chicas, para irme en dirección a la salida en donde se encuentra mi motocicleta, así que solo subo a mi Scooter y me abro camino al restaurante.

Comienzo a conducir por las solitarias calles de Boston mientras siento el frío que hace que mi piel se erice por completo. Debí traerme un abrigo.

Al llegar no entre por el estacionamiento sino que estacioné la motocicleta en el callejón, en ese lugar está la puerta trasera que va directo al área de la cocina.

Alerta miro a los a los lados y saco las llaves, la Introduje en el candado y abro. Para después volver a usar otra de las llaves en la cerradura que dando tres vueltas abro. Al abrir entro al sitio y todo está totalmente oscuro. Enciendo la linterna de mi teléfono y cierro la puerta detrás de mí, para después caminar por el pasillo hasta llegar a la cocina, que en cuanto llego las luces se encendieron.

En ese momento el vigilante entra a la cocina. Es un señor que revela unas 55 años de edad, es más bajo que yo, con ojos grises y usa un traje de pantalón con camisa azul marino.

—Buenas, señor Milo —lo saludo y después saco mi teléfono para mirar la hora. 01h03

—Buenas noches, señorita.

—¿No ha venido el camión?

—Aún no señorita —me mira y regala una sonrisa amigable.

Asiento lentamente y me cruzo de brazos —Me parece que deberíamos esperar en el estacionamiento ¿No cree?

—Me parece bien, sígame.

Él comenzó a caminar con una linterna en su mano, y yo lo sigo está vez alumbrando con la de mi teléfono. Cruzamos por el área de las mesa que es gigante y todo está totalmente oscuro. Nos tocó caminar por unos largos minutos y bueno él señor Milo camina muy lento. Pero después cruzamos al estacionamiento. Al salir puedo ver que este lugar si está totalmente alumbrado. Quedándome de pie y me cruzo de brazos y me limitó a esperar la comida.

Estos momentos le he lanzando mentalmente muchas maldiciones a Travis Masson. Mi Scooter está del otro lado del restaurante, solo espero que no me la roben. Ambos me hacen venir a estas horas de la madrugada, que la que estuviera aprovechando para hacer dinero.

Él señor Milo y yo estamos nada más que esperando y esperando. Él Silva la melodía de Popeye el marino. Él aburrimiento nos hace hacer unas cosas. Viéndolo bien no me gustaría ser vigilante es mucha soledad para mí gusto.

Hubo un momento en el que me cansé que estar de pie y solo me lancé al piso tomando asiento en esté. Desbloqueo mi teléfono he inicio una partida de Candy Crush para distraerme. Luego se descargo y solo me quedé mirando la nada mientras los ojos se me cierran solos.

—Señorita —escucho una voz lejana y unos toques en mi hombro.

No me había dado cuenta que me había quedado dormida. Me levanto de un respingón y miro al señor —Disculpe ¿Qué hora es? —restrego mis ojos y me levanto.

—Es las 05h30, señorita.

Abro mis ojos —¡Por los cielos! —agarro mi cabeza —. Debo irme.

—La acompaño.

Así que con pasos rápidos y sintiendo como me hierve la sangre de la rabia, llego hasta la puerta.

—Gracias, señor Milo. Que tenga una lindo día.

—De nada señorita, igual para usted.

Me siento aliviada que aún mi Scooter esta aquí. Sin perder tiempo subo y me marcho a mi hogar.

Travias Masson me las vas pagar.

°°°

Solo escucho que la alarma suena. Extiendo mi mano hasta mi teléfono y después la apago. Prácticamente no pegué el ojo en toda la madrugada, si dormí dos horas fue mucho. Me siento cansada, como si hubiera estado en un maratón.

