Miro por la ventana, pensando en mi dolor.
El haber perdido a mi padre me ha hecho sentir solo, pasaba la mayor parte del día con él, dirigiendo la empresa, escuchando sus consejos y sus regaños por mi “vida loca”.
No puedo evitar dejar salir un par de lágrimas pensando en la falta que me hace. Puede parecer estúpido, ilógico, infantil, tengo treinta y cinco años, pero hoy mejor que nunca entiendo esa frase “los padres siempre hacen falta”.
Suspiro con pesadez, quisiera tener a alguien que me ayude en este momento, pero estoy solo. Mi hermana está en casa, viviendo a su propia manera el dolor y, aunque he vivido los últimos diecisiete años acompañado casi todas las noches, es cierto que han sido compañías vanas, sin sentido.
Podría ver ahora mi agenda y ninguna de ellas sería capaz de levantarme el ánimo, de sacarme de mi pena. Llaman a la puerta, me limpio las lágrimas e indico que pasen. Veo entrar esos bellos ojos azules, esa sonrisa carmesí y ese cabello rizado color fuego.
-Di-disculpe, venía a traerle algo – saca detrás de su espalda una pequeña bolsa de papel de mi pastelería favorita -.
-Ven, toma asiento, Emily.
Se acerca rápidamente, se sienta frente a mí con su bella sonrisa, deja la bolsa sobre el escritorio y saca dos cajas, cada una con un trozo de pastel de chocolate.
-Sé que pre-prefiere los croissants, pero por experiencia sé que un pastel de cho-chocolate sube más el ánimo – me acerca uno, me extiende un tenedor y abre el suyo -. Yo lo acompañaré.
-Gracias, Emily, es un lindo gesto – recibo el tenedor, tocando levemente uno de sus dedos y un calor se extiende desde mi corazón hacia el resto de mi cuerpo -. ¿Cómo sabes que estoy triste?
-Por sus ojos, “los ojos son las ventanas del alma”. Además, lleva días sin llamar amigas – mira sus manos -, entiendo que está de luto, pero antes ha estado triste y así es como se ha levantado el ánimo.
-Me temo que esta vez nada podrá sacarme de esta pena, Emily – pruebo un trozo de pastel -. Pero tal vez solo necesito a la persona indicada para eso – la miro fijamente y ella se sonroja, es más bella así, pero la mejor versión de ella esa Emily enojada, llevándose a todos por defender su punto de vista -. Este pastel está delicioso.
Nos quedamos en silencio, comiendo este pastel levanta ánimos, ella sonríe de vez cuando, nuestras miradas se cruzan y siento más calor en mi pecho que nunca antes. Sin darme cuenta, estoy sonriendo otra vez. Ella se pone pie, retira las cajas vacías y las mete en la bolsa, una parte de mi cuerpo comienza a sentirse vacía, con miedo a que ella se vaya y ya no vuelva, para volver a sentir ese calor.
-Bueno, mi jefe ha recuperado esa sonrisa que derrite corazones, ahora me quedaré en el escritorio escribiendo algunas cartas, esperando a que agende alguna cita – me guiña un ojo, sonríe y se dirige a la puerta -.
De pronto, las palabras que muchas veces me gritó mi padre para entenderlas, se me vienen a la cabeza: “Tienes el amor en frente de tus ojos y no la estás viendo”. Me paro rápidamente y me dirijo a ella, la tomo del brazo y siento otra vez esa sensación inexplicable, pero que me hace sentir bien.
-Emily… agende una cita para las cinco de la tarde – veo sus ojos con decepción, pero me dedica una sonrisa de todas maneras -. Con la señorita Emily McDermott, le debo un postre.
-Yo… yo no sé si eso sea correcto.
-Y yo tampoco sé si esto lo sea – bajo mi rostro hacia el de ella y poso mis labios en los suyos, es una experiencia única, dulce, cálida, llena de todo lo que me ha faltado estos años. Me separo de ella lentamente, ella se queda con los ojos cerrados -. Si puedo pedirle algo más – abre los ojos -. Queme la agenda de citas, por favor.
