Me arreglo el traje y me dirijo a la sala de conferencias, donde está convocado todo el consejo directivo de la empresa, hay situaciones que enfrentar, porque si no se hace ahora, más adelante será un problema aún más grave.
Todo lo que tengo que hacer es lanzar la bomba y rematar a los heridos, ¿la bomba? Mi asistente. Los heridos, pues solo Melvin.
En el camino me encuentro con mi padre, Emily está en la sala, ordenando unas carpetas con información relevante. Mi padre la ve y me da un codazo.
-Si te involucras con ella, sería la primera vez que no me molestaría contigo – lo miro sorprendido y me guiña un ojo -. Se le nota que es muy dedicada, inteligente y que te hará la vida imposible.
Suelta una carcajada por mi cara de horror y entra a la sala, saluda a Emily, quien le ofrece café con caramelo, un punto más a su favor, porque es el favorito de mi padre. La invita a tomar asiento a su lado, en el lugar que normalmente ocupa Pía y ya me pregunto qué hicieron con mi padre, porque ese puesto no lo ocupa nadie más.
Entro exhalando el aire que he contenido este rato, este hombre no es fácil de llevar cuando se propone ser espontáneo, por decir lo menos. La escucho hablar muy animada, con fluidez y relajada, algo que en estos dos días no había visto. Puede ser que ya se siente más a gusto con el trabajo.
Tomo asiento frente a ella y me digo que lo mejor que podemos hacer por ahora es relajarnos. Uno a uno comienzan a llegar y a tomar sus lugares, Melvin no deja de mirarme mal, lo que me da lo mismo, estoy acostumbrado a su actitud ácida.
Pero lo que en verdad me molesta es la forma en la que mira a Emily, como si le gustara, esa mirada la reconozco de los viejos pervertidos que desnudan en su imaginación a jovencitas como ella. Cierro mis puños, busco calmarme porque sobre eso no hay nada que yo pueda hacer. De pronto mi padre se pone de pie y dice que la reunión ha sido convocada por mí, para analizar una situación de conflicto interna y entregar una propuesta que la soluciona de raíz. Me pongo de pie y comienzo a hablar.
-Buen día a todos, menos para uno – lo miro y veo que se pone rojo de rabia, pero no dice nada -. Me veo en la penosa obligación de interrumpir sus labores para analizar una situación muy delicada. En la carpeta que cada uno tiene en frente podrá ver de qué se trata, les daré unos minutos para que revisen los antecedentes.
Algunos con un poco de escepticismo lo hacen, veo que algunos en pocos segundos se sorprenden, otros se sonríen, pero la mejor de todas es la reacción de Melvin, golpea la mesa sobresaltando a Emily que termina unos informes, y se pone de pie furioso, pero antes de que hable, lo hago yo.
-Oh, me olvidaba, primero quería presentarles a mi nueva asistente, la señorita Emily McDermott – pequeños murmullos salen de sus bocas para darle la bienvenida -. La señorita McDermott desde ahora será quien filtre todas mis reuniones, entre muchas más funciones de las que me enorgullezco es capaz de realizar.
“Melvin, me parece que quieres decir algo, te escuchamos.
-Estos papeles… son mis correos privados, ¡es una violación a mi intimidad!
-Sí y no. Verás, si son tus correos “privados”, pero de tu cuenta corporativa, la que se puede monitorear e intervenir si creemos que hay turbiedades – le digo mientras me acerco a él, hasta quedar frente a frente y agregó con la voz en un tono muy bajo -. Y aquí hay demasiada turbiedad, ¿o no, Melvin?
-Allí no hay nada malo…
-Verás, tu área es el marketing y en los últimos tres meses no has contratado a nadie en tu área – me alejo de él y comienzo a hablarle a los demás-. El correo número cuatro va dirigido a Roberto, quien debía crear el perfil de mi futura asistente y buscar a las candidatas, ¡que casualidad!
“Cito: ‘Debe ser especialmente bella, de esas que Luca no se puede aguantar, ya sabes, para que termine igual que siempre. Asegúrate de elegir candidatas de ese tipo’ – me giro hacia él-. ¿Por qué, Melvin? ¿Por qué te preocupaba tanto la apariencia física de mi asistente?
-Para acelerar lo que era obvio iba a pasar. En tres meses han desfilado once asistentes bajo tu mando, porque terminaban despechadas y renuncian al saber que no tendrán más que un revolcón contigo, porque convertiste esta empresa en tu antro personal. Y seguramente a ella – apunta a Emily con la cabeza -, también te la terminas f0llando en tu escritorio.