Me levanto para ir nuevamente al trabajo, me doy una ducha con rapidez y me coloco mi uniforme, está vez el pantalón negro—que mi jefe tenía razón en llamarme la atención por no llevármelo—, es una regla y yo la incumplí. Siempre antes de ir al trabajo desayuno; así que hago unos huevos revueltos y después tomo asiento en mi sala, a comer mientras miro el noticiero. Los ojos me pesan, las ojeras se notan así este a diez mil kilómetros de cualquier persona.

Puto Masson, puto camión, puto Jon.

Horas después me encuentro sobre Miss Pink camino al restaurante. Luego de tráfico me estaciono, bajo y guardo el casco. Sujeto mi cabello y con mi bolsito ya sobre mi hombro ingreso al lugar. Por el camino me consego con Scarlett que viene llegando.

—Buenos días, Barbra —me saluda ella con una pequeña sonrisa en sus labios mientras me observa con sus ojos verdosos.

—Buenos días, Scarlett, ¿cómo amaneciste?

—Muy bien, con una pereza que te puedo hasta contagiar.

—No, no creo, ya yo la tengo.

Y es la verdad ayer me acosté súper tarde con lo del camión de comida que nunca apareció, y sin comentar la pequeña siesta que di con los fantasmas del restaurante y el Vigilante.

Entramos a la cocina y ya la mayoría se encuentra en el sitio. Lavo mis manos y salgo a la parte trasera en busca de Ricardo ya que Naomi aún no llega y los demás no son de confianza. Así que se me hace algo incómodo entablar una conversación con alguno. Además están reunidos hablando que sé yo y no quiero entrar en su conversación. Tengo tanto sueño que hasta hablar me da pereza.

Al estar frente a la puerta pesada de hierro la empujo y salgo, ahora encontrándome con a Ric fumando uno de sus cigarros matutinos.

—Hola —me detengo a su lado.

Él está recostado de la pared con un pie apoyado de esta y el otro en el piso. Esto es un callejón, donde a los lados hay es basura y nada más.

—Este lugar es asqueroso —comento mirando a los lados.

Él libera humo por sus nariz y me mira.

—Hola, Barbri —saluda él —. ¿Cómo amaneciste? —acerca nuevamente el cigarro a sus labios y aspira.

Miro al frente y veo el pene grande dibujado sobre la pared de ladrillos. La gente grosera y sus cosas, en vez de hacer una obra tipo Leonardo da Vinci, hacen morbosidades.

—Estoy bien —ladeo mi cabeza, observando el pene —. Vaya es el pene más grande que he visto —suelto aún mirando.

Ricardo ríe liberando humo y luego tose.

—Si, sigues así morirás pronto, amigo —lo miro preocupada.

—Ya no lo puedo dejar —vuelve a dar una calada —. ¿Cómo te fue ayer en el Club? —dejo salir humo al hablar.

Lanzo un suspiro —Muy bien, fue mucha gente.

—Si, me imagino. ¿Cómo está mi tía? —tira la miniatura de cigarrillo que le queda.

—Katy esta bien —lo observo.

Afirma y luego mira al frente —No me había dado cuenta de lo grueso que es —espeta mirando al pene dibujado sobre la pared.

Dejo escapar otra carcajada estrepitosa —Vamos, es hora de entrar —encadeno mi brazo al de él.

—Lo digo enserio —comenta sonriendo.

Entramos y después solo comenzamos con nuestro trabajo de todos los días. Pero yo ando como unos de los zombies de The Walking Dead. Todo me molesta, mi mal humor se nota desde lejos. Pero claro que no por eso le daré malas caras a los que están mi alrededor.

En el almuerzo los chicos solo hablan y yo estoy en posición de descanso tratando de relajarme.

—¿No dormiste anoche? —inquiere Scarlett.

—Si, anoche dormí aquí, con los fantasmas de lugar —respondo aún en posición de descanso.

—¿En serio? ¿Estuviste aquí anoche? —interroga Ricardo en un tono sorprendido.

—Si…

—¿Por que?

—Ordenes del hijo de puta de Masson —refiero con rabia.