-Co-con mucho gusto, señor.
Nos quedamos frente a frente unos segundos más, hasta que ella se aparta un poco y sale de la oficina, pero esta vez no siento ese miedo a la soledad, porque mi salvadora está cruzando esa puerta. Me regreso al escritorio con una sonrisa de bobo y me siento mirando la fotografía que tengo con mi padre sonriendo.
-Grazie caro papà.
Llego a mi bar preferido, aquel donde puedo ser yo mismo, un hombre de treinta y tres años, libre, soltero, amante de las mujeres, la diversión y lo simple que es pasarla bien.John, el guardia de la puerta me sonríe nada más verme, dejándome pasar de inmediato.-Luca, hace varias semanas que no te veía por aquí – me dice con un fuerte apretón de manos -.-Bueno, no había conseguido llegar hasta aquí, ya sabes – le guiño un ojo y se ríe muy alto -.-Pobre hombre, al que las mujeres no lo dejan si quiera caminar.-¿Algo bueno esta noche?-Rubias, castañas, morenas, delgadas, rellenas, altas, bajas, ojos azules y castaños…-Creo que otra vez me quedaré con ganas de una pelirroja con ojos azules.-Algún día tu fantasía se hará realidad, pero me temo que no te va a gustar, po
Massimo Cavalcanti me espera con una enorme sonrisa, pienso que todo lo que me ha dicho es para advertirme algo muy grande. Bajamos hasta el estacionamiento, subimos a su auto e iniciamos el recorrido en silencio. Hasta que en un semáforo me mira y suelta el aire muy cansado.-Carson dejó la vicepresidencia. Su mujer está enferma y se retira para cuidarla.-Entonces, debemos decidir quién ocupará su puesto, tenemos personas muy capacitadas para ese puesto, ¿para eso es la junta directiva?-Sí, hoy mismo debe salir su reemplazo, yo no puedo con todo esto solo, ya no tengo la energía para eso.-Tranquilo, padre, ya verás que tendremos la solución a esto antes de que quieras lanzar una silla.-Jajajaja, jamás he hecho eso.-Pues por eso, vamos, ya nos dieron verde.Seguimos el camino hasta la empresa, comienzo a repasar los nombres de los posibles sucesores, has
-¡Luca! ¡Luca! – mi padre viene gritando quién sabe desde dónde -. ¡¿Dónde está ese bribón?!Se abre la puerta de golpe, trato de mantenerme impasible, concentrado en los documentos que estoy revisando. Pero el que desaparezcan de manera intempestiva de mis manos me dice que mi método de disipación de ira esta vez no funcionó, mi padre golpea la mesa, lo que me sobresalta y me acurruco un poco en mi silla, jamás lo vi tan molesto.-¡Luca Cavalcanti, si yo tuviera cinco años menos, te tendría recostado en mis piernas dándote unas buenas nalgadas!-¿Y ahora que hice?-¿Qué hiciste? ¡¿Qué hiciste?! Tienes treses meses en tu puesto y han pasado diez asistentes, todas se van por involucrarse con su jefe ¡Contigo!-No es mi culpa, ellas se me lanzan y yo no soy de fierro…-No
Me arreglo el traje y me dirijo a la sala de conferencias, donde está convocado todo el consejo directivo de la empresa, hay situaciones que enfrentar, porque si no se hace ahora, más adelante será un problema aún más grave.Todo lo que tengo que hacer es lanzar la bomba y rematar a los heridos, ¿la bomba? Mi asistente. Los heridos, pues solo Melvin.En el camino me encuentro con mi padre, Emily está en la sala, ordenando unas carpetas con información relevante. Mi padre la ve y me da un codazo.-Si te involucras con ella, sería la primera vez que no me molestaría contigo – lo miro sorprendido y me guiña un ojo -. Se le nota que es muy dedicada, inteligente y que te hará la vida imposible.Suelta una carcajada por mi cara de horror y entra a la sala, saluda a Emily, quien le ofrece café con caramelo, un punto más a su favor, porque es el favorito de mi
