Capítulo 74 Soy una desquiciadaFelipe se dio la vuelta y le dio orden a su asistente—Ernesto gestiona lo de las cámaras de seguridad El lobby quedó en un silencio tenso, todos los ojos fijos en Belinda, que parecía atónita ante la respuesta de Daniela. La incredulidad se reflejaba en su rostro mientras intentaba recomponer su argumento.— ¿Cámaras de vigilancia? —replicó Belinda, intentando recuperar el control y dirigiéndose a Daniela—. ¿Crees que eso te salvará?Felipe dio un paso adelante, interponiéndose entre las dos mujeres.— ¡Cállate, Belinda! ¿No crees que has hecho suficiente? Ni una palabra más, Belinda. No permitiré que continúes con este juego. Si no tienes pruebas, entonces deberías callarte —dijo Felipe, su voz firme y decidida.Daniela sintió una oleada de gratitud hacia él. Su apoyo le daba fuerzas, y aunque las lágrimas aún amenazaban con brotar, se sintió más segura.— No soy una criminal. Tengo un trabajo y un nombre que defender. —continuó Daniela, su voz tem
Capítulo 75¡Quédate conmigo!Felipe se sintió dividido entre la necesidad de confrontar a Belinda y la lástima que le provocaba verla tan angustiada. Por esa razón se acercó un poco más y le dijo con suavidad:—Belinda, lo que hiciste fue inaceptable. ¿Por qué lo hiciste? ¡Acusar de ladrón a una persona inocente! ¡Ya observamos las cámaras de vigilancia! Nadie abrió tu bolso. Entiendo qué estás pasando por un momento difícil. ¿No crees que ya ha pasado suficiente tiempo y deberías haberte recuperado de tu divorcio? No puedes permitir que tus emociones te lleven a hacer cosas de las que luego te arrepientes.Ella asintió, dejando caer las manos y mirando al suelo, avergonzada.—No quise hacerle daño a esa mujer. Solo… no supe cómo manejarlo. En verdad lo pensé y es cierto que perdí ese dinero; estoy muy arrepentida. ¡Le pediré disculpas! Llévame allí con ella, le pediré disculpas —seguía diciendo, su voz apenas un susurro.Felipe sintió que su corazón se ablandaba ante su vulnerabilida
Capítulo 76 Prepárate para marcharteBelinda, con gesto confundido, miró a Felipe, incapaz de articular una respuesta coherente.—Yo… no entiendo lo que me estás diciendo.—Ven, te acompaño a tu habitación.La tensión era palpable. Felipe, con un nudo en la garganta, sintió la urgencia de aclarar aquel enredo emocional.Guio a Belinda hacia su habitación en silencio. Dejaron el lobby, claramente diseñado para transmitir una sensación de lujo y hospitalidad, y tomaron el ascensor sin pronunciar una palabra más, cada paso resonando como una declaración de lo que no se decía.Al salir del ascensor, ella lo seguía observando. Nunca lo había visto así; siempre fue tierno y cariñoso con ella. Nunca elevó la voz ni fue tan firme.—Felipe—, le dijo Belinda—Guarda silencio de una vez por todas. Espera que lleguemos a tu habitación—.Al llegar, él esperó a que ella pasara la tarjeta electrónica por la puerta de la habitación y ambos entraron. Al adentrarse en el pequeño salón, él se giró para
Capítulo 77 Adopción —Sube y hablaremos. Este no es el mejor sitio para tratar ese tema.Daniela resopló. Miro hacia todos lados y luego se sentó en el asiento delantero a su lado en el vehículo.— ¿Qué pasa con la custodia?, dímelo de una vez. ¡No tengo energías para jugar contigo! ¡Debo llegar a casa!—le advirtió sin mirarlo— No hablaremos aquí sobre eso. Vamos a otro sitioFelipe condujo a Daniela hasta un pequeño parque cercano, un remanso de tranquilidad que aparentemente ofrecía la privacidad necesaria para abordar temas delicados.A pesar de la urgencia de Daniela por hablar, Felipe siguió en silencio hacia una banca retirada frente a un hermoso lago artificial.El ambiente sereno del lugar trasmitía una calma que ninguno de los dos sentía en ese momento.Finalmente, él se sentó en la banca y se giró hacia Daniela, su mirada reflejando una mezcla de determinación y preocupación.—En primer lugar, quiero pedirte disculpas por lo sucedido en el hotel…Daniela sonrió burlonament