—Oh… lo siento ¿Por qué tú? —cuestiona Naomi.

—Por que me odia —confieso con molestia.

—Y se acabó el descanso —avisa Ricardo mirando su teléfono.

—A trabajar, compañeros.

Con pesadez de levanto y los sigo, para entrar a nuevamente la a cocina. Al llegar puedo ver que Jon sale de la oficina y de inmediato clava su mirada sobre mi.

—Evans —escucho que pronuncia mi apellido.

Con pasos lentos me acerco —Hola —trato de sonar amigable.

—Lo siento por haberte hecho venir, al jefe se le olvidó comunicarte que el camión cancelo la entrega —comenta él haciendo una mueca de preocupación.

¡¿Qué!?

Sonrío como cínica —¿Es enserio? —mi tomo de voz suena seria.

Jon me lanza una mirada llena de comprensión —Si, lo lamento, de verdad nos disculpas.

Que lindo él… es que ahora si que le declaró la guerra.

—No te preocupes, está bien —sueno despreocupada.

Mentalmente le saqué mi dedo del medio.

Saco las llaves y se las entrego —Ten.

—Gracias, Barbra.

Sonrío y después me giro. Mi rostro cambio a uno completamente fruncido. Bastardo, idiota, malnacido.

Decido irme nuevamente a continuar lo que hago. Pero es que la rabia que siento me va hacer dar un infarto. Se le olvidó. ¡Al maldito, se le olvidó! ¡No – lo – soporto!

En ese momento, veo que Rupert se acerca hasta Esmé. Para indicarle que elaboré un Cappuccino para el jefe. De inmediato me acercó y me detengo a su lado para observándolos a ambos.

—Yo lo hago —sonrío dulcemente.

Rupert me mira con tranquilidad —Bien, se lo llevas al señor Masson.

Entrelazo mis manos sonriendo —Si, lo llevaré, señor.

Él me regaló una pequeña sonrisa y se retira a otra parte de la cocina. Así que sin perder tiempo doy inicio a preparar el Cappuccino, y por último le agrego solo un poco de canela. Ya cuando estuvo listo, me encamino en dirección a la oficina en donde él jefe se encuentra completamente solo.

Al yo entrar él eleva su mirada azul hasta mí —Buenos días, señorita Evans —saluda con educación.

Le sonrío —Buenos días, jefe. Acá le traigo el Cappuccino, él señor Rupert me pido que se lo entregara —Lo dejo sobre su escritorio.

—Gracias —agarra la tasa aún mirándome —Lamento lo de anoche… —lo interrumpí.

Yo igual

—¡Oh! no se preocupe está bien. Cosas que suceden —pestañeo con una pequeña sonrisita.

Asiente y tomó un trago largo de su bebida.

—Hasta luego, si necesita algo estaré en la cocina —me giro y con pasos lentos comienzo a caminar a la puerta mientras mentalmente cuento.

<<1..2..3..4..5..>>

Escucho que empieza a toser sin parar. Lentamente dejó salir una sonrisa malvada. Doy la vuelta sobre mis zapatos y lo miro con el rostro serio.

—¿Esta bien, señor? —frunzo el ceño.

Su rostro blanco ahora es de un tono muy, pero muy rojo.

—Llama una ambulancia —habla con debilidad y continua tosiendo.

Me giro nuevamente casi que lanzando una carcajada. Abro la puerta y salgo de la oficina.

—¡Rápido! ¡Él señor Travis esta en problemas! —exclamo alarmada, para todos los que se encuentran en la cocina.

Todos me observaron. Veo como Jon sale casi que corriendo y entra a la oficina —¡Está teniendo una reacción alérgica! ¡Llamen una ambulancia!

Dije que me las iba a pagar. Lo que hice no es para matarlo ni nada, solo una pequeña venganza. Además solo le coloqué un poquito de canela, que lo único que haría sería ocasionar que su garganta se hinché. Pero nada grave.

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