Me lanzo sobre él, pero mi padre me detiene sin hacerlo.
-No voy a permitir que hables así, hay damas presentes en esta sala y no tienen por qué escuchar tus groserías.
-Además, Emily es una dama… tan dama que es capaz de dejarme estéril de una patada si intento siquiera seducirla, me lo dijo en la entrevista, donde además me dijo que era la cuarta vez que postulaba a este cargo – Melvin se pone pálido y me paro al lado de Emily -. Verás, yo creo que mi nueva asistente es muy hermosa, cabe en el perfil que le describiste a Roberto, pero la dejaron de lado porque en ningún momentos usó sus atributos para ganar el puesto.
“Ella sabe seis idiomas, puede organizar, contener situaciones problemáticas si su jefe no está… y también escribe excelentes cartas, como las de despedido – la sangre termina de dejar su rostro-. Una que puedes encontrar al final de tu carpeta.
“Fuiste tú quien convirtió esta empresa en un antro, porque algunas de esas chicas ni siquiera terminaron sus estudios, no tenían idea de cómo redactar un documento ni mucho menos dar un saludo en inglés. Gracias por preocuparte de mi vida sexual, pero puedo conseguir mejores mujeres que esas por mi propia cuenta.
-Luca… - me advierte mi padre -.
-Es todo, padre, no diré nada más.
Tomo asiento, veo a Melvin parado como idiota, sin poder hablar. Luego dirijo mi vista a Emily quien tiene el rostro carmesí, pero no es de timidez, creo que está molesta y no la culpo, ese tipo trató de insultarlo.
-Muy bien, Melvin. Te doy una hora para que pongas todo en orden y dejes está empresa.
-Massimo, ¿apoyas la injusticia de tu hijo?
-Por supuesto que apoyo a mi hijo, descubrió que a esta empresa se le estaba causando un daño terrible al contratar gente que no estaba capacitada, retrasando mucho trabajo, ¿o crees que Emily está haciendo un crucigrama, como sueles hacerlo tú? No veo ninguna injusticia, pero si alguno de los presentes puede decir algo a tu favor, yo mismo romperé esa carta y quedará sin efecto, son sanciones para nadie.
Pero nadie habló, por más que Melvin buscó apoyo, ninguno de los presentes habló. Miradas divertidas y reprobatorias fue lo único que consiguió, por lo que salió de la sala derrotado, sabiendo que nada más podía hacer por su pellejo.
Mi padre agradeció a todos, se retiraron y luego le pidió a Emily que me esperara en su escritorio. Luego se dirigió a mí.
-Eres un bruto. ¿Cómo se te ocurre hablar de mujeres delante de ella?
-¿Y qué tiene de malo? Todos saben eso, ella también se dará cuenta más temprano que tarde.
-Mejor vete, antes que te dé un par de coscorrones por tonto.
Salgo de allí sin entender nada. Al llegar a la puerta mi oficina, veo a Emily un poco afectada, como si estuviese conteniendo el llanto. Me acerco a ella para preguntarle qué le pasa, pero al darse cuenta se para cómo un resorte y se va con dirección al baño.
Seguramente le afectó más de lo que creí las palabras de Melvin.
Me quedo allí para esperarla, cuando aparece me fulmina con la mirada unos segundos, cierra sus bellos ojos y suaviza el gesto. Toma mis agendas y me dice.
-Ne-necesito que repasemos el itinerario de la pro-próxima semana, por favor.
-Claro, vamos adentro.
Me pongo de pie, abro la puerta para ella y le indico que tome asiento en el sofá.
Se mete de lleno en las agendas, sin mirarme. Habla nada más que para preguntar si mantengo o quito alguna cita, en especial de las personales.
Al terminar se pone de pie y camina hacia la puerta, pero la detengo porque no estoy tranquilo, sé que algo le pasa. Al tocarla, otra vez siento ese calor, esa sensación agradable en mi pecho, sin pensarlo más tiro de ella y la abrazo.
El aroma de su cabello inunda mis fosas nasales, mis latidos se relajan y su respiración me hace sentir libre, no sé de qué, pero me siento libre. Su cuerpo menudo, sus tacones ayudan a que su cabeza quede en mi hombro, pero estoy seguro que sin ellos podría dejarla enterrada en mi pecho, para protegerla de todo.
