Capítulo 28: Pesadillas

Max

No sabía qué hacer con ella.

Estaba de pie, en medio de la habitación, mirándola.

Mi pequeña Motita. Porque eso era para mí; frágil, pequeña, suave... casi etérea. Pero a pesar de eso resistía, se ponía de pie y flotaba... Estaba presente...

Hasta ahora...

Ella no paraba de gritar, llorar y temblar frente a la ventana. El aire era lo único que le quedaba... La única razón por la que seguía de pie. Y aún así, parecía que ni eso podía tolerarlo.

Me acerqué un paso. Solo uno.

Quería abrazarla. Decirle algo. Lo que fuera.

Pero tenía miedo de romperla más.

Tomé el teléfono con la mano temblorosa y marqué a Sofía.

—Trae a Magda y vengan ya mismo a la habitación de Paulina —le dije, sin saludar—. No pregunten. Solo vengan.

Colgué antes de que respondiera.

Me pasé las manos por la cara, apretando fuerte los ojos.

Necesitaba que alguien estuviera con ella. Alguien que pudiera tocarla sin que se encogiera. Una persona que ella no viera como una amenaza.

Cuando escuché los pasos apresurad
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