Se me parte la cabeza, llegué a casa a las cuatro de la mañana, luego de una fiesta espectacular y de ganarme una sesión candente con una de las amigas de Franco.La inolvidable Maggie, una despampanante rubia, de unas curvas exquisitas, piel suave y blanca, pero esa boca… nada más recordar lo que esa boca sabe hacer, mi amigo se levanta. Veo la hora, he dormido solo dos horas, pero me siento repuesto. Me incorporo en la cama y sonrío, sin razones.Me voy a la ducha, para quitarme el aroma de la noche, pero para poder despertar mejor le doy al agua fría antes de salir. Me visto con un traje de tres piezas negro, camisa blanca y una corbata de color rojo, muy parecido al cabello de mi asistente, vuelvo a sonreír ante su recuerdo. Esa chica un día me va a despedir y se quedará en mi puesto.Me voy a la cocina, cojo el café recién hecho y lo pongo en un vaso térmico, quiero s
Es imposible para mí quitarme la cara de sueño, el hotel Hyatt fue la primera parada de un fin de semana reventado. Tres chicas diferentes, para cada noche, me dejaron exhausto. Agradezco que hoy no hay mucho que hacer, por lo que me decido adelantar todo para la mañana y por la tarde escapar de la oficina temprano, solo quiero mi cama.Cuando llego al piso donde se encuentra mi oficina, veo a Emily y me quedo petrificado. De arriba hacia abajo, esa mujer se ve bellísima, lleva un moño alto con mechones de cabello sueltos, dándole un aspecto descuidado y joven. Unas argollas medianas en sus orejas y una fina cadena adornando su cuello. Un vestido blanco ajustado a su figura hasta la altura de las rodillas, con una chaqueta azul marino sobre él con mangas hasta el codo, y unos tacones de trece centímetros del mismo color de la chaqueta.Como si no hubiese tenido suficiente el fin de semana, mi amigo pelea por levan
Me despierto bastante repuesto, algo que hace mucho no sentía. Me llega un aroma especial, levanto un poco la cabeza y veo que la chaqueta de Emily está sobre mí. La tomo y la llevo a mi nariz, su aroma es delicioso, huele a perfume y a ella.Me siento un momento, no estoy mareado ni nada, en verdad he recuperado gran parte del sueño que no tuve el fin de semana, por lo que debo suponer que mi cuerpo lo pedía a gritos.Salgo de mi oficina, abrazado a la chaqueta de Emily, cuando la veo parada, con los brazos descubiertos, el vestido se le ajusta perfecto y la vista trasera… mamma mìa. La escucho que ordena mi comida favorita, cuelga el teléfono y yo me aclaro la garganta, pero ella ni se inmuta.-Veo que ya despertó, ¿consiguió descansar? – me dice sin mirar -.-Sí, aunque se supone que ese chocolate me mantendría más despierto que un café.-Bueno, no hace milagros. Si eso no lo mantuvo despierto, entonces un café menos – se giro y veo su cara de sorpre
Decido salir temprano de casa, quiero pasar por unas flores para Emily, espero que no sea alérgica o que no sea de esas mujeres a las que no le gustan las flores. Como sea, tomo mis llaves y me dirijo a la puerta sin parar de sonreír.Pero, en cuanto abro la puerta, me encuentro a Maggie a punto de llamar a ella, frunzo el ceño, porque no me esperaba esto de su parte, me siento acosado. Además, la única mujer que ha entrado a mi departamento es mi hermana por razones obvias. Si dejo entrar a una mujer a mi refugio, no saldrá más.-Maggie…-Hola, Luca, perdona por venir aquí así – dice medio avergonzada, pero no lo creo, no de ella -. Es que, como me dijiste que no tenías planes porque estabas cansado, vine a verte.-Lo siento Maggie, si tenía planes, te dije que hoy descansaría de las fiestas, pero tengo un compromiso importante con alguien muy especial.<