-Perdón por lo que tuviste que escuchar, lo que dijo él, lo que dije yo. Solo te pido que esto no te haga querer huir de mí – me aparto de ella y la miro a los ojos -. Te necesito, Emily. Eres la mejor asistente que podría tener.
Me aparta de golpe, lo que me deja sorprendido.
-L-le pido n-no vuelva a hacer eso, tal como dijo, so-solo soy su asistente.
Sale hecha una fiera y cierra la puerta con un fuerte ruido. Me quedo allí, parado, sintiendo de nuevo ese vacío. Me voy a mi escritorio desconcertado, sin saber lo que esa chica me está haciendo.
Suspiro y trato de distraerme con trabajo, lo que no logro.
Me quedo mirando por la ventana un momento, hasta que mi teléfono me saca de mi estado, veo a uno de mis compañeros de juerga en la pantalla y contesto de inmediato, él me llama cuando las cosas son muy interesantes y requiere de apoyo.
Al cortar, llamo a Emily.
-Señorita McDermott, le pido que suspenda la reunión con mi amiga de las siete, tendré una fiesta más interesante a esa hora.
-Muy bien, señor Cavalcanti. Pero le pido que solo me diga que suspenda o cambie sus citas personales, los motivos no son necesarios para hacer mi trabajo.
Cuelga el teléfono y me quedo aún más perplejo. Es demasiado eficiente, poco chismosa y muy frontal.
-Te sacaste la lotería con esta asistente, Luca.
Pero aun así, siento que me falta algo más.
Se me parte la cabeza, llegué a casa a las cuatro de la mañana, luego de una fiesta espectacular y de ganarme una sesión candente con una de las amigas de Franco.La inolvidable Maggie, una despampanante rubia, de unas curvas exquisitas, piel suave y blanca, pero esa boca… nada más recordar lo que esa boca sabe hacer, mi amigo se levanta. Veo la hora, he dormido solo dos horas, pero me siento repuesto. Me incorporo en la cama y sonrío, sin razones.Me voy a la ducha, para quitarme el aroma de la noche, pero para poder despertar mejor le doy al agua fría antes de salir. Me visto con un traje de tres piezas negro, camisa blanca y una corbata de color rojo, muy parecido al cabello de mi asistente, vuelvo a sonreír ante su recuerdo. Esa chica un día me va a despedir y se quedará en mi puesto.Me voy a la cocina, cojo el café recién hecho y lo pongo en un vaso térmico, quiero s
Es imposible para mí quitarme la cara de sueño, el hotel Hyatt fue la primera parada de un fin de semana reventado. Tres chicas diferentes, para cada noche, me dejaron exhausto. Agradezco que hoy no hay mucho que hacer, por lo que me decido adelantar todo para la mañana y por la tarde escapar de la oficina temprano, solo quiero mi cama.Cuando llego al piso donde se encuentra mi oficina, veo a Emily y me quedo petrificado. De arriba hacia abajo, esa mujer se ve bellísima, lleva un moño alto con mechones de cabello sueltos, dándole un aspecto descuidado y joven. Unas argollas medianas en sus orejas y una fina cadena adornando su cuello. Un vestido blanco ajustado a su figura hasta la altura de las rodillas, con una chaqueta azul marino sobre él con mangas hasta el codo, y unos tacones de trece centímetros del mismo color de la chaqueta.Como si no hubiese tenido suficiente el fin de semana, mi amigo pelea por levan
Me despierto bastante repuesto, algo que hace mucho no sentía. Me llega un aroma especial, levanto un poco la cabeza y veo que la chaqueta de Emily está sobre mí. La tomo y la llevo a mi nariz, su aroma es delicioso, huele a perfume y a ella.Me siento un momento, no estoy mareado ni nada, en verdad he recuperado gran parte del sueño que no tuve el fin de semana, por lo que debo suponer que mi cuerpo lo pedía a gritos.Salgo de mi oficina, abrazado a la chaqueta de Emily, cuando la veo parada, con los brazos descubiertos, el vestido se le ajusta perfecto y la vista trasera… mamma mìa. La escucho que ordena mi comida favorita, cuelga el teléfono y yo me aclaro la garganta, pero ella ni se inmuta.-Veo que ya despertó, ¿consiguió descansar? – me dice sin mirar -.-Sí, aunque se supone que ese chocolate me mantendría más despierto que un café.-Bueno, no hace milagros. Si eso no lo mantuvo despierto, entonces un café menos – se giro y veo su cara de sorpre