PrólogoEn el momento en que se enteró de que su padre había sufrido un accidente de automóvil. Felipe Ortiz acudió rápidamente a su lado sin saber si este estaría vivo o no cuando llegara. Él sabía de sobra que su mamá iba a necesitar su ayuda, mucho más si como temía su padre no lograba superar el accidente.Felipe era un hombre adulto de 35 años; no obstante, seguía sin entender como su madre, aun con todas las dificultades que enfrentaba su matrimonio por las infidelidades de su marido desde hace años, nunca le dio el divorcio a su padre, soportó todas y cada una de sus infidelidades. Estaba obsesionada con ser su esposa y no darles el gusto a las demás mujeres.Felipe fue el último en llegar al hospital y al hacerlo corrió a toda velocidad al lado de Eugenia, su madre, estaba escuchando la información sobre la evolución del paciente.La menuda figura de su madre estaba de pie con una expresión de sufrimiento, tenía los hombros caídos y la mirada en el suelo. Felipe le colocó una
Capítulo 1 Los hijos de mi padreFelipe Ortiz, conocido como uno de los empresarios más jóvenes y con mayor poder económico a nivel mundial, Presidente de la Corporación Ortiz/Atkins, lanzó con violencia el documento que había estado leyendo sobre el escritorio del viejo abogado de su padre. Algunos de los papeles que estaban sobre el escritorio cayeron sobre el piso.Observando fijamente al viejo abogado de su padre, se pasó la mano por el cabello con frustración, comenzó a hablar sin parar, lo que denotaba su estado de ánimo.— ¡¿Cómo es todo esto posible?! — Interrogó con tono autoritario— ¿Mi papá tenía 4 hijos más? — ¿Estás seguro de que son sus hijos? Mi padre ya era mayor ¿Cómo pudo tener la capacidad para tener más hijos? Ese hombre aun después de muerto, cómo puede seguir perturbando mi vida y la de madre.El abogado no estaba acostumbrado a que Felipe tomara esta actitud, con frecuencia era calmado; sin embargo, continuó explicando —Debo informarte que el primero es varón y
Capítulo 2 El futuro de los Cuatro niños. Daniela Blanco había permanecido sentada, y respondía amablemente a su prometido. .de pronto al escuchar sus últimas palabras se levantó bruscamente del sofá, su cuerpo tenso, sus ojos se oscurecieron. La ira la consumía como un fuego voraz.— ¿Adopción? ¿Te has vuelto loco? —le gritó, su voz cortante, como un cuchillo afilado. La idea de separarse de sus hermanos la llenaba de un dolor insoportable. Recordó la promesa que le había hecho a su madre en su lecho de muerte: cuidaría de ellos como si fueran lo más preciado del mundo.—. ¡Son mis niños! No los daré en adopción.Mateo, su prometido, la miró con una mezcla de frustración y cansancio. No pudo evitar hablarle con amargura.—Estamos a punto de casarnos, Daniela. Nuestra situación económica no nos permite mantener tantos hijos. Ganamos bien, pero cuando nos casemos solo estará mi sueldo, no será suficiente para tantas personas y encima un bebé.—Y ¿qué quieres que haga, Mateo? ¿Dejarlos
Capítulo 3 ¿Quién eres?Al escuchar esa pregunta, Daniela y Mateo dirigieron su mirada hacia la puerta de entrada de la casa. Ella se quedó atónita al comprobar que allí había un hombre de pie en la puerta, con una expresión iracunda.Tuvo que parpadear para combatir la luz del sol y ver más claramente al hombre. Cuando lo hizo, Daniela inmediatamente adivinó de quién se trataba. Las facciones eran inconfundibles, las veía todos los días en la cara de tres de sus hermanos.Este era un hombre extraordinariamente atractivo. Daniela se quedó contemplando en silencio. Tenía el mismo pelo negro, los impresionantes ojos negros y las mismas largas pestañas que veía en sus hermanos, pero en él sus pestañas le daba a su mirada un aire penetrante y turbador. lo reconoció, sin duda era el hijo mayor de Federico Ortiz. Era muy alto, casi uno noventa, y tenía una complexión atlética y musculosa. Incluso, el corte y el tejido de su traje lo hacían sobresalir. Indiscutiblemente, habría llamado la a