Decido salir temprano de casa, quiero pasar por unas flores para Emily, espero que no sea alérgica o que no sea de esas mujeres a las que no le gustan las flores. Como sea, tomo mis llaves y me dirijo a la puerta sin parar de sonreír.Pero, en cuanto abro la puerta, me encuentro a Maggie a punto de llamar a ella, frunzo el ceño, porque no me esperaba esto de su parte, me siento acosado. Además, la única mujer que ha entrado a mi departamento es mi hermana por razones obvias. Si dejo entrar a una mujer a mi refugio, no saldrá más.-Maggie…-Hola, Luca, perdona por venir aquí así – dice medio avergonzada, pero no lo creo, no de ella -. Es que, como me dijiste que no tenías planes porque estabas cansado, vine a verte.-Lo siento Maggie, si tenía planes, te dije que hoy descansaría de las fiestas, pero tengo un compromiso importante con alguien muy especial.<
Han sido dos semanas terribles para mí, en especial para mi estómago.Dejar plantada a Emily me ha significado pedirle perdón de todas las formas posibles. Pero, tal como ella lo dijo, mientras le pida perdón no lo hará.A cambio, he recibido su indiferencia total, además de croissants con laxante, café salado, pastas picantes… pero, si estaba dispuesto a una patada en los bajos, esto puedo soportarlo.Por otra parte, me alejé de la vida bohemia. He cancelado todas las salidas y fiestas estas dos semanas, solo he asistido a los eventos corporativos, lo que me ha dado una inusual energía, para encausarla volví a utilizar el gimnasio que tengo en casa, me siento medianamente más feliz, pero no lo suficiente.Llego como cada mañana, llego y la veo en un vestido blanco, pero este es diferente, es de un corte princesa hasta bajo las rodillas, se ve como una niña b
Se demora unos segundos en darse cuenta de que no soy un espejismo, la veo apretar la mano del tipo.-Lu… Señor Cavalcanti.-Dejemos los formalismos, Emily – aparece un mesero para ofrecerme algo de beber -. Un cabernet sauvignon… no, mejor un jugo de naranja, gracias – dirijo mi vista a ella, que sigue prendida del gorila irlandés y mi furia crece aún más -. Bueno, todavía espero. Mientras antes me des mis cosas, antes podrás seguir en tu cita.-¿Él es el hombre del que me hablaste?-Sí, él es mi jefe.-Así es – miro al hombre desafiante -, soy su jefe, me ve a diario.-Luca, ¿cómo supiste dónde estaba?-Verás, mi querida Emily. Cuando me desperté y vi todo oscuro, me sentí desorientado. Quise salir de mi oficina, pero ¡sorpresa! – alzo los brazos y ella se sonroja -, no podía sal
Estas semanas han sido un sube y baja con Emily. No puedo evitar querer disfrutar de la vida, de mis amigos, me escapé a un par de fiestas, una de ellas sin que ella supiera, pero siempre hay alguien que suelta la lengua.Además, creo que esas ganas de querer tener un acercamiento a ella, se debe a que he estado con todos los tipos de mujeres, excepto con una pelirroja. Esa era mi fantasía y supuse que, si al menos la podía besar, me sacaría el gusto.Lo más difícil de todo fue su venganza, una total y absoluta indiferencia, preferiría mi dulce favorito con laxante, antes que ella ni siquiera me mire.Voy saliendo de mi oficina, que mantenía con la puerta abierta, pero antes de hacerlo por completo, me detengo al escuchar a Emily hablar con alguien más.-Hoy, en cuanto me vaya de aquí, viajaré rumbo a Constitución, allí tiene una cabaña una amiga que hac
El movimiento se me hace eterno, al igual que los gritos de la gente por todos lados. Con el pie sujeto la puerta para que no se cierre, mientras mi padre me grita por el teléfono.-¡Luca, ¿sigues ahí?!-S-sí, sí aquí estoy… padre, necesito ayuda, Emily… esto es grande y va a traer consecuencias peores.-¿A qué te refieres?-Sumatra, 2004, ¿recuerdas? Y Emily, ella está frente al mar, padre…-En cuanto pare, baja por las escaleras lo más rápido que puedas y vente a la casa. Desde aquí buscaremos la manera de ir por ella, pero te quiero aquí lo antes posible.Pero antes de que pueda responder, se corta la comunicación. El movimiento sigue unos minutos más y para. En cuanto eso sucede, alumbro con mi teléfono y saco de un cajón de la cocina dos linternas cargadas, una radio portátil para buscar not